Mi reincorporación laboral supongo que se acerca, inexorablemente. No sé todavía cuándo, pero sí sé que llegará.
miércoles, 31 de agosto de 2011
yoga
Hoy, mientras desayunaba en soledad, como es habitual pues soy siempe el primero en despertar y abandonar el lecho, me ha venido un flash, uno de esos relámpagos que cruzan la mente, en este caso en forma de pregunta. Cuál había sido la aportación más importante que el yoga había hecho en mí, lo que parece algo baladí, pero no lo es en absoluto.
Comencé a practicarlo hace casi cuatro años, como ayuda en la recuperación de una lumbalgia que sufrí. Yo nunca había tenido problemas de espalda, pero se ve que la edad, los abusos de ciertos deportes, y la falta del descanso adecuado, me hicieron pasar dos o tres semanas bastante jodidas.
Fue un dolor insoportable, y recuerdo que sólo me sentía bien si estaba de pie o tumbado completamente recto. Tardó mucho en curar completamente, la verdad, y desde entonces me lo pienso dos veces antes de hacer cualquier esfuerzo serio, presto mucha atención a las posturas, y el yoga me ayuda a fortalecer la espalda y enderezar la cosa.
Porque yo vi entonces el yoga como una forma fácil de hacer ciertos ejercicios encaminados a la relajación y fortalecimiento de todo lo que rodea a la columna vertebral, lo que en verdad es cierto, pero también es un concepto incompleto.
Partiendo de la base de que el yoga no es único, no es una disciplina cerrada, yo pienso que hay tantos conceptos de yogas como practicantes del mismo. Yo, que entré en ello por una cuestión meramente física o fisiológica, quizá con ánimo meramente rehabilitador, he ido evolucionando.
Para mí, todo el rollo de la meditación era algo secundario, algo ilusorio, y lo veía o bien como únicamente propio de los muy expertos, o como una historia truculenta, algo demasiado oriental, algo ilusorio.
Bueno, con el tiempo fui comprendiendo que las asanas hay que practicarlas con total conciencia, con análisis, con conocimiento del porqué son así y no de otra manera, de qué músculos intervienen, del enraizamiento, de las líneas. Fui siendo consciente de que no se deben mezclar unas asanas con otras, que todas tienen su función lógica, y su orden en la ejecución. Y al final, con la postura del muerto, el relax, la conciencia en la inconsciencia, yo tenía que hacer un esfuerzo de concentración para no dormirme en la clase, pero a veces llegaba a soñar. Sobre todo al principio. Y no era la finalidad de ello, sino al contrario.
Bueno, todo este rollo para decir que al final también he llegado a comprender la meditación, su necesidad y sus beneficios.
Ahora puedo contestar, por fin, a la pregunta del principio: ¿qué me ha aportado el yoga? Más que una elasticidad mejorada, una espalda más fuerte, una zona pélvica más irrigada, el mayor aporte ha sido una mayor conciencia de mí mismo.
Pero sobre todo me ha hecho más paciente y, esto ha sido muy importante, más calmado. Me tomo mi tiempo, y eso antes no era así. Quizá sea porque también todo esto ha coincidido con un momento vital determinado, acercándome a los cuarenta. Quizá no tenga nada que ver. Me altero menos, creo que tengo una capacidad mejorada de análisis, y hago un esfuerzo constante y consciente de no juzgar, sólo contemplar.
Sí, en espíritu soy un auténtico "vagabundo del dharma".
lunes, 29 de agosto de 2011
La falacia
La historia del primer coche eléctrico llevado a producción por la gran General Motors no tiene desperdicio.
En 1990, la supercompañía de Detroit, animada por un Gobierno americano algo carente de respuestas medioambientales, contrató a algunos de lso mejores ingenieros recién salidos de la universidad para crear el que sería el primer coche 100% eléctrico llevado a la producción en cadena.
Los ingenieros, con un cheque en blanco encima de la mesa, hicieron posiblemente el trabajo más gratificante de su vida, y lanzaron a la venta en 1996 un eléctrico de aspecto futurista que fue un dolor de cabeza para creadores, Gobierno y fabricante en los años posteriores.
