Sin duda, tengo el gen, ello, ese algo.
Uno lleva casi treinta años montando en moto, en bici, conduciendo coches, entrando en circuitos, derrapando, quemando ruedas una detrás de la otra. Primero una moto chica, luego cada vez más grande, y cuando me independizo y empiezo a tener un sueldo, la cosa se dispara y llegan los bichos más gordos y las tandas libres.
Me encanta la moto, no cabe duda. Es de las pocas cosas de las que estoy seguro al cien por cien en esta vida. Y esta peligrosa afición me ha acompañado durante miles y miles y miles de kilómetros cogiendo curvas, rozando y gastando deslizaderas, cambiando de máquina, probando otras diferentes, en invierno y en verano.
Reconozco que he estado en el filo de la navaja muchas veces, y que la fortuna, la suerte, o la simple casualidad me ha sonreido a menudo. Han sido varias las veces que uno dice aquello de "casi", o "por un pelo". He visto caer a gente delante de mí, y detrás también. He asistido a funerales de amigos, no de conocidos, de amigos, que es diferente. He ayudado a los de la ambulancia a sacar gente de la cuneta; yo mismo he surcado el viento buscando a la Guardia Civil para avisar de la situación de un compañero caído.
Llegué a dejar las motos, en una decisión quizá alocada, atormentada y un poco precipitada. Fueron momentos convulsos en mi vida, y largué rápidamente la magnífica Ducati 999 que tantas satisfacciones me había regalado. Unos años de sequía, no muchos, cuatro, fueron suficientes para darme cuenta de que mi travesía por el desierto del motor sólo había servido para demostrarme a mí mismo que mi vida iba íntimamente ligada al motor, a las ruedas, a la velocidad y a la acción.
Volví. Un piloto es siempre un piloto, como un escorpión será siempre un escorpión. Y yo me creo un poco piloto, no uno de esos bravos pilotos de competición, pero sí en mi modesto nivel. Algo de gasolina va por mis venas, o de fluido hidráulico, qué sé yo.
Pero el caso es que volví, un poco a hurtadillas y por la puerta de atrás, como de soslayo, sí, como soslayadamente...
Renunciando a las velocidades críticas en la vía pública, se acabó lo de subir a la sierra totalmente despendolado. Porque uno es piloto y sabe los límites, o cree saberlos, y la Ley es la Ley, aunque no nos guste y no estemos de acuerdo. Y la pista se convirtió en mi hábitat, a nivel de aficionado, pero igualmente digno, junto a una serie de personajes, amigos que comparten la afición, algunos más pilotos que otros, algunos más comprometidos, pero todos igual de felices por poder rodar en compañía y sentir el viento, y la velocidad, y la tumbada y el roce de las pastillas por el asfalto, y notar cómo la moto tiende a derrapar al abrir gas en la curva.
Y hemos acabado una tanda de 25 minutos, llegamos al box y casi sin fuerzas para siquiera poner el caballete a la moto, y tirarme al suelo destrozado después de que me hayan tenido que ayudar a quitarme la parte superior del mono de una pieza, bañado en sudor, jadeando... pero extremadamente feliz. Totalmente realizado. Con una sonrisa bobalicona en la desfigurada cara, fuera cual fuese el resultado del pique con los colegas.
Y un día llegó el desastre, la lamentable situación que todos ya conocéis. Uno se plantea muchas cosas cuando pasa algo así, y se toman decisiones y se dicen cosas en caliente de las que más tarde te arrepientes. Y yo las iba diciendo, pero por dentro había algo en mí que chirriaba, y era el piloto. Porque un piloto se rompe, pero el tiempo pasa y se recompone. Los huesos curan, las torceduras se enderezan, los hematomas desaparecen. Puede quedar secuela, algún dolor, alguna limitación o bloqueo de movimientos... da igual, el piloto está ahí dentro, llamando. Y si no llama ahora, sé a ciencia cierta que llamará mañana, o pasado, o dentro de unos meses o de un par de años, da igual. Volverá.
Y a ver qué le digo yo a mi limitador, o a mi madre, sobre todo a mi madre y a mi padre, el día que vean que en mi garaje ha aparecido una nueva bestia de dos ruedas y un motor de muchos caballos. ¿Podrá el piloto con esa carga moral? ¿Cuál es el límite del sacrificio? ¿Por qué ese sacrificio? Soy el que soy, y siempre he sido así, esto no es nuevo.
sábado, 30 de abril de 2011
Willy Wonka
Esta es la fantástica peli que me ha entretenido hoy en la sobremesa: "Charly y la fábrica de chocolate".
Como todo lo que venga de la mano de Tim Burton, hay que darle un voto de confianza, y más si viene acompañado de su actor fetiche, el señor Depp, en un papel que le viene como guante a la mano. Desempañando la tarea de interpretar a un atípico y genialmente mágico empresario de las golosinas chocolateadas, el tal Wonka nos muestra su peculiar factoría en un viaje de demostración acompañando a cinco niños.
Al final sólo puede quedar uno, y los demás se van descartando por ser, principalmente, maleducados y egoístas. Así, nos queda únicamente Charly, con quien Wonka entabla una relación especial que le hace volver a su niñez y recuperar el concepto de familia y el amor por los que le rodean.
Llámenme sentimental, lo asumo. Siempre lo fui, aunque reconozco que en esta ocasión no he llegado a llorar. Tampoco lo exigía el guión.
Pero la peli se ve muy bien, como todas las de Burton, a pesar de estar dirigida, en principio, a un público mayoritariamente infantil.
Conste que mis dos hijos disfrutaron como hacía mucho tiempo que no lo hacían viendo un filme, y se partían con las salidas de humor ácido y negro de las que el largometraje está plagado.
Como todo lo que venga de la mano de Tim Burton, hay que darle un voto de confianza, y más si viene acompañado de su actor fetiche, el señor Depp, en un papel que le viene como guante a la mano. Desempañando la tarea de interpretar a un atípico y genialmente mágico empresario de las golosinas chocolateadas, el tal Wonka nos muestra su peculiar factoría en un viaje de demostración acompañando a cinco niños.
Al final sólo puede quedar uno, y los demás se van descartando por ser, principalmente, maleducados y egoístas. Así, nos queda únicamente Charly, con quien Wonka entabla una relación especial que le hace volver a su niñez y recuperar el concepto de familia y el amor por los que le rodean.
Llámenme sentimental, lo asumo. Siempre lo fui, aunque reconozco que en esta ocasión no he llegado a llorar. Tampoco lo exigía el guión.
Pero la peli se ve muy bien, como todas las de Burton, a pesar de estar dirigida, en principio, a un público mayoritariamente infantil.
Conste que mis dos hijos disfrutaron como hacía mucho tiempo que no lo hacían viendo un filme, y se partían con las salidas de humor ácido y negro de las que el largometraje está plagado.
viernes, 29 de abril de 2011
jueves, 28 de abril de 2011
The Shining
Hoy voy a hablar de una peli que vi antesdeayer, en la caja tonta. Sí, leyeron ustedes bien, en la televisión, la cadena Sexta según creo recordar, o sea, que me tragué la correspondiente parte de metraje en anuncios comerciales deleznables... eso es así.
El filme es uno que llevaba yo años queriendo ver, pero que, por hache o por be, nunca se dieron las casualidades cósmico-terrenales para ello, y eso que tiene un montón de años, tantos como treinta.
Fue rodada en 1980, y está basada, o se supone que es una adaptación, en el libro de Stephen King que tiene el mismo título:
La verdad, no es para tanto la fama de la obra. Tantos años escuchando de lo terrible del ambiente, del sobrecogedor argumento, del inenarrable horror... y casi me duermo. La peli no hay por donde cogerla, y constituye una mera sucesión de extraños e inconexos episodios fruto del estado más o menos hipnótico de su director, supongo. El señor Kubrik lo mismo te regala un bellezón de metraje, que un bodrio horripilante, y éste forma parte del segundo grupo. Es de suponer que el libro de King, maestro moderno del horror, fiel sucesor de Poe y las historias del Ktulu, es sumamente detallado y descriptivo, como es su habitual costumbre. Conozco bien a King, fue leído mucho por mí en mi temprana adolescencia, y sin haber tocado una sola línea de The Shining, me atrevo a afirmar que la película es un puto bodrio comparado con el libro.
Pero hay más. Nicholson está grande, sin duda, pero no crean que es por nada en especial, es que el papel le va como anillo al dedo. Especializado en papeles varios de sicópatas, desquiciados y enfermos mentales -sólo hay que dar un breve repaso al historial de películas en las que ha intervenido-, éste de escritor con crisis de creatividad al que se le va la olla le viene que ni pintado, oigan, y la verdad es que lo borda con creces. Y con ello acaba prácticamente lo único bueno de la película.
Porque, y no me quiero explayar mucho, hay algunas otras cosas que son para volver loco al espectador, pero loco de verdad: el doblaje de la mujer del escritor, a cargo de Verónica Forqué, más que lamentable, en serio; las escenas inconexas, los giros en la línea temporal que no cuadran... llega un momento en que no se sabe qué coño está pasando, si son alucinaciones de uno, de la otra, del niño, o si pasan algunas cosas de verdad; si los fantasmas no pueden hacer daño físicamente, ¿cómo pueden abrir puertas y soltar al loco ese?
Y así sucesivamente. Creo que, a falta de leer el original de King -que ya no leeré, se me pasó la edad-, la película no está bien explicada.
En resumen, un jodido bluf, del que se salvan únicamente las dos o tres escenas más histriónicas de Nicholson, pero eso sólo porque a mí me gusta. Al que no trague a Jack, lo pasará francamente mal.
El filme es uno que llevaba yo años queriendo ver, pero que, por hache o por be, nunca se dieron las casualidades cósmico-terrenales para ello, y eso que tiene un montón de años, tantos como treinta.
Fue rodada en 1980, y está basada, o se supone que es una adaptación, en el libro de Stephen King que tiene el mismo título:
La verdad, no es para tanto la fama de la obra. Tantos años escuchando de lo terrible del ambiente, del sobrecogedor argumento, del inenarrable horror... y casi me duermo. La peli no hay por donde cogerla, y constituye una mera sucesión de extraños e inconexos episodios fruto del estado más o menos hipnótico de su director, supongo. El señor Kubrik lo mismo te regala un bellezón de metraje, que un bodrio horripilante, y éste forma parte del segundo grupo. Es de suponer que el libro de King, maestro moderno del horror, fiel sucesor de Poe y las historias del Ktulu, es sumamente detallado y descriptivo, como es su habitual costumbre. Conozco bien a King, fue leído mucho por mí en mi temprana adolescencia, y sin haber tocado una sola línea de The Shining, me atrevo a afirmar que la película es un puto bodrio comparado con el libro.
Pero hay más. Nicholson está grande, sin duda, pero no crean que es por nada en especial, es que el papel le va como anillo al dedo. Especializado en papeles varios de sicópatas, desquiciados y enfermos mentales -sólo hay que dar un breve repaso al historial de películas en las que ha intervenido-, éste de escritor con crisis de creatividad al que se le va la olla le viene que ni pintado, oigan, y la verdad es que lo borda con creces. Y con ello acaba prácticamente lo único bueno de la película.
Porque, y no me quiero explayar mucho, hay algunas otras cosas que son para volver loco al espectador, pero loco de verdad: el doblaje de la mujer del escritor, a cargo de Verónica Forqué, más que lamentable, en serio; las escenas inconexas, los giros en la línea temporal que no cuadran... llega un momento en que no se sabe qué coño está pasando, si son alucinaciones de uno, de la otra, del niño, o si pasan algunas cosas de verdad; si los fantasmas no pueden hacer daño físicamente, ¿cómo pueden abrir puertas y soltar al loco ese?
Y así sucesivamente. Creo que, a falta de leer el original de King -que ya no leeré, se me pasó la edad-, la película no está bien explicada.
En resumen, un jodido bluf, del que se salvan únicamente las dos o tres escenas más histriónicas de Nicholson, pero eso sólo porque a mí me gusta. Al que no trague a Jack, lo pasará francamente mal.
miércoles, 27 de abril de 2011
Puede la estulticia invadir un cerebro??
Tengo un amigo, que además se llama igual que yo, Pedro Manuel. Yo le llamo Pedrito, pero ignoro como me llamará él a mí cuando yo no estoy delante, aunque conociéndole y sabiendo de su falta de mala fe y malignidad alguna, no creo que sea nada despectivo.
