Hoy he leído este artículo:
""Las estadísticas de la propia DGT aseguran que,de los 62.933 conductores implicados en accidentes con víctimas en carretera, en solo 570 casos se pudo constatar que circulaban a una velocidad por encima de la establecida. Es decir, ni siquiera un 1%. Y, considerando el concepto de "velocidad inadecuada para las condiciones existentes" (añado en rojo puntualizaciones y comentarios de mi cosecha, en este caso que el concepto de velocidad inadecuada es absolutamente subjetivo y por tanto poco válido para hacer una estadística de este tipo, pero es lo que hay con el asunto de las estadísticas...), tampoco resulta ser un grupo mayoritario: 6.986 conductores, algo más de un 11%.
Esas mismas estadísticas dicen que en 11.460 casos se ignora si se había cometido una infracción referida a la velocidad excesiva o inadecuada, y los porcentajes son incluso más pequeños cuando se considera la siniestralidad urbana.
Pero luego, la misma DGT insiste machaconamente que la velocidad (se entiende que como factor recurrente) está presente en uno de cada cuatro siniestros con muertos o heridos y que, si se respetasen los límites, "se podría evitar la muerte de 400 personas al año en accidentes de carretera". Entonces, ¿en qué quedamos?
Aquel año, el organismo que hoy dirige María Seguí (entonces lo hacía Pere Navarro) ingresó 466 millones de euros y en 2013 el monto por todo tipo de multas se había reducido un 20%, hasta los 369 millones. Y para este año, espera que el dinero de esas multas suponga ya solo el 41% del presupuesto estimado para el ejercicio, lo que supondría 356 millones de euros (pero vamos a ver, ¿se hacen estimaciones de lo que la gente va a cumplir los límites de velocidad? ¿Y de lo que se va a poder multar? Me lo expliquen). El caso es que, con la actual DGT y con la anterior (y la que le precedió, y la otra, y la demás allá...), la persecución de este tipo de infracciones ha sido una constante hasta convertirse en la "principal fuente de ingresos por sanciones". Por ejemplo, de los aproximadamente cuatro millones de multas que impuso Tráfico el pasado año, cerca de la mitad lo fueron a causa de la velocidad, aunque también es cierto que la cifra absoluta ha ido disminuyendo desde el máximo de 2009.
Según la directora de Tráfico, las políticas de ajuste llevadas a cabo los tres años previos les han permitido reducir "el dinero que necesitamos para sobrevivir" y esto también hace posible el reciente giro dado en la política de control de la velocidad !!!. No solo porque nunca se comprometieron a cumplir con los planes de la DGT de Navarro (quería llegar a los 2.000 radares) sino porque "ahora todos los radares (incluso los móviles) estarán visibles y más o menos avisados, apostando por su vertiente educativa antes que la puramente recaudadora. Aparte de trasladar la mayoría de ellos a las carreteras secundarias, que este año se han vuelto incluso más peligrosas y concentran nueve de cada 10 fallecidos en accidentes.""
Fuente: El Mundo.
¿Cómo se puede tener tanta cara dura, tan poquísima vergüenza? ¿Acaso creen que somos tontos?
Cada día que pasa me queda más claro que la mentira es el modo de vida del político, para lo cual estoy preparando una entrada que tendrán la suerte de poder leer (si es que tal actividad no les cuesta mucho trabajo) muy próximamente.
Volviendo al artículo de referencia, con citas textuales de lo dicho por la señora Segui, no le duelen prendas en reconocer, pues, que es cierto, es verdad lo tantas veces denunciado por colectivos de conductores, miles de bloggers y los aficionados al motor de toda España: que el fin de las multas de velocidad es puramente recaudatorio. Y punto.
Ya lo saben. Cuando las cosas vengan mal dadas por los presupuestos, endurecimiento de persecución y subida de multas. Si hay suficiente pasta para repartir, relax total. Y además, vemos que tales variaciones en la actividad de la DGT no varía en términos significativos ni la siniestralidad ni, por ende, la mortalidad.
Y ahora ¿qué hacemos? ¿cómo le ponemos al niño?
lunes, 30 de marzo de 2015
domingo, 29 de marzo de 2015
rectas y curvas
Dos veces, dos veces ya.
Con esa mínima reflexión comenzaba mi paseo matinal en este domingo abolutamente preveraniego por la sierra de Huelva.
Hoy he cogido un desvío hacia el Norte, adentrándome por la zona de Gil Márquez. No me gusta dar pistas de por donde voy, por si los beneméritos, ya saben.
De todos modos, mi observancia de las normas de circulación, previo filtro del más loable sentido común, es total. Pero nunca se sabe con qué pie se ha levantado el agente de turno un domingo por la mañana...
Al grano: me he permitido tirar una pocas instantáneas que muestran algunas rectas en esas planicies que se encuentran entre Cabezas Rubias y San Telmo, entre curva y curva.
Con esa mínima reflexión comenzaba mi paseo matinal en este domingo abolutamente preveraniego por la sierra de Huelva.
Hoy he cogido un desvío hacia el Norte, adentrándome por la zona de Gil Márquez. No me gusta dar pistas de por donde voy, por si los beneméritos, ya saben.
De todos modos, mi observancia de las normas de circulación, previo filtro del más loable sentido común, es total. Pero nunca se sabe con qué pie se ha levantado el agente de turno un domingo por la mañana...
Al grano: me he permitido tirar una pocas instantáneas que muestran algunas rectas en esas planicies que se encuentran entre Cabezas Rubias y San Telmo, entre curva y curva.
En cuanto me adentro más al Norte, enseguida aparecen curvas, la vegetación cambia, la diversión es mayor.
Disfruto al volante de mi pequeño vehículo destechable, como siempre. Y me pregunto ¿para qué venderlo? ¿Por qué cambiarlo?
