viernes, 31 de julio de 2015

Los kailu

Vista de la playa de La Canaleta cuando el viento iba in minuendo
Por fin una tarde medio qué. Y digo medio qué porque supo a poco, al menos a mí, aunque debo reconocer que casi hora y media de intensa actividad casi me llevó al límite de mis fuerzas. Muy cansado, pero tremendamente contento, me acerqué al chiringuito Mosquito a por una botella de agua y no pude evitar compartir un tercio de cerveza bien fresca para celebrar la navegada junto a mi limitador de velocidad, Pipo y Emilio, kiteros a la sazón que también tenían una cara de fantástica alegría tras demasiados días con flojas brisas impracticables para ellos.

Cuando llegué y vi el panorama, no dudé en montar ese kite un poco más pequeño del que yo estoy acostumbrado que, aún teniendo mis reservas, pude comprobar que no sólo me llevaba con potencia suficiente, sino que me elevaba por los aires con presteza, potencia y velocidad. Me dediqué a perfeccionar los backrolls y las transiciones, y me harté de hacer kailu a mogollón, si me perdonan la expresión (comprendan que la emoción es en mí, incluso ahora al recordar la acción).

Ah, el kailu. Sí, ese movimiento tan temido como amado. Cuando uno comprende la técnica implicada, y aprende a ejecutar los movimientos con determinación, puede llegar a darse cuenta, cuidado, de que no es tan difícil. Pero nunca hay que perder el respeto a esta maniobra que puede hacer que una esplendorosa volada se convierta en aterrizaje forzoso a velocidad extrema desde altura considerable...

It´s easy, nos dice Dimitri en este cachondo video que les cuelgo aquí y ahora: 

http://youtu.be/GbEIlX-5W5Q

jueves, 30 de julio de 2015

freedom

¿Acaso es la libertad un estado de la mente?



Estoy seguro de que sí, en muchísimas ocasiones.

maravilla



Uno ve preparaciones como ésta, que en verdad no son preparaciones, sino la culminación de un proceso de construcción y diseño ad hoc, con un montón de piezas hechas ex profeso para la máquina en cuestión, y no puedo sino preguntarme si esta moto, que en verdad es una motocicleta, será conducible.

¿Será conducible? Y si lo es, ¿hasta qué punto? Después, además, me asaltan otras preguntas obvias: 
- ¿Por qué ese mojón de motor, que ni es bonito, ni es potente, ni es un clásico, ni evoca a nada más que fue montado en un mojón de moto en su día? ¿Ein?
- Me alucina la elección de un basculante de Ducati **9 de primera generación, y las tijas indican similar procedencia. La quilla que hace depósito de aceite es brutal, así como el trabajo del depósito de aluminio, y el fantástico sillín. Me quito el sombrero. La moto es espectacular, pero con otro motor hubiera quedado infintamente mejor, sin duda. 
Un motor de Yamaha TRX, sin salir de la marca donante, le hubiera dado un carácter muy distinto y mucho más "cafetero", estoy seguro.

Una pena que las restrictivas, hasta un nivel kafkiano, leyes que restringen nuestra capacidad de creación, no permitan que veamos maravillas como esa por nuestras calles y carreteras...

jueves, 23 de julio de 2015

tiempo libre?

La cultura de las cosas innecesarias

En Occidente, el estilo de vida de gastar dinero en cosas innecesarias ha sido deliberadamente cultivado y promovido por las grandes compañías. Empresas pertenecientes a todos tipo de industria han hecho, durante décadas, un gran esfuerzo para el apogeo de la fuerte tendencia de los consumidores en ser descuidados con su dinero.
Las firmas buscan alentar al público a realizar compras no esenciales cada vez que pueden.
En el documental “The Corporation”, una sicóloga especialista en marketing desveló uno de los métodos que ella utilizaba para aumentar las ventas. Su equipo de trabajo, realizó un estudio en el cual se analizó el efecto que tienen las insistencias de los niños en los padres y el grado de incidencia que éstas tienen en la probabilidad de que los padres les compren un juguete. Con el estudio, se percataron de que del 20% al 40% de las compras de juguetes por parte de los padres no se hubiesen realizado si el niño no le hubiese insistido a sus padres y una de cada cuatro visitas a parques temáticos no hubiese sucedido.
Utilizaron estos estudios con el objetivo de publicitar sus productos directamente a los niños, alentándolos a que éstos demanden e insistan a sus padres que les compren los productos.
Esta campaña de marketing representa a miles de millones de euros que han sido gastados por acciones similares. Y lo más terrible es que va dirigida a los niños, pequeños seres con mentes inmaduras, poco formadas, susceptibles de ser manipulados y manejados, tal y como los resultados demuestran claramente.

“Puedes manipular a los consumidores haciéndolos querer ciertas cosas y por lo tanto que quieran comprar tus productos. Es un Juego”, afirmó Lucy Hughes, co-creadora de “The Nag Factor”.
Este es sólo un pequeño ejemplo de algo que ha sucedido durante mucho, mucho tiempo. Las grandes compañías no ganaron sus millones de dólares promoviendo honestamente la virtud de los productos que ofrecen, sino que lo hicieron creando una cultura que influyó a millones de personas que compran mucho más de lo que necesitan y que intentan deshacerse de su falta de satisfacción a través del dinero.

Compramos cosas para intentar subirnos el ánimo, para estar tener lo mismo que el vecino, para completar la visión que tenemos desde niños sobre cómo será el ser adulto, para publicar nuestro estatus al mundo y por muchas otras razones sicológicas que poco tienen que ver con el verdadero uso del producto a comprar. ¿Cuántas cosas tienes en tu bodega o garaje que no has utilizado durante el último año?


