Desde el primer momento quise que mi última adquisición bicimontañista fuera, en cierto modo, un proyecto low cost. Y lo he intentado mantener en la medida de lo posible.
Ya son ustedes conocedores del trabajo que costó pillar un cuadro de la talla y modelo adecuados (y queridos por mucho tiempo), en un estado de conservación aceptable.
Los requerimientos del bajo precio me impiden, por los principios aducidos, la restauración del cuadro como una bici de esta categoría exige, al menos para los más puristas. Pero yo no soy un purista, no colecciono bicis restauradas al milímetro conforme al catálogo de la época. En cambio, soy dado a usar mis bicis, todas, en la medida de lo posible.
Y con esta Kona he cometido diversos pecados, ¡oh, anatema!, merecedores de la excomunión del club de "Bicis Clásicas" de reputados foros internautas. Pero, observen esto: no se puede excomulgar a quien nunca comulgó, al ateo, al apóstata.
Ríome de los ortodoxos, y mientras tanto doy pedales por mis senderos favoritos en una bici de veinte años sin cambio de marcas y frenos en uve.
La ausencia de sistema de tensado de la cadena me ha obligado, ciertamente, a tomar drásticas medidas. Este problema tiene varias soluciones. La más cara, limpia y exótica es la que usé en la Hei Hei neo-retro, que aún ostento (y quieran San Piñón Libre y Nuestra Señora de la Biela Giratoria que siga siendo así por muchos años, y que ustedes lo vean): un sistema de rodamientos excéntricos en el pedalier que permiten cierto juego para lograr la tensión adecuada).
Pero esa solución iba en contra de la filosofía low-cost porque, sí, ello es toda una filosofía. Esta es una bici cargada de ideas, pretensiones y filosofía. Un modo muy distinto de encarar el bicisenderismo, no mejor ni peor, sino simplemente diferente, adaptado a mi gusto del momento, y no creo que haga daño a nadie por ello.
Entre otras soluciones alternativas al problema, he optado por esta antigua, baratísima (coste cero) y eficaz ocurrencia: un trozo de manguera de regar, sujeto con un par de bridas a la vaina derecha, por cuyo interior discurre la cadena en una posición que logra la tensión justa y necesaria para que no descabalgue de su encaje en los dientes del plato o el piñón:
El rozamiento es prácticamente inexistente, y me consta que el invento aguanta lo que le echen. Un toque bastante agro-mecánico, que no hace sino dar un tinte aún más pecular a la Explosif del 96.
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