"carretera" de diminuta anchura tres km antes de llegar a Almonaster la Real |
Como decía al principio, por segunda vez se ha truncado un negocio o trato que parecía seguro a priori. La falta de formalidad, de seriedad, la falta a la palabra dada que tanto caracteriza al españolito medio, al celtíbero común, ha sido la causa.
Dicen que Dios escribe con renglones torcidos, y la vida me ha enseñado que hay que aprender a leer las señales.
Mientras hago trato o no, prisa ninguna tengo ahora, sigo disfrutando de esta gran mecánica que me ha proporcionado, y lo sigue haciendo, grandes ratos de gloria y disfrute.
Me siento más libre, el flow me acompaña.
jueves, 26 de marzo de 2015
conceptos
El tema es recurrente. Cada varios meses, y en diversos aspectos vitales, sucede un curioso fenómeno: se entabla una discusión acerca de la definición de un término, que no suele acabar bien porque sencillamente el término en cuestión es algo inventado por la mente humana para encasillar, intentar describir, meter en un nicho, una actividad. Más tarde volveré sobre la cuestión semántica o filosófica de ello.
Recuerdo hace años, en pleno apogeo del enduro en bici de montaña, los largos hilos en foromtb sobre lo que debía ser considerado enduro o no, qué tipo de bicis se ajustaban al concepto, quién era más o menos endurero, y así sucesivamente. Ganas de perder el tiempo. Falacias repetidas hasta la saciedad.
Es inútil ahondar en la investigación para lograr una aclaración en estos asuntos, porque en su mayor parte vienen establecidos por las propias marcas, que con su marketing (en inglés, literalmente, mercadeo) inventan tales cosas, y te convencen de que necesitas una, y no cualquiera, sino la que es mejor que la de tu amigo, y una vez que ya la tienes, te convencen de que ya es obsoleta y debes comprarte el último y novedoso modelo que tiene un par de pulgadas más o menos de diámetro de rueda. Y la cadena es inacabable para mayor gozo del fabricante... y de los que gustan de polemizar en los foros de internet durante horas y días, o semanas, en vez de salir a montar en bici.
Yo alucinaba con lo que sabían algunos de recorridos de amortiguación, sistemas de suspensión progresivos, pivotes virtuales, cambios XTR y X0, y la gran Ibis Mojo Carbon en color lima (bocato di cardinale). Esos endureros murcianos, los más duros del planeta, que iban con un solo plato y bicis de 20 kg (sí, sí, se pusieron de moda las Orange Patriot para subir cuestas, muahahahahahhaha), que luego veías un video en youtube y daba no sé si pena o risa...
Yo, como amante de las bicis, he tenido de todo, y siempre me he querido alejar de la tendencia. El mainstream no es para mí, la verdad, aunque ahora que lo pienso, a lo mejor lo más in es ser un antifashion victim, ¿no?
Como dice el slogan de una marca de kitesurf, yo ya era uncool mucho antes de que lo uncool fuera cool (y eso, ¿en qué lugar me coloca?)
De un tiempo a esta parte, estoy observando que el mundo de la moto no escapa a estas lides. Ya he hablado anteriormente por aquí del conceto (véase esa gran obra de arte fílmica española, Airbag, para mayor aclaración sobre el palabro). Qué sea el trail, qué es una moto trail, un viaje trail, incluso un piloto trail... ay, Mother of the Beautiful Love, esto es como el día de la marmota.
En el principcio, hace más de cien años, Harley & Davidson ya fabricaban motos, cinco décadas antes que los japoneses, y tenían sólo uno o dos modelos en catálogo, si es que a eso se le puede llamar catálogo. Y con esa moto, en los polvorientos caminos de entonces, los norteamericanos más aguerridos se desplazaban a no mucha velocidad. Campo, pistas, ciudad, pueblo, a trabajar, a ver a la novia, a hacer un viaje por placer. Subían y bajaban todo tipo de cuestas y terrenos. Es lo que se hacía. Igual que en los años 80, con una bici de acero sin suspensión y frenos cantilever que no frenaban un carajo, yo hacía lo propio con una Orbea Sherpa: campo y más campo, montaña, piedras, riachuelos, senderos, arena... lo que hiciera falta.
Resulta que con los años, a eso le llamamos trail en las motos, y enduro en las bicis. Pues vale.
En las bicis de montaña (que pocos usan para rodar por la montaña, todo hay que decirlo), el mundo del enduro pronto se vio dividido en tantos subnichos como posibilidades de venta por parte de los ideólogos y gurús de Specialized, Trek, Giant y Cannondale, quienes a la postre dirigen el cotarro de las novedades. Así, pronto aparecieron las enduro long travel, las rígidas, las rígidas total, las de 29, las de 27'5, las fat, las singlespeed... Todo vale, y cada cual defiende lo suyo. Nada nuevo. Lo grande es que con cualquiera de ellas puedes ir por los mismo sitios, cosa que yo mismo he comprobado, y que al final, como en todas las cosas de la vida, lo único que realmente marca la diferencia es el indio y no la flecha.
En las motos pasa tres cuartos de lo mismo (que no sé porqué se dice tres cuartos, cuando en realidad es el total, o sea que pasa igual): hubo una época en los ochenta, en el apogeo del glamour del rally París-Dakar, en que se quiso vender una estética. Porque era realmente eso, la estética. Y se cogió una XT600, se le acopló un extraño carenado con doble faro redondo, se pintó adecuadamente con los colores de Gauloises, et voilà, te convencen de que es la abanderada de un concepto nuevo: el trail. Con ella podrás recorrer miles de kilómetros por tierras inhóspitas, desiertos, montañas... perderte en tu aventura personal, ser un héroe en la busqueda de tu yo interior. Como con el tiempo la cosa fue a mayores, la 600 pareció poco. Había que meter más chicha, más power. Apareció la Super Tènèrè, a la par que la Africa Twin. Motos grandes, de dos cilindros, con capacidad de carga, cómodas y con posibilidades de adentrarte aún por pistas más o menos rotas. La estética seguía ahí, factor fundamental.