La verdadera razón detrás del horario de trabajo de 40 horas a la semana 

La herramienta que han utilizado las grandes compañías para mantener este tipo de cultura empresarial es plantearla como si fuera el estilo de vida más normal. Yo, personalmente, llevo toda la vida escuchando lo de la jornada de 8 horas (40 horas a la semana), y parece que es un logro increíble e impresionante rebajar ese horario...
Bajo estas condiciones de trabajo, los empleados se ven obligados a construir su vida en las tardes y durante el fin de semana. Este tipo de horario, nos fuerza a tener muy poco tiempo libre, lo cual provoca que nos inclinemos naturalmente a gastar una gran cantidad de dinero en entretenimiento y productos y servicios. Y lo peor es que este es un proceso en el que uno entra casi sin darse cuenta, forma parte de nuestras vidas como algo normal, como que tiene que ser así y no de otro modo, sin que podamos hacer nada por evitarlo. Lo recibimos como algo automático, inamovible.
Con este ritmo de trabajo, se eliminan ciertas actividades tales como caminar, hacer ejercicio, leer, meditar y escribir. Actividades todas ellas que como única similitud notoria es que cuestan muy poco dinero (o nada), pero consumen tiempo.
De pronto, me doy cuenta de que con el paso del tiempo, y si uno avanza en su puesto laboral, tengo mucho más dinero y mucho menos tiempo.
Cosas tan sencillas como pasar el día recorriendo un parque nacional o leyendo un libro en la playa, se convierten en actividades que son algo así como imposible. Hacer cualquiera de ellas implicaría utilizar un día de fin de semana, los cuales, por lo mismo, han pasado a ser mis días más preciados.

Lo último que quiero hacer cuando vuelvo a mi casa luego de trabajar es hacer ejercicio. Es también la última cosa que quiero hacer después de comer, antes de irme a dormir o cuando me levanto en las mañanas, y ese es todo el tiempo que tengo libre durante los días de la semana.

Este parece ser un problema que tiene una simple respuesta: trabaja menos para así tener más tiempo libre.

He comprobado que puedo vivir un estilo de vida que me hace sentir lleno y realizado, con menos dinero del que estoy ganando hoy en día. Desafortunadamente, en lo que yo trabajo, y en muchas otras ramas laborales, esto es casi imposible. O trabajas 40 o más horas a la semana, o no trabajas ninguna.

El día de trabajo de 8 horas de duración fue desarrollado durante la revolución industrial en Inglaterra durante el siglo XIX, como un método que buscaba proteger a los trabajadores que estaban siendo explotados mediante jornadas laborales de 14 ó 16 horas diarias.
A medida que la tecnología y los métodos fueron avanzando, los trabajadores de todas las industrias fueron capaces de producir mucho más valor, en una cantidad menor de tiempo. Si bien lo lógico sería pensar que esto conllevaría a jornadas laborales más cortas, la estandarización de 8 horas de trabajo por día genera demasiados beneficios a las grandes industrias, lo cual no se debe a la cantidad de trabajo que los empleados pueden hacer en ocho horas (el empleado promedio de oficinas logra trabajar solo 3 de las 8 horas, dato increíble) sino que los convierte en un público de compradores felices. Esta es una de las claves del sistema del que formamos parte.
Me explico: el hecho de permitirle a los empleados tener poco tiempo libre implica que la gente tenderá a pagar más por conveniencia, gratificación y cualquier otro tipo de alivio que crean que pueden comprar. Los mantiene viendo la televisión y sus comerciales. Los hace perder cualquier tipo de ambición fuera del trabajo.
Hemos sido conducidos a una cultura que ha sido diseñada para hacernos sentir cansados, hambrientos de satisfacción, dispuestos a pagar grandes sumas por obtener conveniencia y entretenimiento y lo más importante, hacernos sentir vagamente poco satisfechos con nuestras vidas para que así, continuemos queriendo las cosas que no tenemos.
Compramos en exceso ya que siempre sentimos que nos falta algo.
Las economías occidentales, y cada vez más también las del resto del planeta, han sido construidas calculadamente para fomentar la gratificación, la adicción y los gastos innecesarios. Gastamos para subir nuestro ánimo, para recompensarnos, para celebrar, para arreglar problemas, para mejorar nuestro estatus y para aliviar nuestro aburrimiento.

¿Se pueden imaginar que pasaría si todos dejáramos de comprar cosas que no necesitamos y que no agregan ningún valor duradero a nuestras vidas? La economía colapsaría y no se recuperaría nunca seguramente. Formamos parte de una maquinaria virtual, artificial, innecesaria, pero es absolutamente impensable su destrucción, porque conllevaría la de la propia sociedad.

Todos los problemas que han sido bien publicitados incluyendo la obesidad, contaminación y corrupción, son la consecuencia de crear y mantener una economía de billones de euros. Para que la economía se mantenga “saludable”, el planeta entero debe continuar siendo poco saludable. Las personas saludables y felices no sienten que necesitan más cosas de las que tienen, y eso quiere decir que no compran mucha porquería, no necesitan tanto entretenimiento y no terminan viendo una gran cantidad de comerciales.

La cultura del trabajo de ocho horas al día es la herramienta más poderosa de las grandes empresas para mantener a la gente en este estado de falta de satisfacción en el que la forma de arreglar cualquier problema es comprando algo nuevo.

Pasamos ahora a otra curiosidad: la Ley de Parkinson, según la cual, mientras más tiempo te den para hacer algo, más tiempo te tomará hacerlo. Es increíble todo lo que puedes lograr hacer en veinte minutos, si es que veinte minutos es todo el tiempo que tienes para hacerlo. Sin embargo, si tuvieras toda la tarde, probablemente te tomaría más tiempo. Incluso toda la tarde.

La mayoría de nosotros tratamos el dinero de la misma manera. Mientras más generamos, más gastamos. No es que repentinamente necesitemos comprar más sólo por que estamos generando más, sino que podemos hacerlo y por lo tanto, lo hacemos. De hecho se nos hace bastante difícil evitar aumentar nuestra calidad de vida (o al menos, nuestro nivel de gasto) cada vez que nos dan un aumento de salario.

En conclusión, no creo que sea necesario escaparse del sistema e irse a vivir al bosque en plan ermitaño. Sin embargo, podríamos con certeza mejorar en cuanto a lograr entender lo que las grandes empresas quieren que seamos. Ellos han estado trabajando durante décadas con el objetivo de crear millones de consumidores ideales y han acertado. A menos que seas una excepción, es muy probable que tu estilo de vida ya haya sido diseñado.

