lunes, 12 de septiembre de 2011

Watch talk: W1

Corría el año 1999 y yo estaba a punto de firmar el contrato más terrible de mi vida sin saberlo. Mi limitador, para hacer la cosa más llevadera, me regaló, en contraprestación al anillaco que yo le ofrecí -pagado por mí, y no por mi madre como ella siempre ha creído, aunque yo se lo haya dicho más de una vez-, un relojillo que a la postre se convertiría en mi compañero inseparable durante un montón de años, excepto en verano porque no quería sumergirlo en las saladas aguas atlánticas a las que soy tan asiduo.
Este fabricante ginebrino bastante joven, se dedica únicamente a los relojes de cuarzo, y de hecho su fama viene de la gama Othello de caballero, un reloj ultrafino de sólo 1'2 mm.
Pero el mío es totalmente diferente, es de la serie W1, unos relojes de aspecto deportivo, pretendidamente duros, pero manteniendo cierta elegancia, como se puede ver:



Como ven, es difícil hacer una toma sin reflejos.
 Su caja tiene un diámetro de 38'5 mm y un grosor de 10 mm, pero no sé qué cojones tiene su diseño que parece más grande. Es un reloj pesado para su tamaño, supongo que derivado de la robustez de la caja.
Tiene un movimiento de cuarzo de origen suizo, y es de los llamados en el argot HEQ -high end quartz- por su precisión y acabados. En los diez años ininterrumpidos de uso no he tenido que ajustar la hora ni una sola vez. NI UNA. Es el momento de decir que hay toda una corriente defensora de los HEQ últimamente... no lo que, per se, no da ni más ni menos valor a este reloj que ahora les presento.
Todo en él es de acero cepillado, como pueden observar, y hasta el dial tiene ese color uniforme. Sus formas son un poco, digamos, industriales, como de reloj herramienta, lo que a mí me encanta. El cristal de zafiro -extremadamente resistente, doy fe- está protegido por un bisel que presenta unas protuberancias uniformente repartidas cada hora y media. Mi unidad ha besado el suelo varias veces, y ha chocado con esquinas de todo tipo. Tiene varios rayones en su acero, y el armis -brazalete- está claramente rayado sobre todo en la parte del cierre, pero el zafiro se encuentra como el primer día.



El brazalete es precioso
 A pesar de su robustez aparente, aunque demostrada, el gran pero de este horológico es su reconocida insumerjabilidad, que para mí le hace perder muchos puntos.
En resumen, y acabando, su diseño parece sacado de debajo de un glaciar, pero su resistencia, siempre que no insistamos en mojarlo, pone un gran contrapunto a la pusilanimidad del resto de la gama RW.



Presencia molona.


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