jueves, 11 de febrero de 2016

The revenant

No sé si realmente se podría traducir como el renacido, la verdad. Nos es la impresión que me dio cuando leí por primera vez sobre este filme. 
El palabro "revenant" me parece que se refiere a otra cosa, pero en fin, dejémoslo ahí. No obstante, ya apesta a un tufillo que no me gusta.
Tampoco me gusta el bombardeo en los medios y en actos públicos cinematográficos. Se harta al espectador, se crea una expectativa exagerada, y claro, luego vienen las decepciones. 
Porque si algo define a esta película es eso, DECEPCIÓN.
Hombre, no tanto como con Los odiosos ocho, porque no esperaba nada especial del director esta vez, y el protagonista, aunque causa en mí cierta devoción, se caracteriza por participar en proyectos que bien pueden ser cosas milagrosas y geniales, como bodrios infumables.



Y es que en eso es en lo que se ha convertido esta película, una de tantas, una más. Lo único que tiene recalcable es haber grabado en invierno (y permítanme que lo dude), y el presentar esos paisajes espectaculares del noroeste americano que, por otra parte, están más que vistos. Y hoy día, en la era de los superordenadores y los megaFX, ya ni eso tiene mérito. Vamos a acabar como en los concursos de fotografía, que sólo se pueden presentar la versión raw de lo grabado...

El proyecto de la adaptación al cine de la novela de Punke comenzó allá por el 2001. Quince años más tarde, y tras la renuncia de un par de directores y de los actores Samuel L. Jackson primero, y Christian
Bale más tarde para el papel protagonista, finalmente lo consigue sacar adelante el mejicano Alejandro González Iñárritu, con el reclamo indiscutible de Di Caprio. Pero es inútil. Es infumable.


Uno acaba más que harto de gestos de dolor, de pasajes oníricos, y de la nieve. Sobre todo de la nieve. No llegamos al punto de viven, pero aquello tiene el punto de lo épico, lo surreal, y que fue una historia real.

Esto es pura ciencia ficción, pero de la mala. Nadie se cree eso. Nadie. Y aparte, ¿qué mueve a este señor, al protagonista de la historia? ¿El amor? ¿El sentimiento de pérdida? ¿Quiere recuperar algo? ¿A qué o a quíen, a su hijo, a su difunta esposa, a su ego? Uno acaba de verla y le queda una sensación de haber perdido dos horas y media para nada. Terrible.

No emociona en ningún momento, quizá por eso, porque no es creíble ni lo más mínimo, al menos en lo que se refiere a la recuperación de Glass, el prota, digna de ser partícipe de un milagro en toda regla.
Todo lo demás, la lucha con los nativos, la abundancia y riqueza de una tierra hostil a pesar de todo, y el carácter y naturaleza humanos, que se retrata en toda su extensión: sacrificio, dolor, amor, buenas y malas intenciones, egoísmo, altruísmo... de todo ahí en el metraje, y todo sería fantástico y bien recibido y asimilado si no fuera mancillado por la absolutamente inverosímil recuperación y no muerte de Di Caprio. A su lado, lo que le paso a Rocky Balboa en Rocky 3 es un juego de niños.

Pa descojonarse, vamos.

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