En verdad, la idea partió de unos años antes, con la XT500 creada para correr carreras por el desierto en la Baja California. Y antes que la Yamahita, en los cincuenta y sesenta, ya triumph y Ducati tenían en mente sus respectivas Scrambler, que se usaban para todo y para todos con gran éxito. Pero mucho antes, como ya decía al principio de la entrada, los americanos con sus Harleys primigenias y sus Indian Scout, hacían lo mismo: atravesaban desiertos, subían montañas, surcaban carreteras perdidas...
Por tanto, el trail hay que verlo no como un tipo determinado de moto, ya que cada persona tiene una manera de adentrarse en la búsqueda de sensaciones, y hay tantos modos de viajar y expedicionar como pilotos que conducen un bicho de dos ruedas. Yo lo veo más como una actividad, pero el conceto es tan amplio, tan ambiguo... que hay que establecer límites.
Quizá es más sencillo definir lo que no es trail.
Para empezar, no se puede catalogar así lo que sea conducción deportiva en carretera o circuito, habitualmente con motos RR, aunque en los últimos tiempos también con motos desnudas o supermotard. Sencillamente, una moto con cortos recorridos de suspensión petrea, postura sobre el eje delantero, y ruedas lisas, no es apta para salirse de la carretera con garantías, por mucho que en su día un loco con una R1 haya dado la vuelta al mundo en esas circunstancias. También se pueden matar moscas a cañonazos, pero no es lo suyo.
Tampoco lo son las motos custom o cruiser, ni las gran turismo, por motivos obvios.
Los escúter escapan asimismo a la caracterización de motos viajeras con capacidad todo terreno, a menos que sean sometidas a una profunda preparación... sí, hay gente para todo.
No es una moto para hacer trail la enduro. Una moto de enduro carece de asiento cómodo, tiene nula capacidad de carga, y su autonomía es ridícula. Aún así, últimamente son muchos los que han caído en la trampa de buscar una máquina ligera y manejable para salidas cortas de medio día... pero necesitas un coche y carrito, o una furgoneta para llegar al punto de inicio de la ruta, y seguramente un depósito de gasolina más grande. Este es el trail para los endureros venidos a menos, los que se ven incapaces de enfrentarse al más mínimo obstáculo con una máquina que pese más de 150 ó 180 kg. Es la perversión del concepto, la prostitución de las rutas, para los trileros del emblando, para los tramposos y vagos.
Todo eso va dejando menos posibilidades. Hay que señalar ahora algunas características que sí debe tener una moto para hacer trail: una autonomía digna, mínimo 250 km; un asiento cómodo; preferiblemente una pantalla, aunque sea pequeña, que quite viento para la carretera o autopista; capacidad de carga en forma de parrilla trasera o asiento grandote; ruedas de radios y la delantera de 21 pulgadas, para que salirse de lo negro no sea una manifiesta temeridad; unos mínimos recorridos de suspensión, rondando los 200 mm; un motor fiable, poco tragón y con buena capacidad de aceite en su interior para asegurar su longevidad y mantenimientos espaciados. No hace falta mucho más.
Decía al principcio que a menudo las marcas inventan conceptos, ideas, que se ven después sublimadas en un producto determinado. A veces les sale bien, otras no tanto, y esto es algo que depende de varios factores, fundamentalmente de unos diseñadores y creativos que estén en el mundo de a pie. Hay ideas que fructifican, y el concepto del trail fue una de ellas. Su éxito es indiscutible, y llega hasta nuestros días. Pero si uno se fija en el mercado de motos nuevas, el panorama actual es realmente desolador.
Hay pocos modelos, algunos son refritos de otros anteriores, y otros llevan en el mercado muchos años sin renovarse apenas. Otros son demasiado radicales, y otros tantos son prácticamente vehículos para conducir por carretera solamente. Hay modelos legendarios que se siguen fabricando y vendiendo en otros mercados, e incomprensiblemente no en Europa. Y viceversa.
Y mientras tanto, somos muchos, muchísimos, los que seguimos soñando con la llegada de una KTM 690 Adventure que nunca llega...
Recuerdo hace años, en pleno apogeo del enduro en bici de montaña, los largos hilos en foromtb sobre lo que debía ser considerado enduro o no, qué tipo de bicis se ajustaban al concepto, quién era más o menos endurero, y así sucesivamente. Ganas de perder el tiempo. Falacias repetidas hasta la saciedad.
Es inútil ahondar en la investigación para lograr una aclaración en estos asuntos, porque en su mayor parte vienen establecidos por las propias marcas, que con su marketing (en inglés, literalmente, mercadeo) inventan tales cosas, y te convencen de que necesitas una, y no cualquiera, sino la que es mejor que la de tu amigo, y una vez que ya la tienes, te convencen de que ya es obsoleta y debes comprarte el último y novedoso modelo que tiene un par de pulgadas más o menos de diámetro de rueda. Y la cadena es inacabable para mayor gozo del fabricante... y de los que gustan de polemizar en los foros de internet durante horas y días, o semanas, en vez de salir a montar en bici.
Yo alucinaba con lo que sabían algunos de recorridos de amortiguación, sistemas de suspensión progresivos, pivotes virtuales, cambios XTR y X0, y la gran Ibis Mojo Carbon en color lima (bocato di cardinale). Esos endureros murcianos, los más duros del planeta, que iban con un solo plato y bicis de 20 kg (sí, sí, se pusieron de moda las Orange Patriot para subir cuestas, muahahahahahhaha), que luego veías un video en youtube y daba no sé si pena o risa...
Yo, como amante de las bicis, he tenido de todo, y siempre me he querido alejar de la tendencia. El mainstream no es para mí, la verdad, aunque ahora que lo pienso, a lo mejor lo más in es ser un antifashion victim, ¿no?
