viernes, 31 de enero de 2020

desobediencia civil

Multitud de hombres sirven al estado, no principalmente como hombres, sino como máquinas, con sus cuerpos. Son el ejército y la milicia, carceleros, policías, guardias, posse comitatus, etc. En la mayoría de los casos no poseen libertad de juicio ni sentido moral sino que esos hombres se sitúan al mismo nivel que la madera, la tierra y las piedras, y es posible que también se puedan fabricar hombres de madera que sirvan igual de bien a ese propósito. No requieren mayor respeto que los hombres de paja o los montones de tierra. Tienen el mismo valor que los caballos y los perros. Pero incluso a hombres así se les considera buenos ciudadanos. Otros —como pasa con la mayoría de los legisladores, políticos, abogados, ministros y funcionarios— sirven al estado principalmente con la cabeza y, puesto que rara vez realizan distinciones morales, es tan probable que sirvan al Diablo, sin pretenderlo, como a Dios. Muy pocos, como los héroes, los patriotas, los mártires, los reformistas en el amplio sentido del término y los hombres, también sirven al estado con su conciencia y, por tanto, necesariamente se resisten casi siempre; y por eso habitualmente se los trata como a enemigos.

HENRY DAVID THOREAU

jueves, 30 de enero de 2020

singletrack: preparando la visita

Entre las lluvias de la semana pasada y un resfriado que me está costando quitarme de encima... y además el viento no quiere hacer acto de presencia. Hubo un tiempo en que las borrascas traían fuertes ventoleras de componente suroeste, que rolaban a norte al final. Pero nada, no hay manera.

Mientras tanto matamos el ansia deportiva como buenamente podemos. Así he recuperado esa afición que tenía un poquitín olvidada por falta de tiempo más que nada. He hallado la motivación en la desmotivación eólica (curiosa paradoja), y los senderos casi inacabables que encuentro cada día que me adentro en ese bosque de pinos, jaras y eucaliptos que están a cinco minutos de la ciudad.

En preparando la visita de un amigo el sábado, le llevaré a conocer mi terreno:

El campo está glorioso, y aunque no hay demasiados charcos ni mucho barro (la tierra, ansiosa y sequísima, lo ha chupado todo rápidamente), el verde aflora por doquier y hay mucho agarre, algo inesperado y raro en este tipo de suelo que suele tener arenilla suelta y pequeñas piedras que llevan a la traición de la estabilidad en curva, y la falta de tracción en subidas empinadas.

Este es el resumen de la salida de hoy, 34 km de puro disfrute:


La Santa Cruz ha estado perfecta, como siempre, una devoradora de curvas que adora las bajadas a todo trapo, pero sube muy dignamente. Y tras tardes como ésta, solo cabe decir aquello de 

LAS 26 PULGADAS NO ESTÁN MUERTAS, ¡VIVAN LAS 26 PULGADAS!

desmoengendro: Eleven, por Atom Bomb Motorcycles

Dicen que recibieron una SS900 del 92. Dicen que estaba hecha polvo. Dicen que un tipo comenzó a rascarse la cabeza, pensativo. Una cosa llevó a la otra y...



La verdad es que el "diseño" tiene altibajos en la ejecución de esta bicha. El dos-en-uno desentona un poco, con ese poco recorrido de ¿silenciador? Da idea de inacabado y, en todo caso, de demasiado gamberro e innecesariamente outsider, algo fuera de lugar en una Ducati como ésta.
Tampoco concuerda correctamente la línea horizontal, quedando el colín desubicado respecto al depósito, algo difícil de rematar cuando se trata de un depósito que trata de ajustarse a los chasis Ducati.


Aunque en verdad, no estamos ante un chasis realmente Ducati, sino en una realización custom a partir de los planos de un 999, usando diferentes diámetros y espesores, e incorporando la pipa de la dirección original de la SS donante, con el ángulo un poco diferente. Dicha dirección da sostén a las tijas de la SS, que acogen sin problemas una horquilla de Suzuki GSX-R, cuyo único atractivo visual son las punteras radiales para las pinzas. Ya ves tú. El basculante, en cambio, si es de 999.


