sábado, 30 de julio de 2011

Cita:

Ya lo puse hace meses aquí, pero hoy lo he vuelto a ver en otro sitio, y considero absolutamente oportuno y conveniente recordarlo:

Cuando prevalece el vicio y los hombres impíos imponen su criterio, haz bien tu parte, en eso reside el honor.

Gente decente

¿Por qué no existe una Asociación del Rifle en Hispanistán? ¿Ein? ¿purcuá?
Es necesario. Absolutamente.
Recuerdo una época, y no hace tanto porque yo no soy viejo -todavía no-, en que había gente decente, gente de bien, relaciones de buena vecindad, espíritu de comunidad.
Vale, no era así en todos los barrios, acepto eso, pero sí lo era en MI barrio.

Pero todo ha cambiado. Después de la época del ladrillazo, la del pelotazo, y la de todos los "azos", prácticamente cualquiera se ha podido comprar no uno, sino varios chalés en zona residencial. Y no me refiero a esos despreciables acosados que han recubierto la geografía nacional por doquier, puag que puto asco, cojones. No, me refiero a chalés fetén, con su parcela, con su buena grama francesa, con su piscina privada, y a ser posible un perro o dos dignos de pertenecer a la especie canina -nada de esos horribles, inútiles y despreciablemente molestos chuchos de compañía que sólo sirven para molestar al conciudadano-. Perros bien educados, unos buenos bóxer, mastines, dobermanes o pastores alemanes, bonitos, acojonantes y silenciosos a la par.
Hace unos días, mi tranquila y placentera lectura veraniega fue interrumpida, atormentada, por una imbécil que decidió compartir su nulo gusto musical. La deficiente mental en cuestión se estaba dando un baño en su piscina, y, claro, cuando se sumerge ocurre que el sonido no llega con buena definición y volumen, por lo que enrosca hacia la derecha el potenciómetros de su aparato estereofónico, en detrimento obvio de la calidad de vida de sus vecinos más inmediatos.
Y les juro que había vecinos que la estaban sufriendo más cerca que yo. Y hago un comentario a mi hermana, que vive en el chalet de al lado, y me dice "es normal, lo hace a diario, es una ordinaria". La canción era de Camela, y tiene su deje agradable... pero no a ese volumen y si le dejas el "repeat" para que la repita una y otra y otra y otra vez. De modo que me asomé a la calle, con mis muletas, y tuve que vociferar, muy educadamente, para que bajara la potencia del amplificador. A voz en grito le hice saber que no vivía sola, que esto era un vecindario, y que no teníamos que compartir nuestros gustos musicales con los demás. Al momento la música bajó a un nivel aceptablemente soportable.
Atiza, funcionó. Yo fui el primer sorprendido, pero lo grande es que la hija de puta hacía eso a diario y nunca nadie le había llamado la atención, no sé porqué cuestión de miedo o temor o "corte" o reparo. Me cago en lo cagable.
Es odioso y terrible lo pasivo, quejica y poco echado para alante que se ha vuelto el pueblo español. Es una puta vergüenza.
Ayer fui despertado por el ruido infernal de un cortacésped a cinco metros de mi ventana, abierta de par en par para que entre el frescor nocturno. Eran las 7'30 de la mañana. Inaceptable. Indecente. Delictivo.
No les quepa duda de que me levanté, me lavé la cara, me vestí con corrección, y salí a la calle a hacerle saber al jardinero contratado por horas que su conducta no era cívica en absoluto. Todo de un modo educado, razonado y casi amable.
El tipo no se lo tomó a mal, y me puso las típicas excusas: "soy un mandao", "más tarde hace calor", "siempre lo hice así"...
Quizá al verme con muletas se apiadó de mí. No sé si fue ese el motivo. El cabronazo había despertado a los habitantes de al menos siete chalets, de los cuales, el único en quejarse fui yo.

¿Qué le pasa a la gente? ¿Acaso soy un antisocial? ¿Cómo se ha llegado a admitir este tipo de conductas y actuaciones como algo inevitable?

