martes, 30 de diciembre de 2014

La DGT confunde.

tramo control velocidad

La DGT está aprovechando la campaña especial de Navidad para probar una nueva fórmula que evite los excesos de velocidad en las autovías y autopistas de todo el país. Posiblemente hayas visto durante esta última semana varios pórticos luminosos con un aviso de "Tramo con controles de velocidad" en carreteras que no tienen ningún radar, ya sea fijo o de tramo. 
 
El mensaje es ligeramente distinto al texto que suelen mostrar estas pantallas cuando nos aproximamos a un tramo que sí está vigilado por un radar fijo,que avisa con el mensaje de "Velocidad controlada por radar" o bien con el texto "Tramo controlado por radar" si se trama de un radar de tramo.
 
¿A qué se deben entonces estos mensajes tan confusos? Según la consultoría jurídica Gestrafic"este repetitivo mensaje que exhiben decenas de paneles y que forma parte de la campaña navideña de prevención de accidentes de tráfico de la DGT ha llevado a muchos conductores a pensar que se ha multiplicado el número de radares de tramo instalados, cuando realmente esto no es así".
 
Gestrafic deja claro que "no tiene por qué haber un radar bajo cada una de estas nuevas señalizaciones, aunque los mensajes induzcan a pensar lo contrario. La clave está en la correcta interpretación de esos mensajes y en el juego de palabras que se utiliza para transmitirlos". 
 
La DGT quiere aprovechar el miedo psicológico que nos entra cuando vemos una señal de este tipo para evitar los excesos de velocidad en nuestra red de carreteras, una técnica que Gestrafic define muy bien "En este caso, no se les puede acusar de poner en marcha esta campaña con afán recaudatorio, ya que de lo que estamos hablando es de que se señalizan radares donde tal vez no los haya, y si no hay radares, no hay sanción ni recaudación. A nuestro entender, estamos ante una nueva forma de prevenir las velocidades excesivas utilizando un recurso inteligente: la duda".
 
Desde que Mariano Rajoy llegó a la Moncloa en noviembre de 2011, la DGT ha recuadado un total de 508 millones de euros en todo el país gracias a las multas de velocidad. Andalucía es la comunidad autónoma donde se produce el mayor número de denuncias, con cerca de 100 millones de euros, seguida de Castilla y León (73,26), Galicia (60,93), Castilla-La Mancha (54,77) y Comunidad Valenciana (47,27 millones).

Fuente aquí.

Todo el que tenga unos mínimos conocimientos o experiencia del comportamiento humano se habrá descojonado delante de su laptop al leer tamaña lista de sandeces. 
Desde luego, a mí no me cabe ni la más mínima duda del interés de la DGT, que no es otro que recaudar. Ya el mero uso de tal verbo implica un ánimo lucrativo. Tiene que existir otro vocablo más adecuado para usar, para cuando se hable del dinero obtenido con el pago a través de la coerción derivado de multas en su mayoría inútiles, estúpidas, con poco o ningún sentido... a menos que el sentido sea precisamente ese: recaudar. 

Desde luego, la idea de meter el miedo, de sembrar la duda, de poco a servido cuando uno comprueba los datos de estos días de fiesta, en el que han vuelto a recrudecerse las muertes en accidentes de tráfico. A sensu contrario, habría que meter en la cárcel al que tuvo la idea, al que la ejecutó, y al que la vendió, a los tres. Al trullo, porque si han tenido lugar más muertes precisamente cuando se han puesto esos avisos, se establece una relación causa-efecto indiscutible.

La cosa tiene sus fallos. Entre otros que se producen más accidentes con resultado muerte, un 80% del total, en carreteras secundarias en las que, curiosamente, no existen esos luminosos. Pero el fallo más garrafal es el efecto buscado... y el que finalmente se consigue: una vez acostumbrado a ver ese aviso luminoso, el conductor acaba por ignorarlo, sabedor por propia experiencia o por leer en los medios que todo es falso, conduce como antes o incluso más rápido. Es un efecto boomerang, y ahí es donde entra la DGT, en ese momento es cuando entrará a saco con sus verdaderos controles y nos aseteará como a conejos, como a pichones, como rey a elefante.

Mucho ojo, que no defiendo el correr, eh. Hay que cumplir las normas. No puedes quejarte de que te ponen una multa por exceso de velocidad si vas conduciendo por encima de los límites permitidos. Hay que ser consecuente. Sería como robar o matar, y que te cojan y te quejes de que te meten en la cárcel. Cuando uno incumple la norma, sabe que hay una consecuencia. No hay más.

Pero, y aquí viene lo peculiar de este asunto, había una asignatura que estudié con ahínco, me gustaba, de las pocas que disfruté en la Universidad. Filosofía del derecho, en ella se estudian los principios informadores, la fuente de la ley, los porqués, y las corrientes legisladoras, etc. No me meteré en mucha harina, pero les diré que cuando una norma, una ley, una orden del poder legislativo o ejecutivo se incumple sistemáticamente, pierde su fuerza, su valor, su razón de existencia. Una norma tiene que estar refrendada en nuestro país de chichinabo tercermundista en cultura e ideología, inhumano en el trato de los hombres a sus semejantes, zafio hasta la extenuación, bárbaro hasta el aburrimiento, tiene que estar refrendada por el Parlamento, por el Rey (manda huevos eso tan gracioso de la "monarquía parlamentaria", ¿qué cojones es eso?), pero sobre todo, y de lo que pocos hablan, tiene que estar refrendada, aceptada, asumida y cumplida por los ciudadanos. 

El Estado, esa invención cruel y vil, villana e intocable, todopoderosa y cruel, tiene la sartén por el mango cuando el pueblo, la grey, el vulgo populacho calla, otorga, baja la cabeza, apechuga... y sobretodo paga.