jueves, 1 de febrero de 2018

La noche de los tiempos

Desde 1968 nos llega esta novela de auténtica ciencia ficción, escrita por Rene Barjavel, que plantea una hipótesis fantástica, al menos para mí. 

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¿Cómo había pasado desapercibida esta joya? No sólo está francamente bien escrita, sino que la trama, aunque no novedosa, engancha rápidamente y mantiene en vilo al lector hasta la sorpresa final que, a la postre, resulta ser el desenlace más obvio dada la idiosincrasia común al ser humano, sea cual sea la procedencia o ideología. Esto último lo comprenderán cuando lo lean, no quiero descubrirles el pastel.

Unos científicos que exploran el subsuelo de la Antártida, encuentran un extraño objeto, una gran esfera de oro, a casi mil metros de profundidad enterrada en el hielo. La sorpresa es mayúscula cuando se data hace 900.000 años, y se descubre en su interior, perfectamente conservados merced a una tecnología superior, los cuerpos perfectamente conservados de un hombre y una mujer. 
Con esta premisa, la expedición compuesta por sujetos de diversas nacionalidades, se embarca en la tarea de descongelar a la pareja y desintrincar el misterio que anuncia su presencia.

La novela aborda el presente, con las cuitas, sospechas de unos y otros, rencores de países, desconfianzas, egoísmos por obtener la información y la tecnología. Y se va intercalando el origen de la esfera, la historia de Eléa, la mujer, que es la primera en ser despertada, quien describe como era su avanzada sociedad, rayana en la divinidad y viviendo en lo que hoy se consideraría una utopía, pero enfrentada a la de otro país rival hasta el punto de llegar a una guerra que destruiría el planeta tal y como lo conocían entonces. 
Se nos presenta, pues, un retrato fiel de la estulticia, egoísmo (ya lo dije, ¿no?), avaricia y afán de dominancia del ser humano, y al tiempo se describe un amor inmenso que siente la pareja formada por Elea y su amado Paikan, un amor que ha traspasado las fronteras del tiempo hasta lo inimaginable, y que por desgracia se nos presenta como una atroz tragedia digna del mismísimo Shakespeare.


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Una obra genial, fantástica, inolvidable, cuya lectura recomendaré a partir de ahora siempre que pueda.

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