martes, 28 de febrero de 2012
cita:
On a given day, a given circumstance, you think you have a limit. And you then go for this limit and you touch this limit, and you think, 'Okay, this is the limit.' As soon as you touch this limit, something happens and you suddenly can go a little bit further. With your mind power, your determination, your instinct, and the experience as well, you can fly very high.
Ayrton Senna da Silva
Ayrton Senna da Silva
Una reflexión
Me vino leyendo un foro de bicis esta tarde, y no sé muy bien porqué, ya que los temas no tienen nada que ver, pero los intrincados desarrollos y enlaces cerebrales son un misterio, al menos para mí.
Disquisiciones mente-cerebro aparte, voy al tema.
Presentada poco a poco, con teasers tanto en las revistas del sector como en youtuf, la esperada nueva hiperdeportiva de Ducati, llamada Panigale, ha estado envuelta en la polémica desde el primer momento. Renunciar a cuestiones que marcan el carácter y la personalidad de una máquina así ha supuesto un revés en la opinión de los millones de ducatisti que en este mundo hay. De un plumazo se han cargado el chasis multitubular tipo Treillis, el embrague en seco, los escapes por debajo del colín, la distribución mandada por correas. Y ahora nos ofrecen una moto que tiene más aspecto japonés que nunca, lo que es el colmo.
Para mí la Panigale, y lo digo sin tener la oportunidad de verla en directo, es la maravilla de las maravillas. Ducati ya ha hecho esto antes, y siempre salen los que se rasgan las vestiduras, gente con poca visión, poca educación, poca cultura, y, sobre todo, mucha cerrazón de mente y cortedad de miras.
No obstante, y ahora viene la reflexión, también he llegado a esta conclusión:
La historia esta muy bien, y es así....
Pero la historia ya es historia, y el presente es que Ducati a dia de hoy,
es como cualquier otra marca de más o menos renombre.
Disquisiciones mente-cerebro aparte, voy al tema.
Presentada poco a poco, con teasers tanto en las revistas del sector como en youtuf, la esperada nueva hiperdeportiva de Ducati, llamada Panigale, ha estado envuelta en la polémica desde el primer momento. Renunciar a cuestiones que marcan el carácter y la personalidad de una máquina así ha supuesto un revés en la opinión de los millones de ducatisti que en este mundo hay. De un plumazo se han cargado el chasis multitubular tipo Treillis, el embrague en seco, los escapes por debajo del colín, la distribución mandada por correas. Y ahora nos ofrecen una moto que tiene más aspecto japonés que nunca, lo que es el colmo.
Para mí la Panigale, y lo digo sin tener la oportunidad de verla en directo, es la maravilla de las maravillas. Ducati ya ha hecho esto antes, y siempre salen los que se rasgan las vestiduras, gente con poca visión, poca educación, poca cultura, y, sobre todo, mucha cerrazón de mente y cortedad de miras.
No obstante, y ahora viene la reflexión, también he llegado a esta conclusión:
La historia esta muy bien, y es así....
Pero la historia ya es historia, y el presente es que Ducati a dia de hoy,
es como cualquier otra marca de más o menos renombre.
Singletrack fury: hoy un infiltrado
Eso ha sido una de las curiosidades de la ruta de hoy: cuando abandonábamos el carril bici, y empezábamos a adentrarnos en la espesura, un tal Sebastián se nos unió. No pasa nada, es costumbre si vas solo unirte a un grupo, así vas más entretenido y pueden ayudarte si hay alguna avería o problema.
Hemos llegado hasta casi el final de El Rompido por una serie de senderos, repitiendo el que hemos descubierto recientemente Pedrito y yo, pero esta vez a toda leche, pique total curveando entre los pinos, el descojone, la verdad.
Hoy también nos ha acompañado Jose Antonio, al que seguro recordarán mejor por sus apodos: el Mandinga, Mandahuevos, Zulú...
Ahora toca la foto del grupo, en la que se nos ve felices, contentos, con el faro de El Rompido que se intuye al fondo:
En ese escenario, más o menos, comienza el retorno. El tal Sebas es un fiera, está muy fuerte, y yo creo que se aburre un poco con nosotros... así que la vuelta es un poco forzada, empieza a tirar cada vez más fuerte, y al final se pierde solo y dejamos de seguirle la pista después de que nos metiera por un cortafuegos horrible, aburrido y rompepiernas -literalmente-, el antimountainbike.
Parte de lesiones:
- Pedrito: dos salidas de sendero por la tangente, incrustaciones de ramas en el biciclo, golpes en ingle y partes blandas. Resultado final de semipájara, casado pero contento.
- Joseantonio: se equivocó al traerse la bici de enduro, que aunque la suya es un poco light, siempre es peor que ir con la rígida en este terreno, de modo que iba lastrado. En un repecho con mala tracción -como todos los que hay por aquí- se ha caído clavándose el manillar en el costillar. Resultado final de cuasidesfallecimiento, respiración entrecortada, fuerte dolor en tórax y visita al Hospital para Rx. No hay nada roto, se ha prescrito analgésicos cada cuatro horas.
- Yo: sin problemas técnicos de ningún tipo, cada día más felic con mi 29r. No caídas ni choques, pero sí muslos agotados y doloridos, problema que he solucionado con enchufarme el agua fría en la ducha, y una pequeña y reponedora siesta.
The route:
Hemos llegado hasta casi el final de El Rompido por una serie de senderos, repitiendo el que hemos descubierto recientemente Pedrito y yo, pero esta vez a toda leche, pique total curveando entre los pinos, el descojone, la verdad.
Hoy también nos ha acompañado Jose Antonio, al que seguro recordarán mejor por sus apodos: el Mandinga, Mandahuevos, Zulú...
Ahora toca la foto del grupo, en la que se nos ve felices, contentos, con el faro de El Rompido que se intuye al fondo:
De izda a dcha: el infiltrado, el menda, Pedrito, Mandahuevos |
Parte de lesiones:
- Pedrito: dos salidas de sendero por la tangente, incrustaciones de ramas en el biciclo, golpes en ingle y partes blandas. Resultado final de semipájara, casado pero contento.
- Joseantonio: se equivocó al traerse la bici de enduro, que aunque la suya es un poco light, siempre es peor que ir con la rígida en este terreno, de modo que iba lastrado. En un repecho con mala tracción -como todos los que hay por aquí- se ha caído clavándose el manillar en el costillar. Resultado final de cuasidesfallecimiento, respiración entrecortada, fuerte dolor en tórax y visita al Hospital para Rx. No hay nada roto, se ha prescrito analgésicos cada cuatro horas.
- Yo: sin problemas técnicos de ningún tipo, cada día más felic con mi 29r. No caídas ni choques, pero sí muslos agotados y doloridos, problema que he solucionado con enchufarme el agua fría en la ducha, y una pequeña y reponedora siesta.
The route:
Ah, Is Billia
Ah, Sevilla.
Hace algunos días que no perpetraba entradas bloggeras, y ha sido, mayormente, por haber estado fuera. He pasado unos días familiares, a raiz de ciertos cambios que no viene a cuento contar aquí y ahora, repartiéndome entre la casa de mis padres y la de mi suegra, también conocida como relimitador o corte de encendido.
He tenido tiempo de retomar la lectura, próxima a su fin, de "La Rebelión de Atlas", magnífica obra filosófica en forma de novela en la que se trata el tema de la distopía de una sociedad con un gobierno ultraintervencionista. Ya hablaré de él cuando lo acabe.
También he ido al cine, cosa que llevaba meses sin poder llevar a cabo. He tenido la desgracia o mala oportunidad de ver la claramente sobrevalorada "No habrá paz para los malvados". Este filme, que es sin duda un producto de mercadeo vil y rastrero, estafador, deshonesto y rayano en el plagio vulgar, no merece ni ser calificado como película. En efecto, lo veo como una peli de serie B de los años ochenta, como un telefilme de sobremesa, o como un remake de "Dirty Harry" a la española, plagado de tópicos y clichés, en la que el actor protagonista, Coronado, hace un papel redondo, sí, pero no por nada especial, no, sino porque se ajusta a su físico, a su forma de moverse, le pega, es SU PAPEL pero porque le sale natural, es que da la impresión de que José Coronado es así. Vamos, que no actúa mucho, sólo se deja guiar.
El guión está lleno de lagunas e incongruencias, y la posproducción es de risa. Los efectos son de coña -vamos, que cuando cierra la puerte del Xantia suena como si fuera un Clase S-, y las situaciones son desmesuradas y totalmente increíbles.
La peli es una hez total, no se la recomiendo a nadie, y en su lugar pueden ver cualquiera de la saga de Harry El Sucio, con un Eastwood enorme, que además es más guapo y mejor actor que Coronado.
Para resarcirme de tan amarga aventura, al día siguiente fui con el limitador a pasar la mañana en la capital, primero visitando un taller relojero, de los de verdad, no lo que hay en Huelva, que da pena. Luego nos dirigimos al centro, donde paseamos bajo un agradabilísimo sol invernal que ha calentado hasta pasar los veinte grados.
Me gusta ir de vez en cuando a Sevilla y ver la vida que hay en sus calle peatonales del centro, ese ambiente de sus plazas más populares, tomar alguna cerveza con su tapa en los diversos bares que pululan por doquier... Así es como llegué al bar o cervecería Giralda, en una conocida calle que parte de una plaza en la parte trasera de la Catedral:
Antes de sentarme en una pequeña mesa sobre la acera, ya había tomado un poco de adobo en una transversal de la calle Tetuán, y una tapa de morcilla de arroz con huevo de codorniz en otro sitio junto a la Plaza Nueva. De modo que mi limitador sugirió ir a:
Antaño fue un reconocido lugar de tapeo sevillano, con el local atiborrado de gente, costaba trabajo llegar hasta la barra para pedir, y era imposible encontrar mesa libre fuera, en la calle. Cuando vi que apenas había un par de clientes dentro, y varias mesas libres, ya me mosqueé un poco, pero en cuanto llegó mi tapa de "patata a la importancia", mis temores se confirmaron: algo había cambiado, y no precisamente a mejor, en este lugar. Una pena. Otra víctima de la crisis que ha preferido bajar la calidad en vez del precio para subsistir... a costa de perder cada cliente con un mínimo de exigencia. Ellos sabrán lo que hacen, pero este que escribe no pisará más ese sitio.
Para quitarnos el mal sabor de boca, y de paso tomar un postre agradable y un cafelito, en nuestro camino de retorno al coche entramos en Ochoa, en la calle Sierpes, donde degusté un magnífico tocino de cielo, y el limitador una torrija, la primera de la temporada:
Y de este modo dulce y feliz, acabo por hoy.
Un beso a todos, y me voy a la cama para preparar mi cuerpo de cara a la ruta montañera de mañana, de la que, supongo, haré cumplido reporte.
Hace algunos días que no perpetraba entradas bloggeras, y ha sido, mayormente, por haber estado fuera. He pasado unos días familiares, a raiz de ciertos cambios que no viene a cuento contar aquí y ahora, repartiéndome entre la casa de mis padres y la de mi suegra, también conocida como relimitador o corte de encendido.
He tenido tiempo de retomar la lectura, próxima a su fin, de "La Rebelión de Atlas", magnífica obra filosófica en forma de novela en la que se trata el tema de la distopía de una sociedad con un gobierno ultraintervencionista. Ya hablaré de él cuando lo acabe.
