domingo, 24 de febrero de 2013

IDS

Intelligent Depower System, así es como Cabrinha  bautizó hace unos años a su sistema de "suelta rápida". Desde los inicios del pandorguismo, la cuestión de la seguridad ha ido yendo a más, por motivos obvios, ya que cientos de accidentes (algunos con terrible final) dieron la fama que aún hoy día tiene a esta actividad tan bonita como peligrosa.

Cada fabricante de cometas tiene su propio sistema de salvamento, de despotenciación total del aparato. Unos son más acertados, y otros menos, y es paradójico que las denominaciones a veces dan miedo "sistema suicida" se llama uno, "sin vuelta atrás" otro... Con nombres así, la verdad, se le quitan a uno las ganas de usarlas.

Luego encontramos los problemas del relanzamiento (operación o maniobra para regresar la cometa al aire de nuevo después de haber caído), mejor o peor logrados según el diseño de ciertas partes del elemento volador.

Mis cometas son de la marca Cabrinha. Las compré en un principio porque fue las que me ofreció el "hombre que susurra a las cometas", mi maestro o gurú del viento. Yo era un neófito total (y en gran medida lo sigo siendo...), y cogí lo que me puso delante. Después he comprobado que son cometas caras, pero muy muy buenas por ciertas características únicas que no explicaré aquí ahora para no aburrirles en demasía. Una de esas, que sí viene al caso para la historia que narraré en unos instantes, es el sistema de seguridad: el antes referido IDS, abreviatura producto de márquetin, que viene a ser algo así como "sistema inteligente de desponteciación". La verdad es que el sistema es bueno, para muchos es el mejor. Yo no puedo juzgar porque no he probado otro, pero sí he observado y estudiado los otros sistemas y realmente el IDS me parece el más lógico, fiable, verdaderamente eficaz, y además sencillo. Se trata de activar un mecanismo que deja a la cometa unida sólo por las líneas centrales, las que van al borde de ataque, de modo que es imposible que contenga algún resto de potencia. La cometa caerá, si es que no ha caído antes por alguna otra circunstancia, y se colocará en una posición exenta de todo peligro, reacciones asesinas, tirones, etc. Todo ello sin riesgo de romper nada, y fácilmente colocable de nuevo en su estado previo para poder relanzarla rápidamente si se quiere.

El viernes se cumplió la previsión, y después de mucho tiempo volvió a soplar viento del Oeste, incluso del Suroeste, que es con el que yo aprendí y el más típico aquí. Pero nada de los suaves y predecibles vientos térmicos que soplan desde la primavera hasta finales del verano, no. Es el viento producto de una borrasca, por lo que es fuerte, y racheado, y sube y baja a capricho, e incluso puede rolar de golpe y porrazo a Norte, lo que es algo peligroso porque en caso de algún problema te llevaría mar adentro. Y eso no mola.

Pues salí de casa sobre las 16 horas con todo en el maletero (regla número 7, por decir un número: si se tiene, se lleva), y con todo me refiero a las dos cometas que tengo, una de 12 metros y otra de 9. Vi en la red que en ese momento el viento soplaba entre 25 y 30 nudos, que es bastante. Eso es lo máximo con lo que yo he navegado, y la verdad es que no es lo ideal para un principiante y menos con olas, y menos racheado. Así que tiré al Caño de la Culata, en El Portil, donde siempre sopla algo menos que en La Canaleta (3 ó 4 nudos por lo menos), y el agua es plana aunque tenga el inconveniente de la corriente del canal. Pero cuando llegué me encuentro que las condicines han cambiado, y la cosa se ha quedado en más o menos la mitad. Bueno, por suerte me traje la pandorga gorda, así que monté la de 12 mientras la playa se llenaba de cometas pequeñas de 9 y 7 metros que en esas nuevas condiciones no podían tirar de sus dueños...
En unos pocos minutos estaba en el agua, entre varios windsurfistas y sólo un par de cometeros más. Más de una hora haciendo largos hasta la barra y probando cosas pero sin hacer tonterías, muy pendiente de las rachas y comprobando dónde soplaba fuerte y dónde no. Intenté navegar toeside pero no era el día: cuando uno está aprendiendo resulta que un día te salen las cosas y al siguiente no, y todo va en porcentajes y cada vez te va saliendo mejor y más veces, hasta que al fin lo controlas. Tiene que ver con la memoria muscular, la capacidad de conexión neuronal, la velocidad de reacción.. vamos, lo que viene siendo la práctica.

