El ahora. Creo que ya lo he dicho alguna vez anteriormente por aquí.
El aquí, el presente, el momento. Disfrutar del hecho ocurrido, pero interiormente, adoptando plena consciencia de ello. Eso es lo único que verdaderamente importa.
El desasosiego es en mí cuando veo tantas y tantas personas en la calle, en el bar, en el cine, en el teatro, en el parque, en la oficina, mientras conducen... aferrados a sus móviles, observando y escudriñando el último comentario de wasa, o la más reciente actualización del estado en FB de personas a las que hace meses que no ves, o que ni si quiera conoces. Buscando sin saber muy bien qué, entre las fotos subidas a Instagram, buceando entre blogs en Tumblr, o Wordpress, o blogspot, o donde sea, da igual.
Y nos vamos apartando de la realidad. No es raro ver personas absolutamente ausentes, perdiendo minutos, horas, días... la vida misma, sin ser apenas consciente de ello.
Vale. Como todo, al final pasará. Todas las modas pasan. Llegará el momento en que nos aburramos. La vida es cíclica, ya lo sé. Pero nunca antes ha existido la posibilidad que la tecnología nos brinda, las comunicaciones nos invaden en muchos aspectos, han pasado a formar parte de lo cotidiano, y estamos actualmente demasiados ratos con la mente fijada en ese pequeño aparatito que cabe en un bolsillo, o llegamos a casa y cogemos la tableta o el lap-top (oh, qué antiguo soy, por dios). Y la triste verdad es que, ¿qué aporta realmente a nuestro yo? ¿nos enriquece en algún modo?
Ayer vi una peli, "Her", que se llevó varios premios al mejor guión, interpretada por Joaquin Phoenix en su papel protagonista. La historia es sencilla y situada en un futuro próximo: Theodor es un solitario recién separado de su pareja, que encuentra cierto consuelo en un nuevo sistema operativo con inteligencia artificial. El SO se hace llamar Samantha, y se establece entre ellos una relación que va más allá de la normal entre usuario y máquina, hasta llegar a convertirse en algo amoroso. Theo vive todo el día, y parte de la noche, pensando en Samantha, y la relación fluye con normalidad, con la salvedad de la ausencia de un cuerpo físico por parte del SO. Así, Theo se va alejando de todo lo real, aunque se empeña en transmitir a Samantha sus sensaciones, sus vivencias, aunque todo esfuerzo es inútil. Al final, Samantha va evolucionando, se vuelve más y más potente, establece relaciones con otros SO, e incluso con otras personas, todo ello a través de la red. Bueno, no cuento el final por si alguien la quiere ver. El quid de la cuestión es que no nos damos cuenta, pero lo virtual nos va invadiendo y dejamos de disfrutar de nuestra propia vida, de lo real. Estamos deseando compartir (sí, es bueno compartir experiencias, pero cuando se viven juntos, ¿no?) aquel logro laboral, aquel fantástico viaje, esa foto con tal o cual personaje, incluso nuestro estado emocional más íntimo. Etcétera.
¿Acaso es vanidad? ¿O es un simple ejercicio de altruismo, de darse, en cierta manera, a los demás, de abrirse al mundo?
Cada cual tendrá su teoría y su visión sobre este asunto. Yo tengo la mía, claro, o lo intento, y experimento sensaciones contradictorias a veces, supongo que motivadas por el estado constante de aprendizaje, ensayo y error, prueba, mejora, que creo me caracteriza.
Sea como fuere, intento dejar de lado cada vez más estas formas de relacionarse, en busca de algo más auténtico y puro, más personal y directo.
Me salgo por ello de los grupos de wasa en los que me veo metido sin pedirme permiso, y he realizado una limpia entre mis contactos de FB.
Es un primer paso, no soy el primero que lo hace, ni tampoco es la primera vez que lo hago. Pero quiero ir más allá, más lejos en esta búsqueda de lo real, lo verdadero, lo que llena. Hay que ser, a veces, un poquito radical en la vida.
Hay que ser libre. Siéntete libre. Be free.
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