También he ido al cine, cosa que llevaba meses sin poder llevar a cabo. He tenido la desgracia o mala oportunidad de ver la claramente sobrevalorada "No habrá paz para los malvados". Este filme, que es sin duda un producto de mercadeo vil y rastrero, estafador, deshonesto y rayano en el plagio vulgar, no merece ni ser calificado como película. En efecto, lo veo como una peli de serie B de los años ochenta, como un telefilme de sobremesa, o como un remake de "Dirty Harry" a la española, plagado de tópicos y clichés, en la que el actor protagonista, Coronado, hace un papel redondo, sí, pero no por nada especial, no, sino porque se ajusta a su físico, a su forma de moverse, le pega, es SU PAPEL pero porque le sale natural, es que da la impresión de que José Coronado es así. Vamos, que no actúa mucho, sólo se deja guiar.
El guión está lleno de lagunas e incongruencias, y la posproducción es de risa. Los efectos son de coña -vamos, que cuando cierra la puerte del Xantia suena como si fuera un Clase S-, y las situaciones son desmesuradas y totalmente increíbles.
La peli es una hez total, no se la recomiendo a nadie, y en su lugar pueden ver cualquiera de la saga de Harry El Sucio, con un Eastwood enorme, que además es más guapo y mejor actor que Coronado.
Para resarcirme de tan amarga aventura, al día siguiente fui con el limitador a pasar la mañana en la capital, primero visitando un taller relojero, de los de verdad, no lo que hay en Huelva, que da pena. Luego nos dirigimos al centro, donde paseamos bajo un agradabilísimo sol invernal que ha calentado hasta pasar los veinte grados.
Me gusta ir de vez en cuando a Sevilla y ver la vida que hay en sus calle peatonales del centro, ese ambiente de sus plazas más populares, tomar alguna cerveza con su tapa en los diversos bares que pululan por doquier... Así es como llegué al bar o cervecería Giralda, en una conocida calle que parte de una plaza en la parte trasera de la Catedral:
La barba mola. |
Para quitarnos el mal sabor de boca, y de paso tomar un postre agradable y un cafelito, en nuestro camino de retorno al coche entramos en Ochoa, en la calle Sierpes, donde degusté un magnífico tocino de cielo, y el limitador una torrija, la primera de la temporada:
Deliciosísimo |
Un beso a todos, y me voy a la cama para preparar mi cuerpo de cara a la ruta montañera de mañana, de la que, supongo, haré cumplido reporte.
martes, 21 de febrero de 2012
Lumen
Seamaster Professional 300m, 2231.80 caja de titanio, con un poco de nocturnidad y no poca alevosía:
lunes, 20 de febrero de 2012
Sandman titanium nepali adventure
Ya puse hace un par de semanas la primera parte del viaje de este pibe. Ahora cuelgo la segunda y última, que es incluso más molona e interesante:
domingo, 19 de febrero de 2012
Deslimitado
A unos días del aniversario del suceso que ha marcado mi vida, hoy he pasado la mayor parte del día a solas. Eso es bueno, y también no tan bueno.
Uno tiene a veces unos momentos de pensamientos, digamos, no claros, y está expuesto a extraer conclusiones erróneas o precipitadas o amplificadas o vaya a saber, pero que perturban la mente. Eso me ha pasado hoy tres o cuatro veces, pues he tenido tiempo para pensar, meditar. Aunque, es cierto, no he llegado a ninguna nueva conclusión vital ni nada por el estilo.
El limitador se ha ido con la prole a Sevilla, a un acto cofradiero, cosa de la que yo no soy partícipe en ningún modo, por supuesto.
Así que, ojos que no ven, corazón que no siente: he rescatado mi casco Suomy del armario, y al desenfundarlo de su saquito protector, me he llevado una sorpresa, pues tenía la visera rayada y el espoiler aerodinámico posterior roto. Sin duda fue en el suceso al que aludía al principio de la entrada. Alguien lo cogió y lo guardo en su fundita, y así llegó hasta mí, que en el convencimiento de que estaba bien, no lo he visto en casi un año...
Las pruebas fehacientes:
No obstante, comprobé que no afecta a la visión frontal, de modo que me puse la chaqueta de invierno, los guantes que salvaron mis manos, y salí a rodar por la N435 hasta la venta del cruce de Santa Ana la Real.
Allí me tomé gustosamente un café cortado, alegremente sentado al sol de la terraza del bar, mientras escuchaba las intrascendentes conversaciones de los motoristas ocupantes de las mesas adyacentes.
¡Qué buenrollismo! ¡Qué hermanamiento! Mentira todo, jajajaja.
Una toma de la minigixxer en el aparcamiento:
Tendrán que perdonar la "chicken strip" del neumático, pero es lo que pasa cuando hace un año que uno no sale a rodar por la carretera, y además va en jeans y vigilando a diestro y siniestro, mirando detrás de cada tapia, buscando entre los arbustos al radar oculto que me podría joder el año, sin duda.
Todo el camino en sexta velocidad, sin tocar el freno para nada, eso da una idea del ritmo que he llevado, hilando curvas, trazando con tiralíneas, mucha suavidad. Ha estado bien, sigo en comunión con la fiel máquina que tantos buenos ratos me ha hecho pasar.
Una cervezita a la vuelta con un colega en una terraza del centro, y luego me dirigí a tomar el almuerzo en "Huracanes":
Situada en la planta superior del centro comercial Aqualon Puerto, esta pizzería es conocida por su masa finísima, que es acompañada de unas tijeras para cortarla al gusto. He tomado una cuatro estaciones, con chorizo, york, champiñones y pimiento morrón, una combinación muy sabrosa. La pizza es de tamaño considerable, y aunque fina, demasiado para mí, por lo que he dejado una sexta parte, más o menos. Estaba bien rica, aunque al ser tan fina, hay que utilizar trucos para engullirla con dignidad si no se quiere recurrir a cuchillo y tenedor.
Me han cobrado hasta los rissini, que son unos palitos largos que uno va tomando mientras viene la comanda:
No es una mala relación calidad precio, teniendo en cuenta que me ha tocado la única camarera eficiente del local, tuve suerte. Mucho bullicio, niños gritando, padres indolentes... lo típico de una pizzería uno domingo de Carnaval.
Para rematar, aprovechando la soledad, me dirigí al cine para ver la última de Denzel Washington, bien acompañado por el actor que hizo de Linterna Verde.
No me extenderé comentando una peli que seguramente ya sabrán de qué va. A mí, personalmente, me ha gustado, aunque la he encontrado un pelín larga, prácticamente dos horas. Básicamente, trata de la pérdida de la inocencia de un joven, pero la historia no se sustenta en absoluto. No se puede pretender ser un agente secreto de la CIA y hacer del buenismo y la inocencia tu bandera vital, y cuando ves que el Mundo no se rige por tus parámetros ideales, mandarlo todo al carajo. No.
Pero tiene bastante acción, aunque ya se cansa uno de ver las mismas peleíllas, persecuciones y tramas. Para que se hagan una idea, es como una mezcla entre Misión Imposible y La identidad de Bourne. Un cinquillo le daba, quizá un seis, pero a lo mejor me estoy pasando.
Hasta aquí mi día libre, pues ya ha llegado el resto de mi familia y se ha acabado la tranquilidad.
Les mando un beso afectuoso, y les deseo una buena semana.
Uno tiene a veces unos momentos de pensamientos, digamos, no claros, y está expuesto a extraer conclusiones erróneas o precipitadas o amplificadas o vaya a saber, pero que perturban la mente. Eso me ha pasado hoy tres o cuatro veces, pues he tenido tiempo para pensar, meditar. Aunque, es cierto, no he llegado a ninguna nueva conclusión vital ni nada por el estilo.
El limitador se ha ido con la prole a Sevilla, a un acto cofradiero, cosa de la que yo no soy partícipe en ningún modo, por supuesto.
Así que, ojos que no ven, corazón que no siente: he rescatado mi casco Suomy del armario, y al desenfundarlo de su saquito protector, me he llevado una sorpresa, pues tenía la visera rayada y el espoiler aerodinámico posterior roto. Sin duda fue en el suceso al que aludía al principio de la entrada. Alguien lo cogió y lo guardo en su fundita, y así llegó hasta mí, que en el convencimiento de que estaba bien, no lo he visto en casi un año...
Las pruebas fehacientes:
Secuela número uno |
Secuela número dos |
Allí me tomé gustosamente un café cortado, alegremente sentado al sol de la terraza del bar, mientras escuchaba las intrascendentes conversaciones de los motoristas ocupantes de las mesas adyacentes.
¡Qué buenrollismo! ¡Qué hermanamiento! Mentira todo, jajajaja.
Una toma de la minigixxer en el aparcamiento:
Imponente, como nueva. |
Todo el camino en sexta velocidad, sin tocar el freno para nada, eso da una idea del ritmo que he llevado, hilando curvas, trazando con tiralíneas, mucha suavidad. Ha estado bien, sigo en comunión con la fiel máquina que tantos buenos ratos me ha hecho pasar.
Una cervezita a la vuelta con un colega en una terraza del centro, y luego me dirigí a tomar el almuerzo en "Huracanes":
La birra que no falte, desde luego. |
No es una mala relación calidad precio, teniendo en cuenta que me ha tocado la única camarera eficiente del local, tuve suerte. Mucho bullicio, niños gritando, padres indolentes... lo típico de una pizzería uno domingo de Carnaval.
Para rematar, aprovechando la soledad, me dirigí al cine para ver la última de Denzel Washington, bien acompañado por el actor que hizo de Linterna Verde.
No me extenderé comentando una peli que seguramente ya sabrán de qué va. A mí, personalmente, me ha gustado, aunque la he encontrado un pelín larga, prácticamente dos horas. Básicamente, trata de la pérdida de la inocencia de un joven, pero la historia no se sustenta en absoluto. No se puede pretender ser un agente secreto de la CIA y hacer del buenismo y la inocencia tu bandera vital, y cuando ves que el Mundo no se rige por tus parámetros ideales, mandarlo todo al carajo. No.
Pero tiene bastante acción, aunque ya se cansa uno de ver las mismas peleíllas, persecuciones y tramas. Para que se hagan una idea, es como una mezcla entre Misión Imposible y La identidad de Bourne. Un cinquillo le daba, quizá un seis, pero a lo mejor me estoy pasando.
Hasta aquí mi día libre, pues ya ha llegado el resto de mi familia y se ha acabado la tranquilidad.
Les mando un beso afectuoso, y les deseo una buena semana.
Gastro
Ayer anduve, como saben por mis últimas disquisiciones, en La Antilla. Aproveché la ocasión para premiar a mi primogénito por lo que fue un buen partido de baloncesto, invitándole a almorzar en la conocida pizzería "La Yema de Oro":
Situada en la calle Castilla de dicha localidad, que es una transitada y comercial rúa, La Yema de Oro me sorprendió gratamente por la celeridad. Sí, sí, algo inusitado en los tiempos que corren, por desgracia.
yo pedí una ensalada a medias con el limitador, y una pizza con varios ingredientes, entre los que se encontraba el chorizo picante.