El consumidor perfecto es aquel poco satisfecho pero esperanzado, poco interesado en desarrollarse personalmente, acostumbrado a ver televisión, a trabajar a tiempo completo, a ganar una cantidad de dinero justa, a intentar lograr satisfacer sus necesidades durante su tiempo libre y lograr vivir.

¿Te pareces a este consumidor?

Debes tratar de buscar tu libertad. Sé libre.

martes, 21 de julio de 2015

el tamaño importa

La Galaxia de la Vía Láctea o simplemente Vía Láctea es la galaxia espiral en la que se encuentra el Sistema Solar y, por ende, la Tierra. Según las observaciones, posee una masa de 1012 masas solares y es una espiral barrada. Su diámetro medio se estima en unos 150 000 años luz, equivalentes a casi un trillón y medio de km ó 9480 millones de Unidades Astronómicas (una UA es equivalente a la distancia media entre el Sol y la Tierra, unos 150.000 millones de kilómetros). Se calcula que contiene entre 200 000 millones y 400 000 millones de estrellas. La distancia desde el Sol hasta el centro de la galaxia es de alrededor de 27.700 años luz, es decir, el 55 % del radio total galáctico. La Vía Láctea forma parte de un conjunto de unas cuarenta galaxias llamado Grupo Local.

Se denomina Grupo Local al grupo de galaxias en el que se encuentra la nuestra, la Vía Láctea.
Está dominado por tres galaxias espirales gigantes, Andrómeda, la Vía Láctea y la Galaxia del Triángulo. El resto de galaxias, unas 30, son más pequeñas; muchas de ellas son galaxias satélite de una de las mayores.
Las galaxias libres giran en torno al centro de masas del grupo, situado entre Andrómeda y la Vía Láctea. Además, nuestro Grupo Local está contenido dentro del supercúmulo de Virgo, cuyo centro gravitatorio es el denominado Gran Atractor, hacia el cual se dirige el Grupo Local.

Se ha observado que Andrómeda y nuestra galaxia se acercan rápidamente a una velocidad de unos 300.000 km/s, lo que plantea que pueda producirse una colisión entre ambas dentro de unos 3.000 a 5.000 millones de años, según la masa que tengan estas galaxias. De producirse, tal choque no debe entenderse como el que tiene lugar entre dos cuerpos sólidos, sino que las galaxias se atravesarían la una a la otra produciendo una devastación total. Como resultado, una parte del material de ambas se dispersaría y el resto formaría una nueva galaxia, probablemente elíptica. Si en vez de un choque de este tipo lo que tiene lugar es una aproximación, ambas galaxias se deformarían y una parte del material de cada una de ellas escaparía o se mezclaría, tanto más, cuanto mayor fuera la aproximación, hasta acabar también fundiéndose los restos en una galaxia elíptica, en la que eventualmente acabarían las demás galaxias del grupo.

Fuente de todo lo expuesto: Wikipedia.



El tamaño lo es todo. Pero cuando uno vive encerrado en un antropocentrismo generalizado, se pierde la perspectiva de lo que realmente somos, de dónde estamos...  Aparecen las eternas preguntas que han llevado al miedoso hombre a cuestionarse el propósito de su propia existencia, y de ahí a la creación de las religiones y líneas de pensamiento afines.
Sólo en la Vía Láctea hay entre 200.000 y 400.000 millones de estrellas. La nuestra, el Sol, es sólo una de ellas. Pensar que estamos solos en el Universo es algo tan pueril y propio de un idiota sin visión de la realidad que le rodea como que una hormiga obrera crea que su reina es Dios y que están solos en su pequeña porción de cien metros cuadrados a los que se puede expandir su hormiguero en el mejor de los casos...
Ridículo.

racismo


By limiting access to surf spaces based on residential location, localism directly supports exclusion based on racism

Y debe entenderse aquí al racismo no desde un punto de vista estrictamente etnocéntrico, está claro. No debemos agarrárnosla con papel de fumar. 

A pesar de que no hay muchos surferos que admitan que les gusta o practiquen el localismo, es cierto que, sin duda, está ahí, y de hecho permanece como parte de la cultura del surf. No se puede negar la evidencia.
Pero, antes de seguir, ¿qué es el localismo en el surf? El localismo establece que un grupo de personas pertenece a un cierto espacio, y que ese espacio a su vez les pertenece. Así, a menudo, la frecuencia con la que un individuo surfea en un spot, revela cómo de cerca vive de la costa.
No es raro encontrar pintadas y avisos del tipo "si no vives aquí, no surfees aquí (if you don´t live here, don´t surf here)", "invasores deben morir (invader must die, death to invaders)", o "sólo locales (locals only)", en el camino a la playa, exhibiendo la hostilidad que espera a los surferos no locales en la rompiente.
Limitando el acceso a espacios de surf basándose en el sitio de residencia, el localismo apoya la exclusión basada en el racismo, pero no un racismo por motivo de raza, sino por domicilio, por residencia. Quizá sea más adecuado el término xenofobia, que es el odio, rechazo, hostilidad al de fuera. 

El localismo existe en un perpetuo estado de transformación, adaptándose continuamente, mutando y ajustándose a la sociedad que lo sostiene.
Pero para comprender esto mejor, hay que tener algunos factores en cuenta, y con ello no quiero, ni mucho menos, hacer una defensa o justificación de esta práctica. La principal causa del localismo es la masificación. La popularidad de los deportes acuáticos hoy en día motivan el rechazo hacia el de fuera. Pero no porque sea de fuera, sea de donde sea, sino porque su mera presencia impide la práctica habitual y normalizada de nuestra afición preferida.
De todos es sabido que en verano las playas se llenan, y con ello, también los practicantes de deportes que no aparecen en los restantes diez meses del año. Eso jode a muchos que, por lo general, pueden adoptar tres posturas: a) dejar de hacer surf durante esa época; b) intentar seguir haciéndolo como siempre, compartiendo como buenamente se pueda; y c) tomar un papel activo en el repudio, acoso, incluso violencia física, sobre el no local. Pinchar las ruedas del coche, arañar la carrocería, robar material, incluso llegar a las manos (dentro y fuera del agua, indistintamente), son conductas que tienden a proteger un espacio vital para la práctica del surf por parte del local.

