Como dejé de lado la oferta de Gibri para montar en bici por la tarde, decidí hacerlo yo solo por la mañana, en mi afán de terminación de puesta a punto y configuración a mi total gusto y características de la Scalpel.
Resultado:
Nada del otro mundo, pero me ha servido para comparar con la ruta del día anterior, que fue más o menos del mismo recorrido. Ayer no quise meterme caña, porque quería estar fuerte para navegar por la tarde, por lo que fui más tranquilo, sin apenas forzar. Aún así, la media de 17 km/h no ha sido muy diferente de la del día anterior, que fue de 19 km/h. Es increíble, y raro, que la diferencia sea de tan sólo 2 km/h, cuando el nivel de esfuerzo fue muy diferente, lo que me indica que si quiero subir un par de km/h más mi media habitual, supondrá una enorme aplicación por mi parte.
Al final, de todos modos, Himar González, Windgurú, y demás brujos de la atmósfera se equivocaron estrepitosamente, y tuvimos una calma chicha bastante destacable, quizá la más grande de todo el verano. Lamentable, en serio.
Allí me vieran, tirado en la playa como un veraneante más, perdiendo el tiempo estérilmente. A pesar de eso, me deleité viendo hermosos culos y algunas tetas estupendas, también observando las evoluciones de mis niños en su aprendizaje del surf con tabla en las miniolas orilleras de Punta Umbría, e incluso ayudé a mi sobrinita de cinco años a pillar unas olas con el bodyboard, lo que le hizo chillar de histeria emocionada, y dar saltos y carreras de alegría por toda la playa. Algo es algo.
Hoy me he levantado temprano -qué raro, ja-, y aprovechando que ya es primero de mes y tengo fondos -sí, ya sé, esta afirmación ha sido de pobres...-, he metido fuel al destechable y he dado un paseo. N435, giro a la izquierda en dirección Sotiel Coronada, y luego a la derecha hacia Calañas. Después, de Calañas hasta Zalamea la Real he cogido por una carretera que desconocía y que tenía un montón de curvas, aunque un poco rápida para mi gusto, eso sí.
Ya lo veremos.
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