Curiosa rareza en una pizza, pero la verdad es que el experimento no salió mal, porque no estaba tan picante como para joderme el ágape, ni tan insípida como para despreciarla.
Adjunto pictograma a color del objeto que hoy ya, seguramente, ha sido expulsado de mi cuerpo:
Hay dos tamaños de pizza, la pequeña, como la de la foto, más que de sobra para un ser humano normal, que cuesta seis euros, y la grande, por nueve euros, para compartir con otra persona. El precio es fijo, y la carta señala una serie de combinaciones de ingredientes de la que no te puedes salir: no puedes añadir más ingredientes, ni siquiera pagando. Es política de la casa. Sí puedes cambiar uno por otro, por ejemplo, york por beicon, y cosas asín.
Destaco una vez más la rapidez en servir los platos, tanto cervezas, como ensalada -parece que las tuvieran preparadas de antemano, es alucinante, como las propias pizzas, que no tardaron más de diez o doce minutos. La masa un poco gruesa, tipo pan, pero entraba bien... o era el hambre que teníamos.
En fin, que si va usted con críos a La Antilla, y no tiene claro dónde llenarles la panza con garantía, no fallarán yendo a este sitio, todo un clásico de la zona.
Situada en la calle Castilla de dicha localidad, que es una transitada y comercial rúa, La Yema de Oro me sorprendió gratamente por la celeridad. Sí, sí, algo inusitado en los tiempos que corren, por desgracia.
yo pedí una ensalada a medias con el limitador, y una pizza con varios ingredientes, entre los que se encontraba el chorizo picante.
Curiosa rareza en una pizza, pero la verdad es que el experimento no salió mal, porque no estaba tan picante como para joderme el ágape, ni tan insípida como para despreciarla.
Adjunto pictograma a color del objeto que hoy ya, seguramente, ha sido expulsado de mi cuerpo:
Hay dos tamaños de pizza, la pequeña, como la de la foto, más que de sobra para un ser humano normal, que cuesta seis euros, y la grande, por nueve euros, para compartir con otra persona. El precio es fijo, y la carta señala una serie de combinaciones de ingredientes de la que no te puedes salir: no puedes añadir más ingredientes, ni siquiera pagando. Es política de la casa. Sí puedes cambiar uno por otro, por ejemplo, york por beicon, y cosas asín.
Destaco una vez más la rapidez en servir los platos, tanto cervezas, como ensalada -parece que las tuvieran preparadas de antemano, es alucinante, como las propias pizzas, que no tardaron más de diez o doce minutos. La masa un poco gruesa, tipo pan, pero entraba bien... o era el hambre que teníamos.
En fin, que si va usted con críos a La Antilla, y no tiene claro dónde llenarles la panza con garantía, no fallarán yendo a este sitio, todo un clásico de la zona.
sábado, 18 de febrero de 2012
Singletrack fury: discovering a new sendero!
¡Qué gran verdad! Seguro que todos vosotros habéis pasado alguna vez por algo así: cuando menos expectativas tenías puestas en algo, resulta que surge algo sorprendente o novedoso, algo sumamente interesante, y al final resultó una experiencia magnífica.
El miércoles machaqué el pie y la cadera con más carrera de la cuenta, y más rápido de lo deseable. Ayer hice una contrarreloj con la flaca que se complicó por el viento, que me dejó para el arrastre. Y hoy, a pesar de estar toda la mañana con el muslo quejándose, con las cicatrices ardiendo, con el bíceps femoral contracturado y dolorido... a pesar de todo eso, como di mi palabra, salí con Pedrito. Era el único día que él podía, y habíamos quedado a principios de semana.
Hice de tripas corazón, y partí con mi Hei Hei, con sus mandos de cambio recién puestos, a ritmo tranquilo. Pensé en hacer pocos km, unos 25 ó 30, a ritmo tranquilo, como el viernes pasado. Y el ritmo ha sido tranquilo, o lo ha parecido. Cuando dos amigos van pedaleando juntos, de charla, tranquilamente, disfrutando del momento, es que no van ni a medio gas. Porque cuando uno va metido en faena de verdad, no puedes ni hablar, supone desperdiciar capacidad pulmonar, y eso es oro puro para un ciclista.
Al final, cincuenta y cuatro km, y a una media decente, o al menos a un nivel mucho más rápido del previsto.
En mitad de la ruta, y prácticamente por casualidad, nos encontramos con un sendero -singletrack- nuevo, desconocido, parecía recién abierto. Uy uy uy uyyyyy, como se enteren las autoridades vigilantes, aburridas, jodedoras del espíritu de la libertad, son capaces de meternos un paquete.
El caso es que era en ligerísima bajada, de una longitud aceptable, muy revirado, divertido. Al final del mismo nos hicimos las photos que acabo de poner.
El itinerario:
Ya de vuelta, Pedrito se desvió a la altura de Aljaraque, para ir a su casa. Yo seguí por el pestoso y horrible, horripilante, carril bici, hoy sin incidencias molestas, por ciertos. Al revés, he tenido la ocasión de ver algo que me ha resultado llamativo, un poco increíble: la marea estaba bajísima, y pasando por el puente sobre el río Odiel, casi metidos ya en la ciudad, me encuentro a un buen grupo de flamencos que estaban hurgando en el fondo en busca de alimento. No he podido resistir la tentación de bajar de la burra y tomas unas imágenes para la posteridad. Es una pena que el aifón no pueda incorporar un buen zoom:
Para finalizar, una instantánea del frontal de la Kona, mostrando los últimos upgrades, un poco al estilo "american toys":
El miércoles machaqué el pie y la cadera con más carrera de la cuenta, y más rápido de lo deseable. Ayer hice una contrarreloj con la flaca que se complicó por el viento, que me dejó para el arrastre. Y hoy, a pesar de estar toda la mañana con el muslo quejándose, con las cicatrices ardiendo, con el bíceps femoral contracturado y dolorido... a pesar de todo eso, como di mi palabra, salí con Pedrito. Era el único día que él podía, y habíamos quedado a principios de semana.
Hice de tripas corazón, y partí con mi Hei Hei, con sus mandos de cambio recién puestos, a ritmo tranquilo. Pensé en hacer pocos km, unos 25 ó 30, a ritmo tranquilo, como el viernes pasado. Y el ritmo ha sido tranquilo, o lo ha parecido. Cuando dos amigos van pedaleando juntos, de charla, tranquilamente, disfrutando del momento, es que no van ni a medio gas. Porque cuando uno va metido en faena de verdad, no puedes ni hablar, supone desperdiciar capacidad pulmonar, y eso es oro puro para un ciclista.
Al final, cincuenta y cuatro km, y a una media decente, o al menos a un nivel mucho más rápido del previsto.
El interfecto, mamando. |
El hombre que susurra a los biciclos |
El caso es que era en ligerísima bajada, de una longitud aceptable, muy revirado, divertido. Al final del mismo nos hicimos las photos que acabo de poner.
El itinerario:
Ya de vuelta, Pedrito se desvió a la altura de Aljaraque, para ir a su casa. Yo seguí por el pestoso y horrible, horripilante, carril bici, hoy sin incidencias molestas, por ciertos. Al revés, he tenido la ocasión de ver algo que me ha resultado llamativo, un poco increíble: la marea estaba bajísima, y pasando por el puente sobre el río Odiel, casi metidos ya en la ciudad, me encuentro a un buen grupo de flamencos que estaban hurgando en el fondo en busca de alimento. No he podido resistir la tentación de bajar de la burra y tomas unas imágenes para la posteridad. Es una pena que el aifón no pueda incorporar un buen zoom:
Luz del ocaso para adivinar lo que se cuece |
En la photo no se aprecia la belleza del momento. |
jueves, 16 de febrero de 2012
Singletrack fury, pero sin singletrack
O, en todo caso, ¿vale el carril bici como un sendero urbanita, como una vía que en una par de ocasiones o tres se retuerce en algunas curvillas, con sus repechines y algunos baches? No, sin duda, no.
Cada cosa tiene su nombre, eso es así, y el carril bici, creo que ya lo dije en alguna ocasión, es lo peor. Hoy, para más inri, he tenido un breve intercambio de palabras con una señora -por llamarla de alguna manera, pero, desde luego, muy señora no era- que llevaba un perro suelto:
- yo: cuidao con el perro!
- ella: ve más despacio, oye.
- yo, al tiempo que paso por su lado levantando la mano y haciendo un gesto con el dedo índice de vaivén lateral: ¡No!
Que fuera más despacio, dijo, y yo que iba calentando, con un viento de fuerza 3 en contra, juas. Si supiérais las sensaciones cuando llegué a la playa de La Bota y vi a unos tipos haciendo kitesurf... La envidia fue en mí.
Aproveché la breve parada en el descansadero para tomar unas imágenes electrónicas, con la luz en uno de sus mejores momentos. Una pena que por la ubicación de nuestra costa no fuera adecuado hacerlas con el mar de fondo:
Obviamente, la talla de la bici es enorme, como para un tío de uno noventa, más o menos, con lo que me sobra por todos lados. El sillín no pega ni con cola, pero es un Selle San Marco "US Postal Service" Edition, como el del caníbal Lance, y es, sin duda, infinitamente mejor que el San Marco "Rolls" original de la bici.
Por otro lado, el plato pequeño de 39 dientes, el más pequeño que se puede poner en esas bielas, ha sido estrenado satisfactoriamente. No fue posible encontrar una piñonera diferente, con piñones más grandes... hace veinte años que ya no se fabrican, la bici es de primeros de los noventa, imagínense, lejos de los estándares de calidad de las transmisiones y materiales de construcción de hoy día. Pero, total, para dar una vuelta un par de veces al mes tengo de sobra.
Ayer estuve corriendo por la noche, 2'40 km en 19'51", una media de 8"15 el km, con una velocidad máxima de 6'31" por km. No les aburriré con más números, pero sí les contaré que he avanzado mucho en sólo tres sesiones, aunque el esfuerzo ha tenido sus repercusiones. No es lo mismo pedalear en una bici, en la que el peso está casi todo en el culo, el movimiento es suave y circular, no hay impacto que joda las articulaciones... Correr es más duro en mi estado, se nota mucho la debilidad del pie izquierdo, el gemelo que no impulsa como debiera, el fémur que hace que tenga sensaciones raras.
Soy de la idea de hacer un ejercicio suave al día siguiente después de un esfuerzo, me ayuda a recomponerme, suelto las piernas y todo va mejor después.
La media es mejor, mucho mejor que la última vez que hice esta ruta, allá por Septiembre. En estos meses he mejorado muchísimo, pero podría haber sido más rápido si no hubiera tenido la compañía de Eolo, que estaba un poco cabreado esta tarde:
Cada cosa tiene su nombre, eso es así, y el carril bici, creo que ya lo dije en alguna ocasión, es lo peor. Hoy, para más inri, he tenido un breve intercambio de palabras con una señora -por llamarla de alguna manera, pero, desde luego, muy señora no era- que llevaba un perro suelto:
- yo: cuidao con el perro!
- ella: ve más despacio, oye.
- yo, al tiempo que paso por su lado levantando la mano y haciendo un gesto con el dedo índice de vaivén lateral: ¡No!
Que fuera más despacio, dijo, y yo que iba calentando, con un viento de fuerza 3 en contra, juas. Si supiérais las sensaciones cuando llegué a la playa de La Bota y vi a unos tipos haciendo kitesurf... La envidia fue en mí.