Parece ser que el motor sufrió un overhauling en toda regla, para ponerlo al día, aprovechando para montar unos Keihin FCR, pistones de alta compresión, embrague y flywheel aligerados, culatas hechas y etc. En fin, lo mínimo en estos casos.


Pero lo que hace especial a esta moto es el depósito y el colín, totalmente hechos a mano. El depósito en aluminio, ligeramente inspirado en el de la 999, con formas más pulidas y redondeadas, más convencional si se quiere ver así, dejando más hueco para los "filtros" de aire y para que se vea con total claridad el cilindro trasero. El colín, por su parte, se fabricó sobre la base del piloto de 1098 comprado por módico precio en eBay.


En definitiva, una moto que bien podría ser una actual SS Nuda, o algo así: ligera, sencilla, bruta, adorable.



Ducati 900SS custom by Atom Bomb.

Ducati 900SS custom by Atom Bomb.

Ducati 900SS custom by Atom Bomb.

Las mejores poesías de la lengua española

En una edición reducidísima de solo 50 ejemplares, llegó a mis manos el número 20, dedicado a mi hijo Pepe, nieto de autor:


Una antología, una más de entre las cienes que debe haber sobre este tema, y seguramente casi todas incluyen los mismos autores y poemas. En este caso, además de los clásicos españoles e iberoamericanos más conocidos e indispensables, el autor recoge varios poetas modernos, y abarca todos los estilos, desde el formalismo más acusado y férreo hasta el verso libre sin compromisos (y en muchos casos ni siquiera hay rima). 
La lectura de esta antología es fácil, porque sigue un patrón o guía asequible y fácilmente comprensible. Los autores son ordenados por orden alfabético, y no de importancia o de antigüedad. Hay una breve nota biográfica de cada uno, con reseña de sus más importantes obras, influencias y pertenencia a escuelas o movimientos, además de una pequeña selección de versos, que oscila entre dos y cinco o seis, según lo que al antólogo le guste. 
Lo he leído con gusto y me ha sido grato introducirme un poco en ese desconocido mundo de la poesía, algo prácticamente olvidado por los jóvenes (y los no tan jóvenes) hoy día. Pero yo lo comprendo, encuentro cierto excusa en un mundo en el que todo se vive más rápido, más ahora, más ya. No hay tiempo para nada, las redes lo ocupan todo, uno pasa muchas horas en el trabajo y lo que quiere es entretenimiento instantáneo y sin esfuerzo. Y la poesía requiere esfuerzo, tiempo y dedicación. También hay que buscar su momento, que puede ser, a mí me ocurre, cuando uno menos lo espera. Hay días en que me cuesta leer un solo autor, y tengo que repasar los poemas un par de veces o tres porque no me entero, no lo cojo, no lo pillo. Y otro día, en cambio, devoro sin piedad, puedo pasar dos horas, dos horas y media, tres horas, leyendo y absorbiendo, concentrado, en silencio o con una musica agradable de fondo a bajo volumen...
La poesía es así, supongo, como todas las artes, y sin duda hay que estar dotado para ser poeta. No digo ná para ser uno bueno!!

Porque lo bello es bello, y existen los cánones, y en poesía también es así, no se puede negar. Me gusta la poesía porque es enemiga de aquello tan falaz y repulsivo de "para gustos, los colores", o "sobre gustos no hay nada escrito". Por favor, cada vez que oigo una de esas alocuciones insensatas tiene lugar una tremendo facepalm en toda regla. 

domingo, 26 de enero de 2020

Singletrack in slow mode.

