Escrito por la canadiense Margaret Atwood, y publicado en 1985, esta buena novela de ciencia ficción ha llegado a mí por unos amigos que me hablaron de una serie de televisión de título homónimo basada en en ella.
Básicamente, nos encontramos con una distopía, un posible futuro que retrata una sociedad ficticia indeseable en sí misma, en la que la protagonista, Defred, nos cuenta en primera persona su vida, a ratos en el presente, a ratos con flashbacks, explicando así poco a poco como se fue llegando a la situación que se vive actualmente en Gilead, que es el nombre del país en el que se desarrolla la acción, parte de la que una vez fue EEUU.
Defred vive en un estado en el que la mujer no existe. O existe únicamente para su mera función reproductora, y algunas pocas cosas más como cocineras, limpiadoras, juguetes. Hay establecida una sociedad de castas, varios niveles sociales con más o menos derechos (más bien distintos derechos) y obligaciones, y estas castas son diferentes para hombres y mujeres. En la novela, el hombre que está en el punto más elevado de las castas es el Comandante, y en mujeres su esposa.
Se da la circunstancia de que concebir hijos es difícil, no se explica bien porqué. Las criadas, que es la categoría a la que pertenece Defred (antaño era una mujer que en un momento dado lo perdió todo: empleo, su dinero, pertenencias, esposo y una hija pequeña, y fue anulada como persona), tienen como única misión la reproducción, y se deben someter a su Comandante. Las Criadas van rotando de Comandante en Comandante, dando hijos (si es que pueden, porque la esterilidad también alcanza a ellos).
El libro mezcla el presente de Defred, describiendo los horrores de la vida en Gilead, el sometimiento a estrictas normas morales, de conducta, de sumisión, con recuerdos de su pasado como mujer libre e independiente, su paso por una especie de academia para Criadas, y sus preguntas sobre qué habrá sido de su esposo y, sobre todo, de la hija que arrancaron de su lado.
En el presente, se establecen tenues relaciones con otras Criadas, con el Comandante (quien quiere un acercamiento mayor que el mero hecho de violarla una vez al mes), se cuenta su difícil convivencia con mujeres de otras castas, hay reprimendas, disgustos, alguna pequeña alegría... y descubre la existencia de una resistencia que se constituye en su vía de escape de una vida que se hace más y más insoportable.
Con un epílogo muy curioso, el remate perfecto para un libro que me ha cautivado desde el primer momento, la lectura de El cuento de la criada es absolutamente recomendable y entretenida.
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