Aproveché la breve parada en el descansadero para tomar unas imágenes electrónicas, con la luz en uno de sus mejores momentos. Una pena que por la ubicación de nuestra costa no fuera adecuado hacerlas con el mar de fondo:
Obviamente, la talla de la bici es enorme, como para un tío de uno noventa, más o menos, con lo que me sobra por todos lados. El sillín no pega ni con cola, pero es un Selle San Marco "US Postal Service" Edition, como el del caníbal Lance, y es, sin duda, infinitamente mejor que el San Marco "Rolls" original de la bici.
Por otro lado, el plato pequeño de 39 dientes, el más pequeño que se puede poner en esas bielas, ha sido estrenado satisfactoriamente. No fue posible encontrar una piñonera diferente, con piñones más grandes... hace veinte años que ya no se fabrican, la bici es de primeros de los noventa, imagínense, lejos de los estándares de calidad de las transmisiones y materiales de construcción de hoy día. Pero, total, para dar una vuelta un par de veces al mes tengo de sobra.
Ayer estuve corriendo por la noche, 2'40 km en 19'51", una media de 8"15 el km, con una velocidad máxima de 6'31" por km. No les aburriré con más números, pero sí les contaré que he avanzado mucho en sólo tres sesiones, aunque el esfuerzo ha tenido sus repercusiones. No es lo mismo pedalear en una bici, en la que el peso está casi todo en el culo, el movimiento es suave y circular, no hay impacto que joda las articulaciones... Correr es más duro en mi estado, se nota mucho la debilidad del pie izquierdo, el gemelo que no impulsa como debiera, el fémur que hace que tenga sensaciones raras.
Soy de la idea de hacer un ejercicio suave al día siguiente después de un esfuerzo, me ayuda a recomponerme, suelto las piernas y todo va mejor después.
La media es mejor, mucho mejor que la última vez que hice esta ruta, allá por Septiembre. En estos meses he mejorado muchísimo, pero podría haber sido más rápido si no hubiera tenido la compañía de Eolo, que estaba un poco cabreado esta tarde:
martes, 14 de febrero de 2012
Hawaii
Mucho, mucho tiempo que no iba al cine con el limitador. Ayer por la tarde, a pesar de ser domingo, me atreví.
Clooney es un actor magnífico, siempre lo he creído, igual que reconocía a un auténtico artista a DiCaprio, incluso al genial Brad Pitt. Muchos no comparten mi estima por estos guapetes, pero tras esos rostros bellos hay unos auténticos gigantes del celuloide, estoy firmemente convencido.
En la peli que anoche vi, George está gigante, enorme, ciclópeo, himaláyico. Se nota que mancantao. Pues sí.
Esta peli de corte familiar, con tintes de comedia negra, es a ratos triste, a ratos ácida, otras veces cómica, siempre real y cercana aunque se desenvuelva en un escenario tan especial y lejano para nosotros.
En fin, no les quiero spoilear el filme, conque les dejo el trailer para que se hagan una idea, y mi puntuación, que yo no sé ni para qué me molesto en puntuar -con decir que me ha molado ya es bastante, creo yo-:
Clooney es un actor magnífico, siempre lo he creído, igual que reconocía a un auténtico artista a DiCaprio, incluso al genial Brad Pitt. Muchos no comparten mi estima por estos guapetes, pero tras esos rostros bellos hay unos auténticos gigantes del celuloide, estoy firmemente convencido.
En la peli que anoche vi, George está gigante, enorme, ciclópeo, himaláyico. Se nota que mancantao. Pues sí.
Esta peli de corte familiar, con tintes de comedia negra, es a ratos triste, a ratos ácida, otras veces cómica, siempre real y cercana aunque se desenvuelva en un escenario tan especial y lejano para nosotros.
En fin, no les quiero spoilear el filme, conque les dejo el trailer para que se hagan una idea, y mi puntuación, que yo no sé ni para qué me molesto en puntuar -con decir que me ha molado ya es bastante, creo yo-:
lunes, 13 de febrero de 2012
El Poyó
¡Qué grande es la marca del león! Desde la humildad, desde un fabricante generalista de coches de gama media, el auténtico coche del pueblo francés, Peugeot -léase poyó si es usted más o menos finolis- ha alzado a su 908 hdi a lo más alto del cajón de las 24 horas de Le Mans.
Gran azaña, sobre todo cuando ha sido enfrentándose al todopoderoso grupo VAG y sus temibles tdi, los inventores y máximos explotadores del fenómeno diésel de los noventa hasta hoy.
Pero una cosa es el mundo de la competición, y otra muy distinta es la realidad de la calle.
Los coches de Poyó son cualquier cosa menos deportivos, la verdad, y para muestra, el que he probado este fin de semana, perteneciente a mi cuñao:
Sí, es un 308 1.6 hdi, de 92 cv y alimentado por esa cosa que usan las calderas.
Empecemos por fuera. No sé porqué, pero es cierto que la mayoría de los utilitarios de este segmento se parecen cada vez más a un huevo. Sí, sí, un huevo, y en este caso, como es blanco, pues la percepción oval es más acusada. Obviando detalles de coche utilitario y ciudadano, de barato mantenimiento y precio de adquisición asequible, como las llantas pequeñas, gomas de perfil alto, plásticos mediocres, y franquicias enormes, el diseño es el típico al que nos tiene acostumbrados el fabricante francés desde que hace una década pusiera en la calle el 206. Todos sus coches son variaciones sobre lo mismo, con más o menos morro, más o menos altos, grandes o pequeños, tres, dos o un volumen, da igual.
Cuestión que se ve acrecentada por el indiscriminado uso de ese horrible frontal:
Los faros van aumentando en tamaño temporada tras temporada, y la parrilla delantera aparece como algo recargado y complejo en exceso. ¿Por qué? No tiene explicación. Acaso se quiere buscar una imagen de marca, como hace Audi con sus parrillas -hasta el punto de hacer indistinguibles sus diferentes modelos si los ves de frente a más de diez metros de distancia-. Sea como fuere, los franceses siempre han sido partícipes de una estética peculiar, por decirlo de un modo suave.
Dado que el exterior de este auto no aporta absolutamente nada, pasamos al interior. Cerramos la puerta y no nos podemos llevar las manos a la cabeza ante el sonido a lata y la vibración de unos guarnecidos que parece que van a saltar en cualquier momento. Los asientos son cómodos, como en todos los franceses, y la postura al enorme volante aparece natural. He encontrado la palanca de cambio en una postura un poco extraña, pero en cambio, los pedales caen en el sitio justo, y nada estorba para conducir con facilidad.
El motor, a pesar de ser un 1.6 diésel, tiene cierta alegría, pero no puedes dejarlo caer por debajo de 2.200 rpm, o te quedarás clavado, sin chicha que mueva el elevado peso del artefacto. Esto, acompañado a la corriente de utilitarios que montan unos desarrollos excesivamente largos -buscando consumos bajos-, hace que no tenga mucha alegría, pero todo es cuestión de llevarlo un poco arriba en el cuentarrevoluciones y estirar las marchas casi como si fuera un gasolina... pero entonces ¿para qué quiere uno un diésel?
El coche no tiene mucho par según los papeles, pero la verdad es que si apuramos segunda y tercera girando un poco el volante, notaremos rápidamente cómo pierde tracción, lo que me ha llamado la atención. ¿Por qué pierde rueda tan pronto un coche de tan escasa potencia y con marchas largas? Algo no está bien conseguido en sus reglajes, y el coche es clarísimamente subvirador, peligrosamente subvirador, ayudado por un control de estabilidad que tarda en hacer aparición. El tren trasero, sin embargo, es inamovible. Vale, es un coche destinado a malos conductores, o a gente despreocupada, ese tipo de personas que conduce porque no tiene más remedio, porque es obligatorio para ir a currar, por ejemplo, pero no tienen ningún interés en disfrutar de su condición privilegiada de poseedor de una máquina de placer.
En resumen, este Poyó es el electrodoméstico típico, comparable a una lavadora o un horno microondas: cumple con su función de llevarte de A hasta B, sin más.
No vibra, pero suena bastante, frena bien, y si lo llevas arriba se mueve con dignidad, suficiente y sobrado para la potencia que declara -no me extrañaría que desarrolle más de lo anunciado-.
¿Me lo compraría? Nunca. ¿Lo recomendaría? Depende de para quién. El coche no es malo, la verdad, es simplemente anodino hasta el aburrimiento, pero no es mal coche. Es, simplemente, que no es mi tipo de coche.
Gran azaña, sobre todo cuando ha sido enfrentándose al todopoderoso grupo VAG y sus temibles tdi, los inventores y máximos explotadores del fenómeno diésel de los noventa hasta hoy.
Pero una cosa es el mundo de la competición, y otra muy distinta es la realidad de la calle.
Los coches de Poyó son cualquier cosa menos deportivos, la verdad, y para muestra, el que he probado este fin de semana, perteneciente a mi cuñao:
Sublimación de lo anodino? |
Empecemos por fuera. No sé porqué, pero es cierto que la mayoría de los utilitarios de este segmento se parecen cada vez más a un huevo. Sí, sí, un huevo, y en este caso, como es blanco, pues la percepción oval es más acusada. Obviando detalles de coche utilitario y ciudadano, de barato mantenimiento y precio de adquisición asequible, como las llantas pequeñas, gomas de perfil alto, plásticos mediocres, y franquicias enormes, el diseño es el típico al que nos tiene acostumbrados el fabricante francés desde que hace una década pusiera en la calle el 206. Todos sus coches son variaciones sobre lo mismo, con más o menos morro, más o menos altos, grandes o pequeños, tres, dos o un volumen, da igual.
Cuestión que se ve acrecentada por el indiscriminado uso de ese horrible frontal:
Los faros van aumentando en tamaño temporada tras temporada, y la parrilla delantera aparece como algo recargado y complejo en exceso. ¿Por qué? No tiene explicación. Acaso se quiere buscar una imagen de marca, como hace Audi con sus parrillas -hasta el punto de hacer indistinguibles sus diferentes modelos si los ves de frente a más de diez metros de distancia-. Sea como fuere, los franceses siempre han sido partícipes de una estética peculiar, por decirlo de un modo suave.
Dado que el exterior de este auto no aporta absolutamente nada, pasamos al interior. Cerramos la puerta y no nos podemos llevar las manos a la cabeza ante el sonido a lata y la vibración de unos guarnecidos que parece que van a saltar en cualquier momento. Los asientos son cómodos, como en todos los franceses, y la postura al enorme volante aparece natural. He encontrado la palanca de cambio en una postura un poco extraña, pero en cambio, los pedales caen en el sitio justo, y nada estorba para conducir con facilidad.
El motor, a pesar de ser un 1.6 diésel, tiene cierta alegría, pero no puedes dejarlo caer por debajo de 2.200 rpm, o te quedarás clavado, sin chicha que mueva el elevado peso del artefacto. Esto, acompañado a la corriente de utilitarios que montan unos desarrollos excesivamente largos -buscando consumos bajos-, hace que no tenga mucha alegría, pero todo es cuestión de llevarlo un poco arriba en el cuentarrevoluciones y estirar las marchas casi como si fuera un gasolina... pero entonces ¿para qué quiere uno un diésel?
