Porque sí. Porque las 26 pulgadas no han muerto. Es más, molan más que nunca.
Sigo investigando un área inexplorada por mí, zona llena de sorpresas, buenas sorpresas. Sonrisa, sudor, jara, pinos, algún rebaño de cabras. Arañazos en pantorrillas y brazos.
Y un poco más tarde, casi echándose la noche ya encima, encuentro semejante cartel del Bocina en un árbol, como a tres metros y medio de altura:
¿Lo hará queriendo? Lo de la ortografía, quicir.
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