sábado, 18 de abril de 2020

en nuestra infancia

Bueno, quizá me he pasado, en la infancia infantil no del todo, eh. Hablo de la época en la que en mi barrio hacían furor las BMX, yo tendría unos doce o trece años, y usábamos esas bicis para todo, menos para hacer BMX, que ni sabíamos lo que era o significaba. Pero nos gustaban esos aparatos sencillos, reistentes, y muy divertidos, que nos tenían todo el santo día dando vueltas y vueltas por nuestras calles, parques, y el extrarradio buscando saltos, bordillos y peraltes. Una pasada, y no nos cansábamos!!! 
Yo tuve una G.A.C. Akimoto como ésta: 

GAC AKIMOTO (con imágenes)

Pero la más popular en nuestra urbanización era la BH California, en cualquiera de sus variantes, desde la modesta X-2, hasta la elitista X-4: 

Rik Rides - Restauracion de Bicicletas antiguas y clasicas: Bh ...

Como verán, eran muy similares, pero la BH era superior, pues la potencia de la G.A.C. se aflojaba constantemente con la palanca que hacían esos manillares de altura exagerada, y la mayoría, además, acababan partiendo. Además, las bielas de la Akimoto eran de sistema de cuña, y acababan cogiendo holgura con tanto pegar saltos, mientras que las BH llevaban cuadradillo, mucho más fiable y resistentes. Reconozco que ahí la cagué, no quise tener la misma bici que todos los vecinos, me fui a lo diferente, y aunque la Akimoto era realmente bonita, no estaba a la altura. 

Pero había muchas bicis que quitaban el sueño a los preadolescentes de la época, ejemplos les pongo:

IMG_20180930_185608.jpg

[​IMG]

Derbi Rabasa.jpg

[​IMG]

BH Meteor verde.jpg

[​IMG]

Las míticas Motoretta con horquilla rígida de doble pletina y muelles de pega, pesaría como 20 kg, pero en su asiento corrido cabían dos chavales perfectamente, jojojjoo. Las Panther, Metheor, otras habituales, y es cierto que existía cierta variedad. 
Uno salía a dar una vuelta y cada chaval tenía su burra, eran unos tiempos maravillosos, en los que pasábamos todo el puto verano en la calle, y sólo íbamos a casa a comer y dormir, y nos saltábamos o colábamos en el Club de Campo para bañarnos en su piscina, o fabricábamos algún salto demencial en cualquier solar o descampado, para tirarnos las horas muertas allí brincando una y otra y otra vez. 
Felicidad total. Despreocupación. 
Libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comente, quédese a gusto, pero si firma como anónimo nadie lo verá.