Innumerables veces hemos pasado por una pista que transcurre junto a la parte más baja de la famosa cuesta, incluso una vez dimos un rodeo enorme para verla desde arriba. La hemos subido y bajado a pie, y así llevamos dos temporadas. La temporada pasada nos marcamos como meta final hacerla, pero llegó el Covid19, y con ello el confinamiento. Toda intención quedó abruptamente interrumpida el 15 de marzo.
Ahora, con renovadas ganas, y animado por múltiples causas motivadoras, en el transcurso de un inocente paseo improvisado de última hora, en la típica parada en la base del cortafuegos miré hacia arriba y me lancé con la 690 mientras Perico, atónito, totalmente offside, se llevaba las manos a la cabeza...
Me quedé a la mitad por culpa de unos regueros y grietas que encontré en mi línea de subida, sin darme tiempo a pasarme a la otra línea paralela y tuve que parar perdiendo toda la inercia. Fue imposible arrancar de nuevo porque la rueda patinaba, aunque lo intenté todo. De modo que cautamente di la vuelta y bajé, acción que sí pudo quedar inmortalizada gráficamente por mi estupefacto compañero de ruta:
Continuamos por otros derroteros sin más transcendencia que un gran disfrute por un cortafuegos lleno de toboganes, curvas y firme contraperaltado: muy divertido.
El primer paseo offroad de la temporada 20-21, un poco tarde porque no llovía, y aún así, a pesar de lo que cayó la semana pasada, el terreno está tremendamente seco. Hace falta agua en este campo de Huelva, agua que de vida, verdor, barro, charcos y tracción.