Se acabó el año 2022, un poquitín mejor que el anterior para la mayoría de la gente. No estoy realmente seguro de que haya sido así para mí, pero tampoco puedo quejarme viendo lo que veo a diario.
Mientras tanto, la vida sigue, y se producen pequeños cambios. Siempre hay miedo al cambio, pero en mi experiencia, normalmente son para mejorar.
En esta ocasión, me despido de mi fiel KTM 690, que tantas alegrías me ha dado, hemos vivido algunas aventuras juntos, y he aprendido muchísimo con ella. Una gran moto, no cabe duda.
Vino un chico de Murcia, Manuel, de 21 años, que coincide en nombre y edad con mi hijo mayor, fíjense. Muy entusiasmado, tras probarla, no se lo pensó dos veces, hicimos el papeleo, y se fue conduciéndola hasta su ciudad... ¡¡vaya palizón!!! Ay, juventud, divino tesoro.
Ahí val el tío:
En otro orden de cosas, conmemoré como es debido que la Tierra haya girado cincuenta una veces alrededor del Sol desde que vine a este Universo, y pude hacer mi paseo en bici como todos los años. Y además, cuando un par de días más tarde mi amigo Julen me propuso hacer algo con las flacas, le dije que hacía tiempo que tenía una rutilla pensada:
Ahora toca estudiar el mercado y decidir cuál va a ser mi próxima máquina para que haga compañía a la rubia italiana que queda en el garaje. No debe ser otra deportiva, ni similar que se pise. Pensé en algo sport-turismo, con sus maletas y todo, para ir más tranquilo y poder hacer un viajecito de vez en cuando. También hay alguna naked que me gusta, y porqué no una maxitrail... Ya veremos por donde me llevan los derroteros de la oferta y la demanda, la disponibilidad, y las ganas.
Un fuerte abrazo a mis pocos lectores.
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