De mi época de descendedor conozco a Martín, un argentino que acabó vivienda en Huelva y se trajo su afición a la madre patria. 
Ahora, mucho años más tarde, me lo he encontrado en mi territorio habitual, con su flamante bici de enduro, moderna, de geometrías vanguardistas, materiales exóticos, ligera y eficaz. Un bombón de bici... pero quizá no la más adecuada para estos pinares aljaraqueños y cartayeros.
Me cuenta que se fisuró la cadera por dos sitios hace mes y medio practicando descenso, y es que ya vamos para viejos!!!, le contesto. Yo lo dejé antes de los 40. El tiene ahora 44, y sigue. Pues tú sigue, dígole, y ambos nos reímos.
Me acompaña, el ritmo es lento porque no está acostumbrado a rodar más que cuesta abajo, y se está curando de la lesión, y su bici no es adecuada, pero es la que tiene para andar por aquí. Y eso que me cuenta que tiene once bicicletas en su nueva casa de Bellavista. Once, y ninguna rígida ligera para andar por los revirados senderos de los pinares. 
Los duros descenders son asín.

Cambiando de tercio, hacía tanto que no pasaba por este caminito, que ya se me había olvidado este curioso cartelito:


Situado en uno de los dos árboles que hacen un paso en el sendero, un poco en curva, que según la velocidad a la que vayas puedes rascar los cuernos, o no. Huy, no uy. Juas.


Este es Martín, y su magnífica Pivot de enduro. Sí, efectivamente, el de la tienda de bicis es rico.


Sigo con lo mío, he investigado un poco hoy, con resultados positivos. Casi siempre se aprende algo, se descubre, se disfruta. Y mi Chameleon dando el callo. Llevo ya casi diez años con ella y me gusta mucho. Su nombre se lo pusieron en Santa Cruz porque el cuadro tiene un programa muy polivalente, y hasta tiene un pedalier con sistema excéntrico para tensar la cadena si la quieres montar con una transmisión singlespeed. Mi montaje es un poco endurero de la vieja escuela, si entendemos como viejo lo que se hacía hace ocho o diez años. Hoy día me miran raro por ir con ruedas de 26 pulgadas, transmisión de doble plato, o neumáticos de 2'1. Juas. Me parto.


Breve parada para coger aire tras minirrpecho de inclinación inciclable.

lunes, 20 de enero de 2020

desmoengendro: Rasio D'karma

Da gusto navegar por la red y de repente toparse con algo de esta categoría. Sí, CATEGORÍA.

Estos dos jóvenes con cierto background en bicis y motos de competición, se lanzaron y asombraron con la consecución de ésta, su primera obra reconocida, basada en una Ducati Darmah de 1980.
Es decir, la donante debió ser algo similar a esto:


A esa moto con motor cuya distribución está gobernada por eje rey (cuya puesta a punto, con esos delicados engranajes helicoides, era muy delicada, y que en la preparación que nos ocupa podemos admirar a través de unas ventanitas ad hoc), se le buscó el modo de acoplar una palanca de arranque, y se le despojó, sin piedad, de todo lo superfluo, innecesario, pesado, redundante o ridículo, por muy necesario que fuera treinta años atrás. La idea era hacer una moto básica, pero utilizable.
Y vaya si lo han logrado.




Sin caer en la desmesura, sin dejarse llevar por la excesiva incongruencia, añadiendo calidad a la vez que quitaban remilgos al diseño inicial, fueron reinventando, poniendo al día esa Darmah, sin caer en lo estrafalario, ni en lo estrambótico. uniendo sus líneas amablemente. Nada cae fuera de lugar y dejan su impronta en multitud de detalles insignificantes prima facie, pero que son las cosas que marcan la direrencia, sin ninguna duda, como la consecución de las formas del depósito y la perfecta actualización de la pintura que lo adorna, o la conversión al monoamortiguador trasero: magistral.


Uno admira estas fotografías y se admira, y se pregunta de dónde habrán sacado esas ruedas, que son como una versión contemporánea de las usadas en su día, más de tres décadas atrás y que, desde luego, una vez empleadas en esta creación pareciera que ningunas otras hubieran podido cumplir esta función. ¡Bravo, aplaudo felicitando, por no caer en las consabidas y típicas llantas de radios!


Sobre el trabajito del asiento-colín, con verlo quita el hipo, aprovechando para integrar el piloto. Una moto que al final queda plena y satisfactoria, en la que nada está fuera de tono, ni siquiera la brutal horquilla y tijas procedentes de una 1098 nada menos, con sus pinzas radiales. Para ello, igual que para meter el Ohlins trasero, el chasis tuvo que ser modificado. Gloriosamente, añadiría.