En estos treinta días que llevo aquí, en este chalé que antaño fuera mi hogar, me han ocurrido más hechos increíbles, pero no quisiera aburrir mucho más.
Creo que hace falta una revolución, un verdadero puñetazo en la mesa. Me consta que hay más como yo, que piensan que nuestros derechos acaban donde empieza el derecho del vecino, que se molesta en no molestar al prójimo, que tiene un sentimiento de comunidad, de facilitar la vida a los demás porque así me la estoy facilitando a mí mismo -no crean que es algo meramente altruista, para nada-. En fin, lo lógico, lo que debería ser normal.

viernes, 29 de julio de 2011

Reborn: muletas

Cuatro meses con muletas ya. Se dice pronto.
Cuando tenía dieciocho añitos, qué tiempos aquéllos, era joven y estaba loco.
Patinando en un rústico halfpipe me esguincé a lo bestia el tobillo izquierdo. Como consecuencia, estuve quince días con una férula y aprendí el tedioso universo de las muletas.
Veinte años más tarde me he convertido en todo un licenciado en el arte muletil, doctorado cum laude diría yo.
Mi estupendo traumatólogo los llama "bastones", nunca se refiere a ello como "muletas", desconozco el porqué. Me da igual, la verdad. Lo importante para mí es que a partir del lunes día uno de Agosto descartaré una de las dos, precisamente la del lado lesionado, y estaré durante tres meses más, como mínimo, con una sola. Parece baladí, pero supone un avance grande: me deja libre la mano izquierda para acarrear objetos mientras camino, si es que a tal cosa se le puede denominar asín.
Como hace una semana que recorro mi kilómetro o dos bien tempranito por la mañana para ir a desayunar, he notado un cierto fortalecimiento de los tendones y musculillos que más débiles tenía, los de la cadera. Mi glúteo izquierdo y zona lumbar van cogiendo tono, los apoyos cada vez me molestan menos, y puedo estar más tiempo y más cómodo tanto en posición vertical como sentado.
Todavía se me hinchan los dedos del pié y el tobillo cuando llevo más de una hora sentado. Hace unos días fui al cine a sufrir, que no a ver, la última de Potter -una hez enorme, digan lo que digan los forofos del género-, y no veía el momento de llegar a casa y poner la pata en alto o incluso tumbarme un  ratito a normalizar los fluidos corporales...
No obstante, la evolución continúa.

Por cierto, la próxima cita con el cirujano-traumatólogo-Diosdelacarpinteríahumana será a finales de Octubre. La espera, como siempre, se hará eterna. Sniffffff.

lunes, 25 de julio de 2011

El gen del torero

Ayer leí una interesante columna sobre la recuperación de José Tomás, alias La Estatua. El tipo lo paso regulín-regular, parece ser, por una cogida seria que tuvo en Méjico. Como consecuencia de ello, ahora toda su sangre es azteca, lo cual, supongo, lo hará más exótico, que no más valiente, mejor ni peor.
Dieciocho meses ha tardado en pisar el albero, al menos públicamente.


Terrible momento. J. Tomás se acordará siempre de ello.

Yo llevo cuatro meses y medio liado, cada día que pasa me siento más fuerte, pero de vez en cuando tengo un arrechucho por sobreentrenamiento: la semana pasada estuve viernes, sábado y domingo con el muslo al rojo vivo, inflamado y dolorido de verdad. Hoy ya estoy mejor, y claro, ahora me animo de nuevo y venga a darle caña. Y todo por montarme en mi ciclostátic y aumentar un poco la resistencia... pues me he jodido la pierna bien!!
Es lo que hay. El sufrimiento tiene que estar. Me he roto el hueso más duro del esqueleto por cuatro partes, y eso no es moco de pavo. Por fortuna y gran suerte, mi rodilla y cadera están intactas, y recupero la masa muscular poco a poco, pero de forma muy dolorosa.
Dicen que los ciclistas tienen muy alto el umbral del dolor. Todos me preguntan si me desmayé en algún momento cuando tuve el accidente... ojalá, les contesto yo. Después de un par de episodios de dolor insoportable -"córtenme la pierna", chillaba yo, "me tiro por la ventana", dicen que llegué a aullar- en la 320 del Virgen del Rocío, la verdad es sí, vale, ha dolido, sobre todo los dos primeros meses fueron bastante chungos. Ahora cada vez duele menos, y lo que no me abandona es la inflamación de tobillo y pié. Me dice el ilustrísimo doctor Belascoain que eso durará varios meses más.
Yo no soy un ciclista al uso, no me machaco a lo bestia, ¡ni si quiera me depilo las piernas! Y le doy a todos los palos, incluso a la ciclostátic. Tengo un rodillo, una anciana bici de carreras que me viene casi cinco tallas grande, y cuatro bicis de montaña. Y las uso todas, la mayoría de las veces en salidas furtivas y rápidas de sólo dos o tres horas, que es poco dentro del mundo del fanático bicicleteril.
Pero reconozco que el ciclista tiene que estar hecho de una pasta especial. No sé la pasta de la que está hecho el torero, que dicen que son también muy especiales -algunos los llaman superhombres, pero creo que es pasarse-. El ciclista que realmente usa la bici y pedalea seriamente tiene una gran capacidad de esfuerzo físico cuando está bien entrenado, pero sobre todo su fuerza es más mental que otra cosa. Es lo mismo que correr una maratón. Cualquiera puede correr los 1500 metros, pero no todo el mundo sirve para hacerlo durante 42 km. La cosa está ahí dentro, en el tarro.
¿Tendrá alguna relación con el gen?

