domingo, 11 de diciembre de 2016

Verde agua

Porque verde fue la máquina elegida para hoy. Porque verde estaba el campo (por fin).
Porque había mucha agua en los caminos. Agua y barro, y verde. 


Aunque las luces hagan juegos extraños con las minúsculas lentes del celular, quiero creer que algo de belleza de capta.
Lo mejor de hoy no fue la ruta, ni lo verde, ni el agua. Lo mejor fue encontrarme.

La soledad, el absoluto silencio que lo inundaba todo, la calma.



No hay prisa, ni urgencia de ningún tipo. ¿Para qué? Se trataba de disfrutar de la reentrada. Demasiado tiempo sin orbitar el planeta pedalier, tanto que dudaba que todo funcionase bien, porque las máquinas, como los músculos, se atrofian con la falta de uso. Hay que mantenerlas en forma. Lo necesitan, como lo necesito yo.



Mi fiel Santa Cruz Chameleon, una bici ya atípica cuando salió de la mesa de diseño, seguramente muchos la mirarían hoy con extrañeza, perplejos por el crimen de mancillar estos senderos con semejante anticualla. No quiero juzgar a nadie, sólo diré que no saben lo que se pierden. Es una máquina juguetona, manejable, y razonablemente ligera. Se trata de divertirse, no de estar a la última ni de ganar una carrera, ¿no?



Hoy he tomado al revés algunos caminitos. Bueno, explícome, los he tomado al revés de como suelo hacerlo, que yo no sé cuál es el sentido correcto (si es que lo hay, eh). Pero encontrar los cartelitos que el Bocina deja a la entrada de cada uno, me indica que la cosa va según gustos del consumidor.
De este modo, me ha encantado especialmente el Caminito Homenaje a la Reina del Bádminton:

Ejemplo de cartelito del Bocina
No todo son pinos en la ruta. Un reducto de cultivo de eucaliptus que es atravesado por un par de pistas, y rodeado por otras dos llenas de curvas muy divertidas. Cogí una de cada, para meter variedad:



Parte de la vuelta la hice por el enduro de Cartaya, que estaba inundadísimo. Los senderos que atraviesan y serpentean por la zona se han convertido, fruto de la erosión, en toboganes naturales para que el agua, que siempre busca el camino más fácil, corra a su gusto:






Al final saqué 26 km, que no está mal para el primer día de mi peculiar temporada ciclista. Un día magnífico de sol, con entre 16 y 17 grados, de esos que hacen que te enamores de la bici y el campo.

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