El comparte conmigo un par de aficiones de las confesables: motos y coches. Hasta hace dos meses eramos uña y carne en nuestros devenires circuiteros del suroeste peninsular, y viajábamos de acá para allá en su modesta furgoneta, pero bien felices, haciéndonos buenas pajas mentales con nuestras más que probadas habilidades de pilotaje. Ello se acabó, como todos ustedes, fieles y escasos seguidores, saben.
Como quiera que soy tontito y también me gustan los coches un montón, y de hecho, tras una serie de coincidencias, esfuerzos y carambolas, me hice de un caprichito biplaza para disfrutar mayormente en solitario de carreteras de curvas; y como quiera que Pedrito también es aficionado y tiene un automóvil que, aunque anodino y cani en principio, es buen coche y ciertamente raro de ver, hemos realizado alguna salida matutina de fin de semana a disfrutar de la orografía más recondita de nuestra querida Huelva. Pero él quiere algo más especial que su BMW 130i, algo descapotable, algo más deportivo, más bajo, más sensacional, más guay. El objetivo era un Z4M, buen aparato, un poco crítico de llevar al límite, pero ¡qué coño! sólo se vive una vez.
Y así lleva más de un año, intentando vender el suyo para comprar un Z4, y no hay manera. Su decisión de cambio ha coincidido con el descalabro de ventas de automóviles, y esto, de momento, no hay quien lo levante.
Y me llama hace unos días y me dice que el ladrón/sinvergüenza de la BMW le ha ofrecido un 635d por 50.000 ecus, y le recogen el suyo por 25.000. No sé a ciencia cierta lo que habrá de verdad en dicha propuesta, teniendo en cuenta que el valor PVP del 635d full puede rondar los 100.000, pero sea como fuere, todo ello sólo indica que el hijodeputa/ladrón/perro de la BMW está bien pillado por los cojones con un coche que alguien le encargó y después no pudo comprar, y ahora se lo tiene que comer con papas.
Pero es que me hace perder el tiempo, aunque me sobre, hablándome de un cacharro de 1800 kg y encima alimentado por esa cosa asquerosa con la que funcionan las calderas. Por mucho bemeta que sea, por muchos cv que tenga, no deja de ser un puto calamar de mierda, pesado, ostentoso y vil. Lo peor.
Y me bombardea día tras día con la operación tan apetecible, y yo le digo que no, que es una mierda de operación, y que de ese tipo no se puede uno fiar, que es un hijodelagranputa. Así de claro.
Pero esperen, que ahora me salta conque, aún trajinando esta historia, está en conversaciones con Desmosevilla para adquirir una Ducati 1198SP, con juego de escapes y mono con los colores de la bandera italiana, por módico precio de 27.000 ecus.
CASI DE DA UN INFARTO
Me pregunto si le ha tocado la lotería o hace de gigoló de lujo con las británicas de vacaciones en Vilamoura los fines de semana. Con la que está cayendo, y el Pedrito pensando en gastarse 27000 ecus en una moto para tenerla de adorno en el garaje, o 50.000 en un petrolero para pasear el palmito.
Seguiré indagando, porque, la verdad, el tema tiene tela, y yo me preocupo por la saludo mental de mis amigos, coño.
El comparte conmigo un par de aficiones de las confesables: motos y coches. Hasta hace dos meses eramos uña y carne en nuestros devenires circuiteros del suroeste peninsular, y viajábamos de acá para allá en su modesta furgoneta, pero bien felices, haciéndonos buenas pajas mentales con nuestras más que probadas habilidades de pilotaje. Ello se acabó, como todos ustedes, fieles y escasos seguidores, saben.
Como quiera que soy tontito y también me gustan los coches un montón, y de hecho, tras una serie de coincidencias, esfuerzos y carambolas, me hice de un caprichito biplaza para disfrutar mayormente en solitario de carreteras de curvas; y como quiera que Pedrito también es aficionado y tiene un automóvil que, aunque anodino y cani en principio, es buen coche y ciertamente raro de ver, hemos realizado alguna salida matutina de fin de semana a disfrutar de la orografía más recondita de nuestra querida Huelva. Pero él quiere algo más especial que su BMW 130i, algo descapotable, algo más deportivo, más bajo, más sensacional, más guay. El objetivo era un Z4M, buen aparato, un poco crítico de llevar al límite, pero ¡qué coño! sólo se vive una vez.
Y así lleva más de un año, intentando vender el suyo para comprar un Z4, y no hay manera. Su decisión de cambio ha coincidido con el descalabro de ventas de automóviles, y esto, de momento, no hay quien lo levante.
Y me llama hace unos días y me dice que el ladrón/sinvergüenza de la BMW le ha ofrecido un 635d por 50.000 ecus, y le recogen el suyo por 25.000. No sé a ciencia cierta lo que habrá de verdad en dicha propuesta, teniendo en cuenta que el valor PVP del 635d full puede rondar los 100.000, pero sea como fuere, todo ello sólo indica que el hijodeputa/ladrón/perro de la BMW está bien pillado por los cojones con un coche que alguien le encargó y después no pudo comprar, y ahora se lo tiene que comer con papas.
Pero es que me hace perder el tiempo, aunque me sobre, hablándome de un cacharro de 1800 kg y encima alimentado por esa cosa asquerosa con la que funcionan las calderas. Por mucho bemeta que sea, por muchos cv que tenga, no deja de ser un puto calamar de mierda, pesado, ostentoso y vil. Lo peor.
Y me bombardea día tras día con la operación tan apetecible, y yo le digo que no, que es una mierda de operación, y que de ese tipo no se puede uno fiar, que es un hijodelagranputa. Así de claro.
Pero esperen, que ahora me salta conque, aún trajinando esta historia, está en conversaciones con Desmosevilla para adquirir una Ducati 1198SP, con juego de escapes y mono con los colores de la bandera italiana, por módico precio de 27.000 ecus.
CASI DE DA UN INFARTO
Me pregunto si le ha tocado la lotería o hace de gigoló de lujo con las británicas de vacaciones en Vilamoura los fines de semana. Con la que está cayendo, y el Pedrito pensando en gastarse 27000 ecus en una moto para tenerla de adorno en el garaje, o 50.000 en un petrolero para pasear el palmito.
Seguiré indagando, porque, la verdad, el tema tiene tela, y yo me preocupo por la saludo mental de mis amigos, coño.
martes, 26 de abril de 2011
Skate
Es flipante, como se ve en los primeros pingos, lo fácil que puede ser romperse un tobillo o una clavícula cuando se intentan hacer estas cosas. Pero más flipante es ver cuando los trucos empiezan a salir:
domingo, 24 de abril de 2011
Tres eran tres
Tiempo libre significa, para mí, cine, lectura, internet. Cine casero, se entiende. Y con esto de las pelis online, no sólo ahorro euros, que nunca viene mal, sino que puedo ver cine prácticamente a la carta.
Es cierto que la calidad, en algunas ocasiones, deja bastante que desear, pero también hay que estar mínimamente avispado para saber elegir qué filmes visionar de este modo, y qué otros trabajos dejar para la gran pantalla, o el DVD original más adelante.
Así, durante la semana pasada vi un par de películas, "Skyline" y "Sin Límites", y ayer visioné "Código Fuente".
Hablaré de ellas en orden cronológico. Soy un amante de la Ciencia Ficción, ya desde bien chico, prácticamente desde que aprendí a leer. Lo que me lleva a tragarme numerosas pelís de esta temática que, en su mayoría, son auténticos bodrios. En esta nueva era de la perfección en los efectos especiales, ya casi cualquiera puede hacer una peli más o menos perfecta técnicamente, aunque su argumento sea un puto churro, si es que lo tiene. Es el caso de "Skyline". Recibe este título porque parte de la trama -aunque tal cosa no exista, en verdad- ocurre en un ático y se puede ver la "línea del cielo" de la ciudad donde se desarrolla la acción. No voy a explicar ahora aquí lo que es el skyline de una gran ciudad, eso es de cultura general, y si no, tiren ustedes de google.
La recurrente temática de una invasión alienígena llega a aburrir. Casi al mismo tiempo se ha estrenado "Invasión a la Tierra: Batalla en Los Angeles", que empezé a ver pero la dejé al cuarto de hora más o menos viendo cómo iba la cosa. En ambas encontramos algunos denominadores comunes: somos invadidos por una fuerza extraterrestre que nos ataca de forma inmisericorde, no se sabe ni se explica en ningún momento porqué, ni qué pretenden, ni de dónde vienen, ni cuál es su objetivo. En "Skyline", y ojo porque ahora van unos cuantos spoilers que explican algo importante de la película, aparecen unas naves gigantescas, de las que salen dos o tres tipos de entes alienígenas, algunos de ellos de tamaño gigantesco, que se apropian de los cerebros de los humanos que son capturados para sus propios fines. Fin. Porque sencillamente de eso va todo. La acción se desarrolla siguiendo a unos protas que no hacen sino huir y huir y huir constantemente, pero da igual, los aliens dominan todo, son poderosos, sus armas cojonudas, y tienen una capacidad de autoregenerarse asombrosa. Al final, los protas son abducidos y sus cerebros arrancados para formar parte de los cuerpos de nuevos alienígenas. ¿Segunda parte a la vista? Espero que no, la verdad.
El tema está bastante manido, como digo, y ya desde hace cincuenta años se hacen este tipo de películas con más o menos suerte o acierto.
La última que me gustó de verdad fue una protagonizada por Tom Cruise, en verdad un remake del original, con final feliz y todo, pero dejando también muchas preguntas sin contestar: quién, porqué.
Después del rancio sabor de boca de la peli anterior, me dispuse a disfrutar de "Sin límites". Aunque parezca el título de una peli protagonizada por Lucía Lapiedra, nada más lejos de la realidad. Lo que al principio parece un trabajo de estética dudosa, sucios escenarios, y harapientos y descuidados personajes, pronto se torna en un experimento interesante -rayano en la ciencia ficción, por cierto, se ve que tengo un influjo especial para escoger-. El título original en inglés es "Limitless", que significa "ilimitado". Dejo a sus entendederas si ello es lo mismo que "sin límites" o no.
El actor protagonista, Bradley Cooper, encarna a un mediocre escritor llamado Eddie Morra, que vive prácticamente en la indigencia, pero su vida da un giro en cuanto un viejo amigo le da a conocer el NZT, un medicamento revolucionario que le permite aprovechar su potencial mental por completo. Con cada impulso nervioso, Eddie puede recordar absolutamente todo lo que ha leído, visto o escuchado, aprender cualquier idioma en un día, entender ecuaciones complejas y encantar a todo aquel con el que se cruce. Todo ello siempre que continúe tomando la droga experimental, claro está.
Eddie no tardará en conquistar Wall Street, convirtiendo un pequeño capital en millones. Sus hazañas llaman la atención del magnate Carl Von Loon (Robert De Niro), quien le invita a a participar en la fusión corporativa más grande de la historia. Pero Eddie también llama la atención de personas desesperadas por hacerse con un alijo de NZT. Con su vida amenazada y las consecuencias brutales de los efectos secundarios de la droga, Eddie esquiva acosadores misteriosos, un gangster vicioso y una investigación policial intensa, mientras intenta aferrarse a su menguante suministro el tiempo suficiente para zafarse de sus enemigos.
La peli tiene una acción in crescendo, mantiene el interés cada minuto de su metraje, y da algún que otro giro en los momentos oportunos. El guión es bueno, algunos diálogos son brillantes, los actores, todos, lo hacen de puta madre. En definitiva, peli totalmente recomendable, imperdible.
Por último, "Código Fuente", que puede recordarnos a anteriores experimentos como "Atrapado en el Tiempo (El día de la marmota)", o "Déjâ vue", en verdad se deja ver bastante bien. Protagonizada por Jake Gyllenhaal, a quien pudimos ver en la aburridísima y sobrevalorada "Brokeback Mountain", o en la magnífica "Hermanos".
Como aliciente significativo, hay que alabar la elección del par de actrices acompañantes, que están buenísimas ambas, pero el filme adolece de un fallo garrafal y común a otras obras de ciencia ficción de análogo o similar planteamiento, que es querer dar una explicación plausible a los fenómenos que estamos presenciando. No, oiga, no. Porque eso no hay quien se lo trague. Déjense de intentar dar un toque de racionalidad, enmascarada de física nuclear y palabros rimbombantes. Hubiera quedado mejor si no se trata de dar credibilidad a los constantes viajes hacia atrás, y el porqué de un límite temporal de ocho minutos para solucionar un problema, y ¿qué coño es eso de realidades alternativas o paralelas? Porque si soluciona el problema en una realidad paralela en el universo del código fuente, por su propio concepto no servirá de nada en la realidad actual, en la nuestra. Quizá esto les suene a chino, pero si ven la peli comprenderán enseguida de qué les hablo.