domingo, 24 de julio de 2011

¿Ha estado Vd. allí alguna vez?

Yo lo he vivido muchas veces, más de la cuenta, creo. De hecho, creo que cada vez que duermo lo hago un poco. Hablo, claro está, de la muerte.
Ese tabú.
No huyan, no se refugien, no se escondan. Porque ello forma parte de nuestra vida, aunque no lo quieran, aunque se resistan. No hay muerte sin vida, no hay vida sin muerte.
Pero contemplen la muerte simplemente como un sueño, el sueño eterno, ese cliché tan manido, ese tópico universal es científicamente, mentalmente, cerebralmente cierto.
Imaginen que hoy por la noche se van a la cama, cierran los ojos, un profundo sopor les invade, y finalmente caen rendidos, tan adentro tan adentro que ni sueñan. Es lo más parecido a la muerte que van a experimentar en vida.
Y yo, cuando rodaba a más de ciento cincuenta kilómetros por hora dando volteretas, mientras una avalancha de golpes eran atizados con fuerza en mis caderas, muslos, rodillas, hombros y espalda, mientras pensaba que aquello no debía, no podía durar tanto, en ese momento pensé -intentando cubrir mi cabeza con las manos, cosa que me fue imposible por la fuerza centrífuga de los giros vertiginosos- pensé que aquello podía ser un fin rápido, un crack en el cuello y adiós.
Han pasado cuatro meses y medio y sigo con mis compañeras, mis segundas piernas, esos rodrigones sin los que no podría desplazarme dignamente, unas baratas y eficaces muletas. Y os digo, oh aburridos seguidores, que he pensado en muchas cosas desde entonces. Tiempo es lo que me sobra, y la mente a menudo se vuelve sobreproductiva en estas circunstancias. Leo, escribo, investigo, tecleo, intento jugar a la PS3 sin mucho éxito -parece que mi interés por los juegos virtuales va desapareciendo-. Cierta claridad acude a mi pensamiento en momentos -escasos- de lucidez, o pienso que son de lucidez cuando simplemente son mero onanismo mental.
Y veo la muerte, la certeza de su advenimiento, y su simpleza al mismo tiempo. No es para tanto. Total, no nos vamos a enterar de que morimos. Será como entrar en un sueño de nuevo, algo que hemos hecho ya miles de veces. Un día, de viejitos, estaremos muy muy cansados, respirando con dificultad, medio ciegos y medio sordos, sin ganas de nada; cerraremos los ojillos, y se acabó.
Nada de túneles, luces blancas al fondo, la vida que pasa por delante de tus ojos. Nada de eso.
Porque yo lo he visto y no es así.

sábado, 23 de julio de 2011

El Manantial

Mira la atmósfera moral de nuestros tiempos. Todo lo que es motivo de gozo, desde los cigarrillos hasta el sexo, desde la ambición hasta el lucro, todo es considerado depravado y pecaminoso. Demuestra que una cosa hace feliz al hombre, y lo habrás condenado. Hasta eso hemos llegado.
Hemos unido la felicidad con la culpa. Y hemos tomado a la humanidad por el cuello. Arroja a tu primogénito al horno expiatorio, acuéstate en una cama de clavos, intérnate en el desierto para mortificar tu carne; no bailes, no vayas al cine, no trates de enriquecerte, no fumes, no bebas.
Todo en la misma línea. La gran línea. Los tontos piensan que los tabúes de esta naturaleza son simplemente absurdos. Algo que ha quedado de lado, anticuado. Pero siempre hay un propósito en el absurdo. No te molestes en analizar una locura, sólo pregúntate qué logra.
Todo sistema de ética que predicó el sacrificio tuvo un gran poder y gobernó a millones. Por supuesto, lo debes adornar. Debes decirles a las personas que alcanzarán una felicidad superior si dejan todo lo que las hace felices. No tienes que ser demasiado explícito sobre esto. Utiliza palabras grandiosas y vagas: “armonía universal”, “espíritu eterno”, “nirvana”, “paraíso”, “supremacía racial”, “dictadura del proletariado”. La corrupción interna. Ese es el camino más antiguo. La trampa ha funcionado durante siglos, pero aún hoy las personas siguen cayendo en ella. Y sin embargo, evitarla es sencillo: simplemente escucha al profeta de turno y si le oyes hablar de sacrificio, huye más rápido que de una plaga.
Surge de la razón que donde hay sacrificios, hay alguien recolectando las ofrendas sacrificadas. Donde hay servicio, hay alguien siendo servido. Quien habla de sacrificio, habla de esclavos y amos. Y pretende ser el amo. Pero si alguien alguna vez te dice que debes ser feliz, que ese es tu derecho natural, que tu primer deber es hacia ti mismo, ese hombre no anda detrás de tu alma. Ese será el hombre que no tiene nada que ganar de ti.

