jueves, 15 de enero de 2015

Cruel Dakar

Y llegó la etapa 8 del Rally Dakar 2015.
Partiendo del Salar de Uyuni y hasta Iquique, las motos debían completar una llamada "etapa maratón" dividida en dos días. Era el segundo día de la maratón, lo que significa que los pilotos no han dormido en sus motorhomes (los que lo tuvieran, claro...), sino en un barracón estilo militar, y además no han tenido a su disposición las asistencias técnicas de sus equipos (los las tengan, claro...). Maratón se asocia a larga carrera, muchos kilómetros sin descanso, tantos que lo han tenido que hacer en dos días.
El lugar de llegada la etapa 7, y partida de la 8, es el Salar de Uyuni, que el desierto de sal más extenso del mundo, y además situado a más de 3660 metros sobre el nivel del mar. Esto añade complicación.
La sal, como todo el mundo sabe, es enemiga de la mecánica. Yo creo que es enemiga de todo, salvo para solucionar la falta de sabor de algunos platos.
La cosa se agrava con la altitud, que hace que la mecánica no rinda óptimamente, ni tampoco los cuerpos humanos, que tienen que trabajar en condiciones de poca concentración de oxigeno y en este caso, además, frío. La temperatura en el momento de la salida era de 2 grados centígrados, que contrasta con los 45 grados de un par de días antes (que dio lugar a averías mecánicas, abandonos, e incluso la muerte por deshidratación de un piloto de motos).
Para rizar el rizo, había estado lloviendo por la noche, y poco antes de la "largada", una pertinaz llovizna seguía haciendo mella en el ánimo de los pilotos.

A la salida de la especial después del tramo de enlace, muchos pilotos llegaron ya en condiciones de hipotermia, y todavía quedaba lo peor. Imaginen que, muertos de frío, tenéis que circular a 150 km/h en un lago de agua y sal, a dos grados. Por todo ello los pilotos dijeron que "así no se podía salir", a lo que la organización se negó. Basta transcribir las palabras de Paulo Gonçalves: "La organización ya ha cobrado la pasta de la etapa y ahora nos sacarán a nosotros como a perros." Curioso, el portugués hablaba en español.



Al llegar al primer repostaje, pararon las motos y al intentar arrancarlas, éstas se negaron. Sal en los componentes eléctricos y agua, ya tienes el cóctel perfecto para problemas mecánicos. Fueron muchos los que no podían arrancar la moto pero además, la sal en los radiadores evitaba que pudiesen refrigerar correctamente.
Pilotos empujando la moto, tirando agua con una botella a los radiadores, intentando arrancar... y Marc Coma gritando a Etienne Lavigne (de la ASO, empresa que organiza el Rally) que parase las motos si alguna salía porque si no, se iban a quedar con diez. Y con diez no se quedó, pero al final fueron quince los que se quedaron fuera, bien por casos de hipotermia (Farrés tuvo que ser trasladado al hospital) o problemas mecánicos.



Después, en el programa que Teledeporte dedica todas las noches siguiendo la competición, dan la razón a los pilotos. A esos lloricas. A esas nenazas, sí, porque ya hay que hablar en esos términos. Y comienzan a decir sandeces como que éste está siendo el Dakar más duro de la historia, o que la etapa 8 se recordará para siempre como la más dura, que qué cruel es la ASO, y tal y cual.
Una mierda para todos ellos.

Recuerdo hace dos años, en el Dakar 2013, que los pilotos y, sobre todo, la prensa, se quejaban de que con la llegada del rally a América, había perdido la dureza y el componente aventura. En el 2014 la cosa tuvo un giro interesante, fueron etapas más largas y por rutas más duras, con cambios de temperaturas y de altitud. La cosa se empezaba a poner buena, y pronto salieron las voces de los quejicas.
Ahora, desde la etapa 1, ya hemos escuchado quejas, hemos tenido que aguantar las pataletas de estos niños pequeños con cuerpos de hombretones que, para mí, cada vez merecen menos respeto y veneración, si es que alguna vez lo tuvieron. Sólo me descubro ante los que disputan la categoría Malle Moto, motos sin asistencia, en la que los propios pilotos se lo tienen que hacer todo, que vienen durmiendo una media de tres horas por noche... cuando duermen.
Me parto el culo cuando veo a Marc Coma lloriqueando, o a Barreda llorando, literalmente, porque la moto no le arranca y le tienen que remolcar 300 km perdiendo tres horas y cualquier opción de ganar. Monsieur, ca c'est le Dakar.



En Africa, todo era distinto. También era otra época. Los años pasan muy rápido, y la gente tiene poca memoria. Yo recuerdo etapas de más de 1000 km con motos de 250 kg. Recuerdo pilotos que tenían que subirse en marcha porque no podían estar parados (no llegaban al suelo y se caían de lado). Recuerdo gestas épicas de hacer el Dakar en Vespa, en Porsche 911, en vehículos prácticamente de serie, con apoyos mínimos y durmiendo a diario en tienda de campaña. Ahora las condiciones son diferentes, el paisaje es infinitamente más variado, hay dunas gigantes, arena, barro, altura, bosques, pistas de grava, lluvia, frío y calor. Y puedes tener de todo en una sola etapa. Acojonante. Definitivamente, me gusta más el nuevo Dakar, que es más épico, más bonito, más lejano y exótico (al menos para los europeos).
El Dakar lleva buen camino, y su propia dureza hará de criba para pusilánimes y pijos con ganas de colgarse la medallita de llegar al final (como pasaba antes con el Lago Rosa). Ahora el Dakar es para hombres. Perdón, es para HOMBRES. El Dakar, no es rally for old men, eso es así. Y parece que muchos se apuntan pensando que es la Baja California, el Campeonato de España de Rally-TT, o el Faraones. Y no.
El Dakar no se puede comparar. El Dakar es el Dakar, y punto.

Y si no te gusta, o te asustaste, haber elegido muerte, Marc Coma.