Por ejemplo, en la obra maestra llamada "Doce Monos", protagonizada por Bruce Willis, la trama es muy similar -no quiero pensar que ayer vi un plagio modernizado, la verdad-, hay unos constantes viajes en el tiempo, envían a Willis al futuro, o al pasado, para averiguar algo, todo en un ambiente casi kafkiano, pero en ningún momento se intenta dar una explicación al cómo, o al porqué: ello se va descubriendo conforme pasan los minutos. Pero, claro, me he vuelto un poco gilipollas si en verdad quiero comparar "Doce Monos" con "Código Fuente", sencillamente porque ésta no le llega a la suela de los zapatos a aquélla.
Pero se ve más o menos bien, se pasa un rato entretenido, la verdad, y la chica morena está muy rica.
Bueno, pues hasta aquí la extensa entrada de hoy, espero no haberles aburrido demasiado. Un beso y adiós.
Es cierto que la calidad, en algunas ocasiones, deja bastante que desear, pero también hay que estar mínimamente avispado para saber elegir qué filmes visionar de este modo, y qué otros trabajos dejar para la gran pantalla, o el DVD original más adelante.
Así, durante la semana pasada vi un par de películas, "Skyline" y "Sin Límites", y ayer visioné "Código Fuente".
Hablaré de ellas en orden cronológico. Soy un amante de la Ciencia Ficción, ya desde bien chico, prácticamente desde que aprendí a leer. Lo que me lleva a tragarme numerosas pelís de esta temática que, en su mayoría, son auténticos bodrios. En esta nueva era de la perfección en los efectos especiales, ya casi cualquiera puede hacer una peli más o menos perfecta técnicamente, aunque su argumento sea un puto churro, si es que lo tiene. Es el caso de "Skyline". Recibe este título porque parte de la trama -aunque tal cosa no exista, en verdad- ocurre en un ático y se puede ver la "línea del cielo" de la ciudad donde se desarrolla la acción. No voy a explicar ahora aquí lo que es el skyline de una gran ciudad, eso es de cultura general, y si no, tiren ustedes de google.
La recurrente temática de una invasión alienígena llega a aburrir. Casi al mismo tiempo se ha estrenado "Invasión a la Tierra: Batalla en Los Angeles", que empezé a ver pero la dejé al cuarto de hora más o menos viendo cómo iba la cosa. En ambas encontramos algunos denominadores comunes: somos invadidos por una fuerza extraterrestre que nos ataca de forma inmisericorde, no se sabe ni se explica en ningún momento porqué, ni qué pretenden, ni de dónde vienen, ni cuál es su objetivo. En "Skyline", y ojo porque ahora van unos cuantos spoilers que explican algo importante de la película, aparecen unas naves gigantescas, de las que salen dos o tres tipos de entes alienígenas, algunos de ellos de tamaño gigantesco, que se apropian de los cerebros de los humanos que son capturados para sus propios fines. Fin. Porque sencillamente de eso va todo. La acción se desarrolla siguiendo a unos protas que no hacen sino huir y huir y huir constantemente, pero da igual, los aliens dominan todo, son poderosos, sus armas cojonudas, y tienen una capacidad de autoregenerarse asombrosa. Al final, los protas son abducidos y sus cerebros arrancados para formar parte de los cuerpos de nuevos alienígenas. ¿Segunda parte a la vista? Espero que no, la verdad.
El tema está bastante manido, como digo, y ya desde hace cincuenta años se hacen este tipo de películas con más o menos suerte o acierto.
La última que me gustó de verdad fue una protagonizada por Tom Cruise, en verdad un remake del original, con final feliz y todo, pero dejando también muchas preguntas sin contestar: quién, porqué.
Después del rancio sabor de boca de la peli anterior, me dispuse a disfrutar de "Sin límites". Aunque parezca el título de una peli protagonizada por Lucía Lapiedra, nada más lejos de la realidad. Lo que al principio parece un trabajo de estética dudosa, sucios escenarios, y harapientos y descuidados personajes, pronto se torna en un experimento interesante -rayano en la ciencia ficción, por cierto, se ve que tengo un influjo especial para escoger-. El título original en inglés es "Limitless", que significa "ilimitado". Dejo a sus entendederas si ello es lo mismo que "sin límites" o no.
El actor protagonista, Bradley Cooper, encarna a un mediocre escritor llamado Eddie Morra, que vive prácticamente en la indigencia, pero su vida da un giro en cuanto un viejo amigo le da a conocer el NZT, un medicamento revolucionario que le permite aprovechar su potencial mental por completo. Con cada impulso nervioso, Eddie puede recordar absolutamente todo lo que ha leído, visto o escuchado, aprender cualquier idioma en un día, entender ecuaciones complejas y encantar a todo aquel con el que se cruce. Todo ello siempre que continúe tomando la droga experimental, claro está.
Eddie no tardará en conquistar Wall Street, convirtiendo un pequeño capital en millones. Sus hazañas llaman la atención del magnate Carl Von Loon (Robert De Niro), quien le invita a a participar en la fusión corporativa más grande de la historia. Pero Eddie también llama la atención de personas desesperadas por hacerse con un alijo de NZT. Con su vida amenazada y las consecuencias brutales de los efectos secundarios de la droga, Eddie esquiva acosadores misteriosos, un gangster vicioso y una investigación policial intensa, mientras intenta aferrarse a su menguante suministro el tiempo suficiente para zafarse de sus enemigos.
La peli tiene una acción in crescendo, mantiene el interés cada minuto de su metraje, y da algún que otro giro en los momentos oportunos. El guión es bueno, algunos diálogos son brillantes, los actores, todos, lo hacen de puta madre. En definitiva, peli totalmente recomendable, imperdible.
Por último, "Código Fuente", que puede recordarnos a anteriores experimentos como "Atrapado en el Tiempo (El día de la marmota)", o "Déjâ vue", en verdad se deja ver bastante bien. Protagonizada por Jake Gyllenhaal, a quien pudimos ver en la aburridísima y sobrevalorada "Brokeback Mountain", o en la magnífica "Hermanos".
Como aliciente significativo, hay que alabar la elección del par de actrices acompañantes, que están buenísimas ambas, pero el filme adolece de un fallo garrafal y común a otras obras de ciencia ficción de análogo o similar planteamiento, que es querer dar una explicación plausible a los fenómenos que estamos presenciando. No, oiga, no. Porque eso no hay quien se lo trague. Déjense de intentar dar un toque de racionalidad, enmascarada de física nuclear y palabros rimbombantes. Hubiera quedado mejor si no se trata de dar credibilidad a los constantes viajes hacia atrás, y el porqué de un límite temporal de ocho minutos para solucionar un problema, y ¿qué coño es eso de realidades alternativas o paralelas? Porque si soluciona el problema en una realidad paralela en el universo del código fuente, por su propio concepto no servirá de nada en la realidad actual, en la nuestra. Quizá esto les suene a chino, pero si ven la peli comprenderán enseguida de qué les hablo.
Por ejemplo, en la obra maestra llamada "Doce Monos", protagonizada por Bruce Willis, la trama es muy similar -no quiero pensar que ayer vi un plagio modernizado, la verdad-, hay unos constantes viajes en el tiempo, envían a Willis al futuro, o al pasado, para averiguar algo, todo en un ambiente casi kafkiano, pero en ningún momento se intenta dar una explicación al cómo, o al porqué: ello se va descubriendo conforme pasan los minutos. Pero, claro, me he vuelto un poco gilipollas si en verdad quiero comparar "Doce Monos" con "Código Fuente", sencillamente porque ésta no le llega a la suela de los zapatos a aquélla.
Pero se ve más o menos bien, se pasa un rato entretenido, la verdad, y la chica morena está muy rica.
Bueno, pues hasta aquí la extensa entrada de hoy, espero no haberles aburrido demasiado. Un beso y adiós.
sábado, 23 de abril de 2011
reborn: un escollo
Cuando uno ya se iba acostumbrando a su nuevo status físico/psíquico, a su devenir en el largo camino de la recuperación fractural -sí, me lo acabo de inventar-, resulta que acontece una exudación purulenta en una de mis heridas quirúrjicas: la "rajita" de unos diez centímetros que me cortaron en mitad del muslo para abrir el foco, esto es, para tener una "ventana" por la que se accedió físicamente al hueso destrozado para su reducción y control mediante un clavo de 34 centímetros que ahora ocupa, intramedularmente, mi fémur izquierdo.
Dicha rajita fue suturada internamente con puntos de hilo quirúrjico, sí, de ese que se supone que se reabsorbe o desaparece como por arte de birlibirloque; y externamente con una grapadora que me dejó una bonita línea metálica en la epidermis...
Hace semanas que me fueron extráidas las grapas -con un quitagrapas, claro-, por una enfermera, y desde entonces, y hasta el total cerramiento absoluto de los puntos y la curación sana de la herida, se han venido practicando varias curas consistentes en desinfección y limpieza fundamentalmente.
Todo parecía ir bien, y súbitamente fue descubierto un agujerito pequeñín, en el extremo inferior de la raja, del que salía algo de liquidito de color claro, aunque de textura acuosa. Pero con el paso de los días, ello se convirtió en más y más desagradable, llegando a convertirse en el pus más desagradable. ¡Qué horror!
Me acerqué, o en realidad me acercaron, a la clínica San Agustín, cercana a la casa de mis padres donde estaba pasando unos días, y la enfermera, nada más verlo, hizo unos comentarios que me pusieron el cuerpo malo, malísimo: salieron unos hilillos de las suturas interiores, y los puntos que supuraban ya eran tres, y no uno solo. "Uy, esto puede ser rechazo de los puntos, o el principio del rechazo del clavo que te han puesto, o incluso una infección del hueso". Toma ya. "Lo mejor es que lo vea el cirujano que te operó". Y casi me dio la risa, ver al cirujano que operó... El doctor de guardia me recetó antibiótico cada ocho horas, y a huir.
Llamé por el celular al doctor Pablo, amigo y vecino de mi hermana, y a la sazón miembro del HUVR, que me estuvo visitando durante mi estancia en la 320, y me dijo que, bueno, este era uno de los escollos posibles que me podía encontrar durante mi curación, que no me desanimara, que esto iba a ser muy largo, y no siempre de color de rosa. Que seguramente no sería nada, pero, "vete inmediatamente a urgencias del hospital y que lo vea el traumatólogo de guardía, pero ya". De modo que les ahorraré la descripción de las casi cinco horas de espera, peregrinaje, incomodidad, etc, que sufrí hasta que fui recibido por doña Macarena López, la cirujana de guardia, que en cuanto vio el pastel me dijo: "has tenido mucha suerte, me llaman la Doctora Pus". Está especializada en infecciones óseas, y rápidamente me tumbó en una camilla, me puso un trapito verde sobre la pierna, se colocó los guantes, y un enfermero le preparó unos diez kilos de instrumental quirúrjico esterilizado, que comprendía un montó de escalpelos, pinzas, ganchos, jeringas y tal. Me entró hasta dolor de barriga, pero la cosa no fue para tanto: una punción profunda para tomar muestras para un cultivo, y a continuación, con un bisturí me abrió toda la herida, y luego me preguntó "te pongo anestesia?". Le dije que no, que empezara a frotar y que si era insoportable ya veríamos lo que hacíamos. De modo que me la cepilló -la herida, coño- a lo bestia para limpiar todo bien limpito. Cuando miré el charco de sangre en que se había convertido mi herida, y le dije que no me había dolido nada, ella me contestó, simplemente, "mejor, nos hemos ahorrado la anestesia, ojalá todos fueran como usted". Yo no tengo nigún mérito, es que tengo esa zona insensibilizada por el accidente.
Vamos, en resumen, que me hizo un buen fregao, y desde entonces la cosa va bastante bien.
Como punto positivo me han adelantado la cita del 27 de Junio al 9 de Mayo, para que el doctor Belascoain vea los resultados del cultivo y me diga lo que sea.
Como no tengo photo de la herida abierta en plena efervescencia, ni tampoco de la joven y divertida doctora pus, les dejo esta que es la vista desde el salón de casa de mis padres:
Dicha rajita fue suturada internamente con puntos de hilo quirúrjico, sí, de ese que se supone que se reabsorbe o desaparece como por arte de birlibirloque; y externamente con una grapadora que me dejó una bonita línea metálica en la epidermis...