Si no hubiera masificación, no habría localismo, así de sencillo. 

Como ven, no todo es paz y amor en el mundo del surf. No se dejen engañar ni seducir por los seudohippys en sus furgonetas camperizadas, los atuendos de colores, los porritos al atardecer, y los litros de birra en grupo junto a una hoguera. Esos mismos te partirán la cara si osas inmiscuirte en su cala favorita. 

Poco a poco, el localismo se va extendiendo, cada vez son más las playas y spots más frecuentados por una marabunta de nuevos practicantes de surf, windsurf y kitesurf. Incluso los de pádel surf se meten en la misma liga. Y ya no es una lucha contra el de fuera, sino entre los que hacen windsurf y los kiteros, entre los surferos y todos los demás. Podemos meter en la ecuación a los pescadores con caña, y al que viene a pasar el domingo con toda la familia, toldo o jaima al uso, radiocasette a todo volumen y cocina incorporada.

¿Solución? No hay. Podría haber una solución basada en la violencia, en la prohibición y el castigo económico. Pero soy escéptico. 

Mientras tanto, busco alejarme de ese tipo de conductas y problemas. Me introduzco bastante dentro del agua y allí navego lo suficientemente hacia el viento como para estar disfrutando en soledad, con libertad plena, sin dañar ni ser dañado.

Heinlein

Para muchos la mejor obra de ciencia ficción de la historia... Creo, sinceramente, que es mucho exagerar, quizá demasiado.
Indudablemente, Robert A. Heinlein es una referencia en la novela fantástica, y elabora cuidadosamente los personajes y las descripciones sin llegar a resultar cansino. Pero a Forastero en Tierra Extraña le falta bastante toque para ser una obra suprema.
Para empezar, tiene poco de ciencia ficción, quitando las capacidades telequinéticas de su protagonista, el Hombre de Marte. Todo lo demás se podría haber narrado abosolutamente sin tener que acudir a Marte, ni a un viaje fallido al planeta rojo, ni a su posterior rescate y asimilación en la Tierra de todo lo ocurrido.

Básicamente, es la historia de una secta, contando hábilmente su origen, desarrollo y desenlace final que, verdaderamente queda como algo forzado y rápido, como si Heinlein hubiera tenido prisa, de repente, en acabar la novela. 
Personalmente me ha dejó en su día como pensando en "ni fú, ni fá". Fue en 1999 cuando lo leí por primera vez.
Recientemente lo he hecho de nuevo, porque pensaba que, desde el poso de dieciséis años más de experiencia y desarrollo madurativo, iba a acogerlo de un modo diferente. Craso error. O bien la obra no merece los galardones que se le atribuyen, o bien yo no maduré, o lo que sea. 
Me he quedado igual.
Sirve para echar el rato; estaría bien realizar una película que, seguramente, sería entretenida visualmente; pero de ahí a ser la mejor obra va un rato largo.


viernes, 17 de julio de 2015

Los propios dioses

Para la mayoría de la crítica, se trata ésta de la mejor obra de Isaac Asimov. Afirmar algo así es, como poco, aventurado, pues es sabido que este prolífico autor de ciencia ficción es una referencia en el tema, y seguramente uno de los tres o cinco mejores escritores de este nicho.


Horrible pictograma tomado con escasa calidad lumínica

Yo no he leído todo lo suyo, pero sí bastante, sobre todo lo referente a su serie sobre los robots, la trilogía inicial de la Fundación, varias novelas sueltas, y alguna recopilación de relatos cortos. Es raro que Asimov te decepcione si te gusta la ciencia ficción, porque aunque no suele profundizar en amplias descripciones, ni en explicaciones enrevesadas desde el punto de vista físico-científico, rápidamente comprendes la historia, el fondo. 

Al contrario que otros autores del género, en los que lo ficticio es una excusa para entramar una historia que igualmente hubiera podido vertebrarse sobre una base espacio-temporal "normal", en Asimov siempre encontramos una estrecha relación entre el futuro, la tecnología, o especies alienígenas, y los personajes de la historia, cuando no con la historia misma. Son parte integrante del argumento, que no podría existir sin ese toque de ciencia-ficción. Se trata, por tanto, de verdadera ciencia ficción en el más puro sentido del término.

Los propios dioses no escapa a ese concepto. No se puede haber escrito ese libro sin la aparición de los parahombres, habitantes de un universo paralelo. Los parahombres, que no son humanos en modo alguno, sino unos seres alienígenas que se dividen en tres sexos diferentes, con idioma particular, modo de vida extraño, y tecnología avanzada a pesar de vivir en cuevas por las circunstancias de su planeta, son imprescindibles en lo que se cuenta. De hecho, la novela se divide en tres partes, y es la segunda parte, que cuenta el punto de vista de los parahombres, sus circunstancias vitales, su modo de vida, es este trozo del libro un hito en la historia de la novela de ciencia ficción en sí misma. La imaginación para recrear ese planeta, esa especie, sus conflictos... todo tan diferente y ajeno a lo que conocemos, es algo impresionante. El modo de contarlo también. Nunca se tuvo a Asimov por un poeta ni mucho menos, pero su narrativa directa cala en la mayoría de los lectores, y en Los propios dioses no iba a ser menos. 
La primera parte sirve para plantear la historia, consistente en el hallazgo del parauniverso, y la construcción de la bomba de electrones, una máquina que mediante el intercambio de materia entre ambos universos obtiene enormes cantidades de energía limpia y gratuita, tanta como para alimentar las necesidades de la humanidad... pero todo no puede ser perfecto. Hay un pero.
En la tercera y última parte, que se desarrolla en una colonia humana situada en la Luna, se resuelve finalmente la problemática.