El caso es que ya estaba yo un poco cansado. Cuando uno empieza a cambiar de postura, a girar antes de tiempo para dejar descansar la pierna trasera, cuando pierde la concentración y estás a punto de caer al agua, cuando esa olita te coge desprevenido más de una vez... es el momento de salirse y descansar un rato o directamente recoger y dar por finalizada la sesión. Así que me digo "el último largo", y yendo hacia dentro me entra una racha de loco, calculo 25 nudos o asín, y la cometa que me tira lo más grandísimo, algo alucinante. Menos mal que ha sido en agua plana y puedo controlarlo más o menos, despotencio al máximo durante unos segundos que se hacen eternos, apunto con la tabla hacia barlovento al máximo que la fuerza de mis piernas me permiten (diosssss, el muslo izquierdo arde), la cometa se situa en el borde la ventana del viento, y logro frenar el asunto. Buff, doy la vuelta, salgo bien del trance, y me enchufo hacia la playa en un largo de vuelta que lo hago a la velocidad del rayo y ciñendo a tope sin problemas. Reparto bien el peso entre los dos pies, la cometa bien situada casi en el límite de la ventana, bien baja para ayudarme a clavar el canto: el agua que sale despedida me salpica en el pecho, en los brazos, en la cara. ¡¡Velocidad!!.
Me acerco a la orilla, ciño al máximo para frenar y subo lentamente la cometa con el depower al máximo.. y pasó lo que tenía que pasar: entró la racha de las rachas, la madre de todas las rachas. A tres metros de la arena el viento me arrastra, la tabla me derrapa, no puedo con ella, me levanta, me voltea, la cometa cae, la tabla se me desengancha... y todo en la orilla. Menos mal que no hay nadie, pero ni un alma, en la playa. Como puedo salgo del agua con la cometa más o menos controlada pero imposible bajarla de manera estable con esa fuerza de viento. Me arrastra poco a poco por la arena, yo trato de oponerme a ella, la subo al cénit con cuidado, y pienso un poco ¿qué hago ahora? No puedo autoaterrizarla solo, sin ayuda, en estas condiciones de viento, bastante pasado. A mi derecha, a 25 ó 30 metros, otro que también se ha salido y que está en mi misma situación. No hay nadie para ayudarnos a bajar las cometas... salvo tres windsurfistas que juegan en la orilla con un perro y no nos echan ni puñetero caso. Les grito, les hago señales, pero nada. Miran hacia mí pero parece que vieran a un fantasma o que yo fuera transparente. Ni se inmutan. Uno piensa de todo en ese momento.
Al fin pongo la cometa baja, al borde, y suelto el IDS haciéndolo todo como he visto en youtube decenas de veces: y la cometa cae al suelo, se queda sin fuerza y comienzo a recoger las líneas lentamente, con miedo y totalmente inseguro porque es la primera vez que lo hago, y además solo. Culmino la operación con éxito, wow, y ayudo al otro a bajar su cometa. El otro era mucho más novato que yo, aún no sabe ceñir bien y no es capaz de volver al sitio, me confiesa. Estaba muy asustado, más que yo.

Ahora, en frío, y con la suerte de no haber ocurrido ninguna desgracia personal ni consecuencias materiales, quiero creer, quiero pensar, en serio, lo deseo de corazón, que los tres tipos aquellos no me oían, o no se daban cuenta de la situación de peligro. Dejémoslo aquí, por mi parte está olvidado, aunque quizá algún día hablaré de la estupida rivalidad entre windsurfer y kiters. No es ahora el momento.

Lo que he aprendido es que: 1) hay que ser muy vigilante y tener muchísimo cuidado, la racha puede entrar en el momento más inoportuno, y por Ley de Murphy lo hará; 2) intentar estar acompañado siempre por alguien que te pueda/sepa ayudar; y 3) si todo lo demás falla, hay que aprender a ser autosuficiente para estos casos extremos, hay que saber salvarse, aún a costa de perder el material o romper algo, porque la seguridad personal es lo primero. Claro está, hasta que no te pasa algo así, uno no aprende a manejar el IDS, o a recoger la cometa después de matarla. Así ya he aprendido a recuperar mi tabla ganando barlovento cuando la he perdido en una caída en medio del océano, o a recoger la de otro, levantar yo solo la cometa, bajarla en tierra, relanzarla en el agua. Todo ello se hace con la experiencia, no te lo pueden enseñar en un cursillo.

Amén.



Post scriptum: el viernes fue la séptima vez que navegué en lo que llevamos de 2013. La estadística es horrible, y más teniendo en cuenta que lo he hecho todos y cada uno de los días que ha habido viento, incluso haciendo muchos kilómetros en busca del spot adecuado. Siete días de cincuenta y dos arroja un porcentaje nimio del 13'5% de días navegables...

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