Hace semanas que me fueron extráidas las grapas -con un quitagrapas, claro-, por una enfermera, y desde entonces, y hasta el total cerramiento absoluto de los puntos y la curación sana de la herida, se han venido practicando varias curas consistentes en desinfección y limpieza fundamentalmente.
Todo parecía ir bien, y súbitamente fue descubierto un agujerito pequeñín, en el extremo inferior de la raja, del que salía algo de liquidito de color claro, aunque de textura acuosa. Pero con el paso de los días, ello se convirtió en más y más desagradable, llegando a convertirse en el pus más desagradable. ¡Qué horror!
Me acerqué, o en realidad me acercaron, a la clínica San Agustín, cercana a la casa de mis padres donde estaba pasando unos días, y la enfermera, nada más verlo, hizo unos comentarios que me pusieron el cuerpo malo, malísimo: salieron unos hilillos de las suturas interiores, y los puntos que supuraban ya eran tres, y no uno solo. "Uy, esto puede ser rechazo de los puntos, o el principio del rechazo del clavo que te han puesto, o incluso una infección del hueso". Toma ya. "Lo mejor es que lo vea el cirujano que te operó". Y casi me dio la risa, ver al cirujano que operó... El doctor de guardia me recetó antibiótico cada ocho horas, y a huir.
Llamé por el celular al doctor Pablo, amigo y vecino de mi hermana, y a la sazón miembro del HUVR, que me estuvo visitando durante mi estancia en la 320, y me dijo que, bueno, este era uno de los escollos posibles que me podía encontrar durante mi curación, que no me desanimara, que esto iba a ser muy largo, y no siempre de color de rosa. Que seguramente no sería nada, pero, "vete inmediatamente a urgencias del hospital y que lo vea el traumatólogo de guardía, pero ya". De modo que les ahorraré la descripción de las casi cinco horas de espera, peregrinaje, incomodidad, etc, que sufrí hasta que fui recibido por doña Macarena López, la cirujana de guardia, que en cuanto vio el pastel me dijo: "has tenido mucha suerte, me llaman la Doctora Pus". Está especializada en infecciones óseas, y rápidamente me tumbó en una camilla, me puso un trapito verde sobre la pierna, se colocó los guantes, y un enfermero le preparó unos diez kilos de instrumental quirúrjico esterilizado, que comprendía un montó de escalpelos, pinzas, ganchos, jeringas y tal. Me entró hasta dolor de barriga, pero la cosa no fue para tanto: una punción profunda para tomar muestras para un cultivo, y a continuación, con un bisturí me abrió toda la herida, y luego me preguntó "te pongo anestesia?". Le dije que no, que empezara a frotar y que si era insoportable ya veríamos lo que hacíamos. De modo que me la cepilló -la herida, coño- a lo bestia para limpiar todo bien limpito. Cuando miré el charco de sangre en que se había convertido mi herida, y le dije que no me había dolido nada, ella me contestó, simplemente, "mejor, nos hemos ahorrado la anestesia, ojalá todos fueran como usted". Yo no tengo nigún mérito, es que tengo esa zona insensibilizada por el accidente.
Vamos, en resumen, que me hizo un buen fregao, y desde entonces la cosa va bastante bien.
Como punto positivo me han adelantado la cita del 27 de Junio al 9 de Mayo, para que el doctor Belascoain vea los resultados del cultivo y me diga lo que sea.
Como no tengo photo de la herida abierta en plena efervescencia, ni tampoco de la joven y divertida doctora pus, les dejo esta que es la vista desde el salón de casa de mis padres:
Aplicación Nokia para cruzcampo
El imbécil que ha subido el video no ha permitido la opción de "embed", de modo que tendrán que pinchar el link, o sea, aquí.
La aplicación es imprescindible en cualquier reunión de porretas que se precie, sin duda. Uso estelar en fiestas, playa, merenderos campestres y eventos asín.
De nada.
La aplicación es imprescindible en cualquier reunión de porretas que se precie, sin duda. Uso estelar en fiestas, playa, merenderos campestres y eventos asín.
De nada.
viernes, 22 de abril de 2011
El porqué de una ausencia
A veces, uno tiene que hacerlo. Ahora me ha tocado a mí, pero no se alegren aún por mi falta de presencia: mi estación de penitencia está a punto de finalizar, y las ideas, temas y proyectos se agolpan en mi cabecita!!
sábado, 16 de abril de 2011
hoy era el día
Según mis planes, hoy, sábado 16, iba yo a salir de madrigada hacia el Norte, hacia el Nordschleife de Nurburgring. Otro plan truncado de raiz, igual que el viaje en Julio a Ibiza y Reus, las tandas de coches en Ascari a primeros de Junio, y otras menudencias similares.
Así es la vida. Pero resulta que no pasa nada, no siento pena ni morriña, verdaderamente, porque no se puede sentir por lo que nunca se tuvo. Hay que ser un poco estoico, y verlas venir, y tranquilo que ya habrá tiempo para todo.
Seguro, vamos.
Así es la vida. Pero resulta que no pasa nada, no siento pena ni morriña, verdaderamente, porque no se puede sentir por lo que nunca se tuvo. Hay que ser un poco estoico, y verlas venir, y tranquilo que ya habrá tiempo para todo.
Seguro, vamos.
viernes, 15 de abril de 2011
No puedo
Es que no puedo. Es que oigo un motor y tengo que volver la cabeza buscando de dónde procede el bramido. Y lo digo desde mi postración absoluta, y más en un día tan doloroso como ha sido el de hoy, horrible. He tenido que volver a ingerir altas dosis de analgésicos, supongo que por el inminente cambio de tiempo.
Igualmente, no puedo evitar quedar ensimismado ante cosas como ésta, desmoengendros, máquinas tan simples como bellas en su concepto particular. Hasta hace bien poco tener algo parecido a ello era un target vital para mí. Ahora, hoy día, todo se ralentiza a mi alrededor, los planes aparecen y desaparecen, y lo único que hay en lontananza es preguntas y más preguntas sobre el cuánto, el cómo, el cuándo.
Igualmente, no puedo evitar quedar ensimismado ante cosas como ésta, desmoengendros, máquinas tan simples como bellas en su concepto particular. Hasta hace bien poco tener algo parecido a ello era un target vital para mí. Ahora, hoy día, todo se ralentiza a mi alrededor, los planes aparecen y desaparecen, y lo único que hay en lontananza es preguntas y más preguntas sobre el cuánto, el cómo, el cuándo.
miércoles, 13 de abril de 2011
martes, 12 de abril de 2011
Otra vez, él
Hacía tiempo que no ponía una imagen de mi ídolo. Dejen que pasen unos segundos, y verán una reacción exacta a la mía cuando me dijo el doctor que volviera en tres meses mientras yo debía seguir haciendo los mismo, o sea, nada:
domingo, 10 de abril de 2011
reborn: brotes verdes
Como dijo la Ministra, pues sí, pero estos son de verdad.
Aunque, ateniéndome a mi experiencia, pueden simplemente ser una raya en el agua, el momento de calma entre dos tempestades.
Ayer, como otros dias atrás, bajé al garaje por las peligrosísimas y verticales escaleras interiores que dan a mi trastero. Todo para acceder al garaje sin tener que salir a la calle. Subrepticiamente, y sin que mi limitador lo supiera, me llevé la llave de mi biplaza.
El simple hecho de atravesar el trastero, que huele a neumático de bicicleta concentrado, con todas esas máquinas reposando aburridas, fue algo glorioso para mí. Un par de ellas tienen hasta un poco de barro de la última salida, y me dieron ganas de sentarme en mi taburete y coger un trapito para limpiarlas, pero no de cualquier manera, no, sino lentamente, disfrutando, recreándome. Otra vez será, vayamos dejando proyectos para el mañana.
Una vez en el garaje me acerqué a mi auto, lo abrí, y con poco esfuerzo accedí a su interior, me puse al volante. Para ello tuve que echar el asiento para atrás al máximo, pero una vez dentro lo volví a poner en su lugar habitual. Todo bien. Arrancó perfectamente, como siempre lo ha hecho, después de tres semanas sin moverse de allí. Lo mantuve arrancado, dando breves acelerones, hasta que cogió temperatura.
Pasado ya el momento biplaza, y contento por comprobar que teóricamente puedo conducirlo, entrar y salir de él sin problema alguno, me siento en mi silla de ruedas prestada.
Una media hora yendo y viniendo por el garaje, subiendo una breve rampita que me ponía los hombros al rojo vivo. Al final acabo sudando, y con los brazos cansados, la verdad, pero ha merecido la pena. La próxima vez hay que amenizarlo con el iPod para aguantar más rato, sin duda.
Pero lo mejor vino por la noche, aguanté hasta las 24'00 más o menos, ya no había nada más que ver en la caja tonta, después de acabara la divertida peli que visioné en A3, "Algo pasa en la Vegas". Me tomé una dosis de narcóticos más reducida de lo habitual, y me metí en el sobre. Para mi sopresa, ha sido la noche que mejor he dormido desde que llegué a casa, con diferencia, tanto por calidad como por cantidad de sueño.
Lógicamente, me he levantado animado, nuevo, otra persona diferente a la que se ha estado levantando este último mes.
¿El principio de una nueva etapa? ¿El cambio que yo reclamaba días atrás? Los días venideros lo confirmarán o no. No obstante, la paja mental que me he estado haciendo todo el día de hoy ha sido merecida y necesaria para mi estabilidad emocional. Ya iba siendo hora de que pasaro algo positivo, algo realmente palpable y no meras imaginaciones mías.
Incluso me he permitido colgar aquí mismo una imagen excelente de una Guzzi fantástica. Siempre me han gustado las Guzzi, por su cabezonería en mantener ese motor gigantesco que parece proceder de un avión a hélice, por su peculiar disposición de los cilindros, por su imagen neo-retro, por sus acabados y componentes... qué sé yo. Lo que sí tiene delito es que yo, después del suceso, siga admirando, deseando, idolatrando, esas diabólicas estructuras mecánicas.
¿Será grave?
Aunque, ateniéndome a mi experiencia, pueden simplemente ser una raya en el agua, el momento de calma entre dos tempestades.
Ayer, como otros dias atrás, bajé al garaje por las peligrosísimas y verticales escaleras interiores que dan a mi trastero. Todo para acceder al garaje sin tener que salir a la calle. Subrepticiamente, y sin que mi limitador lo supiera, me llevé la llave de mi biplaza.
El simple hecho de atravesar el trastero, que huele a neumático de bicicleta concentrado, con todas esas máquinas reposando aburridas, fue algo glorioso para mí. Un par de ellas tienen hasta un poco de barro de la última salida, y me dieron ganas de sentarme en mi taburete y coger un trapito para limpiarlas, pero no de cualquier manera, no, sino lentamente, disfrutando, recreándome. Otra vez será, vayamos dejando proyectos para el mañana.
Una vez en el garaje me acerqué a mi auto, lo abrí, y con poco esfuerzo accedí a su interior, me puse al volante. Para ello tuve que echar el asiento para atrás al máximo, pero una vez dentro lo volví a poner en su lugar habitual. Todo bien. Arrancó perfectamente, como siempre lo ha hecho, después de tres semanas sin moverse de allí. Lo mantuve arrancado, dando breves acelerones, hasta que cogió temperatura.
Pasado ya el momento biplaza, y contento por comprobar que teóricamente puedo conducirlo, entrar y salir de él sin problema alguno, me siento en mi silla de ruedas prestada.
Una media hora yendo y viniendo por el garaje, subiendo una breve rampita que me ponía los hombros al rojo vivo. Al final acabo sudando, y con los brazos cansados, la verdad, pero ha merecido la pena. La próxima vez hay que amenizarlo con el iPod para aguantar más rato, sin duda.
Pero lo mejor vino por la noche, aguanté hasta las 24'00 más o menos, ya no había nada más que ver en la caja tonta, después de acabara la divertida peli que visioné en A3, "Algo pasa en la Vegas". Me tomé una dosis de narcóticos más reducida de lo habitual, y me metí en el sobre. Para mi sopresa, ha sido la noche que mejor he dormido desde que llegué a casa, con diferencia, tanto por calidad como por cantidad de sueño.
Lógicamente, me he levantado animado, nuevo, otra persona diferente a la que se ha estado levantando este último mes.