Los propios dioses toca muchos temas interesantes, y eso lo hace ameno, entretenido, a pesar de que tampoco profundiza demasiado, pero creo que no era la intención de Asimov el hacer una novela de 1000 páginas, sino algo de lectura entretenida, eficaz y, como ocurre casi siempre con él, que te deje con buen sabor de boca, queriendo más. Así, toca las relaciones humanas: celos, envidias, atracciones, sacrificios. También asuntos políticos y sociales: independencia de la colonia lunar, reparto de la energía, reparto de poderes políticos... Y por supuesto da cumplidas explicaciones físicas y químicas del funcionamiento de la bomba de electrones y otros avances como el pionizador o motores que funcionan aprovechando la energía gravitatoria.

¿La mejor novela de ciencia ficción de la historia? ¿La mejor de Isaac? Es difícil responder a esto. El cómo se acoge en nuestro intelecto la experiencia de la lectura de una obra así depende en gran medida de muchos factores subjetivos, y no sólo de la calidad de la obra en sí. A mí me ha gustado, y aunque no creo que se pueda decir que tal o cual libro sea el mejor de la historia, sí me atrevo a afirmar que éste es uno de los mejores en su género, que todo aficionado debe leer imperativamente.

jueves, 16 de julio de 2015

cita

El lemTANSTAAFL!, acrónimo de la expresión inglesa There Ain’t No Such Thing As A Free Lunch! (¡Las comidas gratis no existen!), nos recuerda el hecho de que cuando alguien ofrece algo gratis suele suceder que un tercero ha de pagarlo, o sea, que la libertad de uno no puede ser jamás la esclavitud de otro.

Inspirado y extraído de La Luna es una cruel amante, de Robert A. Heinlein

La frase es frecuentemente usada en libros de economía, y por sectores políticos liberales libertarios y anarquistas de mercado, significando que los servicios y asistencia pública gratuita o los subsidios estatales no son gratuitos en realidad, sino que son financiados por los mismos ciudadanos de forma obligatoria.

martes, 14 de julio de 2015

Sensaciones

Nuevas, más, cada día. Y es algo maravilloso.

Desde aquél 15 de junio de 2012 en que diera mi primera clase por este señor con barbas y tan estrambóticamente vestido para darse un baño en el mar:

El Hombre que Susurra a las Cometas a punto de entrar al agua con el hidrofoil
Este maravilloso deporte/arte del pandorgueo acuático es algo tan variado, que aún manteniendo la fuente de potencia (la cometa), todo cambia completamente según lo que te calces en los pies. En esta ocasión, el Gurú del Viento, como también se conoce al Maestro, pone a nuestra disposición un hidrofoil, lo último en navegación según la moda imperante en la Copa América de Vela, y que poco a poco se va aplicando a todas las disciplinas que tengan que ver con el agua.
Ayer hice mi segunda sesión, muy satisfactoria porque conseguí hacer unos bordos de digna longitud mucho antes de lo que yo mismo esperaba. No  me enrollo más, y les dejo un par de instantáneas positivadas tomadas a pie de arena por mi secundogénito, Pepe, por lo que ruego disculpen la calidad:



Grecia, España, el Mundo.

Sobre la base de los últimos acontecimientos observados, todo parece cómico... aunque en verdad no tiene puta la gracia.
Pareciera que todo forma parte de un guión, un juego orquestado en el que todas las partes se pusieron de acuerdo y van siguiendo los pasos, cada cual haciendo su esperpéntica actuación cuando corresponde, ante el estupor de unos, la risa de otros, y la perplejidad de la mayoría.

Tchiripa ha jugado con su país. Les ha mentido. Mintió a todo el mundo. Mintió en campaña; y lo siguió haciendo en las negociaciones. ¿Quién les asfixia? Porque la UE los asfixió pero con tanto dinero que les dio desde su ingreso en la UE para que igualaran su estado al nivel de resto de los socios (y a fondo perdido, gran parte) con los fondos estructurales. 
¿Qué hicieron con ese dinero? ¿Dónde están las obras acabadas?. Tienen un estado (entendido éste como aparato administrativo) enorme, gigante, para un país pobre y pequeño. 
Y este señor quiere contratar aun mas gente; pero sin dinero para pagarles. ¿Y los demás lo "asfixian" por no darle mas manteca para que la siga tirando al techo? 
Cuando estos genios de la economía y las finanzas llegaron al poder, Grecia crecía al 3% y tenia un mísero superávit del 0,1%... pero era positivo. Los esfuerzos empezaban a dar sus frutos. 
Ahora todo lo andado estos últimos años ya se lo cargaron. Ya no crecen y vuelven a estar en recesión... Ya se les hizo una quita del 52% de la deuda... pero siguen gastando por encima de sus posibilidades...¿y hay que volver a quitarles deuda para que puedan seguir endeudándose? 
La UE no gana nada a su costa. Es increíble como un discurso cala hondo de tanto repetirlo en la calle, en las redes, en los medios afines, aunque, como en este caso, esté absolutamente falto de contenido, razones o pruebas.
El dinero que Europa les prestó tiene una carencia de 10 años sin pagar los intereses y 30 años para devolver el capital, pero ahora no pagan nada de ese dinero... ¿Qué mas quieren? 
Si Europa es tan injusta con ellos, ¿por qué no van a otro más justo a que le preste? Sencillo: porque no hay nadie tan loco como para prestarle al que no solo no tiene trabajo, sino que se llena la boca diciendo que no va a pagar, y que le deben perdonar una parte (además, toma ya). 
A ver si tu banco te hace caso si tomas la postura de Grecia: oye, mira, que no sólo llevo siete meses sin pagar la hipoteca, sino que ahora te invito a que me prestes para pagar la hipoteca (que en su día ya me concediste), mis vacaciones, ordenadores para mis hijos... y cuando no pueda pagarte de nuevo (porque sigo sin tener ni buscar trabajo y encima dilapido lo que me das porque yo lo valgo), te pido que me hagas una quita, pero, ademas, que me des más dinero porque me toca cambiar el coche, y pagar el Movistar TV, y claro, llevar a mis hijos a Disney... y si no me quieres dar el dinero, la mala eres tu, que por tu poca solidaridad mis hijos se quedarán sin la ilusión de su infancia. Pero nunca nada será mi culpa por no trabajar y ajustar mi economía a mis ingresos. La culpa es de quien me presta y de quien luego no me sigue prestando... 
Pero, tranquilos, seguro que aun no lo entiendéis, aunque aquí Podemos entenderlo en breve, que lo viviremos en nuestras carnes como esto siga así.

