Hace tiempo que no escribo sobre cine, y no porque no vea pelis. Simplemente, hay poco que me llame la atención, y dentro de lo poco que hay, menos son las que merecen que me moleste en reseñar algo aquí. Me da pereza el escribir por escribir, por rellenar, cuando el contenido de este bloc es algo voluntario, mayormente para mi recreo y asueto, y no por obligación, dinero ni cualquier otra motivación externa a mi propia voluntad soñadora.
Compartir es querer, y yo os quiero, sí, oh amigos. Soy así.
Y también, como ya deberían saber, soy un gran amante de la ciencia ficción. Me apasiona desde que empecé a leer, hace ya más de 40 años. Joder, cómo pasa el tiempo.
La lectura de libros, sobre todo cuando son buenos, el algo que no me cuesta, y aunque no me tengo por un gran devorador de páginas, sí creo que han pasado por mis manos la mayoría de los clásicos de este nicho, tildado por muchos como "friki", de la sci-fi.
Y si hay algo que puede rivalizar con la lectura apasionada de un buen libro, eso sólo puede ser el visionado de una película. Pero, claro, hay películas y películas, pasa como con todo. Y ello es fácilmente determinable si uno tiene una mínima educación, criterio estético, experiencia, visión de juego.
Ultimamente he visto dos filmes. Uno me ha parecido fantástico. El otro no tanto. Y paso a relatarles porqué.
|
"Pasajeros", en la lengua cervantina |
La protagonista de Los Juegos del Hambre tiene un papel importante en Pasajeros, pero lo comparte con Chris Pratt, que ya desmostró sus cualidades en Moneyball (de la que hablé aquí en su día) y Guardianes de la Galaxia (un divertimento cojonudo, por cierto).
Esta película esta catalogada como de ciencia ficción... pero no lo es ni lo más mínimo. El argumento se puede extrapolar al tiempo presente y con circunstancias análogas, por ejemplo que la acción se desarrolle en un barco que cruza el Atlántico. Se trata de una enorme nave que lleva como carga a 5000 pasajeros y 258 tripulantes, en animación suspendida, en un viaje que durará 120 años hasta un lejano planeta a colonizar. Deberían despertar de su sueño inducido unos cuatro meses antes de la llegada, pero ocurre algo imprevisto, y el bueno de Pratt es sacado de su paseo en brazos de Morfeo antes de tiempo, concretamente noventa años antes de tiempo. Imaginen su cara cuando descubre primero que está solo, y después que le quedan 90 años de esa soledad, con la única compañía de un robot barman (que habla más de la cuenta). La nave está gobernada en modo de piloto automático, y no tiene manera de cambiar eso, y pasa más de un año viviendo a todo tren, o al menos al tren que le permiten los lujos y comodidades previstos en la nave. Pero la soledad y la desesperación pueden volver loco a cualquiera, y antes de llegar al punto de no retorno decide "despertar" a otra persona para que le haga compañía. ¿Quién mejor que una chavala guapa, lista y divertida? Pues eso.
A partir de ahí, imaginen ahora la cara de ella cuando descubre que ha sido despertada por Pratt antes de tiempo... Y mientras tanto la nave sigue su curso con una acumulación de fallos y errores, tanto informáticos como mecánicos, que la llevan poco a poco hasta el desastre. Y ahí la linda parejita deberá jugarse el pellejo para salvar a los 4998 pasajeros restantes y la tripulación, y que todo siga su curso.
En fin, que el argumento no es para tirar cohetes, y todo se reduce a juegos de efectos especiales, muy bien hechos, sí, pero que ya no llaman la atención de nadie en los tiempos que corren. El formato es un poco como otras pelis famosas, del tipo El Coloso en Llamas, Titanic, etc. Y no porque transcurra en un futuro lejano, con tecnología avanzada, y en el fondo del espacio, ya le califica per se de ciencia ficción. No al menos para mí.
Simplemente, una peli entretenida sin más, de esas que uno ve y enseguida se olvida de ella.
Pero, oh amigos, ahora les presento justamente lo contrario, una película que: se desarrolla en el presente, en la Tierra, y en la que no hay explosiones ni tiros ni guerra (aunque se quiera), y en la que lo interesante no es la presencia intimidatoria de unos seres alienígenas, no, sino el planteamiento total. Es una acción totalmente nueva, algo que no se ha visto antes, y me resulta alegre y desconcertante al mismo tiempo, y me emociono en ver que algo nuevo y distinto es posible. Porque, esta vez sí, estamos ante una magnífica obra de ciencia ficción, de la buena.
Todo ello mezclado con una historia conmovedora que atañe al mundo personal de la protagonista indiscutible. Es precisamente esta historia lo que más se ha denostado desde la crítica, y yo creo que precisamente meter ese enfoque personal y dramático le da un plus brutal al film, ya que de otro modo sería algo frío e inexplicable para el espectador. Tiene que tener ese drama que va y viene, que salta de atrás hacia adelante y de delante hacia atrás sin ton ni son, sin que uno sepa muy bien si fue antes o después, hasta que al final te das cuenta de cómo va la cosa.
La acción se presenta cuando una lingüista es reclutada a la fuerza y deprisa por el ejército para que ayude en la tarea de comunicarse con los seres que han aparecido en doce naves enormes. Lo particular de la cosa no es solo la apariencia física de los alienígenas, que ya es bastante inquietante, sino su medio de comunicación que es tan diferente que, siguiendo las teorías más relativistas del lenguaje, lógicamente afecta a su modo de pensar y ver el mundo, el universo.
Ante la imposibilidad de acceder a su forma de emitir sonidos, la doctora emplea la escritura, y aquí llega el follón, pues los bichos heptápodos emplean unos círculos con diversas protuberancias, lo que entraña un follón de significados y teorías. Pero lo más grande es que esta forma de escribir, de comunicarse, determina su pensamiento, y provoca que se pueda ver el tiempo. Para ellos, el tiempo es circular, no hay presente, pasado y futuro, sino un contínuo, y pueden acceder a cualquier momento cuando quieran. Por lo tanto, saben lo que va a ocurrir en el futuro, igual que pueden revivir el pasado.
Y han llegado con buenos fines, a salvarnos, a ponernos en común, a impedir nuestra propia autoextinción. Pero claro, doce naves, en doce partes del planeta, algunas de ellas enfrentadas ideológica o militarmente... imaginen la que se lía. Nadie se fía de nadie, y la idea general es aniquilar a esos invasores sí o sí.
En definitiva, se trata de una ciencia ficción dura, vanguardista, y temo que no todos los que vayan a verla la comprendan, o les guste. Eso sería raro y me asustaría de verdad. Para mí, es un hito, un pedazo de película, y seguramente la vea de nuevo pronto.