Hay que mencionar más cositas que delatan la profesionalidad, el buen gusto, y la pasión por la perfección y los acabados: la ausencia de cables visibles, que recorren la moto por sitios ocultos. Sólo vemos lo imprescindible, cosas como el acelerador, o los tubos de gasolina, o las pipas de bujía. Es que esto es un no parar...


Detalle de la conjugación perfecta de pasado y presente, unidos en algo realmente funcional:


Detalle del acabado del sillín, acogedor, retro, racing tone-up. No olviden percatarse de la existencia de intermitentes, carentes de protagonismo, como no podía ser de otro modo en esta obra:


Finalmente, la visión trasera es sencillamente perfecta y espectacular, con el verdadero protagonismo del depósito, reciclado de un NCR (sus formas incomparables lo delatan), con un puesto de mando minimalista que aprovecha el faro original sobre el que se ha encastrado el único reloj.


Toda la carne es hierba

Publicada en 1965 por Clifford D. Simak, en ella se nos cuenta una historia de invasión alienígena, o de una pretensión de invasión en todo caso. 
La sinopsis que viene en la contraportada es como sigue: Milville sería una pequeña ciudad adormecida, una ciudad como tantas otras si no fuera por una peculiaridad: había en torno a ella algo impalpable, una frontera, que podía ser atravesada por todo. Menos por la vida. 
Uno de los habitantes de tan singular ciudad era Brad, individuo más o menos fracasado, propietario de un invernadero. En algún momento comienzan a aparecer en éste misteriosas flores moradas. Flores que son las claves que permiten pasar a un universo paralelo, en el que existen inteligencias no humanas. Casi sin proponérselo, Brad se convierte en su interlocutor… 
TODA LA CARNE ES HIERBA es una hermosa fábula filosófica; una reflexión sobre cómo el desconocimiento de los mejor de los sentimientos incapacita a los seres para conseguir la armonía.




Pero la verdad es que poco alumbra sobre el verdadero contenido de esta buena novela de ciencia ficción en la que tenemos ciertos ingredientes fundamentales que, aunque a veces cogidos y tratados con pinzas y a la ligera, hacen que nos cuestionemos cosas, nos planteemos dudas filosóficas, pongamos en tela de juicio lo que es real y lo que no. Y todo aderezado por ese humanismo del que Simak inunda sus trabajos, como ya pude leer y comprobar en mi adolescencia al devorar "Estación de tránsito", su obra más aclamada y famosa, siempre presente en los listados de las mejores novelas del ramo. 
Aquella me encantó, y seguramente me volvería a encantar si la leyera de nuevo hoy. Pero no, lo que ha pasado por mis manos ahora es esta otra que trataré de resumir un poco tratando de no spoilear demasiado o quitarles las ganas de leerla ustedes mismos.

Todo empieza cuando Bradshaw Carter, Brad para los amigos, camino de una relajante jornada de pesca, choca contra una barrera transparente. A la sorpresa del extraño accidente se une al poco el descubrimiento de que rodea el pueblo, Milville, a modo de gigantesca cúpula (mira tu de donde sacó Stephen King la idea para... LA CÚPULA, que publicó en 2009, y fue llevada a la TV en una serie producida por el propio King y Steven Spielberg) que solo pueden atravesar los objetos inanimados, dejando a los lugareños aislados del resto del mundo.

Afortunadamente, a Simak le interesaba más el porqué de la cúpula que las miserias (que también) de los habitantes de Milville dejados a su suerte, así que pronto se descubre el misterio, Brad encuentra en su despacho un extraño teléfono, sin disco (recordemos, años 60) ¡ni cable! En el que recibe una sorprendente llamada de los responsables de haber levantado la cúpula ofreciéndole un trabajo como diplomático, podríamos decir que de representante plenipotenciario.

