Pero el libro que he leído recientemente ha sido "Non stop", traducido aquí como "La nave estelar". Es un clásico, escrita en los años cincuenta, publicada, creo recordar (perdonen que no me levante a mirarlo) que en 1958.
Hay todo un subgénero dedicado a las naves generacionales: para recorrer distancias lumínicas, teniendo en cuenta que según E=mc^2 no se puede superar, ni apenas alcanzar, la velocidad de la luz, el único modo de viajar tamaños recorridos es mediante una gigantesca nave con su propio hábitat autosuficiente, en la que vivan miles de personas (con el fin de garantizar la frescura genética), durante muuuuchos años, transcurriendo varias generaciones antes de alcanzar el objetivo.
Ocurre que suelen surgir problemas bastante previsibles. Los más comunes suelen ser que las generaciones nuevas que van llegando no se sienten integrantes del proyecto inicial que los ha metido en esa situación; o pasa tantísimo tiempo que se acaba olvidando el fin, o puede ocurrir cualquier tipo de desastre médico o social. O todo a la vez.
En "La nave estelar" hay un poco de todo, y es un buen modo de introducirnos en este tipo de novelas. La acción transcurre sin descanso, todo no parece lo que es, y lo que es no parece que lo sea. Hay misterios que se resuelven, y otros quedan en el aire, y finalmente no sabemos muy bien cómo acabará la cosa pues el final... bueno, no se lo desvelaré porque es un poco sorpresivo.
El protagonista vive en el seno de una tribu que parece anclada tecnológicamente en la edad media, lo que indica que en algún momento del viaje se ha producido un punto de inflexión, la sociedad que existía se ha fracturado, y ha tenido lugar una involución tremenda. La tribu vive con muchas carencias vitales, pero también culturales, sustentándose en una serie de dogmas en el seno de una curiosa religión. En un momento dado, se forma un grupo de hombres que deciden ir hacia Adelante, en busca de la Sala de Control, animados por un sacerdote que les asegura que viven en una nave. Aunque la verdad es que ni siquiera pueden concebir que haya un mundo más grande que la extraña selva de plantas hidropónicas que les rodea, y mucho menos un espacio exterior con planetas y cosas llamadas "nave". En ese viaje hacia la proa de la nave ocurren aventuras, conocen otras tribus, pero también a los "forasteros", a los "gigantes", ratas inteligentes, conejos telépatas... Todo para descubrir que sí, que efectivamente van en una nave, y que llevan equis generaciones, y de dónde vienen y hacia dónde van, y el porqué.
Es buena, muy buena novela de pura ciencia ficción. El señor Aldiss es todo un maestro, y derrocha imaginación y capacidad de estructurar algo coherente sobre la base que les acabo de explicar más o menos.
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