jueves, 9 de agosto de 2012

Singletrack fury: ¿los conejos chillan?

Pues sí, los conejos chillan. En verdad, no sé cuál es el término exacto para ese sonido, pero chillar, chillar, sí chillan.
Así es como descubrí un águila. Por donde suelo moverme veo habitualmente rapaces de diversa índole, mayormente halcones y milanos -viene a ser lo mismo-, pero ayer vi ún águila, y lo supongo por el tamaño del bicho, que levantaba casi medio metro del suelo. Con las alas semidesplegadas, acometía a picotazos contra su presa, que chillaba apresada entre sus garras. Yo pasé inocente e inoportunamente a su lado, y el águila alzó el vuelo huyendo de ese máximo depredador que es el ser humano, por si acaso, abandonando en su huída a la presa que, seguramente, tanto esfuerzo le había costado.
Bueno, seguramente volvería a buscarlo en cuanto yo me alejé del lugar. Tampoco me preocupa, no fue intencionado, y los pinares de El Portil están infestados de conejos y perdices...

Varios días saliendo con el bisturí, al final te malacostumbras. Sí, te acostumbras al peso liviano, a la aceleración fulgurante, al manejo fácil e intuitivo, a la comodidad, a la eficacia.
Ayer decidí dar un vespertino paseo, aprovechando la ausencia de viento en la playa, con la Trek Sawyer, mi especial bici de acero y ruedas de 29 pulgadas. Lo sorprendente es que, a pesar del mayor lastre general, las ruedas de plomo, la distancia entre ejes, la inercia de sus diametros hiperbólicos... hice una media muy similar. Eso sí, acabé exhausto, realmente agotado, como pocas veces. Y eso que los 40 km tampoco fueron demasiados. Pero el calor era asfixiante, me llegué a quedar sin agua a siete u ocho km de Huelva. Esto, unido a la inactividad de los últimos diez días, acabó conmigo.

Tuve tiempo de coger esta bella toma que al verla me ha gustado mucho, no sé porqué:


En resumen, mucho, mucho calor. Apenas me crucé con tres o cuatro ciclistas, pocos para un día normal a mediados de Agosto en esta zona.

Hoy hace más calor aún. Toca playa.

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