Como dice el slogan de una marca de kitesurf, yo ya era uncool mucho antes de que lo uncool fuera cool (y eso, ¿en qué lugar me coloca?)
De un tiempo a esta parte, estoy observando que el mundo de la moto no escapa a estas lides. Ya he hablado anteriormente por aquí del conceto (véase esa gran obra de arte fílmica española, Airbag, para mayor aclaración sobre el palabro). Qué sea el trail, qué es una moto trail, un viaje trail, incluso un piloto trail... ay, Mother of the Beautiful Love, esto es como el día de la marmota.
En el principcio, hace más de cien años, Harley & Davidson ya fabricaban motos, cinco décadas antes que los japoneses, y tenían sólo uno o dos modelos en catálogo, si es que a eso se le puede llamar catálogo. Y con esa moto, en los polvorientos caminos de entonces, los norteamericanos más aguerridos se desplazaban a no mucha velocidad. Campo, pistas, ciudad, pueblo, a trabajar, a ver a la novia, a hacer un viaje por placer. Subían y bajaban todo tipo de cuestas y terrenos. Es lo que se hacía. Igual que en los años 80, con una bici de acero sin suspensión y frenos cantilever que no frenaban un carajo, yo hacía lo propio con una Orbea Sherpa: campo y más campo, montaña, piedras, riachuelos, senderos, arena... lo que hiciera falta.
Resulta que con los años, a eso le llamamos trail en las motos, y enduro en las bicis. Pues vale.
En las bicis de montaña (que pocos usan para rodar por la montaña, todo hay que decirlo), el mundo del enduro pronto se vio dividido en tantos subnichos como posibilidades de venta por parte de los ideólogos y gurús de Specialized, Trek, Giant y Cannondale, quienes a la postre dirigen el cotarro de las novedades. Así, pronto aparecieron las enduro long travel, las rígidas, las rígidas total, las de 29, las de 27'5, las fat, las singlespeed... Todo vale, y cada cual defiende lo suyo. Nada nuevo. Lo grande es que con cualquiera de ellas puedes ir por los mismo sitios, cosa que yo mismo he comprobado, y que al final, como en todas las cosas de la vida, lo único que realmente marca la diferencia es el indio y no la flecha.
En las motos pasa tres cuartos de lo mismo (que no sé porqué se dice tres cuartos, cuando en realidad es el total, o sea que pasa igual): hubo una época en los ochenta, en el apogeo del glamour del rally París-Dakar, en que se quiso vender una estética. Porque era realmente eso, la estética. Y se cogió una XT600, se le acopló un extraño carenado con doble faro redondo, se pintó adecuadamente con los colores de Gauloises, et voilà, te convencen de que es la abanderada de un concepto nuevo: el trail. Con ella podrás recorrer miles de kilómetros por tierras inhóspitas, desiertos, montañas... perderte en tu aventura personal, ser un héroe en la busqueda de tu yo interior. Como con el tiempo la cosa fue a mayores, la 600 pareció poco. Había que meter más chicha, más power. Apareció la Super Tènèrè, a la par que la Africa Twin. Motos grandes, de dos cilindros, con capacidad de carga, cómodas y con posibilidades de adentrarte aún por pistas más o menos rotas. La estética seguía ahí, factor fundamental.
En verdad, la idea partió de unos años antes, con la XT500 creada para correr carreras por el desierto en la Baja California. Y antes que la Yamahita, en los cincuenta y sesenta, ya triumph y Ducati tenían en mente sus respectivas Scrambler, que se usaban para todo y para todos con gran éxito. Pero mucho antes, como ya decía al principio de la entrada, los americanos con sus Harleys primigenias y sus Indian Scout, hacían lo mismo: atravesaban desiertos, subían montañas, surcaban carreteras perdidas...
Por tanto, el trail hay que verlo no como un tipo determinado de moto, ya que cada persona tiene una manera de adentrarse en la búsqueda de sensaciones, y hay tantos modos de viajar y expedicionar como pilotos que conducen un bicho de dos ruedas. Yo lo veo más como una actividad, pero el conceto es tan amplio, tan ambiguo... que hay que establecer límites.
Quizá es más sencillo definir lo que no es trail.
Para empezar, no se puede catalogar así lo que sea conducción deportiva en carretera o circuito, habitualmente con motos RR, aunque en los últimos tiempos también con motos desnudas o supermotard. Sencillamente, una moto con cortos recorridos de suspensión petrea, postura sobre el eje delantero, y ruedas lisas, no es apta para salirse de la carretera con garantías, por mucho que en su día un loco con una R1 haya dado la vuelta al mundo en esas circunstancias. También se pueden matar moscas a cañonazos, pero no es lo suyo.
Tampoco lo son las motos custom o cruiser, ni las gran turismo, por motivos obvios.
Los escúter escapan asimismo a la caracterización de motos viajeras con capacidad todo terreno, a menos que sean sometidas a una profunda preparación... sí, hay gente para todo.
No es una moto para hacer trail la enduro. Una moto de enduro carece de asiento cómodo, tiene nula capacidad de carga, y su autonomía es ridícula. Aún así, últimamente son muchos los que han caído en la trampa de buscar una máquina ligera y manejable para salidas cortas de medio día... pero necesitas un coche y carrito, o una furgoneta para llegar al punto de inicio de la ruta, y seguramente un depósito de gasolina más grande. Este es el trail para los endureros venidos a menos, los que se ven incapaces de enfrentarse al más mínimo obstáculo con una máquina que pese más de 150 ó 180 kg. Es la perversión del concepto, la prostitución de las rutas, para los trileros del emblando, para los tramposos y vagos.
