domingo, 21 de noviembre de 2010

Singletrack fury

Ayer fue un día regular. Lo único bueno fue que almorzé con toda mi familia, lo que significa charlas con mi padre y su nuevo destino, estuve un buen rato con mi madre, y casi constantemente rodeado de montones de niños... El viaje fue lluvioso a la ida, y nocturno a la vuelta, un aburrimiento total, y encima, además, con mi esposa diciéndome una y otra vez que no corriera tanto. A partir de hoy, me referiré a ella aquí como el "limitador".
La tarde prácticamente perdida, aunque me pude dedicar a hacer algo que nunca había hecho. A pesar de haber radiado ya un par de ruedas desde cero, y cambiado tres o cuatro aros, nunca me había puesto a redondear una rueda. Aunque parezca extraño, es fácil montar una rueda, y centrarla más o menos bien, dentro de unas tolerancias aceptables -que no perfectas-. Pero a veces surge la ovalización, que es un salto vertical en algún punto de la llanta, y me llevó más de cuarenta minutos poner a punto la rueda trasera de mi SS. Pero lo logré con mis escasas herramientas y utilizando mi astucia.
Hoy, primero he dado un magnífico paseo en coche con un par de acompañantes, por primera vez y sin que sirva de precedente -eso sí, cada uno con su auto-:


Bonito bonito bonito el Z4 de Gibri, todo un sleeper el 130i de Pedrito



Nada más llegar a casa, me cambié y me dirigí a mi zona de senderos habitual, donde he disfrutado como niño de teta. Un sol radiante, el suelo en perfectísimo estado después de la lluvia de ayer... bueno, un par de imágenes dirán más:




Como anédota del día, la rueda delantera levantó una rama escondida y mi tibia se encargó de rematarla. También he sufrido una caída, cuando iba totalmente enchufado en un serpenteante y estrecho senderillo, y perdí la rueda delantera por culpa de una película de barro bastante deslizante... pero me levante riéndome como un niño chico. ¡qué manera de disfrutar!

Otra herida de guerra para contar a los nietos


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