Ayer anduve, como saben por mis últimas disquisiciones, en La Antilla. Aproveché la ocasión para premiar a mi primogénito por lo que fue un buen partido de baloncesto, invitándole a almorzar en la conocida pizzería "La Yema de Oro":
Situada en la calle Castilla de dicha localidad, que es una transitada y comercial rúa, La Yema de Oro me sorprendió gratamente por la celeridad. Sí, sí, algo inusitado en los tiempos que corren, por desgracia.
yo pedí una ensalada a medias con el limitador, y una pizza con varios ingredientes, entre los que se encontraba el chorizo picante.
Curiosa rareza en una pizza, pero la verdad es que el experimento no salió mal, porque no estaba tan picante como para joderme el ágape, ni tan insípida como para despreciarla.
Adjunto pictograma a color del objeto que hoy ya, seguramente, ha sido expulsado de mi cuerpo:
Hay dos tamaños de pizza, la pequeña, como la de la foto, más que de sobra para un ser humano normal, que cuesta seis euros, y la grande, por nueve euros, para compartir con otra persona. El precio es fijo, y la carta señala una serie de combinaciones de ingredientes de la que no te puedes salir: no puedes añadir más ingredientes, ni siquiera pagando. Es política de la casa. Sí puedes cambiar uno por otro, por ejemplo, york por beicon, y cosas asín.
Destaco una vez más la rapidez en servir los platos, tanto cervezas, como ensalada -parece que las tuvieran preparadas de antemano, es alucinante, como las propias pizzas, que no tardaron más de diez o doce minutos. La masa un poco gruesa, tipo pan, pero entraba bien... o era el hambre que teníamos.
En fin, que si va usted con críos a La Antilla, y no tiene claro dónde llenarles la panza con garantía, no fallarán yendo a este sitio, todo un clásico de la zona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente, quédese a gusto, pero si firma como anónimo nadie lo verá.