Poco a poco, en sucesivas interacciones con algunos vecinos que fueron reclutados hace tiempo por los propios alienígenas (algunos sin saberlo siquiera, sí, aunque parezca increíble), y las experiencias que Brad vive a causa de su papel en la invasión, se va haciendo una idea de cuales son las verdaderas intenciones de las flores, aunque el final, otra curiosa vuelta de tuerca, pone patas arriba todo lo que se estaba planteando hasta entonces.

Los paisanos de Milville sufren desconcertados su aislamiento físico del resto del mundo, a pesar de que siguen teniendo teléfono, electricidad, agua y comida, y pronto afloran sentimientos de odio y proyección de culpabilidad sobre nuestro protagonista, aprovechando algunos odios ancestrales que empujan al linchamiento público ante la incomprensión de lo que sucede. Una auténtica jauría humana se desata, y Brad debe luchar por convencer a los demás de su inocencia y de los fines verdaderos y posibles de los invasores.

Resultado de imagen de Clifford D. Simak Toda la carne es hierba

Los extraterrestres también resultan del todo atípicos. Manejan el tiempo y el espacio a su antojo y el caudal de conocimientos del que disponen es abrumador, sin embargo, por su propia naturaleza, no disponen de capacidad para ponerlos en práctica. Aunque no se explicita del todo en la novela, si es fácil comprender que su relación con las razas que ya conocen es simbiótica, ellos ponen el intelecto, los demás el músculo. Pero Simak necesita un casus belli, y en una rara demostración de impaciencia y falta de habilidad diplomática, hacen una serie de peticiones a los representantes de la humanidad (si, hay algo así como un llévenme ante su líder) con tan poco tacto que causan un gran desconcierto y la desconfianza a nivel mundial.

No es que esté escrita de forma brillante, ni que el estilo de Simak sea especialmente fluido o atrayente, no. Pero el planteamiento es original, y contiene varias ideas llamativas, como el tratamiento del espacio y el tiempo, y cierta penetración sicológica, que hacen que la historia se lea con cierto interés. No es un clásico, y posiblemente no deba serlo, pero tampoco pierden nada con leerlo, pues plantea cuestiones universales para el pensamiento humano.

viernes, 17 de enero de 2020

Singletrack fury más.

Más y mejor. Hoy me debatía en mi fuero interno, no me decidía, no sabía qué visiklet coger para mi paseo vespertino. Y es que me gustan todas, y mucho. Y las imagino ahí abajo, en el trastero, temblando de emoción por saber cuál será la elegida, y cuando me llevo una, las demás se quedan tristonas, de bajón.
Pajas mentales aparte, es cierto que a veces me cuesta elegir, y en otras ocasiones, en función de las características de la ruta, lo tengo mucho más claro.
Esta semana he ido posponiendo la práctica velocípeda por diversas cuestiones, y finalmente las piezas del puzle han cuadrado para poder salir hoy, y me sentía fuerte y con ganas, de modo que en vez de ir en coche hasta el punto de partida (en invierno, con pocas horas de luz por la tarde, me facilita mucho la vida), salí montado desde mi propia casa, lo que supone no sólo más kilómetros, sino el riesgo de volver con la noche encima... cosa que ocurrió.
En fin, la aventura es la aventura.
Kilómetros, de eso se trataba. Carril bici, un poco de callejeo, carriles de enlace para asaltar los senderos, un poco de exploración en la zona lindante con El Rompido... lo normal en estos casos. 


La Trek Sawyer fenomenal, como siempre. Una bici capaz, con geometría fantástica y firmada por el propio Gary Fisher, con el exotismo de tener el cuadro de acero y con formas retro que recuerdan a aquellas klunkers de los inicios de este deporte... y además rara de ver, tengo entendido que sólo hay dos en España, la mía (talla M) y otra en talla L cuyo dueño tiene un blog que yo seguía pero que abandonó (una pena, porque era muy activo, participaba en numerosas marchas y competiciones con ella). Supongo que aún la tendrá, cuesta desprenderse de una cosa así.
Se revela como perfecta para estos singletracks de los que me considero "piloto local", en ellos se encuentra como pez en el agua.


