Cambiamos el escenario hacia tierras del Andévalo, y pasamos por El Granado, Villanueva de los Castillejos, Puebla de Guzmán, Alosno y San Bartolomé.
domingo, 28 de febrero de 2016
Más y más
No nos cansamos. Creímos que el sábado pasado tuvimos moto, pinos y arena hasta el hartazgo... y hoy domingo repetimos.
Enamorados
Presagios de tormenta se arremolinaban en el horizonte.
Y corrí hacia ella, y me vi a cámara lenta como en esas películas de enamorados que se encuentran en el andén de un tren que ha reunido a dos amantes después de larga ausencia, mientras sonaba la banda sonora de "Love Story".
Casi se me escapó una lágrima. Momento moña al máximo.
Esto había que celebrarlo en el chiringuito de marras, donde coincidió mi llegada tabla en mano con la del Gurú del Viento y Kikosh, que me sacó esta propicia instantánea.
Unos tercios entre risas y comentarios varios de la jornada espectacular, un par de tapas que me supieron a gloria: gran remate final.
Nubes negras que venían, previamente avisadas con leve lluvia, pero contenedoras de un potencial de energía en forma de decenas de nudos que derramaban sobre nosotros, y alrededor también, envolviéndonos mientras tratábamos de guarecer nuestra propia integridad en un esfuerzo por adelantarnos a los acontecimientos.
Pero no siempre podemos. Puede coger desprevenido al más sensato, o al más experimentado. O simplemente al que está distraído en su concentración, aunque suene curiosamente paradójico.
En una mañana para enmarcar, que yo en sabiéndolo había visto venir días antes, y habiendo cogido uno de los escasos y preciados días de vacaciones de los que dispongo, viví una de las experiencias más impresionantes de mi vida.
Olas, paredes que superaban mi propia altura, con aire en movimiento que es ciertamente impropio de estos lares, me hicieron gritar, reir, disfrutar, volar, trazar curvas clavando el canto, levantar cortinas de spray, y también, porqué no decirlo, tragar algo de agua.
Y cuando uno más tranquilo (dentro de lo tranquilo que se puede estar en tales condiciones, con lo que nos damos cuenta, a posteriori, de que el concepto de tranquilidad, como todo en la vida, es ciertamente relativo), cuando uno más tranquilo estaba, se mete la racha anunciada y que yo di por pasada de largo... aumentando de unos 25-30 nudos hasta los 57 que se llegaron a medir en estaciones meteorológicas oficiales cercanas al spot en el que nos encontrábamos. Eso es, literalmente, duplicar la velocidad del viento, lo que supone, según reglas inamovibles de la física más elemental, multiplicar por cuatro la potencia generada.
Imaginen el impacto.
Yo, erigido señor absoluto de la ola a trescientos metros de la orilla más cercana, me vi catapultado, sin opción a la oposición más leve, no ya hacia delante, sino también hacia arriba, mientras la tabla de surf desaparecía de mi vista a una velocidad tan grande que ni me molesté en intentar buscarla.
Como pude frené al máximo la cometa y la mantuve todo lo baja que me era posible, con el fin de no salir volando descontroladamente. La sensación de planear sobre el agua, como una concha-rana, mientras veía el agua pulverizada por el viento de 50 nudos (casi 100 km/h !!!!) que llovía de lado a lado, y no de arriba a abajo, tardaré en olvidarla. Y no quiero olvidarla, pues en lo brutal, en lo más salvaje, hay belleza, y está en mí el apreciar todos esos momentos.
Quizá para otro, ese instante de locura de la naturaleza, de una fuerza superior que somos incapaces de dominar, produzca un trauma, una sensación de pérdida, un miedo atroz que paralice. Bueno, cada persona es un mundo.
La vida me ha enseñado a mantenerme tranquilo en esas lides, y esa sangre fría ayuda, permite pensar, y me deja preparar la llegada a tierra firme con la mano puesta en el dispositivo de suelta rápida si fuera necesario.
Dicho y hecho, llegué sano y salvo, un poco flipado (sí, lo reconozco) supongo que por el subidón de la adrenalina, oh, droga bendita, llegué como digo a la orilla a la altura del chiringuito Fashion, más o menos un kilómetro más allá de donde estábamos navegando. Recogí cometa y barra. De la tabla nunca más se supo, atrás quedó entre la espuma hirviente en que se había convertido el océano. Invisible e inencontrable.
