“Me dejo la piel trabajando.”
Todos dicen esto. Todos creen dejarse la piel trabajando. Pero ¿qué es dejarse la piel trabajando?
“Los trabajadores merecen más por su esfuerzo”.
Pero… ¿con qué otro esfuerzo lo estamos comparando? ¿No será que los seres humanos que creen hacer un gran esfuerzo, generalmente se han convencido a sí mismos (con la ayuda de la cantilena progresista) de que ese es un gran esfuerzo? ¿No será que existen muchas otras personas que hacen un esfuerzo mayor en el mundo por aún menos paga?
“Esta madre soltera merece más, porque sola sacó adelante a sus hijos”.
Estas ideas son ortodoxias sociales. Es políticamente correcto usar estas frases. Pero, ¿por qué?.
La persona que cumple con su trabajo, no está haciendo nada de más.
Está haciendo el mínimo: exactamente lo que se esperaba de ella en su contrato. Recibe su paga, que ha sido consensuada y determinada por la escasez/abundancia de mano de obra, y no veo motivos para que merezca algo más. Si trabaja en eso, es porque
sabe que le conviene frente a la opción de no trabajar o de buscar un nuevo trabajo.
Los padres o la madre soltera que saca adelante a sus hijos no está haciendo nada de más. Está, a mi juicio,
cumpliendo con su mínimo deber. Nadie es obligado en esta sociedad a tener hijos. Si los tiene, cuidarlos, vestirlos y alimentarlos no es un mérito, ni un acto heroico.
Es lo mínimo.
No veo motivos para agradecer o alabar a alguien por cumplir con lo mínimo que debe hacer. Con su deber.
Son ortodoxias sociales. Hay que decir esas cosas, porque convienen a la manada. Nos conviene creer que hacemos el máximo esfuerzo y que por ello se nos ha de tratar heroicamente. Quién no las siga, será excluido de la gran manada social.
Me acuerdo de unas palabras que, según se cuenta en los Evangelios, dijo el carismático fundador del cristianismo. Ese fanático que tantas peleas trajo al mundo, en la hermosa traducción castellana de Casiodoro de Reina, revisada en 1960, con mínimos retoques míos para que se entienda: Porque si amarais a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿no hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿no hacen también así los Gentiles? “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos;de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha…no seas como los hipócritas;…porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres…no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa… “
Personalmente, no creo en dioses ni creo que la Biblia tenga algo divino ni nada. Pero las palabras de este gurú resumen lo que quiero decir: que
no se premia a nadie por hacer lo que se supone que debe hacer. (Tanta gente dice creer en ese dios, pero no sabe nada del libro en que sale ese dios. Generalmente los cristianos no saben nada de la Biblia).
En Hispanistán estamos acostumbrados a cumplir, y nada más. Pasemos el examen con la nota mínima. “Salvemos” la prueba. Saquémonos el cinquillo raspao. Voy al curro y hago todo al nivel mínimo para que no me despidan. Mi vida empieza al salir de mi trabajo.
Compréndanlo: que una madre críe a su hijo a pesar de las dificultades,
es su deber. Trabajar,
es un deber. Ser un miembro de la ciudad que deje vivir a los demás sin vulnerar sus libertades,
es un deber. Nadie nos debe nada por ello, salvo el pago pactado en algún contrato, si corresponde.
El esfuerzo mínimo en general sirve para mantenerse, no para avanzar. No para enriquecerse espiritual y materialmente y vivir mejor. Para eso, hay que tomar iniciativas más allá de lo que se espera de nosotros. Hay otras ortodoxias a veces no tan masivas, que causan dolorosas diferencias entre los seres humanos. Los que las practican se creen superiores a los demás y tienden a ordenar la escala social en base al cumplimiento de sus reglas. Generalmente tienen escasa base científica: religiones, medicinas alternativas, naturalismos diversos, escuelas de crianza de niños, los que no comen ciertas cosas, los que hacen ciertos ejercicios, los que se lavan los dientes de cierta forma, etc.
Por eso odio las ortodoxias.
Lo políticamente correcto es decepcionante. No es sano estar demasiado adaptado a una sociedad enferma, que no sabe explorar sus propios supuestos para descartar lo injustificado. Las cosas podrían hacerse mejor, aunque toda la sociedad diga lo contrario, incluso aunque todo el mundo lo diga. Por eso me llama la atención la gente desadaptada y la enfermedad mental. Siendo problemática la definición de enfermedad, tal vez Focault tenía razón en decir que las enfermedades las prescribimos más que describirlas.
PD: doy las gracias a la colaboración de El Peor Profesor en mi apertura mental en general, y a la redacción de esta entrada en especial.