viernes, 22 de julio de 2011

El éxito lógico

En su día tuve ocasión de conducir un coche que con el paso de los kilómetros y el tiempo he aprendido a alabar, a respetar, a comprender.
El automóvil es de los conocidos como ranchera, frutero, caja de muerto y similares epítetos despectivos. Para mí son una opción muy útil, normalmente de aspecto más dinámico, deportivo y juvenil que la versión berlina de la que proceden, e incluso he poseído algún ejemplar.
Pero me concentraré ahora en el elemento objeto de estudio: Cochedelpueblo Passat Variant:

Salvo por las desmesuradas llantas, virtualmente igual al probado.
Empezaré el breve reportaje por el final: lo peor de la versión probada, por desgracia, el motor. Mi cuñado se obsesionó con no superar un presupuesto máximo, aunque ello le implicara montar un ridículo motorcillo de mil seiscientos cc, ciento veinte cv, y el mismo par motor de un Vespino de los años ochenta. Si, la cualidad prestacional de ello hiede a todas luces, por desgracia. Para más inri, va unido a una transmisión automática Tiptronic de 5 velocidades, lento, aunque suave y cómodo. Total, para lo que el vehículo va a ser utilizado y en manos de quien, va sobrado. Yo le dije "joder, coño, estírate un poco y pilla el tdi de 140 cv con desegé", pero nada. Por culpa de unos cochinos dos o tres mil euros se ve obligado a soportar horribles caravanas y decenas de kilómetros por no poder adelantar en un suspiro, y además el consumo no baja de los ocho litros como mínimo. Una joya, oiga.
En fin, pelillos a la mar.
Como buen VW, hace tiempo que dejaron de ser el coche del pueblo, y se venden caros. Esta unidad, medianamente equipada y con ese ridículo motor, alcanza los treinta mil ecus. Aún así, proliferan versiones comúnmente más caras, pero ello tiene un motivo. Su calidad es buena. Las franquicias son correctas, la pintura está bien, no se ven tornillos ni tuercas, las juntas hacen su función, el interior es magnífico. Las puertas suenan como tienen que sonar, a calidad total, y eso es algo que siempre me gusta, ese clac, ese sonido como que el coche es perfectamente estanco. No suena a lata, para que me comprendan. Exteriormente no está nada mal resuelto, y me parece mucho más grato a la vista que la versión sedán. Y he escrito mucho más, adrede.
Pasamos al interior, y la sensación de calidad es total. Hay un salto del Golf al Passat bastante evidente.


Moooooola, la verdad.
No sólo es la calidad de los materiales. Es la ubicación de los mandos, es la situación del volante y su relación espacial con el asiento. Es el pedazo de asiento, cómodo pero sujeto, que aguantará tu peso en las curvas pero te permitirá rodar durante cientos de km sin cansancio patente. Todo queda a mano, es espectacular, por lo menos con mi tamaño ibérico me he encontrado como canario en su jaula. Detrás hay mucho espacio, caben tres sillitas para niños, y eso cabe en muy pocos coches de este segmento, comprobado. Del maletero mejor no hablar: es simplemente enorme, que es lo que se espera de un bicho de estos.
El apartado dinámico, obviando la deshonrosa cuestión de la inframotorización, no queda para nada mal. La estabilidad en línea recta es ejemplar, y en curva se defiende estupendamente, virando razonablemente plano incluso en curvas enlazadas. Es muy cómodo y suave, apenas se notan vibraciones de ningún tipo, y se puede atacar los virajes con cierta intrepidez.

