Ha sido durante mi estancia en el Algarve más lejano cuando he terminado de leer mi ejemplar de Embassytown, la Ciudad Embajada, del autor China Miéville, que aunque tenga nombre de tía, es un tío. Como pueden ustedes suponer, sí, un tío que se llame así tiene que ser un rarito. Y lo es.
No entraré en mayores profundidades sobre el tema de valorar su vida, estudios, objetivos y pensamientos, porque no es tema atinente a este bloc.
En cambio, sí quiero compartir un poco de información sobre Embassytown, publicada en 2011, que ganó el premio Locus en 2012, y fue nominado para los prestigiosos Nebula, Hugo y Arthur C. Clarke.
Embassytown transcurre principalmente en la ciudad que da nombre a la novela, en español Ciudad Embajada. La Ciudad Embajada existe en el mismísimo límite del "manchmal" (término alemán para "a veces", expresado en la novela como "cada día"), que se supone que es la tercera iteración del universo conocido, y dadas las enormes distancias respecto a cualquier otro punto solo es accesible navegando a través del "ínmer" (adaptado del original "Immer" en la novela, término alemán para "siempre"), un universo permanente al que se aplican diferentes conceptos de tiempo y espacio.
Ciudad Embajada es una colonia de un estado llamado Bremen y sus bienes comerciales (metales preciosos y, sobre todo, biotecnología de procedencia alienígena), junto con la posición única de la ciudad al borde del universo conocido, la convierten una colonia particularmente importante.
Avice Benner Cho, una "inmersora", una viajera del ínmer, ha vuelto a su hogar de la infancia tras sus aventuras en el "exterior". En el planeta Arieka, humanos y "exots" (la palabra para extraterrestres exóticos) coexisten con los Ariekei, los enigmáticos seres autóctonos de aspecto vagamente insectoide, conocidos como Anfitriones. Pocas personas hablan el idioma de los Anfitriones, al que se hace referencia solo como el "Idioma", pues requiere que el orador pronuncie dos palabras a la vez. Los únicos humanos (Terres) que pueden hacerlo son gemelos lingüistas diseñados genéticamente, doppels, para que compartan un grado de comprensión mutua cercano a compartir mente a los que se conoce como Embajadores, criados únicamente para dicho propósito. Los Embajadores hablan con dos bocas y una mente y por ello los Ariekei, quienes no reconocen ni comprenden otras formas de comunicación, pueden entender lo que dicen, lo que permite comerciar con su valiosa biotecnología.
Los Ariekei tienen dos orificios para hablar y pronuncian su lenguaje simultáneamente por ambos; para ellos, lenguaje, pensamiento y realidad son inseparables, y por tanto no son capaces de entender a humanos individuales, mentir o especular.
El Idioma de los Anfitriones no permite la mentira, ni siquiera conceptos relacionados como la especulación; de hecho crean símiles mediante el reclutamiento de individuos para que lleven a cabo extraños comportamientos que se convierten así en alusiones en el Idioma. Avice es uno de esos símiles humanos, "la niña a la que hirieron en la oscuridad y que comió lo que le dieron". Desde la llegada de los humanos los Ariekei compiten en Festivales de Mentiras para ver quien puede acercarse más a pronunciar una falsedad, un acto a la vez excitante y tabú.
La relación entre humanos y Ariekei se ha mantenido en una relativa tranquilidad durante muchos años (expresados en kilohoras). Sin embargo, cuando llega desde Bremen un nuevo Embajador llamado Ez/Ra que no ha sido diseñado genéticamente para hablar Idioma pero que aun así puede hacerlo, todo cambia. El discurso del nuevo Embajador, creado por Bremen, droga a los Anfitriones y como resultado la población Ariekei al completo se vuelve adicta al habla del Embajador indiferentemnte de lo que exprese, hasta el extremo de que no pueden vivir sin ella. Mientras la situación se deteriora, la relación de Avice con los Anfitriones como símil humano, y con uno de los Embajadores, la empujan a buscar una solución.
Este resumen, que deja sin desvelar el sorprendente final, es copiado de la Wikipedia. La verdad es que es la mejor opción para que ustedes puedan comprender un poco de qué va la cosa, aunque dudo que puedan hacerlo sin leer el libro, que es complejo, un poco obtuso a veces, complicado de entender otras, pero fantástico cuando vas avanzando y las cosas cuadran poco a poco. Me planteo releerlo en breve espacio de tiempo, pues estoy convencido de que ahora comprenderé muchas más cosas. Muchas.
China Miéville no es un autor al uso, ni siquiera para ser un artífice de obras de ficción. Ya lo exploré con la lectura hace unos meses de La ciudad y la ciudad, otra obra vanguardista, muy distinto a todo lo que yo hubiera leído antes. Pero esta novela, Embassytown, supone una vuelta de tuerca tan tremenda, se adentra de una manera tan temeraria en terrenos inexplorados (la creación sicológica de unos seres alienígenas que no sólo son distintos morfológicamente, sino mentalmente; el tema de la dualidad del idioma, las luchas de poder, el colonialismo, el independentismo...), se inventa términos, nombres, adjetivos, cargos políticos, sistemas de gobierno. Y todo eso junto provoca sensaciones encontradas en el lector, que a menudo, sobre todo durante las primeras páginas (y me refiero a 100 ó 200 primeras páginas), se debate entre "no me estoy enterando de nada" y "¿pero de qué coño va esto?".
Pero, paciencia. Todo se va ajustando poco a poco. Las palabras inventadas son necesarias en su mayoría, la trama se va cerrando, los personajes son necesarios, las ideas fluyen y resultan lógicas, y el final es certero, bello y aleccionador.
Sí, me ha gustado, mucho más que La ciudad y la ciudad, y aquélla no era mala precisamente.
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