martes, 28 de diciembre de 2010

Orbitando el planeta pedalier.

Ayer estuve con las piernas un poco cansadas después de la palizilla del domingo. De modo que hoy por la tarde he querido estirarlas un poco y relajarme con la bici "de carreras" que raramente uso. He ido hasta la playa por un carril bici que hay desde la misma ciudad, y luego me he acercado hasta El Rompido y vuelta patrás.

En el cruce. El día no estaba para baños, pero había alguno con las cometitas.
La bici fue un trueque por un mono de cuero, por eso es de una talla muy grande. Es de acero Columbus, montada tope de gama Campagnolo en el año 1985. Salvo el sillín y los pedales, reciclados del mountainbike que tenía por el cajón de sastre, todo lo demás es de la época. Lleva frenos Delta -creo que se llama así ese modelo, cambio trasero de seis velocidades -hoy llevan diez-, y ruedas tubulares.
Me encanta esta bici, y no me quiero imaginar cómo debe correr una moderna flaca de esas de siete kilos e incluso menos. Esta ya corre un montón, comparada con cualquier mtb, es una sensación guay.

Ahí va el nombre del tío carnal de mi limitador. Se aprecia la bonita dirección Campagnolo y el freno delantero.

Cruzando el puente sobre el río Odiel.
Sí, como ven, estoy capacitado para pedalear y a la par tomar instantáneas. Es que las bicis de carretera son así de sosas. Hay que poner remedio a ello: estoy por buscar un puertecillo potable para probar la agonía del escalador, y luego una buena bajada.

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