jueves, 26 de marzo de 2015

conceptos

El tema es recurrente. Cada varios meses, y en diversos aspectos vitales, sucede un curioso fenómeno: se entabla una discusión acerca de la definición de un término, que no suele acabar bien porque sencillamente el término en cuestión es algo inventado por la mente humana para encasillar, intentar describir, meter en un nicho, una actividad. Más tarde volveré sobre la cuestión semántica o filosófica de ello.

Recuerdo hace años, en pleno apogeo del enduro en bici de montaña, los largos hilos en foromtb sobre lo que debía ser considerado enduro o no, qué tipo de bicis se ajustaban al concepto, quién era más o menos endurero, y así sucesivamente. Ganas de perder el tiempo. Falacias repetidas hasta la saciedad.

Es inútil ahondar en la investigación para lograr una aclaración en estos asuntos, porque en su mayor parte vienen establecidos por las propias marcas, que con su marketing (en inglés, literalmente, mercadeo) inventan tales cosas, y te convencen de que necesitas una, y no cualquiera, sino la que es mejor que la de tu amigo, y una vez que ya la tienes, te convencen de que ya es obsoleta y debes comprarte el último y novedoso modelo que tiene un par de pulgadas más o menos de diámetro de rueda. Y la cadena es inacabable para mayor gozo del fabricante... y de los que gustan de polemizar en los foros de internet durante horas y días, o semanas, en vez de salir a montar en bici.
Yo alucinaba con lo que sabían algunos de recorridos de amortiguación, sistemas de suspensión progresivos, pivotes virtuales, cambios XTR y X0, y la gran Ibis Mojo Carbon en color lima (bocato di cardinale). Esos endureros murcianos, los más duros del planeta, que iban con un solo plato y bicis de 20 kg (sí, sí, se pusieron de moda las Orange Patriot para subir cuestas, muahahahahahhaha), que luego veías un video en youtube y daba no sé si pena o risa...
Yo, como amante de las bicis, he tenido de todo, y siempre me he querido alejar de la tendencia. El mainstream no es para mí, la verdad, aunque ahora  que lo pienso, a lo mejor lo más in es ser un antifashion victim, ¿no?

Como dice el slogan de una marca de kitesurf, yo ya era uncool mucho antes de que lo uncool fuera cool (y eso, ¿en qué lugar me coloca?)

De un tiempo a esta parte, estoy observando que el mundo de la moto no escapa a estas lides. Ya he hablado anteriormente por aquí del conceto (véase esa gran obra de arte fílmica española, Airbag, para mayor aclaración sobre el palabro). Qué sea el trail, qué es una moto trail, un viaje trail, incluso un piloto trail... ay, Mother of the Beautiful Love, esto es como el día de la marmota.

En el principcio, hace más de cien años, Harley & Davidson ya fabricaban motos, cinco décadas antes que los japoneses, y tenían sólo uno o dos modelos en catálogo, si es que a eso se le puede llamar catálogo. Y con esa moto, en los polvorientos caminos de entonces, los norteamericanos más aguerridos se desplazaban a no mucha velocidad. Campo, pistas, ciudad, pueblo, a trabajar, a ver a la novia, a hacer un viaje por placer. Subían y bajaban todo tipo de cuestas y terrenos. Es lo que se hacía. Igual que en los años 80, con una bici de acero sin suspensión y frenos cantilever que no frenaban un carajo, yo hacía lo propio con una Orbea Sherpa: campo y más campo, montaña, piedras, riachuelos, senderos, arena... lo que hiciera falta.
Resulta que con los años, a eso le llamamos trail en las motos, y enduro en las bicis. Pues vale.

En las bicis de montaña (que pocos usan para rodar por la montaña, todo hay que decirlo), el mundo del enduro pronto se vio dividido en tantos subnichos como posibilidades de venta por parte de los ideólogos y gurús de Specialized, Trek, Giant y Cannondale, quienes a la postre dirigen el cotarro de las novedades. Así, pronto aparecieron las enduro long travel, las rígidas, las rígidas total, las de 29, las de 27'5, las fat, las singlespeed... Todo vale, y cada cual defiende lo suyo. Nada nuevo. Lo grande es que con cualquiera de ellas puedes ir por los mismo sitios, cosa que yo mismo he comprobado, y que al final, como en todas las cosas de la vida, lo único que realmente marca la diferencia es el indio y no la flecha.