A pesar de vender poco más de 2.000 unidades entre 1996 y 2003 -fracaso de ventas se mire por donde se mire-, la repercusión mediática del EV1 -electric vehicle número 1- fue espectacular. Actores y famosos de toda la costa californiana empezaron a hacer campaña del EV1, como viendo en él una opción alternativa a los enormes motores de combustión que poblaban las carreteras del "estado dorado".
Mientras a los capos de GM se les caía la ceniza del puro cuando el de ventas les enseñaba el powerpoint con los números del último mes, el Gobierno americano empezó a tener presiones de las grandes compañías petroleras como Texaco.
No hace falta ser muy listo para sacar conclusiones. No obstante, yo, conocedor de la media de c.i. de mis ilustres y escasos seguidores, ayudaré con ello: "Yo, oh Gobierno todopoderoso -almighty, por darle un toque más yanki-, te encargo a tí, oh gran ejemplo del Sueño Americano, General Motors, hacer un coche a pilas; tu vendes y yo quedo de puta madre -gobierno = no contaminante, subimos puntos en las encuestas-; atiza, no contamos con los grandes hermanos podersosos del petróleo, quienes presionan hasta eliminar EV1; GM mata coche malo, gran máquina silenciosa que no gasta.
Entre 2003 y 2004, GM se dedicó a ir puerta por puera buscando sus EV1, subiéndolos en una grúa y destruyéndolos en un descampado en medio de la nada. Los expropietarios, con un débil contrato de leasing, tan sólo pudieron hacerse fotos con sus hijos adoptivos.
El asunto fue tan gordo que hicieron un documental asaz interesante sobre ello.
Para los escépticos, los incrédulos, que los hay, lo sé, miren aquí.
Foto del aborto:
En 1990, la supercompañía de Detroit, animada por un Gobierno americano algo carente de respuestas medioambientales, contrató a algunos de lso mejores ingenieros recién salidos de la universidad para crear el que sería el primer coche 100% eléctrico llevado a la producción en cadena.
Los ingenieros, con un cheque en blanco encima de la mesa, hicieron posiblemente el trabajo más gratificante de su vida, y lanzaron a la venta en 1996 un eléctrico de aspecto futurista que fue un dolor de cabeza para creadores, Gobierno y fabricante en los años posteriores.
A pesar de vender poco más de 2.000 unidades entre 1996 y 2003 -fracaso de ventas se mire por donde se mire-, la repercusión mediática del EV1 -electric vehicle número 1- fue espectacular. Actores y famosos de toda la costa californiana empezaron a hacer campaña del EV1, como viendo en él una opción alternativa a los enormes motores de combustión que poblaban las carreteras del "estado dorado".
Mientras a los capos de GM se les caía la ceniza del puro cuando el de ventas les enseñaba el powerpoint con los números del último mes, el Gobierno americano empezó a tener presiones de las grandes compañías petroleras como Texaco.
No hace falta ser muy listo para sacar conclusiones. No obstante, yo, conocedor de la media de c.i. de mis ilustres y escasos seguidores, ayudaré con ello: "Yo, oh Gobierno todopoderoso -almighty, por darle un toque más yanki-, te encargo a tí, oh gran ejemplo del Sueño Americano, General Motors, hacer un coche a pilas; tu vendes y yo quedo de puta madre -gobierno = no contaminante, subimos puntos en las encuestas-; atiza, no contamos con los grandes hermanos podersosos del petróleo, quienes presionan hasta eliminar EV1; GM mata coche malo, gran máquina silenciosa que no gasta.
Entre 2003 y 2004, GM se dedicó a ir puerta por puera buscando sus EV1, subiéndolos en una grúa y destruyéndolos en un descampado en medio de la nada. Los expropietarios, con un débil contrato de leasing, tan sólo pudieron hacerse fotos con sus hijos adoptivos.
El asunto fue tan gordo que hicieron un documental asaz interesante sobre ello.
Para los escépticos, los incrédulos, que los hay, lo sé, miren aquí.
