sábado, 18 de febrero de 2012

Singletrack fury: discovering a new sendero!

¡Qué gran verdad! Seguro que todos vosotros habéis pasado alguna vez por algo así: cuando menos expectativas tenías puestas en algo, resulta que surge algo sorprendente o novedoso, algo sumamente interesante, y al final resultó una experiencia magnífica.
El miércoles machaqué el pie y la cadera con más carrera de la cuenta, y más rápido de lo deseable. Ayer hice una contrarreloj con la flaca que se complicó por el viento, que me dejó para el arrastre. Y hoy, a pesar de estar toda la mañana con el muslo quejándose, con las cicatrices ardiendo, con el bíceps femoral contracturado y dolorido... a pesar de todo eso, como di mi palabra, salí con Pedrito. Era el único día que él podía, y habíamos quedado a principios de semana.
Hice de tripas corazón, y partí con mi Hei Hei, con sus mandos de cambio recién puestos, a ritmo tranquilo. Pensé en hacer pocos km, unos 25 ó 30, a ritmo tranquilo, como el viernes pasado. Y el ritmo ha sido tranquilo, o lo ha parecido. Cuando dos amigos van pedaleando juntos, de charla, tranquilamente, disfrutando del momento, es que no van ni a medio gas. Porque cuando uno va metido en faena de verdad, no puedes ni hablar, supone desperdiciar capacidad pulmonar, y eso es oro puro para un ciclista.
Al final, cincuenta y cuatro km, y a una media decente, o al menos a un nivel mucho más rápido del previsto.
El interfecto, mamando.
El hombre que susurra a los biciclos
En mitad de la ruta, y prácticamente por casualidad, nos encontramos con un sendero -singletrack- nuevo, desconocido, parecía recién abierto. Uy uy uy uyyyyy, como se enteren las autoridades vigilantes, aburridas, jodedoras del espíritu de la libertad, son capaces de meternos un paquete.
El caso es que era en ligerísima bajada, de una longitud aceptable, muy revirado, divertido. Al final del mismo nos hicimos las photos que acabo de poner.
El itinerario:



Ya de vuelta, Pedrito se desvió a la altura de Aljaraque, para ir a su casa. Yo seguí por el pestoso y horrible, horripilante, carril bici, hoy sin incidencias molestas, por ciertos. Al revés, he tenido la ocasión de ver algo que me ha resultado llamativo, un poco increíble: la marea estaba bajísima, y pasando por el puente sobre el río Odiel, casi metidos ya en la ciudad, me encuentro a un buen grupo de flamencos que estaban hurgando en el fondo en busca de alimento. No he podido resistir la tentación de bajar de la burra y tomas unas imágenes para la posteridad. Es una pena que el aifón no pueda incorporar un buen zoom:
Luz del ocaso para adivinar lo que se cuece
En la photo no se aprecia la belleza del momento.
Para finalizar, una instantánea del frontal de la Kona, mostrando los últimos upgrades, un poco al estilo "american toys":

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