martes, 13 de septiembre de 2016

Turismo

<<España recibirá este año 74 millones de turistas, batiendo todos los récords. Entre julio y agosto Barcelona ha recibido 1,7 millones, registrados en hoteles, más los que han pernoctado en apartamentos más o menos legales. Son números bárbaros. Las actividades terroristas del Estado Islámico han desplazado el naciente turismo de Turquía, Egipto, Túnez y otros países de la cuenca sur del Mediterráneo. Hasta las playas del Báltico, aunque sean más frías y el clima más incierto, están recibiendo mucho turismo checo, eslovaco y polaco que antes solía ir al sur. 
España es una garantía de sol, buena comida, sistema sanitario de alta calidad (muy importante para los turistas entrados en años), y seguridad policial. De todo eso hay en Barcelona. Cuando el fin del proteccionismo destruyó la industria la ciudad se reinventó como destino turístico y así se salvó, pero, como todo, lo que empieza siendo una bendición, cuando se masifica y democratiza, se convierte en una pesadez. 
El turismo todo lo degrada, lo desnaturaliza y vulgariza, y paradójicamente destruye el encanto particular de los sitios que es precisamente lo que atrae a los visitantes. A mí el turismo me parece un fenómeno envilecedor, salvo cuando lo practico yo. Entonces me parece una maravilla. 
Ahora algunos políticos y periodistas critican el modelo prioritariamente turístico de nuestra economía que ha convertido nuestro país, dicen en sentido despectivo, "en un país de camareros". Así se repiten entre nosotros los chistes sobre los españoles que publicó la prensa británica para orientar a sus compatriotas que venían a España por el mundial de fútbol en el verano del 82. "¿Cuál es la forma correcta de dirigirse a un español?" Respuesta: "¡Camarero!".También se daban consejos infalibles para distinguir a un español de una española, por difícil que pareciese, siendo ellas tan hombrunas e hirsutas: "A las mujeres se las reconoce por el bigote". El embajador en Londres o no sé qué otra distinguida institución elevó la consabida, enérgica protesta.>>

Esto es parte de un artículo de opinión que he extraído mediante el poco digno método del copy/paste, del diario El Mundo. Me ha parecido interesante, porque resume bien escrito lo que yo llevo pensando mucho tiempo. Las negrillas son mías, y son importantes. Porque hay muchos tipos de turismo, y muchas maneras de ejercer de turista. Y la democratización del turismo, como todas las democratizaciones, es lo que ha convertido en un horror hoy día viajar a destinos antaño paradisíacos, bien por sus monumentos, bien por sus paisajes, bien por sus playas.
¡Qué asco, joder!

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