Acabo de terminar de leer Redshirts, de John Scalzi:
De el mismo autor son otras dos novelas recientemente reseñadas aquí, La vieja guardia y Las Brigadas Fantasma, ambas magníficas y altamente recomendables. Léanlas, si es que tienen la poca vergüenza de no haberlo hecho ya.
En lo tocante a Redshirts, la carta de presentación no puede ser mejor, tanto por sus antecedentes, como por los premios obtenidos en el año 2013, uno más tarde de su puesta en escena: Hugo y Locus. No es moco de pavo, aunque ya he hablado anteriormente sobre lo procedente de dichos títulos, o su relación con la verdadera calidad o contundencia del trabajo premiado.
En esta ocasión, no obstante, estoy seguro de que se acertó certeramente, pues estamos ante una obra original en su planteamiento, argumento y tratamiento de ciertas cuestiones. Sale a colación hablar de la metaliteratura, sobre lo que no me extenderé, pues para eso está la wikipedia. Pero Scalzi hace un trabajo cojonudo en este aspecto, y aunque la novela tiene guiños a series ochenteras, detalles que los más maduritos agradecerán, se juega hábilmente con conceptos extraños para la mente asegurada en el presente sin más. El pasado, el futuro, las realidades paralelas alternativas en la distancia del tiempo y el espacio... son temas que Scalzi domina, y todo ello entre el barullo de las relaciones de unos "grumetes" o soldados a bordo de una nave estelar, la "Intrepid", punta de lanza de la Unión Universal, o UU, dedicada a explorar los límites del espacio conocido, enfrentándose a los habitantes alielígenas más dispares y a planetas hostiles.
En cada desembarco que una patrulla de reconocimiento efectúa, inevitablemente muere uno de los tripulantes. Siempre.
Nuestro protagonista ahonda en la investigación de este peculiar hecho, aparentemente casual, pero pronto descubre que no lo es tanto, y que es algo conocido por casi todos los habitantes del Intrepid, a pesar de que los mandos no parecen prestar más atención de la necesaria a unos meros datos estadísticos que, a su modo de ver, no resultan especialmente escandalosos, pues hay algún curioso precedente...
Pronto, el alférez Dahl descubre, con la ayuda de un misterioso personaje que sobrevive, malvive, escondido en los laberínticos túneles de suministros del buque, la relación estrambótica, increíble, de tales fallecimientos que, en verdad, poco tienen de casual.
No puedo desvelar más de la trama, que es, como digo, nunca vista, al menos por mí. Se resuelve con no pocas aventuras y problemas, mucha imaginación y solvencia absoluta. El libro incluye, finalmente, tres codas en las que se explica el devenir final de tres subhistorias relacionadas con la principal, de modo que quedan todos los cabos bien atados, nada se deja al azar, ninguna pregunta queda sin respuesta.
Un trabajo bien redondo, que no puede no gustar.
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