Todo eso va dejando menos posibilidades. Hay que señalar ahora algunas características que sí debe tener una moto para hacer trail: una autonomía digna, mínimo 250 km; un asiento cómodo; preferiblemente una pantalla, aunque sea pequeña, que quite viento para la carretera o autopista; capacidad de carga en forma de parrilla trasera o asiento grandote; ruedas de radios y la delantera de 21 pulgadas, para que salirse de lo negro no sea una manifiesta temeridad; unos mínimos recorridos de suspensión, rondando los 200 mm; un motor fiable, poco tragón y con buena capacidad de aceite en su interior para asegurar su longevidad y mantenimientos espaciados. No hace falta mucho más.
Decía al principcio que a menudo las marcas inventan conceptos, ideas, que se ven después sublimadas en un producto determinado. A veces les sale bien, otras no tanto, y esto es algo que depende de varios factores, fundamentalmente de unos diseñadores y creativos que estén en el mundo de a pie. Hay ideas que fructifican, y el concepto del trail fue una de ellas. Su éxito es indiscutible, y llega hasta nuestros días. Pero si uno se fija en el mercado de motos nuevas, el panorama actual es realmente desolador.
Hay pocos modelos, algunos son refritos de otros anteriores, y otros llevan en el mercado muchos años sin renovarse apenas. Otros son demasiado radicales, y otros tantos son prácticamente vehículos para conducir por carretera solamente. Hay modelos legendarios que se siguen fabricando y vendiendo en otros mercados, e incomprensiblemente no en Europa. Y viceversa.
Y mientras tanto, somos muchos, muchísimos, los que seguimos soñando con la llegada de una KTM 690 Adventure que nunca llega...
domingo, 22 de marzo de 2015
Un día en las carreras
¡¡Cuánto tiempo hacía que no asistía a una carrera de motos!!
Me gustó mucho estar hoy en el Circuito Las Arenas, en Valverde del Camino, viendo el Campeonato de España de Motocross. Valverde es centro activo de fomento y práctica de moto de campo, y se nota. Uno circula por sus calles cualquier fin de semana, y no para de cruzarse con aficionados al enduro en sus motos embarradas, con cara de felicidad bajo el casco reglamentario. Fenomenal.
Mucha gente joven en la prueba, buen ambiente, y un trazado espectacular, con subidas y bajadas vertiginosas, tres o cuatro grandes saltos, y curvas muy peraltadas. El terreno estaba perfecto, sin polvo y sin barro, proporcionando buena tracción. La temperatura hoy ha sido ideal, y sólo hacia la una de la tarde ha empezado a llover, momento en que, tras ver la salida de los niños de 9 a 11 años, categoría 65 cc, nos fuimos:
Me gustó mucho estar hoy en el Circuito Las Arenas, en Valverde del Camino, viendo el Campeonato de España de Motocross. Valverde es centro activo de fomento y práctica de moto de campo, y se nota. Uno circula por sus calles cualquier fin de semana, y no para de cruzarse con aficionados al enduro en sus motos embarradas, con cara de felicidad bajo el casco reglamentario. Fenomenal.
Mucha gente joven en la prueba, buen ambiente, y un trazado espectacular, con subidas y bajadas vertiginosas, tres o cuatro grandes saltos, y curvas muy peraltadas. El terreno estaba perfecto, sin polvo y sin barro, proporcionando buena tracción. La temperatura hoy ha sido ideal, y sólo hacia la una de la tarde ha empezado a llover, momento en que, tras ver la salida de los niños de 9 a 11 años, categoría 65 cc, nos fuimos:
sábado, 21 de marzo de 2015
Ronda adventure (y III)
Cruzando el Guadalquivir por Coria |
Cena en Ronda entre amigos. ¡Qué bien lo pasamos! |
Reagrupamiento en la Plaza del Ayuntamiento, junto al Tajo, antes de la vueltecita del sábado |
Increíbles paisajes en la Sierra de las Nieves |
El Castaño Santo, árbol milenario |
En la cima de Montejaque |
Unica incidencia mecánica del viaje: un pinchazo de Antuán |
viernes, 20 de marzo de 2015
Ronda adventure (II)
Les dejo ahora unas pocas instantáneas del evento.
Pueden ver más sobre ello en el bloc del amigo Manu aquí.
Pueden ver más sobre ello en el bloc del amigo Manu aquí.
miércoles, 18 de marzo de 2015
adventure
Adventure.
Con este pretencioso nombre, las marcas de motos califican (curioso, calificar con un nombre, en vez de con un adjetivo) a sus modelos trail más emblemáticos.
No es mi moto uno de ellos, sin duda, por precio y otras características, pero lleva con nimios cambios desde 1994 en el mercado. Con gran éxito. Las cosas no son por casualidad, pienso.
A menudo queremos más, y no siempre por razones lógicas o cerebrales. El corazón manda, sobre todo en el apasionado mundo de las dos ruedas motorizadas, y es difícil resistirse al caballo grande, como dice el refranero.
Adventure, aventura. ¿Es aventura un viaje programado, con tracks memorizados en los GPS, incluso estudiados por avezados investigadores de mapas y expertos en Google Earth? ¿Aventura, con un coche 4x4 que nos puede respaldar? ¿Aventura verdadera, true adventure, con la seguridad que da el ir acompañado por cuatro avezados pilotos, por terrenos no tan alejados de la civilación, y sin salir de nuestro país de origen? Alojándonos en hotel concertado con semanas de antelación, comiendo en restaurantes, durmiendo lo necesario.
Quizá lo más cercano a la aventura para nuestras motos fue que durmieran en la calle, ¡oh, sacrilegio terrible! en una zona céntrica de Ronda, nuestro destino.
La verdad es que, acostumbrados a rápidas salidas de medio día (arrancar temprano para estar de vuelta a la hora de almorzar), cualquier cosa que supere las cinco o seis horas de ruta se convierte en algo excepcional, y desde ese punto de vista, el que ahora narro pasa a convertirse en un proyecto incierto con transcurrir de numerosas anécdotas y final inesperado. La expectación era máxima, y la noche antes, como suele ocurrir en estos trances, dormí poco y mal.
