sábado, 4 de abril de 2020

El Hacedor

En esta extraña tarde de encierro obligado en mi domicilio, aunque estoy solo en el salón, me llegan ruidos desde la habitación contigua en la que mi hijo Pepe juega on line con otros amigos, sin parar de charlar a voz en grito; desde el patio, al otro lado, se filtra el jaleo que arman los hijos de los vecinos, niños hartos de estar encerrados y liberan su frustración con alaridos, sonoras risas, gritos y lloros; y a mis espaldas, desde la cocina, es imposible no oír al limitador mientras cocina recetas propias de la Semana Santa al tiempo que se relaciona por videoconferencia con otras ocho o diez personas de su parroquia...imaginen el desasosiego. Al frente, el aparato de TV calla, la pantalla oscura. 
Busco refugio en la lectura, pero es tarea dificultosa que exige concentración. 
Recuerdo la primera vez (y única, creo) que leí a Borges, en el instituto de bachillerato hace ya más de treinta años. Dios, cómo pasa el tiempo. "El Aleph" fue una lectura extraña para un adolescente, y no entendí nada. Me pareció un tipo muy raro, ese Jorge Luis.

Ahora he terminado "El Hacedor", que llegó a mí por casualidad: 

EL HACEDOR - BORGES JORGE LUIS - Sinopsis del libro, reseñas ...

Obra extraña, una colección de breves escritos de una página o dos cada uno, y poemas de diverso tipo de rima consonante o asonante, que te deja un sabor, un regusto un poco... como que falta algo, que uno se ha perdido mucho, que no entiende nada. Tal es la desconexión de los temas tratados, los saltos temporales. ¿Qué sentido tiene hacer recopilación de cosas sueltas sin relación las unas con las otras? 
No soy ningún experto, tan solo leo y algunas cosas me gustan y otras no, y trato de decirlo por aquí. Pero la sensación al leer El Hacedor es como si se tratase de algo traducido desde una lengua extraña y lejana, y en la traducción se ha perdido mucha información.
Un lenguaje rico, demasiado, con muchos términos que he tenido que buscar en un diccionario. A veces dice mucho con poquísimas palabras, otras usa muchas para decir nada. Ahora gana la forma, después, cuatro páginas más allá, lo que importa es el fondo.
No comprendo este estilo, me falta algo, me sobra todo.
Así es Borges para mí.

En el epílogo, el propio Borges explica la heterogeneidad y aparente ambigüedad de esta obra:
"Quiera Dios que la monotonía esencial de esta miscelánea (que el tiempo ha compilado, no yo, y que admite piezas pretéritas que no me he atrevido a enmendar, porque las escribí con otro concepto de la literatura) sea menos evidente que la diversidad geográfica o histórica de los temas. De cuantos libros he entregado a la imprenta, ninguno, creo, es tan personal como esta colecticia y desordenada silva de varia lección, precisamente porque abunda en reflejos y en interpolaciones."

Toma ya. Ahí queda eso.

Menos mal que es breve y la he ventilado en unos ratos sueltos. De otro modo jamás lo hubiera leído.

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