Hay que actuar rápido una vez pasada la tempestad y llegada la calma, como suele suceder. Roló a noroeste y cayó el viento en picado. Guardé todo en el coche, sin prisa pero sin pausa. Me cambié de ropa y me puse el chaquetón para entrar en calor. Y poco a poco me dirigí desde El Portil hasta el chiringuito Der Matías, parando en un par de sitios: a la altura del Fashion de nuevo, y en el cruce de La Bota, lugares en los que me acerqué a la playa y anduve un rato oteando horizonte en busca de la desaparecida Phenom 5'11", sin resultado.
Ya en Der Matías, última oportunidad, comencé a andar por la orilla hacia Poniente, con la esperanza, el pálpito, del que espera lo que espera, del que desea. Y a doscientos metros vi la familiar silueta, allí, en la misma orillita, como esperando a ser rescatada, abrazada, querida:
En una mañana para enmarcar, que yo en sabiéndolo había visto venir días antes, y habiendo cogido uno de los escasos y preciados días de vacaciones de los que dispongo, viví una de las experiencias más impresionantes de mi vida.
Olas, paredes que superaban mi propia altura, con aire en movimiento que es ciertamente impropio de estos lares, me hicieron gritar, reir, disfrutar, volar, trazar curvas clavando el canto, levantar cortinas de spray, y también, porqué no decirlo, tragar algo de agua.
Y cuando uno más tranquilo (dentro de lo tranquilo que se puede estar en tales condiciones, con lo que nos damos cuenta, a posteriori, de que el concepto de tranquilidad, como todo en la vida, es ciertamente relativo), cuando uno más tranquilo estaba, se mete la racha anunciada y que yo di por pasada de largo... aumentando de unos 25-30 nudos hasta los 57 que se llegaron a medir en estaciones meteorológicas oficiales cercanas al spot en el que nos encontrábamos. Eso es, literalmente, duplicar la velocidad del viento, lo que supone, según reglas inamovibles de la física más elemental, multiplicar por cuatro la potencia generada.
Imaginen el impacto.
Yo, erigido señor absoluto de la ola a trescientos metros de la orilla más cercana, me vi catapultado, sin opción a la oposición más leve, no ya hacia delante, sino también hacia arriba, mientras la tabla de surf desaparecía de mi vista a una velocidad tan grande que ni me molesté en intentar buscarla.
Como pude frené al máximo la cometa y la mantuve todo lo baja que me era posible, con el fin de no salir volando descontroladamente. La sensación de planear sobre el agua, como una concha-rana, mientras veía el agua pulverizada por el viento de 50 nudos (casi 100 km/h !!!!) que llovía de lado a lado, y no de arriba a abajo, tardaré en olvidarla. Y no quiero olvidarla, pues en lo brutal, en lo más salvaje, hay belleza, y está en mí el apreciar todos esos momentos.
Quizá para otro, ese instante de locura de la naturaleza, de una fuerza superior que somos incapaces de dominar, produzca un trauma, una sensación de pérdida, un miedo atroz que paralice. Bueno, cada persona es un mundo.
La vida me ha enseñado a mantenerme tranquilo en esas lides, y esa sangre fría ayuda, permite pensar, y me deja preparar la llegada a tierra firme con la mano puesta en el dispositivo de suelta rápida si fuera necesario.
Dicho y hecho, llegué sano y salvo, un poco flipado (sí, lo reconozco) supongo que por el subidón de la adrenalina, oh, droga bendita, llegué como digo a la orilla a la altura del chiringuito Fashion, más o menos un kilómetro más allá de donde estábamos navegando. Recogí cometa y barra. De la tabla nunca más se supo, atrás quedó entre la espuma hirviente en que se había convertido el océano. Invisible e inencontrable.
Hay que actuar rápido una vez pasada la tempestad y llegada la calma, como suele suceder. Roló a noroeste y cayó el viento en picado. Guardé todo en el coche, sin prisa pero sin pausa. Me cambié de ropa y me puse el chaquetón para entrar en calor. Y poco a poco me dirigí desde El Portil hasta el chiringuito Der Matías, parando en un par de sitios: a la altura del Fashion de nuevo, y en el cruce de La Bota, lugares en los que me acerqué a la playa y anduve un rato oteando horizonte en busca de la desaparecida Phenom 5'11", sin resultado.
