domingo, 26 de mayo de 2019

Tras el incierto horizonte

Hace ya algún tiempo leí "Pórtico", de Frederik Pohl. Considerada una obra maestra de la ciencia ficción, a mí me entusiasmo, tanto por el estilo literario, elaborado y bien estructurado, como por la historia que allí se contaba.

Ahora acabo de terminar (curiosa construcción sintáctica que mezcla momentos y tiempos aparentemente contradictorios, pero válidos) la historia que constituye la continuación de "Pórtico". Publicada en 1980. 

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La historia narra cómo tras la misión en Pórtico que le hizo millonario pero que le costó la vida a la mujer que amaba, Robinette Broadhead colabora con una expedición a un artefacto Heechee abandonado en la nube de Oort, una "Factoría de Alimentos" que es capaz de convertir los elementos esenciales que se encuentran en el Universo en comida, y que podría acabar con el hambre en el planeta Tierra, algo que se ha convertido en un terrible problema como ya pudimos ver en "Pórtico".

En esta nueva entrega, Pohl se atreve con una trama más elaborada, introduce más personajes y nos cuenta sus respectivas historias desde un punto de vista de primera persona de cada uno de ellos, sucesos que se entrelazan entre sí, se relacionan, y van a parar a un desenlace común. Estos personajes incluyen sujetos que son inteligencias artificiales, memorias archivadas de personajes que fallecieron hace miles de años, una familia de prospectores que viajan hasta la Factoría y desde allí al "Paraíso Heechee", donde hacen tremendos descubrimientos, y por supuesto el protagonista Robin Broadhead, que comparte posición estelar con el mencionado elenco de personajes, programas informáticos, su actual esposa y amor, y otros secundarios que se afanan por destruirle. 

Muchas preguntas que surgieron con la lectura de Pórtico son respondidas en esta nueva entrega de los Anales de los Heechee, con mayor o menor éxito dependiendo de la receptividad del lector, por supuesto. Y deja abierta la puerta para seguir tirando del hilo y continuar con posteriores y truculentas aventuras... como finalmente sucedió, pues hay dos novelas más: "El encuentro", y "Los anales de los Hechee". El tiempo y la disponibilidad dirán si ha lugar su lectura.

Este "Tras el incierto horizonte" me ha gustado mucho, no tanto como su predecesor, pero es altamente recomendable.

Hoy es hoy

Esta mañana desperté a ls 8:25, decidí cerrar los ojos y seguir en la cama un rato más. Mi plan de montar en bici en el fresco de la mañana se iba escapando lentamente entre las penumbras de mi habitación.

A la 9:11 ya no puedo seguir en la cama y rompo la soledad de las estancias de la planta baja de la casa, silenciosamente, tranquilamente, casi aburridamente.

Me trago un documental sobre la vida y la carrera de Jack Nicholson. Tomo un desayuno. Sigo dando vueltas a qué actividad realizar. Lo de la bici queda finalmente descartado: el calor amenaza. Lo de dar un paseo en moto... ayer ya tuve suficiente, la rubia se portó como uno espera de ella, dulce pero afilada, solícita pero mordaz, frágil pero dura. Es una amante espectacular.

Decidí bajar a darle una pequeña limpieza retirando los mosquitos del frontal y ajustar la suspensión trasera. La tarea de lograr el centaurismo parece no tener fin, siempre se puede aquilatar algo más. Le vuelvo a colocar su funda y me despido de ella. Hay que minar a los juguetes par que te recompensen después, eso creo.

La mañana avanza, los demás han ido despertando, alguien ha echado el toldo en el patio: aprovecho para sentarme con un libro entre las manos, “Tras el incierto horizonte”, continuación de esa obra maestra que es “Pórtico”.

Un domingo cualquiera, síntomas claros de que el verano está aquí. Quiero orbitar el planeta Pedalier, pero o no veo el momento, o no hay ganas, o cualquier otra excusa. ¿Me pasaba eso antes?