En definitiva, este coche mola un huevo, yo mismo me lo compraría sin dudarlo si no fuera porque mi limitador, haciendo gala una vez más de su función limitadora, dice que lo odia. Lo curioso es que no me da ningún motivo. "Es que lo odio, no me gusta nada nada nada". Inexplicable.

Basura

He estado sentado en el salón, en mi sillón habitual, leyendo algunos periódicos, sí, en plural. Editoriales acerca del valor moral de ciertas actitudes sociales, los mismos escándalos de corrupción de siempre, desmadres políticos, desmanes en la gestión económica de todo tipo de entidades públicas... Las palabras, las frases, todo era como un chicle usado, mascado y vuelto a mascar, escupido y recogido nuevamente, pasado de boca en boca, del empedrado a la suela del zapato y de allí a la boca y al cerebro. Hago un esfuerzo, un verdadero esfuerzo por intentar ver mi futuro más o menos mediato, aparto toda esa basura en forma de papel de mi vista. Eso me facilita las cosas.

martes, 12 de julio de 2011

Fiasco

Transformers 3 ha sido la primera película que he tenido la desgracia de ver en el tan cacareado formato “3D”, o sea, el horror. Para mí es obvio y diáfanamente claro que es únicamente un argumento más de mercadeo. Nada de un gran avance, sino más bien todo lo antitético: es un claro paso atrás en la forma de ver o disfrutar de un filme.

Qué manía con complicarlo todo, la verdad. Vale que la peli en sí es una hez terrible y no aporta nada que no hubiéramos visto en las dos entregas anteriores de la saga transformista. Vale. Pero sin duda si optamos por ver la versión 3D la experiencia se torna en una tortura visual de más de dos horas y media que no tiene sentido y no lleva a ninguna parte.

Lo único que merece la pena son algunos planos espectaculares de la protagonista femenina, puesta ahí, obviamente, para el disfrute del personal masculino o sáfico, en su lugar, da igual la edad que tenga el público, porque la chavala, en verdad, es un pibón impresionante, un bombón de los que no se ven por la calle, una rara avis de coleccionista, para tenerla en un museo y exhibirla por lo que simplemente es: un objeto puesto para mayor disfrute visual de los demás.

Por lo demás, la peli no vale un pimiento, y supongo que habrá costado miles de millones. Qué más da. Pero vuelvo al asunto del tresdé. Es engañoso, engorroso, poco fiel a la realidad y por tanto artificial y artificioso en grado sumo. Empezando porque tengo que usar unas gafas que seguramente ha utilizado cualquier piojoso indecente antes que yo, lo cual es absolutamente intolerable por antihigiénico, amén de que el chasis o armadura o montura es asaz incómodo y se me clavaba en el puente de la nariz. Y eso que tengo una nariz entrenada para soportar todo tipo de lentes desde unos tempranos cuatro años de edad, por lo que puedo decir que llevo décadas de entrenamiento.
¿Por qué hay tanto alejamiento entre los sujetos que están en primer y segundo plano manteniendo una conversación cara a cara, a menos de un metro? ¿Por qué se exagera el efecto con un constante desenfoque del segundo plano? ¿Por qué no se aprecian los colores como es debido? El rojo es absolutamente inexistente en esta tecnología, así como el azul, y todo adquiere un tinte verdoso y oscuro, como si estuviéramos debajo del agua. A menudo, tanta intervención digital da la sensación de que, en algunas escenas, estamos viendo unos dibujitos animados. Es muy triste, muy malo, y no entiendo que algunos lo defiendan como una revolución. La verdadera revolución sería que nos aportaran películas con argumentos serios, interpretaciones soberbias, temas originales, tramas amenas. O sea, que nos entretengan y enriquezcan a la vez.
En verdad, el cine es un arte, pero como en todas las ramas del arte, hay diversidad de materiales, métodos, caminos, y visiones. La mayoría son una puta mierda, y los menos tienen mi respeto. O sea, que dudo mucho que los hermanos Coen, por poner un ejemplo, tuvieran la desfachatez de hacer un bodrio semejante, y menos con el cacareado tresdé. A la mierda.