VIVA LA DEMOCRACIA. 

Ah, la democracia, ese bonito palabro símbolo de progreso y modernidad, aunque es tan antiguo como el mear de pie. Aquí todo vale, si se hace en nombre de la democracia. Y luego viene el palo. El pueblo fue sometido a referendum, se votó, y se ha hecho justa y exactamente lo contrario a lo que el pueblo, democráticamente, decidió. ¿No tiene nada que decir el pueblo ahora? ¿Tampoco tienen nada que decir los que se escudaban en la famosa palabra, la democracia, para actuar? ¿Y los que aplaudieron y animaron?
Panda de ignorantes. Son todos unos ignorantes. ¿Acaso la democracia se puede prostituir en pro de lo indigno, de lo injusto, de lo inmoral? Ahí está el quid.
La democracia tiene un fin, es una herramienta, y el error es usarla como si fuera un fin en sí mismo. Y no. Pero es que, además, es una herramienta para el gobierno (de ahí la parte etimológica "cracia", aviso a ignorantes), no para aprovechados, no para escaquearse de pagar lo que debes, no para los listos de  turno, no para apuntarse un tanto demagógico. El tiro ha salido por la culata y les ha estallado en la cara. Así de claro.

La verdadera democracia empieza por, primero, cumplir tus obligaciones como ciudadano, consistentes sobre todo en el respeto a los demás, a las personas y sus derechos, el respeto al prójimo, al conciudadano; en segundo lugar, tus obligaciones para con el Estado, tu país, contribuyendo con tu aportación (que será mejor o peor, mayor o menor, más o menos justa... pero ese es ahora otro tema), y eso se consigue trabajando y pagando impuestos porque a todos nos gusta tener educación, sanidad, policía, y carreteras. Fíjense, hasta ahora he hablado de obligaciones. Es que no nos enteramos que sin obligaciones, sin responsabilidades, no hay derechos exigibles, porque los derechos son un invento del hombre que tiene que estar respaldado por un ordenamiento legal en base a un "do ut des", un toma y daca. Y esto es algo tan obvio, tan elemental, que nunca se explica porque se sobreentiende que el ciudadano medio, el Juan Español, lo debe saber.
Y un carajo. Aquí nadie sabe nada. Aquí uno vota en función de su conveniencia personal, y no en el bien mayor del pueblo, y da igual el signo político (si es que eso importa, que parece que no). Y en verdad el voto debe ser en función de una ideología, un proyecto vital, una forma de ver el Mundo y la Vida. Pero estos son conceptos a lo mejor demasiado profundos para que los entienda Juan Español... y así nos va. 
Uno debe votar pensando en sus hijos y en sus nietos, y no en su propio ombligo. Y uno debe cumplir los pactos (pacta sunt servanda, es algo muy antiguo e ineludiblemente cierto). 
Es como conducir un coche por la autopista: no puedes conducir mirando sólo al vehículo que llevas delante, dando luces para adelantar con mucha prisa, sin darte cuenta de que hay cinco coches más delante del que llevas delante, y el carril derecho lleno también... Estoy seguro de que esa situación os ha pasado a todos los que leéis ahora esta entrada, si es que habéis llegado hasta aquí... Pues esa misma cortedad de miras la aplica Juan Español a todo en la vida. 
Bah, yo ahora gasto lo que tengo, hay que vivir la vida, y mañana ya veremos. Y el que venga detrás que arree... claro, claro, y yo, en mi puesto de trabajo levantándome todos los días a las 6 de la mañana, viendo las escrituras de hipotecas y rehipotecas que pasan por mis manos, firmadas por gente de mi edad que se entrampan para 30, 40 y hasta 50 años más... ¿quién va a pagar eso? ¿Sus nietos? 

Qué asco, joder.

jueves, 9 de julio de 2015

el miedo

El miedo es el núcleo central de la sustancia humana. Y lo es, porque desde que el primate se despertó un buen día diciéndose : ¡Coño, me estoy diciendo algo! O sea, hablando; o sea pensando; pues, en ese preciso instante llegó la hora de las preguntas. Y la esencial era ¿cómo puedo resolver el problema de morirme sin remedio?

Y cuando se dió cuenta de que "ese" no era un problema, ya que era una fatalidad porque no tenía solución, sintió un miedo que ya entró a formar parte de su acojonado organismo.

Ese miedo esencial, ontológico, se manifiesta en todos los ordenes de la vida. Por ejemplo, en el miedo a equivocarse y por lo tanto a decidir, o sea a ser libre; el miedo al deseo, o sea al placer, por que es pecado; el miedo a no ganar, o sea a perder, y por lo tanto a participar Y claro, sobretodo el miedo a saber; por que ese "saber" nos devuelve a nuestra condición más radical, aquella que nos identifica como seres humanos : la responsabilidad.

Pero ese homínido que aun somos nosotros rechaza esa condición de ser humano. No le gusta un pelo. Es imperfecto.


Se muere.

la unión

La palabra "yoga" viene del sánscrito, y significa "unión".

Tras este brevísimo apunte etimológico, paso a hablar, de nuevo, de esta fantástica herramienta puesta a nuestra disposición desde tiempos ancestrales. Y digo bien lo de herramienta, ya que aunque la idea general en Occidente es de que el yoga es un modo de vida, algo esotérico o místico, en verdad, por lo menos en cuanto a mi experiencia personal, le atribuyo un carácter instrumental por encima de todo.

Ya conté en éste, mi bloc, hace años, mi modo de entrar en el amplio mundo del conocimiento del yoga, a través de mi siempre querido guruyi, Carlos Serratacó, persona a quien, por encima de todo, aprecio y admiro mucho. 

Mi limitador de velocidad ya llevaba un par de años disfrutando de los beneficios de sus enseñanzas, cuando una lumbalgia que me tuvo inhábil muchos días me precipitó en esa profunda sima de sabiduría de origen oriental. El fortalecimiento, relajación, higiene postural de la espalda, fue el principal objetivo, y fue conseguido rápido mientras yo me maravillaba con los logros y el sistema.