Ya en Der Matías, última oportunidad, comencé a andar por la orilla hacia Poniente, con la esperanza, el pálpito, del que espera lo que espera, del que desea. Y a doscientos metros vi la familiar silueta, allí, en la misma orillita, como esperando a ser rescatada, abrazada, querida:
Y corrí hacia ella, y me vi a cámara lenta como en esas películas de enamorados que se encuentran en el andén de un tren que ha reunido a dos amantes después de larga ausencia, mientras sonaba la banda sonora de "Love Story".
Casi se me escapó una lágrima. Momento moña al máximo.
Esto había que celebrarlo en el chiringuito de marras, donde coincidió mi llegada tabla en mano con la del Gurú del Viento y Kikosh, que me sacó esta propicia instantánea.
Unos tercios entre risas y comentarios varios de la jornada espectacular, un par de tapas que me supieron a gloria: gran remate final.
miércoles, 24 de febrero de 2016
Cargar las pilas
Acaso, oh paradoja, ¿es posible cargar las pilas reventándose uno mismo?
El spot elegido fue el que llamamos, cariñosamente, "eléctrico", sito en El Portil, que presenta su mejor cara con marea baja, que no fue el caso de ayer. Aún así, lo disfrutamos mucho:
El regalo final, esa luz que se abre paso entre las densas nubes. Proporciona imágenes de belleza singular que quedan grabadas para siempre en nuestras mentes. Ejemplo clarificador:
Al final, a algunos se nos echó la noche encima mientras recogíamos el equipo. Derrotados por el esfuerzo, y lloviendo un poco a ratos, me cambié de ropa, guardé como pude el material empapado en el maletero, y rematamos la faena en el chiringuito Der Matías, entre risas y animada charla.
Una tarde para quitarse el sombrero.
Rotundamente sí.
Una tarde cualquiera a mitad de semana, una ventolera buena, buena, buena; amigos, y un refrescante tercio de última hora para celebrar debidamente la navegada... todo ello se alinea y sin duda mañana acudiré con otro talante a la oficina.
Ténganlo claro.
Buen ambiente para ser un miércoles, y es que hay muchas ganas:
Buen ambiente para ser un miércoles, y es que hay muchas ganas:
El regalo final, esa luz que se abre paso entre las densas nubes. Proporciona imágenes de belleza singular que quedan grabadas para siempre en nuestras mentes. Ejemplo clarificador:
Al final, a algunos se nos echó la noche encima mientras recogíamos el equipo. Derrotados por el esfuerzo, y lloviendo un poco a ratos, me cambié de ropa, guardé como pude el material empapado en el maletero, y rematamos la faena en el chiringuito Der Matías, entre risas y animada charla.
Una tarde para quitarse el sombrero.
domingo, 21 de febrero de 2016
Barrinha de Faro
Siempre que se dan las condiciones, Faro se convierte en un paraíso del surf. Pero se tienen que dar, claro, y éstas pasan por tres fundamentalmente:
1.- Levantazo bueno de varios días en el Estrecho.
2.- Mar de fondo que asegura en previsiones meteorológicas más de dos metros de ola.
3.- Sol en todo lo alto.
Una pena que no pueda postear muchas fotos, por no decir ninguna, ya que lo he pasado tan bien en el agua que no he tenido tiempo de inmortalizar los hechos. No obstante, me han llegado por modernas redes sociales algunas que, aunque no de calidad especial, si pueden reflejar algo:
Para mí ha sido el mejor día en este spot desde que me inicié en el nombre deporte-arte del kite. Aunque me gusta mucho la tabla bidireccional y dar saltitos y esas cosas, tengo que reconocer que flipo con la comunión especial, el centaurismo que se puede llegar a vivir con una tabla de surfkite y unas condiciones como las de hoy...
Surfeadas casi interminables, buena velocidad, curvas y recortes limpios y bellos, un mar de colores preciosos y, por supuesto un entorno digno de ser conservado como está (y que no se lo carguen con la explotación turística y/u hotelera), y una compañía genial, con el maestro Lolo, AKA el Hombre que Susurra a las Cometas, y el idolotrado Luiky.
