lunes, 20 de enero de 2020

desmoengendro: Rasio D'karma

Da gusto navegar por la red y de repente toparse con algo de esta categoría. Sí, CATEGORÍA.

Estos dos jóvenes con cierto background en bicis y motos de competición, se lanzaron y asombraron con la consecución de ésta, su primera obra reconocida, basada en una Ducati Darmah de 1980.
Es decir, la donante debió ser algo similar a esto:


A esa moto con motor cuya distribución está gobernada por eje rey (cuya puesta a punto, con esos delicados engranajes helicoides, era muy delicada, y que en la preparación que nos ocupa podemos admirar a través de unas ventanitas ad hoc), se le buscó el modo de acoplar una palanca de arranque, y se le despojó, sin piedad, de todo lo superfluo, innecesario, pesado, redundante o ridículo, por muy necesario que fuera treinta años atrás. La idea era hacer una moto básica, pero utilizable.
Y vaya si lo han logrado.




Sin caer en la desmesura, sin dejarse llevar por la excesiva incongruencia, añadiendo calidad a la vez que quitaban remilgos al diseño inicial, fueron reinventando, poniendo al día esa Darmah, sin caer en lo estrafalario, ni en lo estrambótico. uniendo sus líneas amablemente. Nada cae fuera de lugar y dejan su impronta en multitud de detalles insignificantes prima facie, pero que son las cosas que marcan la direrencia, sin ninguna duda, como la consecución de las formas del depósito y la perfecta actualización de la pintura que lo adorna, o la conversión al monoamortiguador trasero: magistral.


Uno admira estas fotografías y se admira, y se pregunta de dónde habrán sacado esas ruedas, que son como una versión contemporánea de las usadas en su día, más de tres décadas atrás y que, desde luego, una vez empleadas en esta creación pareciera que ningunas otras hubieran podido cumplir esta función. ¡Bravo, aplaudo felicitando, por no caer en las consabidas y típicas llantas de radios!


Sobre el trabajito del asiento-colín, con verlo quita el hipo, aprovechando para integrar el piloto. Una moto que al final queda plena y satisfactoria, en la que nada está fuera de tono, ni siquiera la brutal horquilla y tijas procedentes de una 1098 nada menos, con sus pinzas radiales. Para ello, igual que para meter el Ohlins trasero, el chasis tuvo que ser modificado. Gloriosamente, añadiría.


Hay que mencionar más cositas que delatan la profesionalidad, el buen gusto, y la pasión por la perfección y los acabados: la ausencia de cables visibles, que recorren la moto por sitios ocultos. Sólo vemos lo imprescindible, cosas como el acelerador, o los tubos de gasolina, o las pipas de bujía. Es que esto es un no parar...


Detalle de la conjugación perfecta de pasado y presente, unidos en algo realmente funcional:


Detalle del acabado del sillín, acogedor, retro, racing tone-up. No olviden percatarse de la existencia de intermitentes, carentes de protagonismo, como no podía ser de otro modo en esta obra:


Finalmente, la visión trasera es sencillamente perfecta y espectacular, con el verdadero protagonismo del depósito, reciclado de un NCR (sus formas incomparables lo delatan), con un puesto de mando minimalista que aprovecha el faro original sobre el que se ha encastrado el único reloj.


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