jueves, 7 de julio de 2011

El Cascajo

A finales de Diciembre estuve probando un Nissan Cascajo. Fue una prueba de campo, o sea, campestre. Empezó con un facilón carril cualquiera, de esos que unen fincas. El carril se fue complicando, y lo que antaño fuera una pista casi llana, ahora era una continuidad de regueros profundos –bastante profundos, la verdad-. Grandes agujeros se habían abierto por las últimas lluvias que habían sido, además, bastante torrenciales. Incluso nos encontramos con varios escalones peliagudos. Yo jamás pude imaginar que un Cascajo pudiera sortear victoriosamente tales obstáculos, la verdad. Pero lo hizo, y con nota. Tiene una ruedita junto a la palanca de cambios para cambiar de 2WD a 4WD, y aparte un modo Auto en el que es la centralita quien decide.
Exactamente igual al probado, oiga, hasta las llantas

El coche probado escarvaba hábilmente, y sus no desmesuradas dimensiones le daban un plus de agilidad y eficacia “manejadora” en los pasos complicados. He de añadir que el barro abundaba, y que el Nissan probado montaba unas llantas de aleación de 17 pulgadas y gomas de carretera. Nada de neumáticos mixtos de esos que no sirven para nada, ni de campo –totalmente inútiles en el ámbito on road-. Es cierto que el auto deslizaba a un lado y a otro, pero nunca dejaba de avanzar, que es lo importante. ¿Qué no será capaz de acometer este SUV si tuviera las ruedas adecuadas y una reductora? Mi favorito de este segmento tan de moda ha sido siempre, desde el día que se puso a la venta, el Freelander de Land Rover. Ahora no lo tengo tan claro. Vale, el Cascajo da el pego por fuera, pero cuando uno toma asiento el panorama empieza a cambiar un poco.
Ni fú ni fá. Anodino, no aporta nada, vulgar.

Es un Nissan, no se le pueden pedir peras al olmo, como tampoco se puede pedir el acabado y la calidad de un Mercedes a un Nissan. Una vez sentada esta premisa, y teniendo claro lo que tenemos entre manos, mejor no juzgar la calidad de los plásticos, los ajustes entre ellos, las franquicias, las diferencias entre acabado y calidad de la parte vista y la no vista, y así sucesivamente. Y eso teniendo en cuenta que estoy ante el tope de gama, máximo equipamiento y lujo, entre comillas por supuesto. No falta navegador, cámara trasera, todos los gadgets propios de multimedia, un montón de botones en el volante –de un tamaño muy correcto y cómodo-, techo solar, y tal y tal. El auto es cómodo, la verdad, tanto para el conductor como para el pasajero, que se encontrará a sus anchas sin que nada estorbe, y todo a mano. Luego viene la parte carreteril, on road. Su estabilidad la he encontrado bastante aceptable. Esto es propiciado por dos factores fundamentalmente: su altura no es muy elevada, se trata de un híbrido entre un turismo y un SUV, más que de un SUV propiamente dicho; y tiene unas suspensiones bastante duritas que hacen que el coche no balancee en exceso y vaya bien sujeto en las curvas. En asfalto seco es muy difícil, en condiciones normales, hacer que entre el 4WD, a menos que lo forcemos a lo bestia expresamente. Su único defecto, dinámicamente, es el peso, algo inherente a este tipo de vehículos. Pero ya digo que no se maneja nada mal, como si fuera un Altea 4track o un monovolumen de tamaño medio –un SMax-. Entiendo el éxito del Cascajo, pues es un auto fácil de conducir, agradable a la vista, y con una fiabilidad digna de un japonés, aunque la mecánica sea Renault. Precisamente, lo que más decepcionado me ha dejado ha sido la potencia. El auto probado era un Dci de 150 cv, pero comparado con mi Altea de 140, corre mucho menos, y acelera la mitad. ¿Se puede achacar al peso? ¿A la transmisión? ¿A que los motores de Renault no tienen la patada de los VW? Qué se yo, pero aunque para campo va sobrado, para carretera se queda corto, a menos que sea usted una abuelita que coja el vehículo para comprar el pan los domingos.

martes, 5 de julio de 2011

El verano

He trasladado a mi pequeña familia a Villa J&M, que es el chalecito de mis padres, con su piscina privada y todo. Esto ha supuesto pequeños cambios en mi rutinaria vida de tullido temporal.
Antes nadaba tres veces a la semana, ahora lo hago todos los días. He descubierto en el sótano una Ciclostátic, con la que he empezado a pedalear sin resistencia, en principio. Ahora estoy cargando casi sesenta kilos en la pierna "mala".
Me encuentro fuerte, y el límite es el dolor, según mi traumatólogo. De momento no aparece algesia alguna, conque hay que seguir machacándose.
Cuatro meses por delante dan para mucho, y en ese tiempo, en circunstancias normales, uno se puede preparar una maratón. Yo tengo mi propia maratón, está claro, y muchos planes que cada día que pasa veo más factibles.

sábado, 2 de julio de 2011

¿Es ello posible?