Aún tengo la sonrisa en la cara, y eso que rajé mi 9 metros, quizá mi kite más querido por las tantísimas navegadas que me ha proporcionado, en un desafortunado lance entre olas y kiteloops... pero todo tiene solución en esta vida, no lo duden!!!!
1.- Levantazo bueno de varios días en el Estrecho.
2.- Mar de fondo que asegura en previsiones meteorológicas más de dos metros de ola.
3.- Sol en todo lo alto.
Una pena que no pueda postear muchas fotos, por no decir ninguna, ya que lo he pasado tan bien en el agua que no he tenido tiempo de inmortalizar los hechos. No obstante, me han llegado por modernas redes sociales algunas que, aunque no de calidad especial, si pueden reflejar algo:
Para mí ha sido el mejor día en este spot desde que me inicié en el nombre deporte-arte del kite. Aunque me gusta mucho la tabla bidireccional y dar saltitos y esas cosas, tengo que reconocer que flipo con la comunión especial, el centaurismo que se puede llegar a vivir con una tabla de surfkite y unas condiciones como las de hoy...
Surfeadas casi interminables, buena velocidad, curvas y recortes limpios y bellos, un mar de colores preciosos y, por supuesto un entorno digno de ser conservado como está (y que no se lo carguen con la explotación turística y/u hotelera), y una compañía genial, con el maestro Lolo, AKA el Hombre que Susurra a las Cometas, y el idolotrado Luiky.
Aún tengo la sonrisa en la cara, y eso que rajé mi 9 metros, quizá mi kite más querido por las tantísimas navegadas que me ha proporcionado, en un desafortunado lance entre olas y kiteloops... pero todo tiene solución en esta vida, no lo duden!!!!
Entre arenas y pinares IV
Acudo, por segunda vez, a esta ruta para motos trail organizada por mi colega Antuan en el seno del Club Trail Andalucía.
Caracterizada por tener su salida en un punto entre Almonte y El Rocío, la venta "Alto la Piedra", donde se sirve el almuerzo al acabar el trayecto circular, está claro que gran parte de su recorrido, en un 90% fuera carretera, transcurre por terreno arenero y entre bellos pinares.
Aquí algunos de los protagonistas que fueron desde Huelva:
Antes de empezar, un pequeño briefing por parte del organizador, avisando de algunos puntos que puedan ser conflictivos y cosillas asín:
Parque donde se guardan los coches, carritos y furgos de algunos participantes que vienen de lejos o traen motos de enduro, que a pesar de tratarse una ruta trail, en el seno de un club trail, se ven muchas. La arena impone, y el miedo, como decía el torero, es libre:
La salida es por grupos de máximo cinco personas, para no ir en grupos demasiado grandes por el campo y así llamar menos la atención. Fuera aparte, creo que hay algo de legislación de montes al respecto...
Aparte de motos trail grandes y pequeñas, enduros de 2 y 4 tiempos, también suele acudir a estas citas el compañero Sputnik, con su sempiterna Vespa 200, campeona de diversos raids africanos, en los que su piloto es gran experto:
Algunos puntos complicados para motos gordas, o enduros con pilotos venidos a menos...
Un par de tomas positivadas en las que sale mi gran trail seisnoventaR dando lustre y poniendo sal a unas composiciones en las que aparecen tremendas máquinas, como la novedosa y brutal KTM 1190R:
O esta preciosa 990 Adventure S azul, sueño húmedo de muchos traileros de pro, soñadores de aventuras africanas y tal y cual:
Momento histórico en el que sorprendí a mi compañero de ruta, Zanzón, repostando casi a hurtadillas... la llevaba medio vacía para que pesara menos, jijiijjijij
Caracterizada por tener su salida en un punto entre Almonte y El Rocío, la venta "Alto la Piedra", donde se sirve el almuerzo al acabar el trayecto circular, está claro que gran parte de su recorrido, en un 90% fuera carretera, transcurre por terreno arenero y entre bellos pinares.