El coche no tiene mucho par según los papeles, pero la verdad es que si apuramos segunda y tercera girando un poco el volante, notaremos rápidamente cómo pierde tracción, lo que me ha llamado la atención. ¿Por qué pierde rueda tan pronto un coche de tan escasa potencia y con marchas largas? Algo no está bien conseguido en sus reglajes, y el coche es clarísimamente subvirador, peligrosamente subvirador, ayudado por un control de estabilidad que tarda en hacer aparición. El tren trasero, sin embargo, es inamovible. Vale, es un coche destinado a malos conductores, o a gente despreocupada, ese tipo de personas que conduce porque no tiene más remedio, porque es obligatorio para ir a currar, por ejemplo, pero no tienen ningún interés en disfrutar de su condición privilegiada de poseedor de una máquina de placer.
En resumen, este Poyó es el electrodoméstico típico, comparable a una lavadora o un horno microondas: cumple con su función de llevarte de A hasta B, sin más.
No vibra, pero suena bastante, frena bien, y si lo llevas arriba se mueve con dignidad, suficiente y sobrado para la potencia que declara -no me extrañaría que desarrolle más de lo anunciado-.
¿Me lo compraría? Nunca. ¿Lo recomendaría? Depende de para quién. El coche no es malo, la verdad, es simplemente anodino hasta el aburrimiento, pero no es mal coche. Es, simplemente, que no es mi tipo de coche.
Singletrack fury: viva el Pastorcito Divino
Ese es uno de los variados y curioso gritos de júbilo que uno puede oir en la, posiblemente, romería más conocida mundialmente.
Viva la Blanca Paloma, viva Reina de las Marismas, viva la Virgen del Rocío, viva yo.
La toma corresponde al domingo, con mi fiel colega e insustituible ideólogo, el implacable y genial Julen, el hermano que nunca tuve.
Almonte es el centro dominante del Rocío, su término municipal es grande, y abarca hasta la playa de Matalascañas -que quiere la independencia como municipio, pero, claro, Almonte no va a dejar escapar esa mina tan fácilmente-. Entre Almonte y El Rocío hay zona protegida, paraje natural, terreno lleno de pinos -o sea, pinares-, y algún que otro eucaliptal -terrible, odioso y maldito-. Hectáreas y hectáreas de pistas, carriles y cortafuegos, la famosa Raya y, sobre todo, arena, mucha arena.
En verdad, es el antimountainbike, sobre todo por la ausencia del principal y distintivo dato que ilumina la creación del término: la montaña. No hay montaña en Almonte, ni siquiera cuestas dignas de ese nombre. Sólo hay interminables rectas en medio de los pinares, que comunican pequeños núcleos casi deshabitados, y accesos a unas pocas fincas.
Sinceramente, si yo viviera en Almonte, supongo que jamás se me ocurriría dedicar a pasar mi tiempo libre sobre una bici todo terreno. Pero como dijo el torero: "hay gente pa tó".
Pues el domingo se organizó una cita por parte de los organizadores de la ruta cicloturista "Doñana Natural", que desde hace pocos años se lleva a cabo por esos parajes durante el mes de Marzo. Son unos tipos muy simpaticos, abiertos y generosos, como buenos almonteños. No se queden ustedes, por favor, con los tópicos derivados del -para mí- lamentable espectáculo del salto de la reja y posterior meneo severo del trono de la Virgen que siempre se ve en el telediario de las tres de la tarde. No. Son gente dispuesta, amable, fuerte, risueña.
Nos quisieron enseñar el trazado de la ruta de este año, que por primera vez adquiere tintes competitivos y entra dentro del circuito provincial. Se supone que lo han hecho más técnico y duro. Se supone.
Yo lo único que he visto es arena, bancos de arena que te dejan clavado y te chupan la energía mágicamente, y también interminables y aburridas rectas. Lo peor.
Imagen del trazado que yo hice, que no es el completo de la futura prueba ya que vi el cielo abierto cuando se propuso por alguno dar la vuelta hacia los coches con la excusa de que había que estar en Sevilla para la hora de comer:
¿Ven alguna montaña?
En fin, que entre el antimuntinbaic y que este año no hay maillot de regalo, va a ir El Tato este año.
Ahhhh, qué ganitas tengo de estar fuerte de verdad para empezar a subir a la sierra a hacer enduro, verdadero MTB, para auténticos ciclistas de las piedras, las raíces, las cuestas y los descensos.
Viva la Blanca Paloma, viva Reina de las Marismas, viva la Virgen del Rocío, viva yo.
Pasado y futuro en las máquinas, presente, y muy presente en los individuos. |
La toma corresponde al domingo, con mi fiel colega e insustituible ideólogo, el implacable y genial Julen, el hermano que nunca tuve.
Almonte es el centro dominante del Rocío, su término municipal es grande, y abarca hasta la playa de Matalascañas -que quiere la independencia como municipio, pero, claro, Almonte no va a dejar escapar esa mina tan fácilmente-. Entre Almonte y El Rocío hay zona protegida, paraje natural, terreno lleno de pinos -o sea, pinares-, y algún que otro eucaliptal -terrible, odioso y maldito-. Hectáreas y hectáreas de pistas, carriles y cortafuegos, la famosa Raya y, sobre todo, arena, mucha arena.
En verdad, es el antimountainbike, sobre todo por la ausencia del principal y distintivo dato que ilumina la creación del término: la montaña. No hay montaña en Almonte, ni siquiera cuestas dignas de ese nombre. Sólo hay interminables rectas en medio de los pinares, que comunican pequeños núcleos casi deshabitados, y accesos a unas pocas fincas.
Sinceramente, si yo viviera en Almonte, supongo que jamás se me ocurriría dedicar a pasar mi tiempo libre sobre una bici todo terreno. Pero como dijo el torero: "hay gente pa tó".
Pues el domingo se organizó una cita por parte de los organizadores de la ruta cicloturista "Doñana Natural", que desde hace pocos años se lleva a cabo por esos parajes durante el mes de Marzo. Son unos tipos muy simpaticos, abiertos y generosos, como buenos almonteños. No se queden ustedes, por favor, con los tópicos derivados del -para mí- lamentable espectáculo del salto de la reja y posterior meneo severo del trono de la Virgen que siempre se ve en el telediario de las tres de la tarde. No. Son gente dispuesta, amable, fuerte, risueña.
Nos quisieron enseñar el trazado de la ruta de este año, que por primera vez adquiere tintes competitivos y entra dentro del circuito provincial. Se supone que lo han hecho más técnico y duro. Se supone.
Yo lo único que he visto es arena, bancos de arena que te dejan clavado y te chupan la energía mágicamente, y también interminables y aburridas rectas. Lo peor.
Imagen del trazado que yo hice, que no es el completo de la futura prueba ya que vi el cielo abierto cuando se propuso por alguno dar la vuelta hacia los coches con la excusa de que había que estar en Sevilla para la hora de comer:
¿Ven alguna montaña?
En fin, que entre el antimuntinbaic y que este año no hay maillot de regalo, va a ir El Tato este año.
Ahhhh, qué ganitas tengo de estar fuerte de verdad para empezar a subir a la sierra a hacer enduro, verdadero MTB, para auténticos ciclistas de las piedras, las raíces, las cuestas y los descensos.
Perversión
Parece el título de una peli, pero no. No es ciencia ficción, no pertenece al ámbito de la creación literaria, ni ha salido de la mente de un novelista ocurrente. Ni mucho menos.
Perdonen, aún no les dije que me estaba refiriendo a la subvención. Sí, ese invento de quién sabe quién, esa maravillosa arma creada para el desarrollo de vaya usted a saber qué, ni por parte de quién.
Desde mi punto de vista, el curioso caso de la subvención es una perversidad mayúscula, es algo horrible, es demencial, es tremendo, y parece que nadie -o muy pocos-, son capaces de alzar la voz en su contra, no vaya a ser que señalen con el dedo a un tipo políticamente incorrecto.
La Wikipedia la define como: la entrega de una cantidad de dinero por la Administración, a un particular, sin obligación de reembolsarlo, para que realice cierta actividad que se considera de interés público.
Y se añade que: En cuanto técnica de intervención administrativa, pertenece al conjunto de instrumentos propios de la actividad de fomento.
De esta sencilla, pero sensata y apropiada definición, se pueden extraer obvias y terribles conclusiones.
- La Administración entrega una cantidad de dinero a un particular: pero la Administración, que es un ente abstracto, una invención, cuya misión es, como su propio nombre indica, administrar el dinero del contribuyente para revertir en servicio público, la Administración -como decía- no tiene dinero propio, como no puede tenerlo ningún ente abstracto -el amor no tiene dinero, ni el odio, ni la idea de la libertad-. Eso es así, y no admite prueba en contrario. El dinero que tienen las diferentes categorias de Administraciones -local, provincial, autonómica y estatal- no es suyo, sino de todos aquellos que lo han pagado a la fuerza a través de los impuestos, tasas y demás. Te quitan el dinero, y lo invierten en lo que un iluminado, el del momento -no siempre es el mismo-, considera oportuno y adecuado, que puede muy bien no coincidir con lo que a usted o a mí nos interese, sino que ni siquiera sea adecuado para el bien común o general. Eso es lo que hay, y no podemos hacer nada para evitarlo salvo cambiar a las personas que eligen ese destino cada cuatro años, lo que, a todas luces y como la experiencia demuestra, es inútil. La Administración sólo debería dar dinero a un particular como contraprestación por un servicio, una obra, la entrega de un objeto manufacturado, y siempre que sea necesario para la marcha de la nación. Lo que nos lleva al segundo punto.
- Sin obligación de reembolsarlo: por favor, ¿tiene esto alguna lógica, obedece a algún motivo mínimamente explicable, cuál puede ser el objeto de obviar el hecho de la recuperación de ese dinero? Lo que se viene llamando "a fondo perdido". Creo que esto, que tiene tela y es muy gordo, no necesita de mayor crítica o explicación. No obstante, como no todos son igual de rápidos y perspicaces, tendré que aclarar que si se concede una ayuda pecuniaria para, por ejemplo, montar un negocio -negocio privado, claro está-, cuando en el futuro ese negocio sea rentable, si lo es, no veo descabellado trazar un plan de devolución de la ayuda, pues el Estado no es una ONG, señores, sino todo lo contrario.
- Para que realice una actividad que se considera de interés público: ahora entramos en el espinoso asunto de qué se debe considerar de interés público. Se conceden subvenciones millonarias para montar un mirador de ballenas a seis mil kilómetros de aquí, o para realizar la obra de reforma y rehabilitación de una cofradía de Semana Santa, o para contratar a un extranjero, o por ser mujer o por ser minusválido, o por cualquier otra peregrina cuestión. Para una persona como yo, que piensa que lo público debería quedar reducido a lo mínimo, a la defensa nacional, a la policía, a los jueces y poco más, la mera idea de lo que los otros consideran de interés público me revuelve el estómago, me causa la náusea.
- Ya se aclara, inmediatamente después que es una técnica de intervencionismo. No puede ser de otro modo, y dentro del ambito de lo que se ha dado en llamar "fomento", sí, sí, claro. Se fomenta la holgazanería, el descaro, la poca vergüenza, la cara dura, la desfachatez, el garrapatismo, el chupóptero, el vampirismo.