Ir de Huelva capital hasta la bella Ronda, enclavada junto al paraje natural Sierra de las Nieves, supone unos 280 km del modo en que lo hemos hecho, la mayor parte por pistas en mejor o peor estado, algún pequeño tramo técnico pero superable por nuestras máquinas y nivel de habilidad, y un poco de carretera. Al fin y al cabo, estas motos que no son las mejores en nada, cumplen sobradamente en la mayoría de los terrenos.
Un poco de autopista, otra ración corta de pinares, y pronto estábamos cruzando el Guadalquivir a su paso por Coria del Río. Nunca había pasado en la barcaza, que por 1’80 euros te deja en la orilla opuesta en menos que canta un gallo. Ni tiempo para un cigarrito, oiga.
A partir de ahí, anchas pistas propias de la zona, con abundante levantamiento de polvo, nos llevaron hasta El Coronil, donde aprovechamos para almorzar un serranito de lomo totalmente espectacular y un flamenquín no menos exageradamente rico. Por un precio módico tuvimos una jartá de condumio de calidad inesperada. Costó un poco de trabajo reiniciar la marcha, ahora ya acompañados de Enrique y su Landcruiser de gasolina.
Avanzamos sin tregua por la provincia sevillana, y pronto nos introducimos en la gaditana sin mayores problemas. Nos acercamos a terreno montañoso, y se nota. Algunos pasos enrevesados nos hacen disfrutar mucho, y la cosa se va retorciendo más y más conforme más nos acercamos al destino. Las horas pasan, la tarde avanza.
Un contratiempo con una de las motos nos retrasa bastante, pero son las cosas del directo: la falta de un apoyo hace que una 800GS vuelque estrepitosamente dentro de un reguero quedando boca arriba, como cucaracha recién pisada que aún mueve las patitas. Menos mal que el piloto no sufrió daños físicos, que eso es lo importante. Lo suyo costó sacar a la máquina de aquel entuerto, pero se logró entre todos. Cinco tíos tirando de aquí y empujando por allá fueron necesarios.
La noche se nos echaba encima, pero aún así no parábamos, antes al contrario. De repente, la ruta tomó un aspecto totalmente diferente y nuevo para mí: la noche todo lo cambia. Hay que extremar las precauciones, confiar un poco más en el que te precede, intuir, avivar los reflejos. Y ello con muchas horas de moto encima, un poco cansados ya, y un par de nosotros con las pilas del GPS gastadas.
En fin, sea como fuere, llegamos sanos y salvos a nuestro destino, muy felices y cubiertos de polvo.
En la minúscula celda del hotel logré hacer unos estiramientos, y tomé la ducha que mi cuerpo pedía. Ropa limpia y una cena agradable, coronada por un par de copas a modo de digestivo, fueron el final perfecto para un día increíble.
La segunda jornada fue un poco a lo que saliera. En principio íbamos a hacer una expedición por la Sierra de las Nieves, un paraje maravilloso, con vistas asombrosas. Pistas interminables llenas de curvas y más curvas, subidas y bajadas de impresión, terreno resbaladizo y polvoriento a ratos, y más duro, con piedras, lajas y tierra compactada en otras ocasiones. Más de dos horas para hacer 13 km, cuando llegamos al Castaño Santo, un árbol milenario. Con ese planteamiento, decidimos dar la vuelta y volver por donde vinimos e ir a almorzar a una venta en la que, como es costumbre, las risas, bromas, comentarios filosóficos al uso, críticas de motos, y en suma conversación animada, fue la tónica general.
La tarde transcurrió entre sitios muy chulos: la presa de Montejaque y alrededore, cercanías de la Cueva del Gato, algún que otro café, charlas en parajes bellos, fotos, envíos de podcast a compañeros ausentes… Una pasada, todo ello sin prisa ninguna y disfrutando totalmente del momento. El final de ese día fue muy tranqui, tiempo de sobra para descansar un poco, tomar unas birras y cenar en un italiano con chef uruguayo que nos supo a gloria.
El regreso se realizó por un track más al Norte que el de la ida, por pistas en su totalidad, al principio más reviradas, y después cada vez más rectas y abiertas conforme más nos acercábamos a Sevilla. Todo iba perfecto, a muy buen ritmo, tanto que nos planteábamos llegar a casa justo después de comer… hasta que ocurrió un imprevisto.
El típico pinchazo que te rompe los esquemas, echa a perder la media, acaba con la paciencia de alguno…
Bueno, no fue para tanto. Como digo, íbamos a un ritmo estupendo, con lo que el tiempo no fue problema. Entre todos aportamos algo, y al final conseguimos cambiar la cámara perjudicada.
De modo que seguimos ruta por carretera, para no tentar más a la suerte quedando tan poco para llegar, y se finalizó la ruta sin más contratiempos.
Volviendo al principio de la entrada, hago balance y resulta que mi “pequeña” Sertao ha pasado el examen con nota. Es posible que sí, que se pueda catalogar a esta motillo como una verdadera aventurera. Son muchos y conocidos los casos de solitarios riders que han atravesado el planeta a lomos de ese monocilíndrico con total seguridad y garantía.
¿Disfrutaría yo más con una moto diferente, más ligera? ¿Cómo evolucionaría mi conducción con un aparato más especializado, grande y potente? Muchas son las dudas que me rodean, motivadas quizá por mi ánimo constante de cambio, superación y disfrute.
lo real
El ahora. Creo que ya lo he dicho alguna vez anteriormente por aquí.
El aquí, el presente, el momento. Disfrutar del hecho ocurrido, pero interiormente, adoptando plena consciencia de ello. Eso es lo único que verdaderamente importa.