Aquí algunos de los protagonistas que fueron desde Huelva:
Antes de empezar, un pequeño briefing por parte del organizador, avisando de algunos puntos que puedan ser conflictivos y cosillas asín:
Parque donde se guardan los coches, carritos y furgos de algunos participantes que vienen de lejos o traen motos de enduro, que a pesar de tratarse una ruta trail, en el seno de un club trail, se ven muchas. La arena impone, y el miedo, como decía el torero, es libre:
La salida es por grupos de máximo cinco personas, para no ir en grupos demasiado grandes por el campo y así llamar menos la atención. Fuera aparte, creo que hay algo de legislación de montes al respecto...
Con el infiltrado de la 990 Adventure que no nos pudo acompañar por motivos laborales. |
Se atisba, a simple vista, la preparación profunda, modificación radical, de la italiana. |
Un par de tomas positivadas en las que sale mi gran trail seisnoventaR dando lustre y poniendo sal a unas composiciones en las que aparecen tremendas máquinas, como la novedosa y brutal KTM 1190R:
O esta preciosa 990 Adventure S azul, sueño húmedo de muchos traileros de pro, soñadores de aventuras africanas y tal y cual:
Momento histórico en el que sorprendí a mi compañero de ruta, Zanzón, repostando casi a hurtadillas... la llevaba medio vacía para que pesara menos, jijiijjijij
viernes, 19 de febrero de 2016
Homo Plus
Aún no había yo cumplido cinco añitos cuando, en 1976, le fue otorgado el premio Hugo a la novela "Homo PLus", de Frederik Pohl.
Ya me encantó su fantástica y brutal "Pórtico", clásico entre los clásicos, cuya lectura recomiendo a todos. Y en ésta no me ha defraudado ni lo más mínimo.
Sin duda, una obra inquietante, que relata la historia de un hombre al que convierten en un ciborg con la finalidad de la conquista y colonización del planeta Marte.
Ahondando en los problemas sicológicos que supone la pérdida de la identidad como ser humano al convertirse en un ser cibernético en el que prácticamente sólo se conserva su cerebro, hay muchas más cosas que rodean esta línea argumental principal: la relación con su bella esposa, de la que está profundamente enamorado, pero que le pone los cuernos; la relación con sus médicos, técnicos informáticos, el mismísimo Presidente de los EEUU; las enfermeras; la evolución de su yo; el viaje a Marte, la colonización... pero sobre todo el final apoteósico e inesperado, que hace que la novela, si ya era buena, culmine con una traca final que pocas veces he disfrutado tanto.
Escrita con sencillez, pero genialmente entramada, es de fácil lectura y, prácticamente del tirón, sin que decaiga en ningún momento, uno se la acaba dejando un magnífico sabor de boca.
Recomiendo que acometan el estudio de este trabajo escrito por uno de los grandes, Pohl, sin más dilación.
Ya me encantó su fantástica y brutal "Pórtico", clásico entre los clásicos, cuya lectura recomiendo a todos. Y en ésta no me ha defraudado ni lo más mínimo.
Sin duda, una obra inquietante, que relata la historia de un hombre al que convierten en un ciborg con la finalidad de la conquista y colonización del planeta Marte.
Ahondando en los problemas sicológicos que supone la pérdida de la identidad como ser humano al convertirse en un ser cibernético en el que prácticamente sólo se conserva su cerebro, hay muchas más cosas que rodean esta línea argumental principal: la relación con su bella esposa, de la que está profundamente enamorado, pero que le pone los cuernos; la relación con sus médicos, técnicos informáticos, el mismísimo Presidente de los EEUU; las enfermeras; la evolución de su yo; el viaje a Marte, la colonización... pero sobre todo el final apoteósico e inesperado, que hace que la novela, si ya era buena, culmine con una traca final que pocas veces he disfrutado tanto.
Escrita con sencillez, pero genialmente entramada, es de fácil lectura y, prácticamente del tirón, sin que decaiga en ningún momento, uno se la acaba dejando un magnífico sabor de boca.
Recomiendo que acometan el estudio de este trabajo escrito por uno de los grandes, Pohl, sin más dilación.
Truco
Desde el primer momento quise que mi última adquisición bicimontañista fuera, en cierto modo, un proyecto low cost. Y lo he intentado mantener en la medida de lo posible.
Ya son ustedes conocedores del trabajo que costó pillar un cuadro de la talla y modelo adecuados (y queridos por mucho tiempo), en un estado de conservación aceptable.