¿El principio de una nueva etapa? ¿El cambio que yo reclamaba días atrás? Los días venideros lo confirmarán o no. No obstante, la paja mental que me he estado haciendo todo el día de hoy ha sido merecida y necesaria para mi estabilidad emocional. Ya iba siendo hora de que pasaro algo positivo, algo realmente palpable y no meras imaginaciones mías.
Incluso me he permitido colgar aquí mismo una imagen excelente de una Guzzi fantástica. Siempre me han gustado las Guzzi, por su cabezonería en mantener ese motor gigantesco que parece proceder de un avión a hélice, por su peculiar disposición de los cilindros, por su imagen neo-retro, por sus acabados y componentes... qué sé yo. Lo que sí tiene delito es que yo, después del suceso, siga admirando, deseando, idolatrando, esas diabólicas estructuras mecánicas.
¿Será grave?
viernes, 8 de abril de 2011
Visión
Algunos siguen preguntando que quién coño es G. Fisher. Porqué Trek es Trek y Gary Fisher es Gary Fisher, para mí es obvio. Aquí les dejo unos pequeños ejemplos:
Broadsider, Sawyer, y Gutter, de izda a dcha |
Magnífica la Sawyer monomarcha, insuperable |
Hay mucha belleza ahí |
Quizá la mejor perspectiva, el doble tubo superior con el guiado de los cables por el centro, soberbio |
la Gutter, máquina de brincar |
Bruuuffffffff!! |
Los padrinos
A ver, un poquito de cultura general: estos señores fueron auténticos pioneros visionarios hace ahora treinta y cinco años.
El juego de las diferencias
Treinta años son bastantes. O pocos, creo que depende de la edad que uno tenga, por ejemplo. En fin, al turrón: aquí tienen estas dos fotos para que adivinen las sutiles diferencias.
reborn: la noche
La terrible noche.
Exiliado en una habitación en principio concebida como cuarto de juegos y estudio de mis retoños, por situarse en la planta baja de mi casa y así no tener que enfrentarme a diecisiete escalones para ir a descansar cada vez que el cuerpo me lo pida. Así es mi lecho actualmente, una cama de niño, en la que tengo que subirme bastante en la almohada si no quiero que mis pies cuelguen por el otro extremo.
No me quejo, no obstante. Tengo la suerte de tener a mi alcance esa habitación junto al salón, que es el sitio en el que hago el 95% de mi vida hoy por hoy.
Y durante el día todo va bien. Pero la noche, ay, la noche es otro cantar. Porque no duermo, o al menos no como dormía antes del suceso, ni en cantidad de horas, ni en calidad del sueño, ni en la profundidad, ni en nada, vamos, una puta mierda.
El médico dice que "tu organismo, acostumbrado como estaba a desarrollar mucha actividad, de repente no ejercitas nada, no hay desgaste, no aparece el cansancio y, por tanto, tampoco la necesidad de un sueño reparador. Duermes lo que tu organismo ha decidido que debes dormir, no le des más vueltas". Pero yo no me lo creo, no me conformo. Fundamentalmente porque durante el día sí que me entra sueño: a medio día, si me tumbo a descansar un ratito, tengo que esforzarme para no caer en los brazos de Morfeo; después de comer me invade siempre una siestitis agudísima, a la cual intento resistirme, a veces con éxito, otras sin él; a media tarde lo mismo. O sea, que el cuerpo sí que me pide sueño, lo que ocurre es que "tengo el ciclo cambiado".
Pues a ver, de qué modo o manera se puede poner el ciclo en su sitio, porque yo llevo intentándolo varias semanas sin éxito. Primero tomé unas cápsulas de valeriana y un "infurelax" antes de irme a la cama, pero sólo funcionó la primera vez que lo hice. Después, un mojigato doctor de cabecera me recetó unos pequeños comprimidillos de un supuesto calmante o algo así. Pero nada, y eso que dupliqué la dosis. Finalmente, lo último ha sido, después de cambiar de médico de cabecera, otras pastillas más fuertes, más enfocadas a mi problema... pero se ha revelado como absolutamente inútiles en su desempeño, pues creo que duermo incluso menos y peor.
Estoy por probar a no tomar nada, a ver que pasaría, pero cuando me acuerdo de las varias noches que pasé en blanco al principio de estar en casa, se me quita de la cabeza rápidamente.
Quizá ninguno de ustedes, queridos y desconocidos lectores y/o seguidores, ha conocido el monstruo del insomnio, ese Leviathán nocturno que destroza y castiga tu mente, que machaca tu cuerpo dejándolo sin descanso, que altera el humor, dispersa el conocimiento, anula la voluntad del que lo sufre. Pues mejor así.
Vayamos ahora a cosas más prácticas, o, al menos, más positivas: el artefacto que me llevó a mi situación actual, esa máquina japonesa de precisión con válvulas de titanio, cigüeñal superequilibrado para girar sin problemas a 15.000 RPM, frenos mejorados, cambio semiautomático.... dicha máquina ha sido eliminada de mi lista de bienes, no por destrucción, explosión, quema o robo, no, sino por su venta. Un amigo del grupo de motoristas afín se la queda, así podré hacer un seguimiento de su vida post-Peterwash. El contrato, de momento verbal, ha sido señalado con pago de parte del precio, lo que indica la verdadera voluntad del comprador de quedársela. Le doy la enhorabuena, se lleva una buena máquina, muy rápida y fiable.
Ya sé, sí, no me lo digan más, que esta entrada es un poco bastante aburrida y quizá negativa, pero les recuerdo que mi situación es así en general. A veces estoy más animado, y otras menos, es normal. En cualquier caso, el valor catártico del bloc es muy importante para mi mejora y ánimo mental, como he podido descubrir con el paso del tiempo.
Y disculpen por no poner picture que haga más llevadero el asunto, pero es que no hay nada que retrate lo que he contado.
Exiliado en una habitación en principio concebida como cuarto de juegos y estudio de mis retoños, por situarse en la planta baja de mi casa y así no tener que enfrentarme a diecisiete escalones para ir a descansar cada vez que el cuerpo me lo pida. Así es mi lecho actualmente, una cama de niño, en la que tengo que subirme bastante en la almohada si no quiero que mis pies cuelguen por el otro extremo.
No me quejo, no obstante. Tengo la suerte de tener a mi alcance esa habitación junto al salón, que es el sitio en el que hago el 95% de mi vida hoy por hoy.
Y durante el día todo va bien. Pero la noche, ay, la noche es otro cantar. Porque no duermo, o al menos no como dormía antes del suceso, ni en cantidad de horas, ni en calidad del sueño, ni en la profundidad, ni en nada, vamos, una puta mierda.
El médico dice que "tu organismo, acostumbrado como estaba a desarrollar mucha actividad, de repente no ejercitas nada, no hay desgaste, no aparece el cansancio y, por tanto, tampoco la necesidad de un sueño reparador. Duermes lo que tu organismo ha decidido que debes dormir, no le des más vueltas". Pero yo no me lo creo, no me conformo. Fundamentalmente porque durante el día sí que me entra sueño: a medio día, si me tumbo a descansar un ratito, tengo que esforzarme para no caer en los brazos de Morfeo; después de comer me invade siempre una siestitis agudísima, a la cual intento resistirme, a veces con éxito, otras sin él; a media tarde lo mismo. O sea, que el cuerpo sí que me pide sueño, lo que ocurre es que "tengo el ciclo cambiado".
Pues a ver, de qué modo o manera se puede poner el ciclo en su sitio, porque yo llevo intentándolo varias semanas sin éxito. Primero tomé unas cápsulas de valeriana y un "infurelax" antes de irme a la cama, pero sólo funcionó la primera vez que lo hice. Después, un mojigato doctor de cabecera me recetó unos pequeños comprimidillos de un supuesto calmante o algo así. Pero nada, y eso que dupliqué la dosis. Finalmente, lo último ha sido, después de cambiar de médico de cabecera, otras pastillas más fuertes, más enfocadas a mi problema... pero se ha revelado como absolutamente inútiles en su desempeño, pues creo que duermo incluso menos y peor.
Estoy por probar a no tomar nada, a ver que pasaría, pero cuando me acuerdo de las varias noches que pasé en blanco al principio de estar en casa, se me quita de la cabeza rápidamente.
Quizá ninguno de ustedes, queridos y desconocidos lectores y/o seguidores, ha conocido el monstruo del insomnio, ese Leviathán nocturno que destroza y castiga tu mente, que machaca tu cuerpo dejándolo sin descanso, que altera el humor, dispersa el conocimiento, anula la voluntad del que lo sufre. Pues mejor así.
Vayamos ahora a cosas más prácticas, o, al menos, más positivas: el artefacto que me llevó a mi situación actual, esa máquina japonesa de precisión con válvulas de titanio, cigüeñal superequilibrado para girar sin problemas a 15.000 RPM, frenos mejorados, cambio semiautomático.... dicha máquina ha sido eliminada de mi lista de bienes, no por destrucción, explosión, quema o robo, no, sino por su venta. Un amigo del grupo de motoristas afín se la queda, así podré hacer un seguimiento de su vida post-Peterwash. El contrato, de momento verbal, ha sido señalado con pago de parte del precio, lo que indica la verdadera voluntad del comprador de quedársela. Le doy la enhorabuena, se lleva una buena máquina, muy rápida y fiable.
Ya sé, sí, no me lo digan más, que esta entrada es un poco bastante aburrida y quizá negativa, pero les recuerdo que mi situación es así en general. A veces estoy más animado, y otras menos, es normal. En cualquier caso, el valor catártico del bloc es muy importante para mi mejora y ánimo mental, como he podido descubrir con el paso del tiempo.
Y disculpen por no poner picture que haga más llevadero el asunto, pero es que no hay nada que retrate lo que he contado.
miércoles, 6 de abril de 2011
reborn: ¿cambios?
Y un buen día me dieron el alta hospitalaria, hace justo tres semanas.
Todo pasaba deprisa. Al día siguiente de llegar a casa me afeité tras casi 20 días, y me di una ducha digna de dicho nombre. Pude observar en el espejo del cuarto de baño mi delgado cuerpillo, mi tez pálida.
A partir de ahí, mejoraba por dias, o eso quiero creer. Recuerdo la primera vez que fui al WC a obrar, y tardé una eternidad. ¿Esto es lo que me espera?, pensé. Pero en un par de días y me iba dando cuenta de que todo iba saliendo más y más fácil: desplazarme con el andador y las muletas, moverme en la cama, sentarme y levantarme de la taza del váter, comer junto a los míos... en fin, gestos cotidianos que suponían más y más barreras para mi recuperación. O, visto de otro modo, eran pequeños retos que constituían la base de mi recuperación.
Cada 24 horas me percataba de que me ponía más fuerte, y enseguida puse un par de kilos de los más o meos diez que perdí en la 320.
Mi rutina diaria de "ejercicios", consistente en flexionar la rodilla hasta el límite del aguante del dolor, extender la pierna contrayendo el cuádriceps, flexiones de bíceps femoral, ejercicios para los gemelos, algún que otro estiramiento, todo ello iba dando sus frutos, sin duda. El doctor me felicitó cuando fui el lunes a la revisión por ello. Pero también me dijo que nada de salir a pasear con las muletas, y que utilizara el sentido común -¿sería algún tipo de indirecta?-.
Debo seguir igual durante tres meses más.
Mientras tanto, el entretenimiento con el que me distraigo más es con la lectura. Junto a mi sillón favorito me he colocado una pequeña mesita auxiliar en la que se amontonan libros prestados, regalados recientemente, y otros propios que estaban en lista de espera:
¡TRES MESES MÁS! Noventa días mal contados haciendo exactamente lo mismo. Y sigo sin dormir bien por las noches, aunque me vaya quedando dormido por cualquier esquina durante el día. Y hoy me afeito, y me doy cuenta al verme en el espejo que se me notan todas las costillas, y que mis brazos son la mitad de lo que solían ser. Ya no pongo peso, supongo que hay que esperar a volver a mi actividad plena, y hacer deporte a lo bestia para empezar a notar más cambios.
Mis hijos se han acostumbrado rápidamente a tener un padre que ya no sale de casa, y que no puede alcanzarle aquel juguete en lo alto del armario, o que, simplemente, no puede subir las escaleras para darles el beso de buenas noches como hacía cada día antes del suceso. Ahora son ellos quienes me lo dan a mí.
Día tras día, mi limitador se los lleva a inglés, o a baloncesto, o al parque de la esquina, por las tardes, y me quedo sólo durante dos, tres horas, intentando encontrar algo decente en la caja tonta -tarea imposible-, o yéndome a la cama a descansar -teniendo mucho cuidado para no quedarme dormido-.
