Nathaniel Menninger realizó este documental sobre su propia experiencia en un viaje hacia el Everest, pero no como alpinista, ni si quiera como turista, sino como porteador.
Muchos proyectos, aunque basados en un plan serio y trazado con la debida antelación, misteriosamente se tornan en algo completamente distinto, aunque relacionado en cierto modo. Nate, como él mismo se hace llamar entre los que le rodean en el viaje narrado, un joven de 24 años dedicado a la búsqueda de sí mismo (aunque creo que es joven para eso), decidió en un momento dado, tras varias aventuras vividas a pesar de su joven edad, hacer una "peregrinación" y vivir en primera persona el misterio y el misticismo de la meditación trascendental en algún monasterio del Himalaya, para lo que no dudó en aprender (de manera autodidacta) la lengua nepalí. Pero su idea de pasar tres meses cumpliendo un voto de absoluto silencio con la cabeza rapada y vestido con un hábito de color naranja dio paso a otro experimento innovador, nunca rodado por nadie antes, cuando comenzó a investigar un poco sobre los viajes a Nepal, las subidas a las cumbres más altas del planeta, y la forma de vida de los autóctonos: haría de porteador para los adinerados viajeros que quieren subir a esas montañas, quienes tienen prohibido llevar más impedimenta que una simple mochila en el recorrido desde donde les deja el avión hasta el campamento base a poco menos de 6000 metros de altitud.
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