miércoles, 12 de octubre de 2011

manifiesto

Yo, usted y yo somos especies en peligro de extinción.
Nosotros, amantes de la velocidad.
Nosotros, devotos de la potencia, las prestaciones, del sonido.
"Váyanse", nos dicen, "y llévense con ustedes la fibra de carbono, y esos V12 escupidores de fuego."
Tristemente, ya no hay sitio para nosotros aquí.
Esto es solo para viajeros, atascos, en esta era de creciente seguridad y restricciones, de practicidad, y donde la relación millas por galón es más importante que la de caballos de vapor por peso.
La prueba está por todas partes. Hemos sido apretados, empujados a un lado, y cazados en cada buena curva.
Y aún así hay esperanza. Hay un cielo seguro, un lugar en el que somos felices para retar a las convenciones, empujar a las leyes de la física, y conducir nuestras potentes, nuestras bellas máquinas. No se trata de un circuito en Alemania, ni de una autopista en Montana. De hecho, ni siquiera es un sitio real. Es más que eso.
Es una celebración comunal de potencia, par, agarre, cuero, tecnología, belleza.
Es el último bastión de la lujuria motorizada. Y está justo ahí, en tu sala de estar.

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