Y hay muchos momentos en que me pregunto cuál será el próximo cambio en mí, y cuándo vendrá. Cada vez tardan más en aparecer, es lo normal porque al principio se va muy rápido. Ahora sólo me queda esperar acontecimientos. Tres meses dan para mucho, y espero estar alerta para no caer en la depresión, o la rutina devoradora, como le ocurre a muchos en mi situación.
Bueno, ahora les dejo, que me tengo que pinchar la eparina...
Todo pasaba deprisa. Al día siguiente de llegar a casa me afeité tras casi 20 días, y me di una ducha digna de dicho nombre. Pude observar en el espejo del cuarto de baño mi delgado cuerpillo, mi tez pálida.
A partir de ahí, mejoraba por dias, o eso quiero creer. Recuerdo la primera vez que fui al WC a obrar, y tardé una eternidad. ¿Esto es lo que me espera?, pensé. Pero en un par de días y me iba dando cuenta de que todo iba saliendo más y más fácil: desplazarme con el andador y las muletas, moverme en la cama, sentarme y levantarme de la taza del váter, comer junto a los míos... en fin, gestos cotidianos que suponían más y más barreras para mi recuperación. O, visto de otro modo, eran pequeños retos que constituían la base de mi recuperación.
Cada 24 horas me percataba de que me ponía más fuerte, y enseguida puse un par de kilos de los más o meos diez que perdí en la 320.
Mi rutina diaria de "ejercicios", consistente en flexionar la rodilla hasta el límite del aguante del dolor, extender la pierna contrayendo el cuádriceps, flexiones de bíceps femoral, ejercicios para los gemelos, algún que otro estiramiento, todo ello iba dando sus frutos, sin duda. El doctor me felicitó cuando fui el lunes a la revisión por ello. Pero también me dijo que nada de salir a pasear con las muletas, y que utilizara el sentido común -¿sería algún tipo de indirecta?-.
Debo seguir igual durante tres meses más.
Mientras tanto, el entretenimiento con el que me distraigo más es con la lectura. Junto a mi sillón favorito me he colocado una pequeña mesita auxiliar en la que se amontonan libros prestados, regalados recientemente, y otros propios que estaban en lista de espera:
¡TRES MESES MÁS! Noventa días mal contados haciendo exactamente lo mismo. Y sigo sin dormir bien por las noches, aunque me vaya quedando dormido por cualquier esquina durante el día. Y hoy me afeito, y me doy cuenta al verme en el espejo que se me notan todas las costillas, y que mis brazos son la mitad de lo que solían ser. Ya no pongo peso, supongo que hay que esperar a volver a mi actividad plena, y hacer deporte a lo bestia para empezar a notar más cambios.
Mis hijos se han acostumbrado rápidamente a tener un padre que ya no sale de casa, y que no puede alcanzarle aquel juguete en lo alto del armario, o que, simplemente, no puede subir las escaleras para darles el beso de buenas noches como hacía cada día antes del suceso. Ahora son ellos quienes me lo dan a mí.
Día tras día, mi limitador se los lleva a inglés, o a baloncesto, o al parque de la esquina, por las tardes, y me quedo sólo durante dos, tres horas, intentando encontrar algo decente en la caja tonta -tarea imposible-, o yéndome a la cama a descansar -teniendo mucho cuidado para no quedarme dormido-.
Y hay muchos momentos en que me pregunto cuál será el próximo cambio en mí, y cuándo vendrá. Cada vez tardan más en aparecer, es lo normal porque al principio se va muy rápido. Ahora sólo me queda esperar acontecimientos. Tres meses dan para mucho, y espero estar alerta para no caer en la depresión, o la rutina devoradora, como le ocurre a muchos en mi situación.
Bueno, ahora les dejo, que me tengo que pinchar la eparina...
martes, 5 de abril de 2011
Children see, children do.
Desde que tuve a mi primer retoño fui enteramente consciente de ello. No obstante, parece que, como padre puede ser cualquiera -sólo hay que saber echar un polvo más o menos decente, a veces ni eso-, no todos se dan cuenta.
A mis hijos les gustan las bicis y las motos porque me ven siempre liado con sendos artefactos, también les gusta leer, la Semana Santa, viajar y ver nuevos sitios, tenerlo todo ordenado, utilizar la lógica, y cosas así. Mayormente porque lo ven constantemente en sus padres y abuelos.
Bien es cierto que en mi núcleo familiar mi limitador puede permitirse no trabajar por cuenta ajena, y se dedica a las tareas domésticas, llevando a sus espaldas una importante carga educacional, pero yo también me involucro mucho en la formación de mis niños, sobre todo en lo tocante a los valores, el respeto a los mayores, el honor, la libertad, ese tipo de cosas. Y eso se nota, por supuesto.
Este video no nos enseña nada nuevo, pero es muy ilustrativo de lo referido anteriormente.
Ea, que cada palo aguante su vela, y el que siembra, recoge. Más claro, agua.
A mis hijos les gustan las bicis y las motos porque me ven siempre liado con sendos artefactos, también les gusta leer, la Semana Santa, viajar y ver nuevos sitios, tenerlo todo ordenado, utilizar la lógica, y cosas así. Mayormente porque lo ven constantemente en sus padres y abuelos.
Bien es cierto que en mi núcleo familiar mi limitador puede permitirse no trabajar por cuenta ajena, y se dedica a las tareas domésticas, llevando a sus espaldas una importante carga educacional, pero yo también me involucro mucho en la formación de mis niños, sobre todo en lo tocante a los valores, el respeto a los mayores, el honor, la libertad, ese tipo de cosas. Y eso se nota, por supuesto.
Este video no nos enseña nada nuevo, pero es muy ilustrativo de lo referido anteriormente.
Ea, que cada palo aguante su vela, y el que siembra, recoge. Más claro, agua.
lunes, 4 de abril de 2011
reborn: primera revisión
El título de esta entrada parece sacado del manual de usuario de un coche, esa revisión que se hacía cuando acababa el rodaje. Pues más o menos ha sido eso.
Me presenté en el HUVR de Sevilla a la hora H, presto a radiografiarme una vez más. Menos mal que no estoy embarazado, a estas alturas debo tener más radiaciones en mi pierna que la central de Fukushima.
Con el retraso medio de nuestra querida SS, una técnica tan competente como supersimpática me sacó un par de tomas transparentosas con fondo negro. Hoy día ya no se imprimen la Rx, sino que se envían por una intranet hospitalaria a un servidor desde donde las puede recuperar el doctor, un enfermero, o quienquiera que tenga un interés verídico y el acceso legal a la base de datos. Yo no estoy entre tales seres privilegiados, por lo que una de las primeras cosas que le dije a don Eduardo, mi cirujano, cuando me recibió con una hora de retraso, es que consideraba totalmente inaceptable que a estas alturas, y habiéndoseme practicado tres sesiones de radiología postoperatorias, no se me hubiera otorgado la posibilidad no ya de entregarme alguna para mi colección particular, sino ni tan siquiera enseñármelas. Por supuesto, don Eduardo, a quien saco por lo menos seis o siete años de edad, mano izquierda, educación, saber estar y humanidad, hizo caso omiso de mi observación. Se limitó a teclear incesantemente, mientras callaba y ojeaba el monitor. Por fin me hizo algunas preguntas rutinarias del tipo "¿le duele?", o "a ver, cuánto puedes flexionar la rodilla". Y llegó el momento cumbre: en un alarde de generosidad sin par, giró el monitor hacia donde yo me hallaba sentado para que pudiera ver el pictograma en negativo de un hueso bastante roto atravesado por una línea gruesa que dijo ser el famoso clavo. "Todo va bien, el clavo no se ha movido y se mantiene perfecta la línea del hueso". Las cosas van como tienen que ir, según él, y me hizo hincapié, viendo mi insistente impaciencia por empezar a hacer una vida normal, en que tenía que usar el sentido común, no tener prisa, y seguir a rajatabla sus indicaciones si no quería tener problemas en el futuro.
"Le voy a dar la próxima cita para dentro de TRES MESES". ¿¡Cóoomo!? pero, pero, perooooooo "Sí, sí, dentro de tres meses te haces otra Rx y vemos como va la consolidación. Dentro de un mes a partir de hoy, empiezas con una carga parcial, digamos unos veinte kg -a calcular mediante la ayuda de una báscula según un método fácilmente explicado por él-. Así, después de dos meses con la carga parcial, en tu próxima visita, seguramente te quitaré los tornillos de abajo para que el peso de tu cuerpo haga presión en el foco y ayude a la consolidación".
Queda claro, pues. Por lo demás, mi vida debe seguir exactamente igual que hasta ahora: de la cama al sillón, del sillón al sofá, de ahí al WC, y vuelta a la cama a descansar o a hacer mis ejercicios. Lectura, TV, i-net, es el pan mío de cada día.
A continuación le saqué un papelito donde yo llevaba apuntadas una serie de ruegos y preguntas, que fueron más o menos contestadas satisfactoriamente. La última cuestión fue el tema laboral: ¿Cuándo volveré al curro? tenga en cuenta que trabajo en una oficina frente a un ordenador... En ese punto el doctor Belascoaín llegó incluso a esbozar una sonrisa, y me dijo "mira, el momento de tu reincorporación al mundo laboral está tan lejano que no merece la pena ni pensar en eso ahora". Lo cual, la verdad, no me satisfizo mucho porque, si en un par de meses ya no me canso tanto de estar en la misma postura y tengo una cierta autonomía gracias a las muletas y/o la silla de ruedas, no veo porqué no podría volver a la oficina. La respuesta fue clara y contundente: "tú tienes una lesión bastante grave, has pasado por un trance peliagudo, y tanto tu cuerpo como tu mente necesitarán mucho tiempo para recuperarse, pero realmente aún no eres consciente de ello."
Como quiera que yo volviera a insistir sobre tomar una prueba visual de las Rx, y viendo que quizá había sido un poco duro al tumbar todas mis expectativas, decidió dejar que tomara unas vistas con mi aifón, la mejor de las cuales les transmito aquí y ahora, de premio y propina por ser capaces de leer todo este montón de palabras agrupadas a veces sin sentido ni objeto:
La de la izquierda está tomada de frente, y la de la derecha es lateral, como se indica. Se aprecian claramente los diversos fragmentos, y si aguzan la vista podrán notar los agujeritos dejados por la fijación externa. Según don Eduardo, todo va normal, y pronto debería empezar a verse lo que él ha llamado la "nubecilla" o "nubecita", refiriéndose, supongo, al calcio que va uniendo las piezas en el proceso de consolidación, o formación del callo.
Disfruten de la Rx, mi buen trabajo me ha costado conseguirla. Les diré que incluso el doctor miraba hacia otro lado mientras yo tiraba la photo, como no queriendo ver el acto malévolo y delictivo que estaba cometiendo.
Me presenté en el HUVR de Sevilla a la hora H, presto a radiografiarme una vez más. Menos mal que no estoy embarazado, a estas alturas debo tener más radiaciones en mi pierna que la central de Fukushima.
Con el retraso medio de nuestra querida SS, una técnica tan competente como supersimpática me sacó un par de tomas transparentosas con fondo negro. Hoy día ya no se imprimen la Rx, sino que se envían por una intranet hospitalaria a un servidor desde donde las puede recuperar el doctor, un enfermero, o quienquiera que tenga un interés verídico y el acceso legal a la base de datos. Yo no estoy entre tales seres privilegiados, por lo que una de las primeras cosas que le dije a don Eduardo, mi cirujano, cuando me recibió con una hora de retraso, es que consideraba totalmente inaceptable que a estas alturas, y habiéndoseme practicado tres sesiones de radiología postoperatorias, no se me hubiera otorgado la posibilidad no ya de entregarme alguna para mi colección particular, sino ni tan siquiera enseñármelas. Por supuesto, don Eduardo, a quien saco por lo menos seis o siete años de edad, mano izquierda, educación, saber estar y humanidad, hizo caso omiso de mi observación. Se limitó a teclear incesantemente, mientras callaba y ojeaba el monitor. Por fin me hizo algunas preguntas rutinarias del tipo "¿le duele?", o "a ver, cuánto puedes flexionar la rodilla". Y llegó el momento cumbre: en un alarde de generosidad sin par, giró el monitor hacia donde yo me hallaba sentado para que pudiera ver el pictograma en negativo de un hueso bastante roto atravesado por una línea gruesa que dijo ser el famoso clavo. "Todo va bien, el clavo no se ha movido y se mantiene perfecta la línea del hueso". Las cosas van como tienen que ir, según él, y me hizo hincapié, viendo mi insistente impaciencia por empezar a hacer una vida normal, en que tenía que usar el sentido común, no tener prisa, y seguir a rajatabla sus indicaciones si no quería tener problemas en el futuro.