sábado, 11 de enero de 2020

Singletrack fury: no parar

Personalmente, a veces soy feliz. Y me puedo sentir libre. Muy feliz.
Percepción subjetiva de bienestar, el deporte es diversión. O debería serlo. 
Y cuando tengo tres o cuatro horas por delante de una bonita mañana invernal, comenzar con 9ºC y acabar con 15ºC, es un lujo. 
La pena es que sigue sin llover, y falta hace para nuestros campos. Pero teniendo lo que tenemos, hay que aprovechar y gozar de lo que hay, no cabe otra cosa.
Y la Scalpel se sigue comportando como lo que es, una magnífica bicicleta todoterreno capaz de proporciones dosis interminables de disfrute, de felicidad, de libertad.
En esta ocasión les cuelgo tres tomas del mismo momento, tres versiones distintas, quizá igualmente evocativas, me gustan todas. Intercalo ejemplos de los cartelitos que usa El Bocina para señalar los famosos caminitos que discurren por estos nuestros pinares, con sus peculiares faltas de ortografía, el dibujito knaif de un velocípedo con bocina sonando, y el color rojo de la tinta normalmente.







Por todos esos y muchos otros más he pedaleado hoy, y curiosamente he encontrado muchísimo menos tráfico este sábado matinal que el miércoles por la tarde cuando estuve por allí la última vez. Habrá sido casualidad.

jueves, 9 de enero de 2020

desmoengendro: JvB MOTO

Las iniciales de Jens von Brauck dan nombre a esta empresa de Colonia dedicada uno no sabe muy bien a qué. Lo mismo venden kits, que piezas trasnochadas que a nadie hacen falta, como que realizan motos por encargo o las hacen motu propio y por amor al arte... Claro está, tratándose de alemanes, en esto de las motos el resultado puede ser dispar, y a menudo decepcionante.

A pesar de tener buenos trabajos sobre base Moto Guzzi, Triumph o BMW, cuyo secreto se basa en no modificar demasiado y sólo pulir detalles y colores, cuando se trata de meter mano a Ducati las tornas cambian y nos aterroriza con adefesios infumables como esto:

Flat Red
¿Por qué? Ay, Pierre Terblanche vomitaría ante tamaño exabrupto del diseño. Claro, que Terblanche, el más incomprendido dibujante que pasó por la era dorada de Bolonia, quizá no sea muy tenido en cuenta por el 95% de los tifossi ducatisti. Quede constancia de que pertenezco al restante 5%.

No contento con la hez mecanizada de más arriba, el Herr Brauck sigue atentando al buen gusto y a la razón con objetos carentes de emoción como:

Scrambler
WTF !!!  Pero si parece el cruce de una GS Adventure y una Monster con sobrepeso!

El horror sigue, más y más:

Flat Red II
¡Basta!

Y de repente, un buen día, joder, el bueno de Jens vio la luz. Se le aparecería el doctor T en sueños y puso las cosas en su sitio. Y la cordura, la imaginación, el buen hacer, todo eso que es tan difícil de ver hoy día, se junto en un instante, un chispazo, y parió tal objeto digno de un museo, pero más digno de surcar nuestras carreteras infinitamente, para mayor gozo y disfrute de los simples mortales:


Loado sea el Desmo. Amén. Un Pantah, oh, la erección de muchos está en crecimiento ahora mismo. Es normal, no se preocupen por su hombría, que no quedará en entredicho.

Un motor de tal antigüedad tan limpito y bonito, metido en el chasis que le corresponde, con tantos detalles que denotan la procedencia viejuna (algunos dirán clásica, pero ¿qué más da la semántica en estos casos?), como el uso de llantas y neumáticos acordes con aquella era, formando un excepcional combinado con el colín minimalista casi de estilo short-track norteamericano en fibra de carbono con el escape integrado, el acabado y formas del depósito (brutalmente alucinante).



Nos fijamos bien y vemos más discordancias que provocan el contraste correcto, anormal y desfasado: discos macizos y pesados con pinzas Brembo doradas, un cierre del tapón del depósito que llevaría un avión de la Primera Guerra Mundial junto a una tira transparente que semioculta unos leds indicadores...



