Aproveché un par de días de visita en Dos Hermanas, para darle una vuelta a los viejos y celebrar el cumple-santo de la suegra, para dar un paseo en bici.
Ya saben ustedes, si suelen perder el tiempo en pasarse por éste, mi bloc, que allí guardo celosamente una Kona Hei Hei '97 para estos menesteres. ¿Qué mejor bici para "disfrutar" de esas pistas interminables? Es cierto que el terreno no acompaña para producir sensaciones emocionantes, por su planitud y ausencia de senderos revirados, y hay que echar mano de mapa, imaginación y ganas para lanzarse a recorrer territorio.
Aproveché que paré a marcar el terreno con una meada para tomar esta instantánea:
El suelo absolutamente seco, esa tierra parduzca, o a ratos más tipo albero, un poco de carril bici, otro poquillo de asfalto... todo vale para completar algo mínimamente disfrutable.
Al final, una capa de polvo cubría el titanio de la Kona, y hubo que pegarle un manguerazo:
La ruta, de unos 46 km, tiene una forma que recuerda vagamente al número ocho:
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