"Le voy a dar la próxima cita para dentro de TRES MESES". ¿¡Cóoomo!? pero, pero, perooooooo "Sí, sí, dentro de tres meses te haces otra Rx y vemos como va la consolidación. Dentro de un mes a partir de hoy, empiezas con una carga parcial, digamos unos veinte kg -a calcular mediante la ayuda de una báscula según un método fácilmente explicado por él-. Así, después de dos meses con la carga parcial, en tu próxima visita, seguramente te quitaré los tornillos de abajo para que el peso de tu cuerpo haga presión en el foco y ayude a la consolidación".
Queda claro, pues. Por lo demás, mi vida debe seguir exactamente igual que hasta ahora: de la cama al sillón, del sillón al sofá, de ahí al WC, y vuelta a la cama a descansar o a hacer mis ejercicios. Lectura, TV, i-net, es el pan mío de cada día.
A continuación le saqué un papelito donde yo llevaba apuntadas una serie de ruegos y preguntas, que fueron más o menos contestadas satisfactoriamente. La última cuestión fue el tema laboral: ¿Cuándo volveré al curro? tenga en cuenta que trabajo en una oficina frente a un ordenador... En ese punto el doctor Belascoaín llegó incluso a esbozar una sonrisa, y me dijo "mira, el momento de tu reincorporación al mundo laboral está tan lejano que no merece la pena ni pensar en eso ahora". Lo cual, la verdad, no me satisfizo mucho porque, si en un par de meses ya no me canso tanto de estar en la misma postura y tengo una cierta autonomía gracias a las muletas y/o la silla de ruedas, no veo porqué no podría volver a la oficina. La respuesta fue clara y contundente: "tú tienes una lesión bastante grave, has pasado por un trance peliagudo, y tanto tu cuerpo como tu mente necesitarán mucho tiempo para recuperarse, pero realmente aún no eres consciente de ello."
Como quiera que yo volviera a insistir sobre tomar una prueba visual de las Rx, y viendo que quizá había sido un poco duro al tumbar todas mis expectativas, decidió dejar que tomara unas vistas con mi aifón, la mejor de las cuales les transmito aquí y ahora, de premio y propina por ser capaces de leer todo este montón de palabras agrupadas a veces sin sentido ni objeto:
La de la izquierda está tomada de frente, y la de la derecha es lateral, como se indica. Se aprecian claramente los diversos fragmentos, y si aguzan la vista podrán notar los agujeritos dejados por la fijación externa. Según don Eduardo, todo va normal, y pronto debería empezar a verse lo que él ha llamado la "nubecilla" o "nubecita", refiriéndose, supongo, al calcio que va uniendo las piezas en el proceso de consolidación, o formación del callo.
Disfruten de la Rx, mi buen trabajo me ha costado conseguirla. Les diré que incluso el doctor miraba hacia otro lado mientras yo tiraba la photo, como no queriendo ver el acto malévolo y delictivo que estaba cometiendo.
sábado, 2 de abril de 2011
reborn: ¡no seas nenaza!
¡No seas nenaza! Tal frase, tan bonita y expresiva, tan misógina, tan despreciativa y ofensiva ella, me fue espetada en toda mi cara en dos ocasiones durante mi estancia en la 320 del HUVR de Sevilla.
No sé si alguno de ustedes sabe lo que es una vía, o han tenido alguna vez puesta alguna, pero aclararé que es un minitubito o catéter que se introduce en una vena del brazo, generalmente cerca del pliegue del codo, o en la muñeca. Este tubito tiene un sistema de racores a los que se conectan botes de perfusión que gracias a la fuerza de la gravedad logran introducir en nuestro cuerpo lo que haga falta, siempre que se trate de líquido, por lo común suero, glucosa, antibióticos, analgésicos, hierro, sangre o lo que haga falta.
Pero ocurre que, con el tiempo, el paso de los días y los litros de líquido, el cuerpo humano, que a veces es sabio, nota que hay algo ahí, algo extraño, y trata de taponarlo mediante la coagulación o algún proceso similar. Entonces hay que "limpiar" o "desatascar" la vía, proceso consistente en, jeringuilla mediante, meter un chute más o menos enérgico de suero a través del racor, que arrastre el coágulo o lo que quiera que lo tapone. Claro, como todo, hay métodos y métodos, y dicho desatascamiento puede ser más o menos suave, más o menos rápido, más o menos delicado. A mí me lo tuvieron que hacer varias veces en las distintas vías que tuve, pero la última de ellas tuve dos especialmente crueles, una en el quirófano para la segunda operación, donde el doctor Manzano, el anestesista que me tocó, no se anduvo con chiquitas al notar que sus botes no se vaciaban al ritmo que a él le gustaba, pero como yo iba ya medio drogado perdido, tampoco lo dí más importancia.
Al día siguiente, por la noche, pedí un poco de analgesía al enfermero de turno, al que habíamos bautizado como "Robocop" en un alarde de originalidad -después supe a través de una auxiliar que ese era su verdadero mote en el hospital, juas-, me hizo una limpieza de vía un poco más bruta de lo normal. Dicha vía se situaba en la mano derecha, en el dorso, algo como esto:
En fin, que Robocop me insufló tal jeringazo que los dedos de la mano se extendieron espontáneamente en un gesto que parecía provocado por una corriente eléctrica... ¡Menuda sensación! Y claro, tuve que exclamar "JODER", y miré mal al enfermero, quien me contesto con una media sonrisa en una mueca torcida de malo de película, se lo juro, me dijo "vamos, no seas nenaza", lo cual, como supondrán, me tocó mucho los huevos. El hijo de la gran puta.
A los cuatro días, en mi fase final de estancia en la 320, después de que ya me hubiera sentado en el borde de la cama un par de veces y todo, y viendo el alta hospitalaria al alcance de la mano, entraron Pablo -un doctor joven, traumatólogo, amigo y vecino de mi hermana María del Mar- y su compañero al que conozco por Doctor Rodríguez -que formó parte del equipo que me practicó la primera intervención, un joven modernito con sendos zarcillos en sus pabellones auditivos-. La visita era ello, una visita, cosa que Pablo, que no me había operado pero que hacía un seguimiento exhaustivo de mi caso, hacía cada vez que podía para ver cómo me encontraba, y me daba algunas explicaciones y consejos. El doctor Belascoaín, que fue el que me puso el clavo había pasado más temprano y se fue bastante satisfecho de cómo iban cicatrizando las heridas que él mismo me había hecho.
De modo que Pablo, situado a mi izquierda -mientras el Dr. Rodríguez se había puesto a la derecha de mi cama-, me iba hablando, y se le veía bastante animado y parlanchín. Es un tipo simpático y muy animoso, agradable y a todo el mundo cae bien. Y me dijo que a ver, que doblara la rodilla lo máximo que pudiera, y yo, allí semitumbado, haciendo un gran esfuerzo, la verdad, doblé como unos treinta grados de mierda. Y Pablo me decía "¿sólo eso? Así no te vamos a dar el alta", y yo "no puedo más, estoy a tope", y la verdad es que lo estaba, había una barrera ahí, en mi rodilla, un muro que impedía que mi talón retrocediera un solo milímetro más hacia mi culo. ¿Que no?, juas juas, y automáticamente, en una coreografía orquestada y sin duda ensayada y practicada con multitud de pacientes anteriormente, Pablo y Rodríguez, cada uno por un flanco, me agarraron el muslo por un lado y el tobillo por el otro, y doblaron brusca, fuerte y bestialmente la pierna.
La sensación fue indescriptible, y tendrán que perdonarme una vez más que no tomara foto ni video del momento. ¿Recuerdan la peli "La Máscara", cuando a Jim Carrey se le salían los ojos de las órbitas al ver al bombón aquél en el club nocturno, como si fuera un dibujito animado? Así, exactamente así se me salieron los ojos de las órbitas mientras gritaba cosas que no recuerdo claramente, algo como "jooooooder, quiiiiiillloooooo, me cago en..." Literalmente, la rodilla iba a estallar, y me parecía realmente que la 320 se iba a llenar de trozitos de pierna de Peter Wash en una explosión inevitable. Y los tíos ahí, apretando con todas sus ganas, y yo no me lo podía creer, en serio, era algo surrealista. Todo esto con mi compañero de dolores Alfonso, del que ya hablé hace unos días, su esposa, mi madre, una visita que había venido a verme, y un tercero que acompañaba a los doctores referidos. Y justo en ese instante, justo en el punto álgido, en la cima del sufrimiento, en el cénit del dolor, me soltó Pablo aquello de "¡no seas nenaza!".
Por fin me soltaron, y noté que mi cuerpo se hundía en el colchón, repentinamente sudoroso, agobiantemente dolorido, jadeando, con la boca abierta en busca de un oxígeno que pulmones atrofiados eran incapaces de asimilar.
Y Pablo insistía en que me tenía que esforzar más, que no estaba haciendo nada de nada, que todo era por mi bien, y se disponía a ejecutar la maniobra de nuevo. Como quiera que a lo mejor viera que yo cerraba mis puños con clara intención de partir mis nudillos en sus caras, parece que recularon un poco. Les dije de todo, que aquello no era ético, que ellos estaban para eliminar mi sufrimiento y no para provocar más, que así no se hacían las cosas, que me podían haber hecho pupa y esas cosas. Lo dicho, una jodida nenaza.
Bueno, hoy puedo decir que, gracias a las enseñanzas de Pablo y su insistencia de que tenía que trabajar al límite del dolor y más allá, hoy, tres semanas después de la operación ya casi doblo completamente la rodilla. Estoy deseando verlo y contárselo.
No sé si alguno de ustedes sabe lo que es una vía, o han tenido alguna vez puesta alguna, pero aclararé que es un minitubito o catéter que se introduce en una vena del brazo, generalmente cerca del pliegue del codo, o en la muñeca. Este tubito tiene un sistema de racores a los que se conectan botes de perfusión que gracias a la fuerza de la gravedad logran introducir en nuestro cuerpo lo que haga falta, siempre que se trate de líquido, por lo común suero, glucosa, antibióticos, analgésicos, hierro, sangre o lo que haga falta.
Pero ocurre que, con el tiempo, el paso de los días y los litros de líquido, el cuerpo humano, que a veces es sabio, nota que hay algo ahí, algo extraño, y trata de taponarlo mediante la coagulación o algún proceso similar. Entonces hay que "limpiar" o "desatascar" la vía, proceso consistente en, jeringuilla mediante, meter un chute más o menos enérgico de suero a través del racor, que arrastre el coágulo o lo que quiera que lo tapone. Claro, como todo, hay métodos y métodos, y dicho desatascamiento puede ser más o menos suave, más o menos rápido, más o menos delicado. A mí me lo tuvieron que hacer varias veces en las distintas vías que tuve, pero la última de ellas tuve dos especialmente crueles, una en el quirófano para la segunda operación, donde el doctor Manzano, el anestesista que me tocó, no se anduvo con chiquitas al notar que sus botes no se vaciaban al ritmo que a él le gustaba, pero como yo iba ya medio drogado perdido, tampoco lo dí más importancia.
Al día siguiente, por la noche, pedí un poco de analgesía al enfermero de turno, al que habíamos bautizado como "Robocop" en un alarde de originalidad -después supe a través de una auxiliar que ese era su verdadero mote en el hospital, juas-, me hizo una limpieza de vía un poco más bruta de lo normal. Dicha vía se situaba en la mano derecha, en el dorso, algo como esto:
En fin, que Robocop me insufló tal jeringazo que los dedos de la mano se extendieron espontáneamente en un gesto que parecía provocado por una corriente eléctrica... ¡Menuda sensación! Y claro, tuve que exclamar "JODER", y miré mal al enfermero, quien me contesto con una media sonrisa en una mueca torcida de malo de película, se lo juro, me dijo "vamos, no seas nenaza", lo cual, como supondrán, me tocó mucho los huevos. El hijo de la gran puta.
