No es que yo fuera especialmente fan de las motos inglesas, aunque reconozco que siempre me han gustado un par de cosas sobre ellas: sus especiales motoraciones de tres cilindros, y su fidelidad a una estética propia, distinta. No cabe duda que sus motos tienen personalidad, si es que tal calificativo se puede aplicar a un objeto inanimado, aunque todos sabemos que algunas motos tienen más alma que otras, más carácter, son más amables en el sentido de que son susceptibles de ser amadas.
Es sabido que las japonesas es muy difícil que tengan esos atributos. Pueden ser más o menos fiables, rápidas, potentes y baratas (antes, ya no, ya ni fiables ni baratas, si es que lo fueron alguna vez, que también tengo mis dudas), pero también es reconocido que las marcas europeas tienen más glamour, estilo, pedigree, distinción, y muchos de sus dueños anteponen ese intangible por encima de sus fríos números de prestaciones o estadísticas sobre fiabilidad.
He estado mucho tiempo estudiando el mercado de motos usadas, meses, viendo lo que se cocía. Y he contemplado varios tipos de moto: sport-turismo, turimo a secas, maxitrail, sobre todo. Nada interesado en otro tipo de vehículos, esperando pacientemente a vender mi ktm 690. No contemplaba adquirir una máquina nueva, se me escapan.
Así que conocía al dedillo todas las Aprilia RST Futura, Tuono y Caponord, Triumph Sprint y Tiger, Honda Transalp 700, Suzuki V-Strom 1000 y SV1000, algunas BMW... Me hice mis listas con pros y contras, lo que quería hacer con ella y lo que realmente haría (que puede y suele ser distinta cosa).
Quería algo nuevo para mí, algo que nunca hubiera tenido, y al final he matado dos pájaros de un tiro: llevo tiempo queriendo una maxitrail, y nunca tuve (aunque sí he probado algunas veces) un tricilíndrico. La decisión de pillar la Tiger ha sido, como suele ocurrir en estos casos, más una cuestión de descarte de otras opciones y de oportunidad y facilidad, que de auténtica preferencia. Acertar con una compra así es cosa de mucha suerte, en realidad, pues hablamos de motos con muchos años y kilómetros a sus espaldas, y te puede tocar la china... o la lotería. El tiempo lo dirá.
Yo, de momento, más contento no puedo estar.
Después de subir a Madrid en tren, probar la moto tras una buena charla con el dueño (que me fue a recoger en su coche a la estación de Atocha), y arreglar el papeleo en una gestoría, me hice del tirón 580 km sólo parando para repostar y tomar un bocadillo de ternera y una cocacola( creo que no tardé ni quince minutos). En mi vida hice tanta autopista en moto, y ahí pude comprobar que la moto es cómoda de narices y que el suplemento ese tan antiestético del parabrisas funciona de verdad. También que chupa a 140 km/h unos 7'5 litros a los 100, que es bastante, pero tambpo es que me preocupe porque yo ese uso no se lo voy a dar. Los últimos 130 km fueron por carretera, de Santa Olalla del Cala a Huelva, y ahí es donde salieron a relucir todos los fuertes de esta Tiger: fácil de conducir, disfrutona entre curvas, y un motor suavísimo, potente, y con mucho par, tanto que hice todo el recorrido en sexta velocidad, saliendo de las curvas lentas muy dignamente desde bajas revoluciones y estirando hasta el infinito con poderío. Bien de frenos, pero las suspensiones muy blandas, que es algo que esperaba y propio de este tipo de motos que, recordémoslo, no son deportivas.
La Tiger viene completa con el kit del viajero: maletas originales, baúl trasero Givi, suplemento de pantalla (tan feo como funcional), soporte RAM para el móvil con cargador incorporado, además de otra toma de corriente original tipo mechero.
El tablero es de tipo coche, muy noventero, aunque la moto sea de 2007, últimas de las vendidas de este modelo, pues ya empezaba a comercializarse la Tiger 1050, una moto muy distinta conceptualmente, que se alejó del concepto trail de sus antecesoras y las que le siguieron. Obsérvese el suplemento de la pantalla, totalmente regulable en altura e inclinación, dial de nivel de combustible, un pequeño reloj digital bajo el indicador de temperatura del motor, y a la izquierda el botón para encender los puños calefactables (me salvaron la vida durante el viaje, cuando atravesando algunos bancos de niebla las temperaturas bajaron bastante):
A pesar de la paliza de ayer, esta mañana le he dado un poco con el trapito para quitar montones de mosquitos que ayer chocaron contra el frontal, he desmontado el suplemento de la pantalla y las maletas, y he ajustando un poco la suspensión trasera. Después he dado un paseo disfrutando del manfífico sol, y en un impulso irrefrenable he salido del asfalto adentrándome peligrosamente en el parking de la Canaleta. Loco!!!!