Me pregunto cuánto he cambiado, y al respecto me vienen a la mente estos versos de Rubén el nicaragüense:

Juventud, divino tesoro, 
ya te vas para no volver.
Cuando quiero llorar, no lloro, 
y a veces lloro sin querer.

miércoles, 22 de mayo de 2019

back in black

Desde que siendo pequeño vi la peli de C. Norris “Los valientes visten de negro”, tengo una especial predilección por los vehículos de ese color.














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martes, 7 de mayo de 2019

El puño y las rejillas

Ttres semanas dan para mucho. 

Una cosita que tenía pendiente desde hace tiempo es solucionar un tema estético que me tenía contrariado. La rubia tiene dos entradas para que el aire acceda a la caja del filtro, y lo hace a través sendos conductos que van desde el frontal del carenado. De origen, la moto lleva unas rejillas para impedir el paso de objetos "grandes", como bichos voladores, piedras, y lo que sea que pueda entrar. 
Recuerdo que una vez, con mi antigua 999, un gorrión se chocó conmigo y se quedó encastrado justo en una de esas rejillas...
Bueno, pues esa es una de las cosas que cuando compré la 749 no venían, supongo que en alguna caída y posterior reparación se quedaron en el camino... De modo que un día fui a Leroy Merlin y compré una rejilla que recorté a la medida apropiada y pegué al carenado con un producto al efecto. Con tan mala suerte que se oxidaron a la primera de cambio. Menudo mojón de rejilla, y eso que nunca he cogido esta moto con lluvia. En fin, será el ambiente cercano a la playa o algo, no lo sé.

Aprovechando que tenía el carenado desmontado, quité las rejillas oxidadas, recorté unas nuevas, las pinté para que no se oxiden, y las he vuelto a pegar. A ver si ahora el invento aguanta un poco más. Conste que intenté comprar en Ducati las piezas originales, pero por lo visto ya están descatalogadas.

Las rejillas oxidadas y las nuevas pintadas

Proceso de corte

Proceso de pintado

Con las motos compradas usadas y de cierta edad, se puede decir que siempre hay algo que hacer o mejorar.

Otra cosa que tenía pendiente era poner un puño rápido. Ya en la 999 monté uno de la marca Domino, pero eran otros tiempos. Aquél puño Domino era un cambio muy radical, reducía mucho el giro del acelerador, la dejaba prácticamente para circuito, y en ciudad se volvió brusca y antipática, y una Ducati ya es bastante brusca y antipática en ciudad como para andar incrementando ese efecto.

Buceando por la red descubrí que el puño original de la R1 es compatible y acorta el tiro, no mucho, pero sí lo suficiente como para que no tenga un esguince en la muñeca cada vez que quiero enroscar el acelerador a tope. 
Ebay es tu amigo
Esa pieza que ven en la pictografía se desmonta y se usa únicamente la caña, que se sustituye por la original de Ducati. Hay que aflojar un poco el cable para que no quede sin juego, y voilá. Funcionar, funcionar, lo que es girar y acelerar, funciona.

Hasta que no salga a carretera no podré certificar que el cambio ha merecido la pena.

domingo, 5 de mayo de 2019

La Showa reconstruida

Cuando hicimos el último cambio de neumáticos a la rubia, detectamos una fuga por el retén de la barra izquierda de la suspensión delantera. Los guardapolvos tampoco estaban en muy buen estado. Entre eso, y que tras más de dos años de uso ya toca cambiar el hidráulico, decidí matar varios pájaros de un tiro y hacer un remozado total de la horquilla. No me extiendo mucho en la descripción de las operaciones, y dejo una serie de imágenes con algunos breves comentarios para que se entienda bien y quede adornado.

