domingo, 24 de abril de 2011

Tres eran tres

Tiempo libre significa, para mí, cine, lectura, internet. Cine casero, se entiende. Y con esto de las pelis online, no sólo ahorro euros, que nunca viene mal, sino que puedo ver cine prácticamente a la carta.
Es cierto que la calidad, en algunas ocasiones, deja bastante que desear, pero también hay que estar mínimamente avispado para saber elegir qué filmes visionar de este modo, y qué otros trabajos dejar para la gran pantalla, o el DVD original más adelante.
Así, durante la semana pasada vi un par de películas, "Skyline" y "Sin Límites", y ayer visioné "Código Fuente".



Hablaré de ellas en orden cronológico. Soy un amante de la Ciencia Ficción, ya desde bien chico, prácticamente desde que aprendí a leer. Lo que me lleva a tragarme numerosas pelís de esta temática que, en su mayoría, son auténticos bodrios. En esta nueva era de la perfección en los efectos especiales, ya casi cualquiera puede hacer una peli más o menos perfecta técnicamente, aunque su argumento sea un puto churro, si es que lo tiene. Es el caso de "Skyline". Recibe este título porque parte de la trama -aunque tal cosa no exista, en verdad- ocurre en un ático y se puede ver la "línea del cielo" de la ciudad donde se desarrolla la acción. No voy a explicar ahora aquí lo que es el skyline de una gran ciudad, eso es de cultura general, y si no, tiren ustedes de google.



La recurrente temática de una invasión alienígena llega a aburrir. Casi al mismo tiempo se ha estrenado "Invasión a la Tierra: Batalla en Los Angeles", que empezé a ver pero la dejé al cuarto de hora más o menos viendo cómo iba la cosa. En ambas encontramos algunos denominadores comunes: somos invadidos por una fuerza extraterrestre que nos ataca de forma inmisericorde, no se sabe ni se explica en ningún momento porqué, ni qué pretenden, ni de dónde vienen, ni cuál es su objetivo. En "Skyline", y ojo porque ahora van unos cuantos spoilers que explican algo importante de la película, aparecen unas naves gigantescas, de las que salen dos o tres tipos de entes alienígenas, algunos de ellos de tamaño gigantesco, que se apropian de los cerebros de los humanos que son capturados para sus propios fines. Fin. Porque sencillamente de eso va todo. La acción se desarrolla siguiendo a unos protas que no hacen sino huir y huir y huir constantemente, pero da igual, los aliens dominan todo, son poderosos, sus armas cojonudas, y tienen una capacidad de autoregenerarse asombrosa. Al final, los protas son abducidos y sus cerebros arrancados para formar parte de los cuerpos de nuevos alienígenas. ¿Segunda parte a la vista? Espero que no, la verdad.



El tema está bastante manido, como digo, y ya desde hace cincuenta años se hacen este tipo de películas con más o menos suerte o acierto.
La última que me gustó de verdad fue una protagonizada  por Tom Cruise, en verdad un remake del original, con final feliz y todo, pero dejando también muchas preguntas sin contestar: quién, porqué.


Después del rancio sabor de boca de la peli anterior, me dispuse a disfrutar de "Sin límites". Aunque parezca el título de una peli protagonizada por Lucía Lapiedra, nada más lejos de la realidad. Lo que al principio parece un trabajo de estética dudosa, sucios escenarios, y harapientos y descuidados personajes, pronto se torna en un experimento interesante -rayano en la ciencia ficción, por cierto, se ve que tengo un influjo especial para escoger-. El título original en inglés es "Limitless", que significa "ilimitado". Dejo a sus entendederas si ello es lo mismo que "sin límites" o no.
El actor protagonista, Bradley Cooper, encarna a un mediocre escritor llamado Eddie Morra, que vive prácticamente en la indigencia, pero su vida da un giro en cuanto un viejo amigo le da a conocer el NZT, un medicamento revolucionario que le permite aprovechar su potencial mental por completo. Con cada impulso nervioso, Eddie puede recordar absolutamente todo lo que ha leído, visto o escuchado, aprender cualquier idioma en un día, entender ecuaciones complejas y encantar a todo aquel con el que se cruce. Todo ello siempre que continúe tomando la droga experimental, claro está.



Eddie no tardará en conquistar Wall Street, convirtiendo un pequeño capital en millones. Sus hazañas llaman la atención del magnate Carl Von Loon (Robert De Niro), quien le invita a a participar en la fusión corporativa más grande de la historia. Pero Eddie también llama la atención de personas desesperadas por hacerse con un alijo de NZT. Con su vida amenazada y las consecuencias brutales de los efectos secundarios de la droga, Eddie esquiva acosadores misteriosos, un gangster vicioso y una investigación policial intensa, mientras intenta aferrarse a su menguante suministro el tiempo suficiente para zafarse de sus enemigos.
La peli tiene una acción in crescendo, mantiene el interés cada minuto de su metraje, y da algún que otro giro en los momentos oportunos. El guión es bueno, algunos diálogos son brillantes, los actores, todos, lo hacen de puta madre. En definitiva, peli totalmente recomendable, imperdible.

Por último, "Código Fuente", que puede recordarnos a anteriores experimentos como "Atrapado en el Tiempo (El día de la marmota)", o "Déjâ vue", en verdad se deja ver bastante bien. Protagonizada por Jake Gyllenhaal, a quien pudimos ver en la aburridísima y sobrevalorada "Brokeback Mountain", o en la magnífica "Hermanos".



Como aliciente significativo, hay que alabar la elección del par de actrices acompañantes, que están buenísimas ambas, pero el filme adolece de un fallo garrafal y común a otras obras de ciencia ficción de análogo o similar planteamiento, que es querer dar una explicación plausible a los fenómenos que estamos presenciando. No, oiga, no. Porque eso no hay quien se lo trague. Déjense de intentar dar un toque de racionalidad, enmascarada de física nuclear y palabros rimbombantes. Hubiera quedado mejor si no se trata de dar credibilidad a los constantes viajes hacia atrás, y el porqué de un límite temporal de ocho minutos para solucionar un problema, y ¿qué coño es eso de realidades alternativas o paralelas? Porque si soluciona el problema en una realidad paralela en el universo del código fuente, por su propio concepto no servirá de nada en la realidad actual, en la nuestra. Quizá esto les suene a chino, pero si ven la peli comprenderán enseguida de qué les hablo.



Por ejemplo, en la obra maestra llamada "Doce Monos", protagonizada por Bruce Willis, la trama es muy similar -no quiero pensar que ayer vi un plagio modernizado, la verdad-, hay unos constantes viajes en el tiempo, envían a Willis al futuro, o al pasado, para averiguar algo, todo en un ambiente casi kafkiano, pero en ningún momento se intenta dar una explicación al cómo, o al porqué: ello se va descubriendo conforme pasan los minutos. Pero, claro, me he vuelto un poco gilipollas si en verdad quiero comparar "Doce Monos" con "Código Fuente", sencillamente porque ésta no le llega a la suela de los zapatos a aquélla.
Pero se ve más o menos bien, se pasa un rato entretenido, la verdad, y la chica morena está muy rica.

Bueno, pues hasta aquí la extensa entrada de hoy, espero no haberles aburrido demasiado. Un beso y adiós.

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