Foto del aborto:
JORROROSO, se mire por donde se mire. |
sábado, 27 de agosto de 2011
Watch talk: Breil Ducati Corse
Hoy les presento otro regalo que en su día, hace unos cinco o seis años, me hizo el limitador por mi cumple.
Sin comerlo ni beberlo me vi con este Breil Ducati Corse, que es un reloj que, la verdad, yo jamás hubiera o hubiese comprado. No obstante, ahí está. Ayer le cambié la pila y volvió a la vida alegremente como si no hubiera pasado nada, como si no le importará nada de lo ocurrido. Sin pedir ninguna explicación sobre su condena al cajón, resurgió alegre con todas sus funciones inalteradas.
Obviando la explicación de lo ordinario que es tener un Breil -a menos que se trate uno de aquellos magníficos relojes automáticos buceadores de hace treinta años, el glorioso Breil Manta 1000 m-, este que ahora les muestro tiene ciertas peculiaridades. En primer lugar está hecho para Ducati, lo que me llega en la parte sentimental porque he tenido varias de esas motos, todas ellas magníficas, y en una época de mi vida que ha sido una de las mejores.
En segundo lugar, los detalles. No sé lo que costó, ni tampoco me importa, pero tiene cosas que, bueno, ahí se las enumero o desgloso: marca la hora con cierta precisión derivada de su movimiento de cuarzo, incluso los segundos mediante una pequeña agujita en la parte inferior; el dial es de fibra de carbono; tiene función cronómetro; tiene función de 24 horas y fecha; la caja parece muy maciza, hecha en acero, muy gruesa, y su color hace un bonito contraste con el negro del dial y los detalles rojos, así como con la correa de goma que también es roja, muy cómoda, que a su vez tiene el toque de un cierre deployante, algo impropio en correas de este tipo; y finalmente se supone que se puede sumergir a 100 metros -lo que no creo que sea recomendable con tanto botoncito-.
Les dejo otra instantánea para verificar su grosor tremendo, más propio de relojes hundibles más de 1000 metros:
Sin comerlo ni beberlo me vi con este Breil Ducati Corse, que es un reloj que, la verdad, yo jamás hubiera o hubiese comprado. No obstante, ahí está. Ayer le cambié la pila y volvió a la vida alegremente como si no hubiera pasado nada, como si no le importará nada de lo ocurrido. Sin pedir ninguna explicación sobre su condena al cajón, resurgió alegre con todas sus funciones inalteradas.
Obviamente, su cristal no tiene tratamiento antireflejos, y como es curvo es difícil que no ocurra eso... |
Obviando la explicación de lo ordinario que es tener un Breil -a menos que se trate uno de aquellos magníficos relojes automáticos buceadores de hace treinta años, el glorioso Breil Manta 1000 m-, este que ahora les muestro tiene ciertas peculiaridades. En primer lugar está hecho para Ducati, lo que me llega en la parte sentimental porque he tenido varias de esas motos, todas ellas magníficas, y en una época de mi vida que ha sido una de las mejores.
En segundo lugar, los detalles. No sé lo que costó, ni tampoco me importa, pero tiene cosas que, bueno, ahí se las enumero o desgloso: marca la hora con cierta precisión derivada de su movimiento de cuarzo, incluso los segundos mediante una pequeña agujita en la parte inferior; el dial es de fibra de carbono; tiene función cronómetro; tiene función de 24 horas y fecha; la caja parece muy maciza, hecha en acero, muy gruesa, y su color hace un bonito contraste con el negro del dial y los detalles rojos, así como con la correa de goma que también es roja, muy cómoda, que a su vez tiene el toque de un cierre deployante, algo impropio en correas de este tipo; y finalmente se supone que se puede sumergir a 100 metros -lo que no creo que sea recomendable con tanto botoncito-.
Les dejo otra instantánea para verificar su grosor tremendo, más propio de relojes hundibles más de 1000 metros:
Listo para machacar
He pasado un muy buen rato visionando la peli "Kick-ass: listo para machacar".