En la vida, en muchas actividades o aspectos, a veces -sólo a veces, eh-, uno se harta de lo cotidiano, de lo obvio, de lo común, y busca el plus ultra. El más allá puede no ser´más que un puntito de diferenciación, pero con cierta justificación, o sea, y ahora empiezo a mezclar conceptos.
Pongamos por caso que todos llevan pantalones amarillos, y uno decide dar un toque con su nuevo pantalón de color azul. Me parece muy bien. Un poco dar el cante, porque se puede empezar por uno naranja, luego pasar al rojo, y así. Vale. Ahora vamos a la tienda de pantalones, y vemos que el amarillo cuesta 100, y el azul, repentina y misteriosamente, cuesta 150. Eso no, oiga, pues una diferencia en el tinte usado no justifica ese incremento de precio. Pero ya estaríamos entrando en lo que escribí hace meses sobre el valor de las cosas, y el precio, la espectativa, la oferta y la demanda.
Luego, fuera aparte, está el tema de los prejuicios. O sea, me molan mucho los relojes, y tengo varios ocupando mucho espacio en un cajón. De éstos, unos cuantos, creo que tres o cuatro, los elegí y los compré yo, y la mayor parte son regalos indeseados, con mayor o menor fortuna, normalmente menor. Es raro que alguien te regale un reloj medio decente, a menos que se trate del Rolex de tu padre o de tu abuelo. Y ya ha salido a colación el dichoso Rolex. Alguno de mis pelucos son buenos, en serio, pero no tanto como un Rolex. Y muchos dicen ¿pero qué cojones tiene un Rolex para que cueste tanto? Bueno, la ignorancia es atrevida, supongo que coincidiremos todos.
Hay relojes baratos, hay relojes caros, los hay malos, los hay buenos, y los hay excepcionales. Y aparte está Rolex. Y bueno, también Omega, se puede decir. Luego, un escalón aparte se encuentran los relojes-joya, que no tienen nada especial salvo si quieres un sustituto o complemento a tu tiara de diamantes, o eres fan seguidor acérrimo de Louis-Vuitton, pero ya me dirán ustedes para qué coño sirve un reloj con cien brillantes tallados en baguette si aprecias tu vida en la calle en los tiempos que corren, o qué diablos pinta Louis Vuitton pintando relojes: ¡qué se dedique a las maletas!
Vale, pues daré la justificación a Rolex. La inmensa mayoría de relojes deportivos, por no decir la totalidad, tienen diseños inspirados en modelos profesionales de Rolex. Muy pocos aportan algo extra sin caer en lo ordinario, lo extravagante o lo inútil. Rolex no cambia sus modelos cada temporada, ni siquiera cada diez temporadas, y eso recae en su valor postventa, que no suele ser malo. Rolex fabrica todas las piezas de sus relojes, incluídos todos los minúsculos componentes de sus mecanismos automáticos. Eso hoy no lo hace casi nadie. Por tanto, no depende de proveedores externos para garantizar su calidad. Ellos son su propia calidad desde hace muuuucho tiempo.


Un GMT-II, inspirador de miles

Puedo seguir enumerando cosas, pero es muy sencillo: los amantes de los relojes, tarde o temprano, acaban con un Rolex, y no será el más caro de su colección. Para el profano ignorante, Rolex es lo máximo. Para mí, que puedo estar en un punto intermedio, depende. No me importaría tener un Rolex, la verdad, porque sabría apreciarlo y darle el uso que merece. Un Rolex queda bien con vaqueros o con traje, puedes jugar al tenis con él, al golf, o sumergirte para explorar el fondo marino; puedes subir al K2, bajar a las Marianas, etcé, y todo ello sin darle nunca cuerda ni cambiar la pila. Si tienes un mínimo cuidado, se lo podrás regalar orgullosamente a tu hijo, o a tu nieto, quien podrá seguir usándolo perfectamente gracias a un servicio de repuestos y taller de asistencia digno de dicho nombre. Pero, claro, la mayoría asocia Rolex a "nuevo rico". Eso se llama prejuicio. Que un constructor en la época dorada del ladrillazo adorne su muñeca con el clásico Day-date de acero y oro, eso es cosa suya. Es un modelo que yo jamás compraría, sencillamente. Pero si tengo un amigo submarinista que usa su Sea Sweller para todo, le alabaré el gusto.