Y desde aquí lo digo, hay que ser cabrón y perro y caradura para conceder subvenciones de un dinero que no es tuyo -ay, si fuera de ese, qué poco se concedería-, pero también hay que serlo para solicitarlo y vivir del cuento, porque hay auténticos especialistas en obtenerlas.
Que asco, por favor, pero qué puto asco.
Luego, esos mismo que las reciben, se preguntan escandalizados el porqué del vaciado de las arcas públicas, y critican a los gobernantes que han propiciado tamaño despilfarro. Era lógico, antes o después se tenía que acabar el fluir incesante y exagerado de pecunia sin ton ni son.
En fin, que el tema no es baladí, y seguramente sobre esto hay libros escritos. Seguro. Pero da igual. Tendrán que pasar algunas generaciones para aprender de nuestros errores y aplicar otra forma de hacer las cosas.
Perdonen, aún no les dije que me estaba refiriendo a la subvención. Sí, ese invento de quién sabe quién, esa maravillosa arma creada para el desarrollo de vaya usted a saber qué, ni por parte de quién.
Desde mi punto de vista, el curioso caso de la subvención es una perversidad mayúscula, es algo horrible, es demencial, es tremendo, y parece que nadie -o muy pocos-, son capaces de alzar la voz en su contra, no vaya a ser que señalen con el dedo a un tipo políticamente incorrecto.
La Wikipedia la define como: la entrega de una cantidad de dinero por la Administración, a un particular, sin obligación de reembolsarlo, para que realice cierta actividad que se considera de interés público.
Y se añade que: En cuanto técnica de intervención administrativa, pertenece al conjunto de instrumentos propios de la actividad de fomento.
De esta sencilla, pero sensata y apropiada definición, se pueden extraer obvias y terribles conclusiones.
- La Administración entrega una cantidad de dinero a un particular: pero la Administración, que es un ente abstracto, una invención, cuya misión es, como su propio nombre indica, administrar el dinero del contribuyente para revertir en servicio público, la Administración -como decía- no tiene dinero propio, como no puede tenerlo ningún ente abstracto -el amor no tiene dinero, ni el odio, ni la idea de la libertad-. Eso es así, y no admite prueba en contrario. El dinero que tienen las diferentes categorias de Administraciones -local, provincial, autonómica y estatal- no es suyo, sino de todos aquellos que lo han pagado a la fuerza a través de los impuestos, tasas y demás. Te quitan el dinero, y lo invierten en lo que un iluminado, el del momento -no siempre es el mismo-, considera oportuno y adecuado, que puede muy bien no coincidir con lo que a usted o a mí nos interese, sino que ni siquiera sea adecuado para el bien común o general. Eso es lo que hay, y no podemos hacer nada para evitarlo salvo cambiar a las personas que eligen ese destino cada cuatro años, lo que, a todas luces y como la experiencia demuestra, es inútil. La Administración sólo debería dar dinero a un particular como contraprestación por un servicio, una obra, la entrega de un objeto manufacturado, y siempre que sea necesario para la marcha de la nación. Lo que nos lleva al segundo punto.
- Sin obligación de reembolsarlo: por favor, ¿tiene esto alguna lógica, obedece a algún motivo mínimamente explicable, cuál puede ser el objeto de obviar el hecho de la recuperación de ese dinero? Lo que se viene llamando "a fondo perdido". Creo que esto, que tiene tela y es muy gordo, no necesita de mayor crítica o explicación. No obstante, como no todos son igual de rápidos y perspicaces, tendré que aclarar que si se concede una ayuda pecuniaria para, por ejemplo, montar un negocio -negocio privado, claro está-, cuando en el futuro ese negocio sea rentable, si lo es, no veo descabellado trazar un plan de devolución de la ayuda, pues el Estado no es una ONG, señores, sino todo lo contrario.
- Para que realice una actividad que se considera de interés público: ahora entramos en el espinoso asunto de qué se debe considerar de interés público. Se conceden subvenciones millonarias para montar un mirador de ballenas a seis mil kilómetros de aquí, o para realizar la obra de reforma y rehabilitación de una cofradía de Semana Santa, o para contratar a un extranjero, o por ser mujer o por ser minusválido, o por cualquier otra peregrina cuestión. Para una persona como yo, que piensa que lo público debería quedar reducido a lo mínimo, a la defensa nacional, a la policía, a los jueces y poco más, la mera idea de lo que los otros consideran de interés público me revuelve el estómago, me causa la náusea.
- Ya se aclara, inmediatamente después que es una técnica de intervencionismo. No puede ser de otro modo, y dentro del ambito de lo que se ha dado en llamar "fomento", sí, sí, claro. Se fomenta la holgazanería, el descaro, la poca vergüenza, la cara dura, la desfachatez, el garrapatismo, el chupóptero, el vampirismo.
Y desde aquí lo digo, hay que ser cabrón y perro y caradura para conceder subvenciones de un dinero que no es tuyo -ay, si fuera de ese, qué poco se concedería-, pero también hay que serlo para solicitarlo y vivir del cuento, porque hay auténticos especialistas en obtenerlas.
Que asco, por favor, pero qué puto asco.
Luego, esos mismo que las reciben, se preguntan escandalizados el porqué del vaciado de las arcas públicas, y critican a los gobernantes que han propiciado tamaño despilfarro. Era lógico, antes o después se tenía que acabar el fluir incesante y exagerado de pecunia sin ton ni son.
En fin, que el tema no es baladí, y seguramente sobre esto hay libros escritos. Seguro. Pero da igual. Tendrán que pasar algunas generaciones para aprender de nuestros errores y aplicar otra forma de hacer las cosas.
sábado, 11 de febrero de 2012
Singletrack fury
Un pequeño cambio en la configuración de la Sawyer y una salida rápida y breve, apenas 36 km, para comprobar la mejora.
Recogida de Pedrito en Aljapark, rodeo a la Laguna del Portil, y vuelta patrás:
La incorparción de una Rock Shox Reba G2 a la Trek ha convertido a esa ya de por sí magnífica burricleta en una auténtica alfombra voladora: corre que se la pela, y pasa sobre las irregularidades del terreno con total comodidad y sin inmutarse lo más mínimo. La gozada.
Aproveché que pasamos junto a un mirador para echar un par de tomas:
A la vuelta, en un punto semitécnico, curva contraperaltada en bajada hacia la derecha, con reguero y piedra suelta, mi parternaire ha sufrido una pérdida total de estabilidad con consecuencias leves pero muy graciosas:
Hay más rozaduras en codo, pantorrilla, pero sobre todo en su pundonor. Se quejaba un poquito subiendo las cuestas, ains ains. Y yo me reía, sabedor, por supuesto, de que en cualquier momento me puede tocar a mí.
Que nos quiten lo bailao.
Recogida de Pedrito en Aljapark, rodeo a la Laguna del Portil, y vuelta patrás:
La incorparción de una Rock Shox Reba G2 a la Trek ha convertido a esa ya de por sí magnífica burricleta en una auténtica alfombra voladora: corre que se la pela, y pasa sobre las irregularidades del terreno con total comodidad y sin inmutarse lo más mínimo. La gozada.
Aproveché que pasamos junto a un mirador para echar un par de tomas:
No ha quedado nada mal |
A la vuelta, en un punto semitécnico, curva contraperaltada en bajada hacia la derecha, con reguero y piedra suelta, mi parternaire ha sufrido una pérdida total de estabilidad con consecuencias leves pero muy graciosas:
Hay más rozaduras en codo, pantorrilla, pero sobre todo en su pundonor. Se quejaba un poquito subiendo las cuestas, ains ains. Y yo me reía, sabedor, por supuesto, de que en cualquier momento me puede tocar a mí.
Que nos quiten lo bailao.
miércoles, 8 de febrero de 2012
Se acabó
Casi cinco años de incertidumbre. Un lustro de disgustos continuados. Un quinquenio aguantando el tirón, prometiéndome una vez tras otra que esa era la última, que ya no más.
Pero volvía a caer.
La odisea de auténticos tintes homéricos que hemos pasado por poseer un Seat Altea XL Stylance 2.0 tdi, no la olvidaré. Como tampoco olvido la mierda de ZX Volcane y su estratosférico consumo -amén de innumerables fallos eléctricos y mecánicos-, del Megane Break dci de infame recuerdo, del Volvo 340 al que nunca le funcionó el AA, del Peugeot 505 GTDT y su retaíla de averías gordas en cuanto pasó los 100.000 km... ni de mi Ibiza tdi 110, un tiro, pero no pasó de 40.000 km sin romper un turbo y dos caudalímetros. La ruina.
Porque tener un auto que no funciona como debe, con una mínima fiabilidad, es malo para la salud, en serio. Acaba con tus nervios.
Recuerdo los primeros tiempos con el Altea, todos tan contentos, tan felices, tan inocentes. Un día, con tres o cuatro meses, se paró por las buenas y se negó a arrancar. Fue un domingo. A base de insistir una y otra y otra vez, al cabo de unos cuarenta minutos arrancó. El hecho se repetiria otras veces, sin importar tiempo transcurrido entre eventos, pero invariablemente siempre ocurría en fin de semana, con el concesionario cerrado. Esperaba uno los cuarenta o cincuenta minutos de rigor, a veces mientras venía la grúa, y probando al final arrancaba. Como entre suceso y suceso pasaban cinco meses a lo mejor, pues no ibas al taller. Se te olvidaba hacer nada.
Un día fue horrible: se encendieron todos, todos, los testigos y sonaba una campanita como cuando te dejas el cinturón de seguridad sin poner. Aparentemente sin causa alguna. La cosa se fue agravando, y en un par de semanas ya ocurría a diario: testigos que se encendían por doquier, dejaba de funcionar el partronic y el tempomat, el volante se movía solo, se abrían y cerraban los seguros de las puertas... y si ibas por la autopista, era normal que entrara en modo de protección y no te dejara pasar de 120 por hora restándole potencia al motor. Un desastre.
Tardarón dieciocho meses, la polla, un año y medio para dar con lo que ocasionaba el error. Pasaron por nuestras manos cinco Ibizas pestosos de tres cilindros como vehículos de sustitución. Uno lo tuvimos durante más de tres meses.
Lo reseteaban en el taller, y tiraba bien un par de días. Otras veces sólo un par de horas, y vuelta a empezar. Hasta que un día, bajando un puerto de montaña observe algo y lo comenté al mecánico jefe, y por fin dieron con la tecla de esa avería.
Guay.
Pero con el tiempo se repitió el suceso de pararse y no arrancar. Jooooooderrrrr, otra vez. Ya estuvimos a punto de largar el Altea cuando el asunto de los testigos, y sólo me frenó el dilema moral de endosarle a alguien el problema.
En fin, que un buen día ya no quiso arrancar después de pararse: grúa y pa la casa. "Hemos reflasheado la ECU", y se quedaron tan panchos. Setenta pavos menos y un mes más tarde estaba igual. "La batería está muerta, lo dice el ordenador claramente". Ciento cincuenta lereles menos y otro mes más tarde llegó la puntilla final: "hemos encontrado el fallo: un cable de masa que va sujeto en un perno, no está sujeto porque no hay tuerca que lo apriete". Nunca hubo tal tuerca, vino mal montado de fábrica, me han asegurado. ¿Y le pido responsabilidades a SEAT o qué? ¿Eso me lo da usted por escrito? No, hombre, a ver, así no son las cosas...