Los requerimientos del bajo precio me impiden, por los principios aducidos, la restauración del cuadro como una bici de esta categoría exige, al menos para los más puristas. Pero yo no soy un purista, no colecciono bicis restauradas al milímetro conforme al catálogo de la época. En cambio, soy dado a usar mis bicis, todas, en la medida de lo posible.
Y con esta Kona he cometido diversos pecados, ¡oh, anatema!, merecedores de la excomunión del club de "Bicis Clásicas" de reputados foros internautas. Pero, observen esto: no se puede excomulgar a quien nunca comulgó, al ateo, al apóstata.
Ríome de los ortodoxos, y mientras tanto doy pedales por mis senderos favoritos en una bici de veinte años sin cambio de marcas y frenos en uve.
La ausencia de sistema de tensado de la cadena me ha obligado, ciertamente, a tomar drásticas medidas. Este problema tiene varias soluciones. La más cara, limpia y exótica es la que usé en la Hei Hei neo-retro, que aún ostento (y quieran San Piñón Libre y Nuestra Señora de la Biela Giratoria que siga siendo así por muchos años, y que ustedes lo vean): un sistema de rodamientos excéntricos en el pedalier que permiten cierto juego para lograr la tensión adecuada).
Pero esa solución iba en contra de la filosofía low-cost porque, sí, ello es toda una filosofía. Esta es una bici cargada de ideas, pretensiones y filosofía. Un modo muy distinto de encarar el bicisenderismo, no mejor ni peor, sino simplemente diferente, adaptado a mi gusto del momento, y no creo que haga daño a nadie por ello.
Entre otras soluciones alternativas al problema, he optado por esta antigua, baratísima (coste cero) y eficaz ocurrencia: un trozo de manguera de regar, sujeto con un par de bridas a la vaina derecha, por cuyo interior discurre la cadena en una posición que logra la tensión justa y necesaria para que no descabalgue de su encaje en los dientes del plato o el piñón:
El rozamiento es prácticamente inexistente, y me consta que el invento aguanta lo que le echen. Un toque bastante agro-mecánico, que no hace sino dar un tinte aún más pecular a la Explosif del 96.
La verdad duele
No, no es una entrada sobre pensamientos políticos, filosóficos, emocionales ni parecidas cuestiones. No.
Will Smith protagoniza "La Verdad Duele", un thriller dramático basado en la increíble historia real del Dr. Bennet Omalu, el brillante neuropatólogo forense que descubrió por primera vez la presencia de encefalopatía traumática crónica (ETC), una enfermedad neurodegenerativa progresiva causada por traumas repetidos en el cerebro, en un jugador profesional de fútbol americano y que luchó por dar a conocer la verdad. La cruzada emocional del Dr. Omalu lo lleva a un peligroso enfrentamiento ante una de las más poderosas, y queridas, instituciones del mundo.
Will Smith protagoniza "La Verdad Duele", un thriller dramático basado en la increíble historia real del Dr. Bennet Omalu, el brillante neuropatólogo forense que descubrió por primera vez la presencia de encefalopatía traumática crónica (ETC), una enfermedad neurodegenerativa progresiva causada por traumas repetidos en el cerebro, en un jugador profesional de fútbol americano y que luchó por dar a conocer la verdad. La cruzada emocional del Dr. Omalu lo lleva a un peligroso enfrentamiento ante una de las más poderosas, y queridas, instituciones del mundo.
Nominada al Globo de Oro por el papel del bueno de Will, encarnando al citado doctor, el no ser siquiera nombrada en la ceremonia de los Oscar ha llevado al actor a desentenderse defintivamente del entramado holibudiense... No debo entrar en tales disquisiciones comerciales, más que de contexto socio-político, que es a donde lo quieren llevar algunos.
Me quedo con la peli, que tras los fiascos sucesivos que ya he comentado en este bloc (El renacido, Los odiosos ocho), me ha dejado un buen sabor de boca.
El título original, "Concussion", que se puede traducir como "commoción cerebral, golpe", es más directo y definitivo que el que, lamentablemente y como viene siendo norma desde tiempo inmemorial, se ha adjudicado para su exposición en salas nacionales hispanistanenses.
