El lunes abandoné mi residencia de verano. Sí, he decidido que en adelante visitaré el lugar que me vio crecer durante al menos un mes durante la estación estival, como Papa que corre a Castellgandolfo en busca de clima más fresco.
Llegué a mi querida Huelva después de un largo viaje que duró prácticamente el doble de lo normal por los múltiples atascos que sufre la megasaturada ronda de circunvalación SE-30, y el tráfico intenso durante todo el transcurso de la A-49, algo ilógico por ser la fecha y la hora a la que se hizo el traslado.
Sea como fuere, durante el viaje falleció Pim-Pim, el gorrión que cayó del nido un par de días antes y que hemos intentado sacar adelante sin éxito -a los hechos me remito-. La causa era que el pobre era un polluelo de un par de días a lo sumo, con graves dificultades para comer, tenía los ojos cerrados, y estaba tan debilitado que ni siquiera piaba.
A pesar de mis convicciones ecologistas -de lo que quizá hable en el futuro mediato- lo recogí ante la insistencia de mis hijitos para que vieran el milagro de la vida y, si se terciaba, el de la muerte. Lo han visto de cerca, y el mayor hasta ha llorado emocionado por la insignificante pérdida.
En Huelva me he reencontrado con amigos de mi círculo habitual, lo cual me ha reconfortado. También he podido recoger alguna pieza para mis hobbys, así como he hablado con mi querida prima Menchu quien me ha puesto al día de los asuntos laborales.
Hoy mismo he ido al centro de saludo para recoger los partes de baja que tenía atrasados, y he tenido una corta pero agradable charla con mi médica de cabecera, doña Gloria, quien me ha visto bastante recuperado.
Mi vecina, la esposa del piloto, ha parido su cuarta hija -toooooma-, sospecho que algún otro vecino se ha separado/divorciado, hace menos calor que en Dos Hermanas y Sevilla... en fin, las cosas propias de las reentradas postvacacionales, aunque técnicamente lo mío no sean vacaciones.
Y para que no se me quejen, les cuelgo aquí y ahora, aunque nada tenga que ver con todo lo expuesto anteriormente, esta toma positivada en blanco y negro de la primera dama francesa, captada hace años:
De nada.
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