Al día siguiente de tener el coche nuevamente "reparado" -esta vez sin coste después de sonora y pública bronca en el concesionario por parte del limitador-, o sea hoy, ya hemos estado sopesando al sustituto, del que tendrán pronto noticias por aquí, espero.
Mientras tanto, ahora hablaré del objeto de mis pesadillas:
El monovolumen de cinco plazas emblemático y exitoso del fabricante español es, digamos, la versión deportiva del VW Touran. A igualdad de equipamiento y potencia, sale tres o cuatro mil euros más barato que el VW, puede que más, y es lógico viendo los acabados de uno y otro, lo que se percibe en su interior, y el valor de reventa.
El Altea XL es, en primer lugar, un coche que sigue la línea estética del Leon. De hecho, es un Leon pero más alto y más largo. Interiormente comparten gran parte de sus piezas, ya que salpicadero, relojes, asientos, palanca de cambios, formas, tejidos, texturas, todo coincide. Plásticos duros, pobres, mediocremente ajustados, con franquicias enormes, y que con 70.000 km y menos de cinco años empiezan a sonar a carraca cuando pasas por una calle adoquinada.
El motor se siente mucho en el interior, llegan vibraciones y ruidos, está mal aislado y no lleva ni la cubierta que tapa la culata para insonorizar.
Exteriormente el diseño no es malo, a mí me gustan sus detalles, y la mano de Walter Da Silva está detrás, sin duda. Una pena que las mejores ideas se las dejara a Alfa Romeo, y después a VW. Para Seat quedó el cajón de sastre, lo que los otros no quisieron, o lo barato y fácil de fabricar, supongo. Aún así, las aristas del lateral para romper la imagen mastodóntica de su mole, los pilares A tumbados, más que el cristal, para dar sensación de velocidad o de aerodinámica, la forma de los pilotos y los pasos de rueda... son cosas que hay que tener en cuenta. Que sea barato no quiere decir que haya que minusvalorarlo, en absoluto.
Una vez dentro, la postura de conducción es totalmente la contraria a la de un coche deportivo, es decir, va uno muy erguido, como sentado en una silla a la hora de comer, con las piernas bastante dobladas ya que las banquetas son altas, cosa que el techo elevado permite. Ese mismo techo elevado da una gran sensación de amplitud, y es que el coche es alto de techo, demasiado, e inútilmente porque hay un palmo, por lo menos, entre mi calva cabeza y el techo, lo que es demasiado a todas luces. En cambio, no es especialmente ancho. Delante todavía se está bien, es amplio, quizá por la engañosa sensación de tener la luna delantera inclinada y lejana, pero en verdad es más o menos como un Golf -con el que comparte plataforma, igual que el Leon, el Touran, el Tiguan, el A3, el Octavia...-. En cambio, detrás la cosa se va estrechando, de modo que tres adultos no van bien.
En fin, que menos mal que el volante se puede regular en altura y profundidad, ayudando a encontrar la postura menos incómoda... sin conseguirlo nunca realmente. Definitivamente la ergonomía no es lo suyo.
Entonces, si no es muy cómodo, y además es ruidoso y tosco, ¿en qué es bueno el Altea?
En lo que no se ve. El Altea va sobre raíles cuando lo conduces. En autopista tienes que estar atento o usar el control de velocidad para no irte por encima de 140, porque este motor es una bomba, empuja y empuja incansablemente, da igual que haga frío o calor, cuesta arriba o cuesta abajo, cargado o ligero. Con sus seis velocidades de inserción buena, acelera fulgurantemente como pocos turismos diésel, y corre un huevo. He llegado a ver 225 de marcador, lo que es una pasada. Viajar a buen ritmo con él es posible, por autopista y por carretera, donde su agilidad impensable para el tipo de coche que es, la estabilidad que tiene, la sensación de agarre y aplomo, la dirección rápida y directa, y las reservas de par que tiene, montañas de par, te permiten adelantar como si nada, girar que da gusto, frenar decentemente, y todo ello a pesar de los más de 1.500 kg pesos en vacío.
Su volante de diámetro pequeño invita a manotear por su circunferencia de curva a curva. Su portentoso motor de inyector bomba -que ya no se hace, ahora está la versión moderna common rail, menos explosiva y más civilizada- te sacará uno y mil apuros con mucha dignidad. La suspensión es firme, más que la de, por ejemplo, un Touran.
Es verdad que es el deportivo de los monovolúmenes. Pero es una pena que sea tan poco refinado con los materiales y el ruido: ya saben donde van los euros de más que cuestan los demás.
Me niego a poner más retratos de esta cosa, bastantes molestias me he tomado ya explicándoles como va. En el fondo es un buen coche, gasta un poco, sobre todo en ciudad, donde se va con facilidad a los ocho litros, y en carretera es difícil bajar de 6'5. Pero cada vez que aceleras te deja una sonrisa en la cara, y eso hay que pagarlo. Una pena que su fiabilidad electrónica haya quedado tan en entredicho, porque mecánicamente ha sido intachable.
¿Mi último Seat? No sé, sinceramente. En mi familia hay montones de Seat y ninguno ha dado problemas. Me tocó la china, parece ser. No veo el momento de darle las llaves a otro.
Pero volvía a caer.
La odisea de auténticos tintes homéricos que hemos pasado por poseer un Seat Altea XL Stylance 2.0 tdi, no la olvidaré. Como tampoco olvido la mierda de ZX Volcane y su estratosférico consumo -amén de innumerables fallos eléctricos y mecánicos-, del Megane Break dci de infame recuerdo, del Volvo 340 al que nunca le funcionó el AA, del Peugeot 505 GTDT y su retaíla de averías gordas en cuanto pasó los 100.000 km... ni de mi Ibiza tdi 110, un tiro, pero no pasó de 40.000 km sin romper un turbo y dos caudalímetros. La ruina.
Porque tener un auto que no funciona como debe, con una mínima fiabilidad, es malo para la salud, en serio. Acaba con tus nervios.
Recuerdo los primeros tiempos con el Altea, todos tan contentos, tan felices, tan inocentes. Un día, con tres o cuatro meses, se paró por las buenas y se negó a arrancar. Fue un domingo. A base de insistir una y otra y otra vez, al cabo de unos cuarenta minutos arrancó. El hecho se repetiria otras veces, sin importar tiempo transcurrido entre eventos, pero invariablemente siempre ocurría en fin de semana, con el concesionario cerrado. Esperaba uno los cuarenta o cincuenta minutos de rigor, a veces mientras venía la grúa, y probando al final arrancaba. Como entre suceso y suceso pasaban cinco meses a lo mejor, pues no ibas al taller. Se te olvidaba hacer nada.
Un día fue horrible: se encendieron todos, todos, los testigos y sonaba una campanita como cuando te dejas el cinturón de seguridad sin poner. Aparentemente sin causa alguna. La cosa se fue agravando, y en un par de semanas ya ocurría a diario: testigos que se encendían por doquier, dejaba de funcionar el partronic y el tempomat, el volante se movía solo, se abrían y cerraban los seguros de las puertas... y si ibas por la autopista, era normal que entrara en modo de protección y no te dejara pasar de 120 por hora restándole potencia al motor. Un desastre.
Tardarón dieciocho meses, la polla, un año y medio para dar con lo que ocasionaba el error. Pasaron por nuestras manos cinco Ibizas pestosos de tres cilindros como vehículos de sustitución. Uno lo tuvimos durante más de tres meses.
Lo reseteaban en el taller, y tiraba bien un par de días. Otras veces sólo un par de horas, y vuelta a empezar. Hasta que un día, bajando un puerto de montaña observe algo y lo comenté al mecánico jefe, y por fin dieron con la tecla de esa avería.
Guay.
Pero con el tiempo se repitió el suceso de pararse y no arrancar. Jooooooderrrrr, otra vez. Ya estuvimos a punto de largar el Altea cuando el asunto de los testigos, y sólo me frenó el dilema moral de endosarle a alguien el problema.
En fin, que un buen día ya no quiso arrancar después de pararse: grúa y pa la casa. "Hemos reflasheado la ECU", y se quedaron tan panchos. Setenta pavos menos y un mes más tarde estaba igual. "La batería está muerta, lo dice el ordenador claramente". Ciento cincuenta lereles menos y otro mes más tarde llegó la puntilla final: "hemos encontrado el fallo: un cable de masa que va sujeto en un perno, no está sujeto porque no hay tuerca que lo apriete". Nunca hubo tal tuerca, vino mal montado de fábrica, me han asegurado. ¿Y le pido responsabilidades a SEAT o qué? ¿Eso me lo da usted por escrito? No, hombre, a ver, así no son las cosas...
Al día siguiente de tener el coche nuevamente "reparado" -esta vez sin coste después de sonora y pública bronca en el concesionario por parte del limitador-, o sea hoy, ya hemos estado sopesando al sustituto, del que tendrán pronto noticias por aquí, espero.
Mientras tanto, ahora hablaré del objeto de mis pesadillas:
Igualito que el mío. |
El monovolumen de cinco plazas emblemático y exitoso del fabricante español es, digamos, la versión deportiva del VW Touran. A igualdad de equipamiento y potencia, sale tres o cuatro mil euros más barato que el VW, puede que más, y es lógico viendo los acabados de uno y otro, lo que se percibe en su interior, y el valor de reventa.
El Altea XL es, en primer lugar, un coche que sigue la línea estética del Leon. De hecho, es un Leon pero más alto y más largo. Interiormente comparten gran parte de sus piezas, ya que salpicadero, relojes, asientos, palanca de cambios, formas, tejidos, texturas, todo coincide. Plásticos duros, pobres, mediocremente ajustados, con franquicias enormes, y que con 70.000 km y menos de cinco años empiezan a sonar a carraca cuando pasas por una calle adoquinada.
El motor se siente mucho en el interior, llegan vibraciones y ruidos, está mal aislado y no lleva ni la cubierta que tapa la culata para insonorizar.
Exteriormente el diseño no es malo, a mí me gustan sus detalles, y la mano de Walter Da Silva está detrás, sin duda. Una pena que las mejores ideas se las dejara a Alfa Romeo, y después a VW. Para Seat quedó el cajón de sastre, lo que los otros no quisieron, o lo barato y fácil de fabricar, supongo. Aún así, las aristas del lateral para romper la imagen mastodóntica de su mole, los pilares A tumbados, más que el cristal, para dar sensación de velocidad o de aerodinámica, la forma de los pilotos y los pasos de rueda... son cosas que hay que tener en cuenta. Que sea barato no quiere decir que haya que minusvalorarlo, en absoluto.
Una vez dentro, la postura de conducción es totalmente la contraria a la de un coche deportivo, es decir, va uno muy erguido, como sentado en una silla a la hora de comer, con las piernas bastante dobladas ya que las banquetas son altas, cosa que el techo elevado permite. Ese mismo techo elevado da una gran sensación de amplitud, y es que el coche es alto de techo, demasiado, e inútilmente porque hay un palmo, por lo menos, entre mi calva cabeza y el techo, lo que es demasiado a todas luces. En cambio, no es especialmente ancho. Delante todavía se está bien, es amplio, quizá por la engañosa sensación de tener la luna delantera inclinada y lejana, pero en verdad es más o menos como un Golf -con el que comparte plataforma, igual que el Leon, el Touran, el Tiguan, el A3, el Octavia...-. En cambio, detrás la cosa se va estrechando, de modo que tres adultos no van bien.