La máquina es sobria, con lo imprescindible, y realmente muy evocativa de tiempos pasados a la par que futuros impredecibles:


Nada de estridencias, ni un cable fuera de su sitio, ni un ángulo que se salga de tono, ni un color llamativo que desvíe la atención...


Quítome el sombrero, señor von Brauck. Pero, por favor se lo pido, no nos asuste más.

Los simulacros

Llegó a mis manos esta novela de Philip K. Dick, catalogada por la crítica como "obra menor". Es cierto que deja un final demasiado abierto y quizá apresurado e incierto, pero no es menos cierto que presenta todas las características habituales que han hecho a este autor una referencia absoluta del género.



En ella encontramos viajes en el tiempo, enfermedades mentales, regresiones fisiológicas por radiación, luchas por el poder, y varias tramas que ocurren a diferentes personajes que se cruzan una y otra vez. Pero además hallamos una novedad en el autor: una distopía social, una manera de organización política y de vida, la clasificación de los individuos en Be (la grey) y en Ge (la clase superior, sobre todo por poseer un secreto sólo accesible a ellos).

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Escrita y publicada en 1964, en la época de mayor productividad de Dick, en más o menos 190 páginas nos describe un mundo en el que los Estados Unidos ya no existen, sino que estamos ante un estado enorme compuesto por los antiguos USA y parte de Europa, con una clara influencia de Alemania. El gobierno lo lleva a cabo una Primera Dama desde hace décadas, a quien acompaña un consorte que es elegido democráticamente (o eso cree el pueblo) cada cuatro años, pero la realidad es que hay un Consejo secreto que es quien mueve todos los hilos. 
La gente vive en grandes edificios en los que rige un ordenamiento legal independiente para cada uno de ellos, con su propio sistema de jueces y leyes, y hay que superar unos exámenes para pertenecer (y seguir perteneciendo) a ellos.

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Marte está siendo colonizado, y hay dos fabricantes de robots humanoides, los "simulacros", creados para ayudar a esa colonización... pero que también pueden tener otros usos. Al final resulta que los simulacros son los propios ciudadanos, unos parias manejados al antojo de los dirigentes desconocidos del Consejo, sometidos a la presión del trabajo, los exámenes, y adictos a los programas televisivos de entretenimiento. 
Las relaciones de pareja tortuosas, rivalidades entre hermanos, uso de sicodrogas, son temas que también aparecen en el argumento, dando una variedad de situaciones que acaban cuadrando en el corto desarrollo de la paginación, corta para los estándares actuales, pero demostrando que se puede hacer una obra compleja novela con mucho matices y detalles sin tener que recurrir a mil páginas...

Como casi todo, o todo, lo de Dick, pasé un muy buen rato con su lectura y lo recomiendo a todos, les guste o no la ciencia ficción.

Singletrack fury: suave

¿Cómo puede ser que la bici con tecnología más arcaica de mi cuadra sea tan suave? Es de acero, no tiene ningún tipo de suspensión, rigidez total, los frenos cumplen el estándard habitual de los años 90...
Bien es cierto que le monté unas ruedas de calidad y un neumático delantero con más balón y agarre que me da un plus de comodidad y seguridad. Mi relación con esta Kona ha sido siempre muy cariñosa, compré el cuadro con mucha ilusión, y con tal actitud hay que tratar a un objeto de 1995 (veinticinco años se dicen pronto en un deporte que ha avanzado tanto como el ciclismo de montaña). Con los últimos ajustes realizados, consistentes en subir la potencia dos centímetros, y bajar un pelín la tija, parece que he logrado una posición perfecta que me va a dar muchísimo kilómetros de satisfacción y goce. Las sensaciones de llevar un singlespeed, y además de acero, no se pueden comparar, en serio. Sí, una bici actual de ruedas grandes, fibra de carbono y doble suspensión es mucho más eficaz, más segura, más rápida... pero pasa como con las motos deportivas europeas y las japonesas, que parece que no tienen alma.
Soy un flipado, ya lo sé.