Nos encontramos de nuevo a un Smith encarnando a un ser que lucha. Un inmigrante de origen Nigeriano que se ha adaptado a la vida de lo que él cree que es un paraíso social y laboral, donde quiere que sus hijos crezcan, y envejecer con dignidad, lleno de felicidad y gloria. Pero todo se trunca cuando, en el ejercicio de su profesión (médico forense especializado en autopsias) descubre un secreto largamente escondido por la poderosa NFL. Al mismo tiempo conoce, por casualidad (o por caridad) a una chica que se convierte en su compañera inseparable, confidente, y consejera en momentos difíciles, comenzando a hacer planes de futuro que, irremediablemente, y como consecuencia del enfrentamiento con un poder que va más allá de lo que él nunca pudo imaginar, se derrumban de la noche a la mañana...
Todo su mundo se ve afectado, y también la vida de los que le rodean y le quieren, y debe elegir. Se enfrenta a un dilema que va más allá de lo exigible a un ser humano, y precisamente es él, como un ser humano con grandes valores y anhelos, quien tiene que tomar decisiones que afectarán a su futuro, su familia, sus hijos.
En ciertos pasajes, veo recuerdos, rememoro el papel de Smith en "En busca de la felicidad", donde saca a relucir sus capacidades para el drama, para papeles realistas y duros, lejos de su estereotipada imagen de cómico que tanto éxito le ha dado. Me gusta.
Como igualmente me gusta mucho Alec Baldwin, a pesar de que es un actor ciertamente inexpresivo, pero transmite mucho cariño y valor en su papel, que es lo que importa. Otros secundarios son merecedores de tremendos aplausos, como su jefe en la morgue, encarnado por Albert Brooks, excelente, impecable en su ejecución; o la bella Gugu Mbatha-Raw, primero inmigrante sin nada, después compañera "forzosa" de piso, más tarde amante, esposa, madre.
Merece la pena verla, más sabiendo que está basada en una historia real, con un final, digamos, feo pero muy propio de los tiempos en los que vivimos...
martes, 16 de febrero de 2016
Singletrack emotion: 1x1
Corren tiempos vertiginosos. Tiempos en los que las novedades se suceden a un ritmo a veces difícil de seguir.
Pero tiempos en los que, también, la extravagancia, lo freak si se quiere, se ha convertido en un valor... o eso es lo que quieren algunos.
Siempre han existido las modas, y a menudo los especialistas en marketing hacen bien su trabajo, que consiste en convencernos para comprar algo, y una vez que hemos caído en la trampa, convencernos de que hay algo nuevo, mejor, que supera a lo anterior que ya tenemos. Y así sucesivamente en una rueda infinita, una trampa para ratas, como esos molinillos que tienen las jaulas de los hamsters.
Me pregunto, ¿quién es el extravagante? ¿Quién hace l correcto? ¿Qué es lo correcto? ¿Quién dice qué es lo correcto?
¿No deberíamos simplemente disfrutar del total? A menudo prestamos demasiada antención al objeto singular, al mero instrumento. Demasiado nunca es suficiente, yo mismo solía decir eso a menudo. Pero las circunstancias cambian, las necesidades también, y la mente, en su interminable proceso de adaptación aprendizaje, también.
Hace veinte años un eslogan rezaba que "cuando una bici sueña, sueña que es una Kona". Yo simplemente sueño, porque soñar es tener ilusión, y ¿qué sería de la vida sin ilusión?
El karma es importante, intento observarlo y equilibrarlo, aunque a veces es difícil. Pero lucho. |
Esta tarde he desafiado al frío, o eso creía yo. Dieciséis sobre cero marcaba el termómetro cuando enganché los pedales a las zapatillas y comencé a darle vueltas a la cosa con bielas. Como viene siendo usual en estas fechas, el terreno, el paisaje, lo que el bosque deja ver, es precioso. Precioso.
Una sola velocidad es más que suficiente, sin complicaciones, sin ruidos parásitos. Los senderos están cuidados, hermosos. No necesito más que una horquilla rígida y mis brazos trabajando. El trabajo es más completo y, por supuesto, totalmente satisfactorio.
El sol ya va bajando, aparecen claroscuros intensos, a veces el caminito toma la dirección Suroeste, y tengo que hacer virguerías con la visera del casco buscando sombras para poder ver por donde voy.
El metálico sonido del buje trasero, tan especial y raro como la propia bici en estos tiempos, me acompaña. Un sonajero de lata que me encanta.