Este era el estado original de las barras y tapones superiores:

Obsérvense las marcas en las caras de la tuerca para desmontar el tapón

Primer plano de las punteras y barras, con sus respectivos acabados: punteras pintadas en gris, barras en acero pulido, botellas en el gris original del aluminio
Esta imagen ya les sonará, pues no es la primera vez que lo hago:

La rubia semidesnuda. Así ha estado tres semanas entre pitos y flautas

La horquilla lista para proceder a su desbarajuste:



Las botellas y las barras iban a sufrir un tratamiento de mejora estética y dinámica. Las botellas serán anodizadas en color dorado, del tono empleado por Öhlins, y a las barras se les dará un tratamiento antifricción. 
Estos tratamientos los haría una empresa valenciana, "Restaurometal", que descubrí a través de Instagram. Hubo que desmontar y limpiar todo, empaquetar bien protegido, y esperar a que un mensajero lo recogiera. 
Cuando desmonté los componentes de los reguladores superiores pude comprobar ciertas piezas habían perdido su tono azul original por la parte vista:

Pues tendrían que irse también a Valencia
Mientras se hacían esos trabajitos, a ratos fui haciendo otras cosas.
Pinté el frontal del carenado para dejarlo en su estado original, que considero más elegante que con el vinilo que tenía puesto cuando la compré. En otra entrada contaré un pequeño detalle que tuve que hacer a este respecto también.

En mi casa, tranquilamente, con cuidado para no perder ni entremezclar nada, desmonté las válvulas para limpiarlas bien a fondo, una tarea curiosa que, la verdad, ni siquiera sé si notaré algo, jajajjaja, pero en el proceso he aprendido y me he entretenido:



Cuando llegaron las piezas de Valencia, comenzó la segunda fase: montar, cambiando retenes y guardapolvos. Aprovechamos para cambiar un par de casquillos de fricción también.



Semiporno
Ese proceso tuvo lugar en Monkey Road Performance, con la inestimable ayuda y guía del encargado de la sección de suspensiones, Antonio Lozano Arias.






Ya en mi casa, dediqué un buen rato a llevar la máquina a este estado:

Poco a poco va tomando forma
Les pongo un detalle para que vean el acabado de los tapones de las botellas y los elementos para regular la precarga, que Vicente José Cortés pulió a mano con mucho cariño y dedicación:

Las tardes en el Club Social MR dan mucho de sí...


La tardanza en volver a montar la moto se ha debido sobre todo a una demora en el envío de una serie de repuestillos por parte de Ducati. Me gusta aprovechar estos parones para ir puliendo detalles en una moto de quince años cuyos dueños anteriores... digamos que no le prestaron el cariño debido.
Esto se traduce en pequeños detalles (lo gordo e importante se hizo al principio, comprenderán), cositas como tornillos sueltos, arandelas de teflón para proteger el carenado, un cable para hacer una mejora en el momento del arranque (que por cierto ha funcionado a las mil maravillas), etc.

Instantánea con mala luz, pero prueba fehaciente de que la acabé
No pude resistir salir a dar un garbeo, breve, para comprobar que todo funciona. Y lo hace. De maravilla.

jueves, 2 de mayo de 2019

Un caso de conciencia

James Blish nos obsequia con esta entretenida novela ganadora del Premio Hugo en 1959:


Un geólogo, un físico, un químico y un biólogo jesuita llegan al planeta Litina para dictaminar si se debe dejar aislado de la Tierra o permitir el contacto entre ambos planetas, y ello en base a sus características propias o de sus habitantes, en este caso unos reptiles evolucionados que viven en total armonía entre ellos y perfectamente integrados en su entorno. La sociedad de Litina vive en paz, no hay guerras, apenas hay leyes, no hay religión ni, por tanto, pecado o tabúes, semejándose a una de esas utopías que solemos ver en algunos libros... El científico jesuita se debate ante lo que aparenta ser una obra del Maligno: seres inteligentes que desconocen o ignoran a Dios, no pecadores sin siquiera saberlo. Hay que hacer algo, y dado que su pensamiento es herético, a su vuelta a la Tierra se reúne con el Papa. Mientras, el regalo de despedida que un litino le hiciera, un huevo fecundado, nace y crece en la sociedad de mediados del siglo XXI, convirtiéndose en un agitador social. 

El texto está bien escrito y resulta de lectura amena y muy entretenida, con momentos geniales en las relaciones del "litino terrestre" con los miembros de la sociedad terrestre, que me han recordado a algunos pasajes escritos por Heinlein, vivaces, ingeniosos y radicales.

Totalmente recomendable, les hará pasar un buen rato y, ¿quién sabe?... quizá les haga pensar y replantearse alguna de sus creencias.