Leí mucho sobre yoga y sus corrientes, e incluso alguna biografía de maestros famosos y sus trayectorias. Pronto descubrí las diferentes ramas, que no todos los yogas son lo mismo, como tampoco lo somos las personas y los maestros, y que hay tantas formas de practicar esta disciplina (por llamarla de alguna manera) como practicantes. 

Mi carácter intrínsecamente escéptico me distanciaba bastante del lado más meditativo o espiritual del yoga, pero para mi sorpresa, la práctica del lado físico me llevó, casi sin darme cuenta y sin apenas transición, a esa otra variante donde el estudio del yo, el silencio, la observación y la paciencia, son elementos tan importantes como complementarios, indisolubles e imprescindibles, como se me fue desmostrando día a día.

Con el yoga me ocurre que necesito tiempo. Tiempo para pensarlo, para practicarlo, para recrearme... y no siempre encuentro ni los minutos, ni la ocasión, ni la predisposición anímica.

Pero acudo a él. Tarde o temprano lo hago. Me es imposible, sobre todo cuando llevo un par de días sin hacer ningún ejercicio físico, resistirme a la necesidad imperiosa de encadenar una serie de asanas en modo Saludo al Sol, o extender la esterilla y lanzarme a posturas más elaboradas y pensadas, buscando los contrarios, los complementarios, el refuerzo de lo débil, o la sanación de lo dolorido. Y siempre con éxito. Nunca me ha defraudado el yoga.

Me tengo por persona observadora, y disfruto comprendiendo y desintrincando el porqué de las cosas, y el yoga es un gran templo abierto de par en par para la investigación. Es fácil tener resultados pronto, y potenciar lo débil de tu cuerpo, incluso de tu mente. El yoga me lo ha demostrado.

Una simple rutina de menos de cinco minutos ha acabado en tres o cuatro días con el dolor en mis hombros causado por una tendinitis que arrastro desde hace años y que, periódicamente, hace su aparición. Cinco minutos al día. Increíble. El yoga ayuda a elongar músculos y tendones, dar flexibilidad a las articulaciones, favorece el riego sanguíneo por zonas concretas, relaja y tonifica. 

Hay posturas (asanas) para todo lo imaginable, y el yoga terapéutico es algo maravilloso que, en mi caso particular, me ha ayudado mucho en los últimos años.

Para mi dolor de hombros:

Postura del águila
Perro boca arriba

Perro boca abajo
Variación de flexión hacia delante

La silla

Se me ocurren sobre la marcha algunas más que iré añadiendo o sustituyendo según la ocasión. Todas realizadas con cuidado, siempre escuchando a tu cuerpo (esto es una de las cosas más importante, y parte fundamental para el autoconocimiento).

En verdad, en el fondo, no me gusta mucho hablar, y menos escribir, sobre el yoga. Principalmente porque hay muchísimo escrito ya y poco puedo aportar yo. Pero quiero reflejar aquí mi aprecio por esta fuente de conocimiento, mi agradecimiento a todos aquellos maestros y practicantes que durante siglos han ido puliendo el sistema, dando forma, y enseñando.

Gracias. Gracias. Gracias.

jueves, 2 de julio de 2015

On the road

Y no, no me refiero al clásico norteamericano de Keoruac.
Desde finales del verano pasado llevo dando vueltas a la idea de un viaje por carretera en moto, en solitario. Es algo que nunca he hecho, y la verdad es que me apetecía pasar por esa prueba, más bien un experimento... porque siempre he sido de la idea de que para viajar, lo que es viajar, nada como un coche: tu aire acondicionado, tu musiquita, sin problemas de carga, con la comodidad de un buen butacón.

En cambio, todos los que han viajado en moto contaban su periplo, su aventura, su incursión por terreno ignoto, como algo bueno, que te llena, que te hace crecer. 

Probaremos pues. No me cierro a nada. No quiero ser de esos que maldicen o reniegan o contradicen sin haber probado, sin saber bien de lo que hablan.

De modo que, después de posponer el viaje un par de veces, y finalmente suspenderlo sine die por la inversión de comprar la KTM, me surgió la idea, después materializada en la verdadera y real posibilidad de escaparme un par de días. 

La preparación sería la siguiente: ninguna. La idea ya no iba a ser pasar de siete a diez días subiendo por Portugal hasta Galicia, recorrer la cornisa cantábrica, y bajar por el interior. Dos días no dan para tanto si uno quiere salir de esto con vida.

Iría hasta Peniche, un poco más arriba de la punta de la nariz de Portugal, subiendo como mucho para ver Nazaré con mis propios ojos, y bajar bordeando la costa por la carretera N120 hasta el sur del Algarve y volverme. 
De esta guisa vestí a la 690: 


Correcto, eso es todo lo contrario a viajar en coche. Vale, puede ser peor: se pude hacer en bici, o incluso andando en plan backpacker... pero eso lo dejaremos para cuando seamos mayores.

Bolsa sobredepósito con las cosas más importantes (documentación y tal), tienda de campaña, saco y aislante, y una mochila con un par de camisetas, bañador, pantalón corto, chanclas y toalla, y a tirar millas.

Muchos dicen que no es la moto ideal para viajar: que si tiene poca autonomía, que si poca capacidad de carga, que si el asiento es incómodo, que si poca protección para el viento, que si la fiabilidad...

Paparruchas, majaderías, tontadas (tontás...). Pijotadas, carajotadas. Excusas propias de nenazas. Para viajar solo hacen falta tres cosas: tiempo, dinero y ganas

Primera parada a repostar a la salida de un pueblillo del Alentejo, en medio de ninguna parte. La reserva se encendió a los 225 km. A partir de ahí tendría para unos teóricos 50 km más. No lo sé, nunca lo he comprobado, tampoco hubo necesidad. El culo, bien. Uno ha pasado muchos años montando en los escuetos sillines de bicicleta, y eso curte, supongo. 