De Omega podría decir cosas similares, si no iguales. Los argumentos objetivos, cuando hablamos de relojes de tres, cuatro y cinco mil euros, pueden parecer incluso obscenos, más en los tiempos que vivimos. Pero les digo una cosa: recientemente han subido de precio, sobre todo los modelos básicos, y ahora venden más que hace cinco años. Tiene narices.

¿Cómo se refleja todo esto en mis aficiones favoritas? Obviamente, mirar la hora no es mi afición favorita, porque si no, tengan por seguro que vestiría un Rolex, y tendría unos cuantos en un cajón esperando su turno y ocasión.

De las bicis quizá hable más adelante. Ahora es el turno de las motos.
Porque lo anodino, lo vulgar, abunda en el mundo motociclista. Así, por ejemplo, gracias a las ventajas de la financiación, cualquier perroflauta inútil y sin criterio puede poseer un pepino de mil, y luego escatimar a la hora de lo verdaderamente importante como el mono, el casco, guantes y botas.
Una vez me gasté casi 140 euros en unos guantes deportivos, y un amigo me lo echó en cara, asombrado. Precisamente él, que se había gastado hacía muy poco tiempo 600 euros en un casco. Y yo le dije "¿No consideras importante proteger tus herramientas de trabajo, o qué?" La ropa técnica de protección en una afición como arrastrar la rodilla por el asfalto es casi lo más importante, yo al menos lo pienso así.
Pero dejemos el tema del equipamiento externo del piloto para centrarnos en la moto en sí.

Yo he tenido varias japos en mi vida, y puedo hablar con conocimiento de causa si digo que, en líneas generales, compensa y se agradece el plus que significa pagar más por una marca europea. En principio, a mí, lo japonés no me hace gracia. Su forma de ver la vida me toca los huevos, y no les importa destruir las industrias de quienes les rodean. Menos mal que viven en una isla, y eso nos facilita las cosas un poco a los demás...
El japo, históricamente, coge, estudia, copia e intenta mejorar lo copiado con más o menos fortuna, dando su toque estético de paso. Nunca han innovado, han creado un concepto, han dado un salto cualitativo en componentes, han roto con todo el diseño anterior. NUNCA.
Siempre van a remolque de sus rivales más innovadores, y no seré yo el que ahora se ponga aquí a perder el tiempo y el espacio dando nombres y marcas.

Ducati, MV Agusta, BMW, KTM y Aprilia, son fabricantes europeos que se miden de tú a tú con las grandes japonesas, saliendo a menudo victoriosas, sobre todo los últimos años. BMW echó el resto haciendo la superbike más potente de la historia, con creces, una moto salvaje y asombrosamente rápida, con mucha electrónica. Un verdadero paso adelante. Ducati es referencia en cuanto a diseño, estrechez, manejabilidad, sonido, glamour e historia. MV vive de un pasado glorioso de hace décadas, de la época de Agostini, y hace unas máquinas bellas, con motores diseñados en colaboración con Ferrari, siguiendo los trazos maestros de Massimo Tamburini. KTM y Aprilia, aunque menos tiempo con esto de las motos de carretera, han logrado productos redondos, sobre todo los de Noale, que para llamar la atención de sus posibles compradores han tenido que hacer un gran esfuerzo. Se tienen que librar de su imagen de fabricantes de scooters, y para ello llevan ya unos años haciendo máquinas de carretera, primero la RSV Mille, luego varias máquinas de calle, siempre bicilíndricas, y ahora, por fin, han hecho una moto genial: un tetracilíndrico en uve, con muchos gadgets electrónicos, estética radical, y cargada de detalles de acabado. Tiene que ofrecer más que los demás para atraer las ventas, todos los europeos tienen que hacerlo, para combatir la única ventaja de los japoneses: el precio.
Luego, aparte, tenemos los prejuicios. Qué horror!! En los tiempos que corren, tener prejuicios es triste, indica muy mala educación, poca ilustración y estudio de lo que tanto nos gusta, y no haber visto el mundo más que por el hondón de una aguja. Hay que ver, probar, si se puede poseer y conducir, y luego ya se opina. Pero es lo que tiene el españolito medio, el celtíbero de Honda+Dainese+Arai, el prototipo del motero. Una pena, ellos se lo pierden.

Esta entrada iba a ser más larga, pero un error de blogger.com ha hecho que se pierda mucha info y fotos. Las iré poniendo en sucesivas entradas, en las que intentaré ensalzar dos máquinas concretas: la 999S y la RSV4 APRC, en detrimento de las cuatro japos.