En fin, que menos mal que el volante se puede regular en altura y profundidad, ayudando a encontrar la postura menos incómoda... sin conseguirlo nunca realmente. Definitivamente la ergonomía no es lo suyo.
Entonces, si no es muy cómodo, y además es ruidoso y tosco, ¿en qué es bueno el Altea?
En lo que no se ve. El Altea va sobre raíles cuando lo conduces. En autopista tienes que estar atento o usar el control de velocidad para no irte por encima de 140, porque este motor es una bomba, empuja y empuja incansablemente, da igual que haga frío o calor, cuesta arriba o cuesta abajo, cargado o ligero. Con sus seis velocidades de inserción buena, acelera fulgurantemente como pocos turismos diésel, y corre un huevo. He llegado a ver 225 de marcador, lo que es una pasada. Viajar a buen ritmo con él es posible, por autopista y por carretera, donde su agilidad impensable para el tipo de coche que es, la estabilidad que tiene, la sensación de agarre y aplomo, la dirección rápida y directa, y las reservas de par que tiene, montañas de par, te permiten adelantar como si nada, girar que da gusto, frenar decentemente, y todo ello a pesar de los más de 1.500 kg pesos en vacío.
Su volante de diámetro pequeño invita a manotear por su circunferencia de curva a curva. Su portentoso motor de inyector bomba -que ya no se hace, ahora está la versión moderna common rail, menos explosiva y más civilizada- te sacará uno y mil apuros con mucha dignidad. La suspensión es firme, más que la de, por ejemplo, un Touran.
Es verdad que es el deportivo de los monovolúmenes. Pero es una pena que sea tan poco refinado con los materiales y el ruido: ya saben donde van los euros de más que cuestan los demás.
Me niego a poner más retratos de esta cosa, bastantes molestias me he tomado ya explicándoles como va. En el fondo es un buen coche, gasta un poco, sobre todo en ciudad, donde se va con facilidad a los ocho litros, y en carretera es difícil bajar de 6'5. Pero cada vez que aceleras te deja una sonrisa en la cara, y eso hay que pagarlo. Una pena que su fiabilidad electrónica haya quedado tan en entredicho, porque mecánicamente ha sido intachable.
¿Mi último Seat? No sé, sinceramente. En mi familia hay montones de Seat y ninguno ha dado problemas. Me tocó la china, parece ser. No veo el momento de darle las llaves a otro.
lunes, 6 de febrero de 2012
runner, ruiner, trotón, cochinero...
Me he pasado más de media vida corriendo. Pero no porque hay ido con prisa, no, sino que siempre me ha gustado desfogarme de ese modo.
La actividad física es una vía de escape, una catarsis, prácticamente imprescindible para mí. Por eso le doy a todo lo que puedo.
La semana pasada me hice el valiente y troté cien metros más o menos. No, no han leído mal ni yo me he equivocado: cien -100- metros. Fue una experiencia total. Creí notar que los tornillos que fijan el clavo por la parte proximal se movían, y el miedo fue en mí. Al día siguiente me dolió el muslo.
Pero hay que hacerlo sí o sí. Hay que avanzar, siempre. SIEMPRE.
De modo que esta tarde me he enfundado las Asics -que llevan conmigo más de diez años, y me resisto a jubilarlas aunque ya va siendo hora, pero es que hemos compartido tantos km juntos que no soy capaz...- y aprovechando que he ido a la esquina a sacar la basura como todo hijo de vecino, he seguido tranquilamente. Como quien no quiere la cosa.
Es importante mantener la calma, pero también la concentración en mi situación. No querer ir más deprisa de lo que debo o puedo. Pero claro, ¿cómo saber cómo o cuánto debo o puedo? Mis médicos acuden siempre al espinoso y subjetivo asunto de la percepción del dolor: si duele el foco de la fractura, hay que parar inmediatamente. Ahí coinciden todos. Luego, hay diversidad de opiniones en cuanto a la intensidad. El traumatólogo me dice que haga vida completamente normal, como lo hacía antes de la fractura. El rehabilitador me hizo un plan de desarrollo lento y paulatino.
Obviamente, no quiero ni lo uno ni lo otro, y hoy me he dado cuenta, me he percatado claramente como si me hubiera alcanzado un rayo de lucidez, de que tengo unos claros límites físicos motivados por la flagrante atrofia del gemelo izquierdo, pero también he descubierto un bloqueo mental. Curioso.
Mi cuerpo reacciona tensando músculos que no deberían estar tensos ante la posibilidad de los leves impactos que el trote cochinero pudiera provocar en mis articulaciones. Eso provoca contractura, dolor, agarrotamiento.
Tengo que relajarme, ir poco a poco. un ratito trotando -me niego a llamar a eso "correr"-, ahora un poco andando, luego trotando otra vez, más tarde me tomo otro receso caminando.
Es la primera vez que mediocorro en un año, y la cosa ha ido de menos a más. Cuando estaba acabando mi kilómetro y medio, ya iba caliente y a gusto. La verdad es que me he obligado a parar, porque luego viene lo que viene, ya voy conociendo mi cuerpo. Eso es bueno, supongo.
Ahora toca ver cómo reacciona mi físico ante el descanso nocturno, y si mañana aparecerá dolor, agujetas, agarrotamiento, o algo.
Lo que hice hoy, ojo que no sólo es ridícula la distancia, sino la velocidad:
La actividad física es una vía de escape, una catarsis, prácticamente imprescindible para mí. Por eso le doy a todo lo que puedo.
La semana pasada me hice el valiente y troté cien metros más o menos. No, no han leído mal ni yo me he equivocado: cien -100- metros. Fue una experiencia total. Creí notar que los tornillos que fijan el clavo por la parte proximal se movían, y el miedo fue en mí. Al día siguiente me dolió el muslo.
Pero hay que hacerlo sí o sí. Hay que avanzar, siempre. SIEMPRE.
De modo que esta tarde me he enfundado las Asics -que llevan conmigo más de diez años, y me resisto a jubilarlas aunque ya va siendo hora, pero es que hemos compartido tantos km juntos que no soy capaz...- y aprovechando que he ido a la esquina a sacar la basura como todo hijo de vecino, he seguido tranquilamente. Como quien no quiere la cosa.
Es importante mantener la calma, pero también la concentración en mi situación. No querer ir más deprisa de lo que debo o puedo. Pero claro, ¿cómo saber cómo o cuánto debo o puedo? Mis médicos acuden siempre al espinoso y subjetivo asunto de la percepción del dolor: si duele el foco de la fractura, hay que parar inmediatamente. Ahí coinciden todos. Luego, hay diversidad de opiniones en cuanto a la intensidad. El traumatólogo me dice que haga vida completamente normal, como lo hacía antes de la fractura. El rehabilitador me hizo un plan de desarrollo lento y paulatino.
Obviamente, no quiero ni lo uno ni lo otro, y hoy me he dado cuenta, me he percatado claramente como si me hubiera alcanzado un rayo de lucidez, de que tengo unos claros límites físicos motivados por la flagrante atrofia del gemelo izquierdo, pero también he descubierto un bloqueo mental. Curioso.
Mi cuerpo reacciona tensando músculos que no deberían estar tensos ante la posibilidad de los leves impactos que el trote cochinero pudiera provocar en mis articulaciones. Eso provoca contractura, dolor, agarrotamiento.
Tengo que relajarme, ir poco a poco. un ratito trotando -me niego a llamar a eso "correr"-, ahora un poco andando, luego trotando otra vez, más tarde me tomo otro receso caminando.
Es la primera vez que mediocorro en un año, y la cosa ha ido de menos a más. Cuando estaba acabando mi kilómetro y medio, ya iba caliente y a gusto. La verdad es que me he obligado a parar, porque luego viene lo que viene, ya voy conociendo mi cuerpo. Eso es bueno, supongo.
Ahora toca ver cómo reacciona mi físico ante el descanso nocturno, y si mañana aparecerá dolor, agujetas, agarrotamiento, o algo.
Lo que hice hoy, ojo que no sólo es ridícula la distancia, sino la velocidad:
Está claro que no quise alejarme de la choza por si me tenía que recoger el limitador con una cucharilla. Ja. |
domingo, 5 de febrero de 2012
jojojojojojoooooo
Esta es la risa tonta que me dio esta mañana. Salí a dar un matutino paseo dominical, como hago tantos fines de semana. Eran las 8 y media de la mañana, recién amanecido, y con sorpresa, saliendo de Huelva en dirección a San Bartolomé, tomé nota de la temperatura, o más bien falta de ella, y no pude evitar tomar una retrataúra:
Entrre que saqué el aifón y no, subió medio grado, porque antes estuvo a -4.5, algo absolutamente inusual y nunca visto por mí.
En fin, corto paseo, desayuno, y vuelta a casa para salir en familia, a través el portal dimensional llamado "Damas", hacia Sevilla a la correspondiente visita familiar. Sí, el Altea ha vuelto a petar, por tercera vez en dos meses.
Después de dieciocho meses tirando con coches de sustitución y solucionar un problema electrónico fantasma, al cabo de un tiempo tranquilos ha aparecido otro nuevo tema que hace que el coche se quede parado y no arranque más hasta que le meten el ordenador y lo resetean en el concesionario.
La primera vez me hicieron un reflasheado de la centralita, 70 ecus.
La segunda vez me dijeron que la batería estaba muerta, 180 unidades monetarias europeas que me bajaron a 150 por vergüenza.
A ver qué me dicen ahora, pues los sintomas son exactamente los mismos. No obstante, a falta de hacer la prueba virtual y plasmarla aquí, ya estoy considerando cuál vehículo será el que entrará en mi garaje en breve, porque el Seat Altea XL se va, pero ya.
ATPC.
He dicho.
I said.
Entrre que saqué el aifón y no, subió medio grado, porque antes estuvo a -4.5, algo absolutamente inusual y nunca visto por mí.
En fin, corto paseo, desayuno, y vuelta a casa para salir en familia, a través el portal dimensional llamado "Damas", hacia Sevilla a la correspondiente visita familiar. Sí, el Altea ha vuelto a petar, por tercera vez en dos meses.
Después de dieciocho meses tirando con coches de sustitución y solucionar un problema electrónico fantasma, al cabo de un tiempo tranquilos ha aparecido otro nuevo tema que hace que el coche se quede parado y no arranque más hasta que le meten el ordenador y lo resetean en el concesionario.
La primera vez me hicieron un reflasheado de la centralita, 70 ecus.
La segunda vez me dijeron que la batería estaba muerta, 180 unidades monetarias europeas que me bajaron a 150 por vergüenza.
A ver qué me dicen ahora, pues los sintomas son exactamente los mismos. No obstante, a falta de hacer la prueba virtual y plasmarla aquí, ya estoy considerando cuál vehículo será el que entrará en mi garaje en breve, porque el Seat Altea XL se va, pero ya.
ATPC.
He dicho.
I said.
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