El desasosiego es en mí cuando veo tantas y tantas personas en la calle, en el bar, en el cine, en el teatro, en el parque, en la oficina, mientras conducen... aferrados a sus móviles, observando y escudriñando el último comentario de wasa, o la más reciente actualización del estado en FB de personas a las que hace meses que no ves, o que ni si quiera conoces. Buscando sin saber muy bien qué, entre las fotos subidas a Instagram, buceando entre blogs en Tumblr, o Wordpress, o blogspot, o donde sea, da igual.
Y nos vamos apartando de la realidad. No es raro ver personas absolutamente ausentes, perdiendo minutos, horas, días... la vida misma, sin ser apenas consciente de ello.
Vale. Como todo, al final pasará. Todas las modas pasan. Llegará el momento en que nos aburramos. La vida es cíclica, ya lo sé. Pero nunca antes ha existido la posibilidad que la tecnología nos brinda, las comunicaciones nos invaden en muchos aspectos, han pasado a formar parte de lo cotidiano, y estamos actualmente demasiados ratos con la mente fijada en ese pequeño aparatito que cabe en un bolsillo, o llegamos a casa y cogemos la tableta o el lap-top (oh, qué antiguo soy, por dios). Y la triste verdad es que, ¿qué aporta realmente a nuestro yo? ¿nos enriquece en algún modo?
Ayer vi una peli, "Her", que se llevó varios premios al mejor guión, interpretada por Joaquin Phoenix en su papel protagonista. La historia es sencilla y situada en un futuro próximo: Theodor es un solitario recién separado de su pareja, que encuentra cierto consuelo en un nuevo sistema operativo con inteligencia artificial. El SO se hace llamar Samantha, y se establece entre ellos una relación que va más allá de la normal entre usuario y máquina, hasta llegar a convertirse en algo amoroso. Theo vive todo el día, y parte de la noche, pensando en Samantha, y la relación fluye con normalidad, con la salvedad de la ausencia de un cuerpo físico por parte del SO. Así, Theo se va alejando de todo lo real, aunque se empeña en transmitir a Samantha sus sensaciones, sus vivencias, aunque todo esfuerzo es inútil. Al final, Samantha va evolucionando, se vuelve más y más potente, establece relaciones con otros SO, e incluso con otras personas, todo ello a través de la red. Bueno, no cuento el final por si alguien la quiere ver. El quid de la cuestión es que no nos damos cuenta, pero lo virtual nos va invadiendo y dejamos de disfrutar de nuestra propia vida, de lo real. Estamos deseando compartir (sí, es bueno compartir experiencias, pero cuando se viven juntos, ¿no?) aquel logro laboral, aquel fantástico viaje, esa foto con tal o cual personaje, incluso nuestro estado emocional más íntimo. Etcétera.
¿Acaso es vanidad? ¿O es un simple ejercicio de altruismo, de darse, en cierta manera, a los demás, de abrirse al mundo?
Cada cual tendrá su teoría y su visión sobre este asunto. Yo tengo la mía, claro, o lo intento, y experimento sensaciones contradictorias a veces, supongo que motivadas por el estado constante de aprendizaje, ensayo y error, prueba, mejora, que creo me caracteriza.
Sea como fuere, intento dejar de lado cada vez más estas formas de relacionarse, en busca de algo más auténtico y puro, más personal y directo.
Me salgo por ello de los grupos de wasa en los que me veo metido sin pedirme permiso, y he realizado una limpia entre mis contactos de FB.
Es un primer paso, no soy el primero que lo hace, ni tampoco es la primera vez que lo hago. Pero quiero ir más allá, más lejos en esta búsqueda de lo real, lo verdadero, lo que llena. Hay que ser, a veces, un poquito radical en la vida.
Hay que ser libre. Siéntete libre. Be free.
El aquí, el presente, el momento. Disfrutar del hecho ocurrido, pero interiormente, adoptando plena consciencia de ello. Eso es lo único que verdaderamente importa.
El desasosiego es en mí cuando veo tantas y tantas personas en la calle, en el bar, en el cine, en el teatro, en el parque, en la oficina, mientras conducen... aferrados a sus móviles, observando y escudriñando el último comentario de wasa, o la más reciente actualización del estado en FB de personas a las que hace meses que no ves, o que ni si quiera conoces. Buscando sin saber muy bien qué, entre las fotos subidas a Instagram, buceando entre blogs en Tumblr, o Wordpress, o blogspot, o donde sea, da igual.
Y nos vamos apartando de la realidad. No es raro ver personas absolutamente ausentes, perdiendo minutos, horas, días... la vida misma, sin ser apenas consciente de ello.
Vale. Como todo, al final pasará. Todas las modas pasan. Llegará el momento en que nos aburramos. La vida es cíclica, ya lo sé. Pero nunca antes ha existido la posibilidad que la tecnología nos brinda, las comunicaciones nos invaden en muchos aspectos, han pasado a formar parte de lo cotidiano, y estamos actualmente demasiados ratos con la mente fijada en ese pequeño aparatito que cabe en un bolsillo, o llegamos a casa y cogemos la tableta o el lap-top (oh, qué antiguo soy, por dios). Y la triste verdad es que, ¿qué aporta realmente a nuestro yo? ¿nos enriquece en algún modo?