El frío empieza a apoderarse de la escena, los grados celsius caen poco a poco. El viento de componente Norte se hace notar en los pocos claros por los que discurro.
Ella también quería descansar. |
Intento tratarla bien y darle alegrías. Ella me recompensa. Con creces.
El casi obligado autorretrato, casi echándoseme el tiempo encima, pero es que no tenía prisa por irme a casa, estaba disfrutando muchísimo, y se me nota:
domingo, 14 de febrero de 2016
Payoyo
En Villaluenga del Rosario, a pocos km de Grazalema, podemos encontrar esta fábrica de quesos que también vende al por menor en una pequeña tiendita. Pepe posa junto a la entrada, feliz, sabedor de que va a disfrutar de un manjar que le encanta.
Hay tiempo para casi todo cuando uno alquila una casa rural, antiguo molino de agua que aprovechaba las riberas que venían llenas cuando en la sierra de Cádiz caía la lluvia... como ha ocurrido durante todo un laaaargo fin de semana:
Oh, placer inmenso.
Viene bien salir de nuestra zona de control, que no de confort (cosas distintas son), escapar del viento, la bicicleta, las comodidades del hogar, el interné, la TV y todos esos etcéterae que nos rodean y nos gustan y nos hacen todo fácil y divertido.
Es bello compartir, convivir con amigos y familia, conocer nuevos entornos. Aunque yo ya conocía estos parajes, allá por los primeros años ochenta fui traído por aquí alguna vez, ahora he sido más consciente de su belleza, su singularidad.
Pocos momentos sin lluvia pero bien aprovechados para pasear, explorar un poco, tirar algún autorretrato con mi flamante palo por cortesía de Nesquick...
Naturaleza viva, casi en pleno apogeo, pareciera mentira estando en las fechas en las que estamos. Ha hecho fresco estos días, pero este relativo frior viene un poco retrasado, y no es nada crudo, la verdad. Permítanme una pose seria, casi malhumorada:
No pudo faltar una pequeña ruta de senderismo, abortada en lo mejor por la aparición, cómo no, de las persistentes gotas que calaban a los bobos rápidamente:
Al fondo pueden ver ovejas mezcladas con algunas cabras payoyas, creo que es una raza autóctona de la que extraen la leche que da nombre al queso de la fábrica referida supra.
No hay momento para la tristeza en un sitio así, nuestras caras nos delatan:
Vista general delantera de la casa rehabilitada, cuya chimenea ha estado funcionado a tiempo completo durante casi tres días:
Hubo tiempo de rular por la zona, y decidimos acercarnos a Zahara, a unos pocos kilómetros de distancia por una carretera infernal llena de curvas, subidas y bajadas, con (una vez más) lluvia. Pero chicos, qué queréis que os diga, estas cosas son así!!!
A los pies de la montaña en cuya ladera y cima se asienta este pueblo blanco (propio de un Nacimiento Navideño), se sitúa un embalse con mucha agua de un bello color azulado, circunstancia que aprovecho para inmortalizar con mi adorada Hope:
Paso a continuación a dejar algún pictograma que me ha resultado curioso, como ésta Virgen que conmemora un año mariano que tuvo lugar entre 1987 y 1988:
O un lugar imposible y tremendo, seudomirador para descansar, tallado a medias en la roca, cosa que es una constante en este pueblo de empinadísimas calles en las que a menudo se mezcla lo natural con lo acoplado por el hombre, quizá en su sempiterno afán por dominar a la gran Madre Gea (tarea inútil, pues somos nimios y poco duraderos; la Tierra, sin embargo, permanecerá):
Entre las nubes salió un claro que iluminó parte del paraje, y aproveché para inmortalizarlo:
Poco más que contar. Para finalizar, sólo señalar que el viaje de vuelta ha sido normal, con lluvia intermitente hasta que llegamos a los aledaños de Puertoserrano. Bastante tráfico, por lo que ha sido una conducción en fila india a la velocidad que marcaba el primero... no hay prisa, y las imprudencias se pagan. A partir de Utrera se establece el doble carril y ya la cosa se aligera bastante, sobre todo desde que cogemos la A-49 para enfilar hacia Huelva, mucho más despejada, pero con fuertes rachas de viento y lluvias esporádicas.
Ahhhh, qué bien se está en casita. Por fin.
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