En las motos pasa tres cuartos de lo mismo (que no sé porqué se dice tres cuartos, cuando en realidad es el total, o sea que pasa igual): hubo una época en los ochenta, en el apogeo del glamour del rally París-Dakar, en que se quiso vender una estética. Porque era realmente eso, la estética. Y se cogió una XT600, se le acopló un extraño carenado con doble faro redondo, se pintó adecuadamente con los colores de Gauloises, et voilà, te convencen de que es la abanderada de un concepto nuevo: el trail. Con ella podrás recorrer miles de kilómetros por tierras inhóspitas, desiertos, montañas... perderte en tu aventura personal, ser un héroe en la busqueda de tu yo interior. Como con el tiempo la cosa fue a mayores, la 600 pareció poco. Había que meter más chicha, más power. Apareció la Super Tènèrè, a la par que la Africa Twin. Motos grandes, de dos cilindros, con capacidad de carga, cómodas y con posibilidades de adentrarte aún por pistas más o menos rotas. La estética seguía ahí, factor fundamental.

En verdad, la idea partió de unos años antes, con la XT500 creada para correr carreras por el desierto en la Baja California. Y antes que la Yamahita, en los cincuenta y sesenta, ya triumph y Ducati tenían en mente sus respectivas Scrambler, que se usaban para todo y para todos con gran éxito. Pero mucho antes, como ya decía al principio de la entrada, los americanos con sus Harleys primigenias y sus Indian Scout, hacían lo mismo: atravesaban desiertos, subían montañas, surcaban carreteras perdidas...

Por tanto, el trail hay que verlo no como un tipo determinado de moto, ya que cada persona tiene una manera de adentrarse en la búsqueda de sensaciones, y hay tantos modos de viajar y expedicionar como pilotos que conducen un bicho de dos ruedas. Yo lo veo más como una actividad, pero el conceto es tan amplio, tan ambiguo... que hay que establecer límites.
Quizá es más sencillo definir lo que no es trail.
Para empezar, no se puede catalogar así lo que sea conducción deportiva en carretera o circuito, habitualmente con motos RR, aunque en los últimos tiempos también con motos desnudas o supermotard. Sencillamente, una moto con cortos recorridos de suspensión petrea, postura sobre el eje delantero, y ruedas lisas, no es apta para salirse de la carretera con garantías, por mucho que en su día un loco con una R1 haya dado la vuelta al mundo en esas circunstancias. También se pueden matar moscas a cañonazos, pero no es lo suyo.
Tampoco lo son las motos custom o cruiser, ni las gran turismo, por motivos obvios.
Los escúter escapan asimismo a la caracterización de motos viajeras con capacidad todo terreno, a menos que sean sometidas a una profunda preparación... sí, hay gente para todo.
No es una moto para hacer trail la enduro. Una moto de enduro carece de asiento cómodo, tiene nula capacidad de carga, y su autonomía es ridícula. Aún así, últimamente son muchos los que han caído en la trampa de buscar una máquina ligera y manejable para salidas cortas de medio día... pero necesitas un coche y carrito, o una furgoneta para llegar al punto de inicio de la ruta, y seguramente un depósito de gasolina más grande. Este es el trail para los endureros venidos a menos, los que se ven incapaces de enfrentarse al más mínimo obstáculo con una máquina que pese más de 150 ó 180 kg. Es la perversión del concepto, la prostitución de las rutas, para los trileros del emblando, para los tramposos y vagos.

Todo eso va dejando menos posibilidades. Hay que señalar ahora algunas características que sí debe tener una moto para hacer trail: una autonomía digna, mínimo 250 km; un asiento cómodo; preferiblemente una pantalla, aunque sea pequeña, que quite viento para la carretera o autopista; capacidad de carga en forma de parrilla trasera o asiento grandote; ruedas de radios y la delantera de 21 pulgadas, para que salirse de lo negro no sea una manifiesta temeridad; unos mínimos recorridos de suspensión, rondando los 200 mm; un motor fiable, poco tragón y con buena capacidad de aceite en su interior para asegurar su longevidad y mantenimientos espaciados. No hace falta mucho más.

Decía al principcio que a menudo las marcas inventan conceptos, ideas, que se ven después sublimadas en un producto determinado. A veces les sale bien, otras no tanto, y esto es algo que depende de varios factores, fundamentalmente de unos diseñadores y creativos que estén en el mundo de a pie. Hay ideas que fructifican, y el concepto del trail fue una de ellas. Su éxito es indiscutible, y llega hasta nuestros días. Pero si uno se fija en el mercado de motos nuevas, el panorama actual es realmente desolador.
Hay pocos modelos, algunos son refritos de otros anteriores, y otros llevan en el mercado muchos años sin renovarse apenas. Otros son demasiado radicales, y otros tantos son prácticamente vehículos para conducir por carretera solamente. Hay modelos legendarios que se siguen fabricando y vendiendo en otros mercados, e incomprensiblemente no en Europa. Y viceversa.

Y mientras tanto, somos muchos, muchísimos, los que seguimos soñando con la llegada de una KTM 690 Adventure que nunca llega...

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