Ayer vi una peli, "Her", que se llevó varios premios al mejor guión, interpretada por Joaquin Phoenix en su papel protagonista. La historia es sencilla y situada en un futuro próximo: Theodor es un solitario recién separado de su pareja, que encuentra cierto consuelo en un nuevo sistema operativo con inteligencia artificial. El SO se hace llamar Samantha, y se establece entre ellos una relación que va más allá de la normal entre usuario y máquina, hasta llegar a convertirse en algo amoroso. Theo vive todo el día, y parte de la noche, pensando en Samantha, y la relación fluye con normalidad, con la salvedad de la ausencia de un cuerpo físico por parte del SO. Así, Theo se va alejando de todo lo real, aunque se empeña en transmitir a Samantha sus sensaciones, sus vivencias, aunque todo esfuerzo es inútil. Al final, Samantha va evolucionando, se vuelve más y más potente, establece relaciones con otros SO, e incluso con otras personas, todo ello a través de la red. Bueno, no cuento el final por si alguien la quiere ver. El quid de la cuestión es que no nos damos cuenta, pero lo virtual nos va invadiendo y dejamos de disfrutar de nuestra propia vida, de lo real. Estamos deseando compartir (sí, es bueno compartir experiencias, pero cuando se viven juntos, ¿no?) aquel logro laboral, aquel fantástico viaje, esa foto con tal o cual personaje, incluso nuestro estado emocional más íntimo. Etcétera.
¿Acaso es vanidad? ¿O es un simple ejercicio de altruismo, de darse, en cierta manera, a los demás, de abrirse al mundo?
Cada cual tendrá su teoría y su visión sobre este asunto. Yo tengo la mía, claro, o lo intento, y experimento sensaciones contradictorias a veces, supongo que motivadas por el estado constante de aprendizaje, ensayo y error, prueba, mejora, que creo me caracteriza.
Sea como fuere, intento dejar de lado cada vez más estas formas de relacionarse, en busca de algo más auténtico y puro, más personal y directo.
Me salgo por ello de los grupos de wasa en los que me veo metido sin pedirme permiso, y he realizado una limpia entre mis contactos de FB.
Es un primer paso, no soy el primero que lo hace, ni tampoco es la primera vez que lo hago. Pero quiero ir más allá, más lejos en esta búsqueda de lo real, lo verdadero, lo que llena. Hay que ser, a veces, un poquito radical en la vida.
Hay que ser libre. Siéntete libre. Be free.
martes, 17 de marzo de 2015
Se tú. Be you.
Uno tiene que fiarse de uno mismo. Tiene que comprender, que aprender a aceptarse, que evolucionar.
El análisis, la observación de uno mismo, tus propios actos y sus consecuencias, es importante.
La felicidad es algo tan difuminado a veces...
Son las pequeñas cosas, detalles, los que a menudo marcan la diferencia. ¿Por qué ayer todo era fetén y hoy no doy pie con bola? Estudia, pormenorizadamente, los eventos distintivos, los porqués, las causas y los efectos subyacentes.
Crea una ideología en ti mismo, en tu interior, aférrate a ella, sé fiel a tu persona. Poco, nada importa lo que digan o piensen los demás. Hazlo y punto. Vive al servicio de un compromiso personal, tu compromiso, tu vida. Ordena los pensamientos, extrae conclusiones y enseñanza incluso de lo que aparece como negativo.
Toma decisiones, apechuga con las consecuencias, aprende de los errores, actúa en consonancia.
Vive la vida en comunión absoluta con la naturaleza. Huye de lo artificial, fluye con la mar y el aire. Disfruta de la arena, del frío y del calor.
Medita, piensa, encuentra un rato para ti mismo. No es tan difícil. Lo necesitas. Lo sepas o no, lo necesitas.
El análisis, la observación de uno mismo, tus propios actos y sus consecuencias, es importante.
La felicidad es algo tan difuminado a veces...
Son las pequeñas cosas, detalles, los que a menudo marcan la diferencia. ¿Por qué ayer todo era fetén y hoy no doy pie con bola? Estudia, pormenorizadamente, los eventos distintivos, los porqués, las causas y los efectos subyacentes.
Crea una ideología en ti mismo, en tu interior, aférrate a ella, sé fiel a tu persona. Poco, nada importa lo que digan o piensen los demás. Hazlo y punto. Vive al servicio de un compromiso personal, tu compromiso, tu vida. Ordena los pensamientos, extrae conclusiones y enseñanza incluso de lo que aparece como negativo.
Toma decisiones, apechuga con las consecuencias, aprende de los errores, actúa en consonancia.
Vive la vida en comunión absoluta con la naturaleza. Huye de lo artificial, fluye con la mar y el aire. Disfruta de la arena, del frío y del calor.
Medita, piensa, encuentra un rato para ti mismo. No es tan difícil. Lo necesitas. Lo sepas o no, lo necesitas.
miércoles, 4 de marzo de 2015
Paloskite
Es el nombre del club de kite de Matalascañas. Ha trasladado su sede al extremo más oriental de la playa, lindando con los palos que delimitan y señalan que estás entrando en el Coto de Doñana.
Estuvimos unos cuantos, gente que hacía tiempo que no veía, y otros con los que comparto navegada asiduamente, de todas partes de Huelva y alguno de Sevilla. En definitiva, echamos una tarde muy buena con viento suave de poniente y mar poco movido, que nos permitió una navegada placentera y sin sobresaltos.
Me he permitido grabar y editar medio chapuceramente un video resumen del estupendo rato que tuve en el agua en esa playa que tantos recuerdos me trae de mi más temprana juventud, sobre todo porque fue allí donde aprendía a hacer windsurf, deporte que añoro y que fue el que me introdujo en el maravilloso mundo del mar, el viento y las olas.
Espero que no les disgute mucho:
Estuvimos unos cuantos, gente que hacía tiempo que no veía, y otros con los que comparto navegada asiduamente, de todas partes de Huelva y alguno de Sevilla. En definitiva, echamos una tarde muy buena con viento suave de poniente y mar poco movido, que nos permitió una navegada placentera y sin sobresaltos.
Me he permitido grabar y editar medio chapuceramente un video resumen del estupendo rato que tuve en el agua en esa playa que tantos recuerdos me trae de mi más temprana juventud, sobre todo porque fue allí donde aprendía a hacer windsurf, deporte que añoro y que fue el que me introdujo en el maravilloso mundo del mar, el viento y las olas.
Espero que no les disgute mucho:
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