Aproveché para llamar al limitador y pasar el parte.
Sigo tirando kilómetros. La idea era subir en diagonal, a través de San Bartolomé, Castillejos, El Granado, y entrar en Portugal por Pomarao. A partir de ahí seguir por carreteras secundarias hasta Peniche, evitando las autopistas. Más o menos ésta es la idea: 


En Coruche paro a hacer pis, que no puedo más, y me tomo una cocacola. Estoy teniendo suerte porque hago todo el viaje con el tiempo nublado, y no sólo no hace calor, sino que me veo obligado a ponerme el cortavientos de la chaqueta, y a veces resulta insuficiente y paso ratos de bastante fresco... ¡quién lo iba a decir!
Quizá debería haber metido un forro polar delgadito que tengo, o una sudadera. En fin, es mi primer viaje en moto, tomo nota y aprendo. Pequeñas variaciones en el ambiente se amplifican cuando vas en moto, sobre todo si pasas muchas horas montando.


Voy muy adelantado. Viajar en solitario tiene sus ventajas, como no parar cada dos por tres a esperar a alguien, o parar porque uno tiene un apretón, o parar porque uno quiere echar un cigarrito, parar porque a otro le duele el trasero... De modo que como sólo he parado un par de veces, cuando llego a los alrededores de Caldas da Rainha decido seguir hacia el Norte y llegar a Nazaré, tiempo que gano para mañana. Dicho y hecho, antes de las 15 horas aparco aquí:



En pleno paseo marítimo veo un restaurancito con buena pinta donde me atiende un negro impresionante que hablaba buen español. Este fue el resultado:



Una rica dorada a la espalda en la playa en la que se monta la ola más gigantesca de Europa. Sin solución de continuidad, me dirijo, bordeando la costa, hasta mi lugar de destino para la pernocta, que sería Guincho.

Voy visitando playas famosas, como Supertubos en Peniche, pasando antes por la enorme lagoa de Obidos. El mar en calma, ausencia de viento. No hice fotos, el sitio en esas circunstancias es algo normal.
Sigo bajando y paso por Ericeira, que tiene unas vistas preciosas: 



La carretera que me llevaría de Ericeira hasta la mismísima Guincho es todo un homenaje para los sentidos: constantes subidas y bajadas, retorcidos giros de hasta segunda velocidad, atravesando pintorescas localidades. Incluso durante diez segundos me cayeron unas gotas de lluvia. Había una bruma atlántica que iba y venía, pero en general se podía ver el increíble surtido de acantilados con olas rompiendo espumosamente contra ellos, y al fondo, interminable, un océano salvaje y eterno. 
Vale, yo vivo prácticamente en la costa, y estoy habituado al mar, pero tener en frente el Atlántico en toda su magnitud y pureza es algo totalmente distinto.
Sobre las siete de la tarde, hora local, llego al camping de Guincho, hago el check in, y eligo a bote pronto un sitio para mi chiringuito:





Vista desde el interior.

Ya con la máquina liberada del estorbo del equipaje (por eso lo llamaban los romanos impedimenta), decido dar un paseo para visitar la playa surfera por excelencia, divirtiéndome en los cambios de rasante, derrapando con la arena que invade la calzada en algunos tramos... El sitio es la leche, todo es guay. 
Una pena que no haya mucho viento, lo justo para cometa grande y a duras penas. Poca ola y mucho novato, por lo que pude ver. Escaso nivel. Me lo apunto a la agenda para ir en el futuro, sin duda. 

Mi carita después de 665 km.

Atardecer bello: 



En definitiva, después de una ensalada y un flan casero, a las once y media estaba metido en el saco, disfrutando de algunos temas de NIN, y Soundgarden, mientras meditaba sobre la experiencia. Pronto me dormiría. No había prisa para levantarse, pues hasta las ocho de la mañana, hora portuguesa, no se puede hacer el check out para que me devolvieran una tarjeta que dejé en la recepción. 
Aprovecho para asearme un poco y levantar el campamento tranquilamente, poco a poco. Todo está en orden, y ahora sólo queda buscar una gasolinera y atravesar Lisboa para enfilar hacia el Sur, por fin.

Si alguno de los que está leyendo esto nunca ha visitado Lisboa... no sabe lo que se pierde. Es una ciudad hermosa, como casi todas las ciudades viejas. Hay mucho que ver, es pintoresca, variada, muchos barrios diferentes... y un tráfico demencial. Autopistas que la atraviesan, de cuatro carriles colapsados a ratos, me llevan hasta el puente 25 de Abril, por la parte estrecha del río Tajo, que es enorme en comparación con lo que yo estoy acostumbrado a ver. Este puente nos saca de la capital y nos enfila por una autopista dirigida en principio hacia el Este, pero pronto gira hacia el Algarve, mi destino. Pronto abandono la autopista, prácticamente el único modo de abandonar rápido y seguro, sin perder horas, la hermosa ciudad. 
El siguiente destino es Sines, pero antes, paro para desayunar lo mismo que el día anterior:

Café con leche y torradas.
Sines tiene una bonita playa, pero es una ciudad fuertemente industrializada (refinerías), y aunque tiene un paseo marítimo bonito y un casco antiguo muy chuli, había un mal olor a alcantarilla en toda la ciudad que hizo que me largara rápidamente. 
A partir de aquí tomo la N120 que me llevaría prácticamente hasta Carrapateira, lugar donde almorzaría otro pescado fresco de calidad en el mismo sitio que hace unos meses con Julio y Manolo O.. Prueba pictográfica:




A partir de ahí iría bordando el Sur del Algarve por la transitadísima N-125, pero cometí una equivocación de navegación a la altura de Faro, y acabé en la autopista. Me dije "qué diablos, ya está bien", y enfilé a 130 hasta la salida de Aljaraque de la A-49. 
Llegué a tiempo de ir a la playa y navegar un rato. Un par de días para recordar, sin duda, y estoy seguro de que repetiré.

En total han sido 1208 km por vías asfaltadas de todo tipo y condición. Los neumáticos me dieron mucha seguridad, aunque es cierto que no les busqué las cosquillas (ya sé bien cómo se las gastan en los hospitales del país vecino).