A los cuatro días, en mi fase final de estancia en la 320, después de que ya me hubiera sentado en el borde de la cama un par de veces y todo, y viendo el alta hospitalaria al alcance de la mano, entraron Pablo -un doctor joven, traumatólogo, amigo y vecino de mi hermana María del Mar- y su compañero al que conozco por Doctor Rodríguez -que formó parte del equipo que me practicó la primera intervención, un joven modernito con sendos zarcillos en sus pabellones auditivos-. La visita era ello, una visita, cosa que Pablo, que no me había operado pero que hacía un seguimiento exhaustivo de mi caso, hacía cada vez que podía para ver cómo me encontraba, y me daba algunas explicaciones y consejos. El doctor Belascoaín, que fue el que me puso el clavo había pasado más temprano y se fue bastante satisfecho de cómo iban cicatrizando las heridas que él mismo me había hecho.
De modo que Pablo, situado a mi izquierda -mientras el Dr. Rodríguez se había puesto a la derecha de mi cama-, me iba hablando, y se le veía bastante animado y parlanchín. Es un tipo simpático y muy animoso, agradable y a todo el mundo cae bien. Y me dijo que a ver, que doblara la rodilla lo máximo que pudiera, y yo, allí semitumbado, haciendo un gran esfuerzo, la verdad, doblé como unos treinta grados de mierda. Y Pablo me decía "¿sólo eso? Así no te vamos a dar el alta", y yo "no puedo más, estoy a tope", y la verdad es que lo estaba, había una barrera ahí, en mi rodilla, un muro que impedía que mi talón retrocediera un solo milímetro más hacia mi culo. ¿Que no?, juas juas, y automáticamente, en una coreografía orquestada y sin duda ensayada y practicada con multitud de pacientes anteriormente, Pablo y Rodríguez, cada uno por un flanco, me agarraron el muslo por un lado y el tobillo por el otro, y doblaron brusca, fuerte y bestialmente la pierna.
La sensación fue indescriptible, y tendrán que perdonarme una vez más que no tomara foto ni video del momento. ¿Recuerdan la peli "La Máscara", cuando a Jim Carrey se le salían los ojos de las órbitas al ver al bombón aquél en el club nocturno, como si fuera un dibujito animado? Así, exactamente así se me salieron los ojos de las órbitas mientras gritaba cosas que no recuerdo claramente, algo como "jooooooder, quiiiiiillloooooo, me cago en..." Literalmente, la rodilla iba a estallar, y me parecía realmente que la 320 se iba a llenar de trozitos de pierna de Peter Wash en una explosión inevitable. Y los tíos ahí, apretando con todas sus ganas, y yo no me lo podía creer, en serio, era algo surrealista. Todo esto con mi compañero de dolores Alfonso, del que ya hablé hace unos días, su esposa, mi madre, una visita que había venido a verme, y un tercero que acompañaba a los doctores referidos. Y justo en ese instante, justo en el punto álgido, en la cima del sufrimiento, en el cénit del dolor, me soltó Pablo aquello de "¡no seas nenaza!".
Por fin me soltaron, y noté que mi cuerpo se hundía en el colchón, repentinamente sudoroso, agobiantemente dolorido, jadeando, con la boca abierta en busca de un oxígeno que pulmones atrofiados eran incapaces de asimilar.
Y Pablo insistía en que me tenía que esforzar más, que no estaba haciendo nada de nada, que todo era por mi bien, y se disponía a ejecutar la maniobra de nuevo. Como quiera que a lo mejor viera que yo cerraba mis puños con clara intención de partir mis nudillos en sus caras, parece que recularon un poco. Les dije de todo, que aquello no era ético, que ellos estaban para eliminar mi sufrimiento y no para provocar más, que así no se hacían las cosas, que me podían haber hecho pupa y esas cosas. Lo dicho, una jodida nenaza.
Bueno, hoy puedo decir que, gracias a las enseñanzas de Pablo y su insistencia de que tenía que trabajar al límite del dolor y más allá, hoy, tres semanas después de la operación ya casi doblo completamente la rodilla. Estoy deseando verlo y contárselo.
reborn: feeling good
Ya he hecho referencia en este, mi íntimo y a veces retrospectivo bloc, al complejo mundo de las casualidades. Especialmente a la reiterada coincidencia entre mi estado de ánimo y una canción que aleatoreamente llega a mis oídos.
Una vez más ello ha tenido lugar, hace escasos minutos. Después de una anodina mañana, sólo amenizada por los entrenamientos de las motos de Jerez, con un Crivillé más locuaz que de costumbre y un Ernest Rivera bastante apagado y venido a menos -gracias a una dolencia gástrica, mira tú qué bien nos ha venido a todos los miles y millones de aficionados que de este modo no lo hemos tenido que sufrir-. Después de un mediodía nublado, con el Sol intentando salir de su escondite sin lograrlo del todo. Después de salir a mi minipatio a dar unas veinte vueltas en silla de ruedas a la mesa de jardín que se sitúa en su centro, unas cuantas en un sentido y otras tantas en el contrario. Después de leer unas cien páginas del libro que ahora domina mi mesita auxiliar, y después de pasar horas abandonado, solo en casa, ya que el limitador se ha llevado a los niños a un partido benéfico de bomberos Vs famosos, y luego a almorzar al BK... Bueno, pues después de todo eso me ha tocado almorzar los restos de un cocido magnífico de garbanzos y lo que ha sido el primer gazpacho de la temporada -preparado al que soy un grandísimo aficionado, casi adicto-.
Más tarde ha sido inevitable una siesta de unos 25 minutos, inevitable y poco conveniente dados mis problemas de insomnio, pero ese tema lo dejaré para otra entrada.
Una pena que no haya tomado alguna photo de los platos para ilustrar y dar un poco de color a esta entrada, no se me ha ocurrido, la verdad. Pero es que, ¡qué coño! mi vida no transcurre en torno a este jodido bloc.
En definitiva, que a eso de las cinco estaba ya un poco molesto de estar sentado en el mismo sitio, con la misma postura, y me he dirigido a mi cama a realizar los pertinentes ejercicios. Para ello en esta ocasión he ido provisto de mi iPod, escuchando a Muse, ese artista un poco anómalo, un tanto genial, un poco desconocido para algunos, pero amado por muchos. Hoy he cambiado la rutina de flexiones y ejercicios isométricos, y he acabado tumbado boca abajo, ciertamente cómodo, con ese bienestar que te queda después de machacarte fìsicamente, y justo, justo en ese momento, ha saltado en mis auriculares este magnífico tema que estoy seguro todos ustedes conocen, pero no saben ni quien lo canta ni porqué, pero tampoco importa!!!:
Edición dos años y medio más tarde: el video ha sido borrado, y no recuerdo que canción era. Pero el sentimiento está ahí. Disculpen.
Una vez más ello ha tenido lugar, hace escasos minutos. Después de una anodina mañana, sólo amenizada por los entrenamientos de las motos de Jerez, con un Crivillé más locuaz que de costumbre y un Ernest Rivera bastante apagado y venido a menos -gracias a una dolencia gástrica, mira tú qué bien nos ha venido a todos los miles y millones de aficionados que de este modo no lo hemos tenido que sufrir-. Después de un mediodía nublado, con el Sol intentando salir de su escondite sin lograrlo del todo. Después de salir a mi minipatio a dar unas veinte vueltas en silla de ruedas a la mesa de jardín que se sitúa en su centro, unas cuantas en un sentido y otras tantas en el contrario. Después de leer unas cien páginas del libro que ahora domina mi mesita auxiliar, y después de pasar horas abandonado, solo en casa, ya que el limitador se ha llevado a los niños a un partido benéfico de bomberos Vs famosos, y luego a almorzar al BK... Bueno, pues después de todo eso me ha tocado almorzar los restos de un cocido magnífico de garbanzos y lo que ha sido el primer gazpacho de la temporada -preparado al que soy un grandísimo aficionado, casi adicto-.
Más tarde ha sido inevitable una siesta de unos 25 minutos, inevitable y poco conveniente dados mis problemas de insomnio, pero ese tema lo dejaré para otra entrada.
Una pena que no haya tomado alguna photo de los platos para ilustrar y dar un poco de color a esta entrada, no se me ha ocurrido, la verdad. Pero es que, ¡qué coño! mi vida no transcurre en torno a este jodido bloc.
En definitiva, que a eso de las cinco estaba ya un poco molesto de estar sentado en el mismo sitio, con la misma postura, y me he dirigido a mi cama a realizar los pertinentes ejercicios. Para ello en esta ocasión he ido provisto de mi iPod, escuchando a Muse, ese artista un poco anómalo, un tanto genial, un poco desconocido para algunos, pero amado por muchos. Hoy he cambiado la rutina de flexiones y ejercicios isométricos, y he acabado tumbado boca abajo, ciertamente cómodo, con ese bienestar que te queda después de machacarte fìsicamente, y justo, justo en ese momento, ha saltado en mis auriculares este magnífico tema que estoy seguro todos ustedes conocen, pero no saben ni quien lo canta ni porqué, pero tampoco importa!!!:
Edición dos años y medio más tarde: el video ha sido borrado, y no recuerdo que canción era. Pero el sentimiento está ahí. Disculpen.
viernes, 1 de abril de 2011
reborn: un paseo
Hoy, prácticamente cuando el calendario ha marcado un mes desde el incidente, uno de los meses más largos del año en general, y de mi vida en particular, hoy he hecho acopio de valentía y pundonor, he bajado los nueve escalones que separan la calle de mi hogar, y me he dejado llevar en una silla de ruedas prestada por alguien a quien ni siquiera conozco.
Mi limitador era la conductora-guía, y el recorrido tampoco es que haya sido una maratón, pero sí suficiente para mí, que llevo tanto tiempo sin ver la luz del sol. Un clima magnífico ha ayudado a que rápidamente oleadas de placer inundaran mi ser. O sea, vamos a ver, tampoco ha sido orgásmico, pero sí me he sentido muy bien.
Mientras el limitador compraba algo en la frutería y luego en la mercería, yo me colocaba cara al sol, tal un lagarto en temporada. Los ruidos de la calle me han llegado nítidos, los olores de la ciudad, las voces -a veces escandalosas- de mis congéneres, de mi prójimo, me han ensordecido en algún momento. Pero al prójimo hay que amarlo como a uno mismo. Ja.
De vuelta, hemos parado en el bar Ziaro, donde me he tomado muy gustosamente una cerveza y una tapa de ensaladilla. Lamentablemente, cuando llevaba aproximadamente una hora sentado en la silla, he comenzado a sentirme incómodo, molesto, dolorido. Era algo previsto, no me ha cogido por sorpresa, de manera que hemos levantado el campo rápidamente, y mi querido limitador ha podido comprobar en sus carnes lo duro que puede ser empujar cuesta arriba a un lisiado.
Al llegar a casa me he tenido que acostar un rato, para calmar la pierna, y he podido pensar y meditar sobre la experiencia que, si los elementos son propicios, repetiré en cuanto pueda.
Aquí les dejo la prueba pictográfica fehaciente, y les ruego se abstengan de hacer comparaciones con personajes fallecidos, paupérrimos y otras gracietas al uso, que el horno no está para bollos:
Mi limitador era la conductora-guía, y el recorrido tampoco es que haya sido una maratón, pero sí suficiente para mí, que llevo tanto tiempo sin ver la luz del sol. Un clima magnífico ha ayudado a que rápidamente oleadas de placer inundaran mi ser. O sea, vamos a ver, tampoco ha sido orgásmico, pero sí me he sentido muy bien.
Mientras el limitador compraba algo en la frutería y luego en la mercería, yo me colocaba cara al sol, tal un lagarto en temporada. Los ruidos de la calle me han llegado nítidos, los olores de la ciudad, las voces -a veces escandalosas- de mis congéneres, de mi prójimo, me han ensordecido en algún momento. Pero al prójimo hay que amarlo como a uno mismo. Ja.
De vuelta, hemos parado en el bar Ziaro, donde me he tomado muy gustosamente una cerveza y una tapa de ensaladilla. Lamentablemente, cuando llevaba aproximadamente una hora sentado en la silla, he comenzado a sentirme incómodo, molesto, dolorido. Era algo previsto, no me ha cogido por sorpresa, de manera que hemos levantado el campo rápidamente, y mi querido limitador ha podido comprobar en sus carnes lo duro que puede ser empujar cuesta arriba a un lisiado.
Al llegar a casa me he tenido que acostar un rato, para calmar la pierna, y he podido pensar y meditar sobre la experiencia que, si los elementos son propicios, repetiré en cuanto pueda.
Aquí les dejo la prueba pictográfica fehaciente, y les ruego se abstengan de hacer comparaciones con personajes fallecidos, paupérrimos y otras gracietas al uso, que el horno no está para bollos:
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