Gira en torno a Dave Lizewski (Aaron Johnson), un estudiante de instituto que pasa inadvertido entre sus compañeros, sobre todo las chicas. Incluso corre el rumor de que es gay.
Apasionado de los cómics, un día concibe la idea de convertirse en un superhéroe, aunque no tenga superpoderes, no haya seguido un duro entrenamiento y ni siquiera tenga una razón de peso para ello. Pero la vida de Dave cambiará para siempre cuando conozca a un par de locos vigilantes: la terremoto de 11 años Hit Girl (Chloë Moretz) y su padre, Big Daddy (Nicolas Cage). Asimismo, forja cierta amistad con un joven que supuestamente también lucha contra el crimen, Red Mist (Christopher Mintz-Plasse). Y cuando todos se tengan que enfrentar al jefe de la mafia local, Frank D'Amico (Mark Strong), sus alianzas y sus verdaderas habilidades serán puestas a prueba.
El film es una sucesión de gags escabrosos y/u obscenos, típicos de peli para adolescentes -como mi edad mental es reducida, pues resulta que me hacen gracias, juas-. Se deja ver con cierta fluidez, aunque el verdadero prota, a mi entender, no es Kick-ass, sino Hit Girl, enseñada por un padre obsesionado con los métodos violentos y las armas. En ese punto me ha recordado -salvando las distancias, claro está-, a "Leon, el profesional". La niña es una sicaria letal, una jodida asesina sin escrúpulos, hábil, eficaz, rápida, letal e infalible. En cambio, el tal Kick-ass es un puto desastre, y presenta todos los síntomas de Spiderman: es un absoluto torpe en la vida "civil", incapaz de ligar a la chica de sus sueños, y cuando se pone las mallas verdes la cosa parece que cambia, aunque no mucho...
Le voy a dar un siete, sobre todo por la original historia de héroes y antihéroes. Recomendable, aunque no para niños.
Gira en torno a Dave Lizewski (Aaron Johnson), un estudiante de instituto que pasa inadvertido entre sus compañeros, sobre todo las chicas. Incluso corre el rumor de que es gay.
Apasionado de los cómics, un día concibe la idea de convertirse en un superhéroe, aunque no tenga superpoderes, no haya seguido un duro entrenamiento y ni siquiera tenga una razón de peso para ello. Pero la vida de Dave cambiará para siempre cuando conozca a un par de locos vigilantes: la terremoto de 11 años Hit Girl (Chloë Moretz) y su padre, Big Daddy (Nicolas Cage). Asimismo, forja cierta amistad con un joven que supuestamente también lucha contra el crimen, Red Mist (Christopher Mintz-Plasse). Y cuando todos se tengan que enfrentar al jefe de la mafia local, Frank D'Amico (Mark Strong), sus alianzas y sus verdaderas habilidades serán puestas a prueba.
Absolutamente ridículo |
El film es una sucesión de gags escabrosos y/u obscenos, típicos de peli para adolescentes -como mi edad mental es reducida, pues resulta que me hacen gracias, juas-. Se deja ver con cierta fluidez, aunque el verdadero prota, a mi entender, no es Kick-ass, sino Hit Girl, enseñada por un padre obsesionado con los métodos violentos y las armas. En ese punto me ha recordado -salvando las distancias, claro está-, a "Leon, el profesional". La niña es una sicaria letal, una jodida asesina sin escrúpulos, hábil, eficaz, rápida, letal e infalible. En cambio, el tal Kick-ass es un puto desastre, y presenta todos los síntomas de Spiderman: es un absoluto torpe en la vida "civil", incapaz de ligar a la chica de sus sueños, y cuando se pone las mallas verdes la cosa parece que cambia, aunque no mucho...
La verdadera protagonista |
Le voy a dar un siete, sobre todo por la original historia de héroes y antihéroes. Recomendable, aunque no para niños.
viernes, 26 de agosto de 2011
Watch talk: Seiko FFF
Este es un Blancpain Fifty Fathoms:
Es, para muchos aficionados, el summum, el cénit, lo máximo en relojes de buceo. No es barato, y es heredero de toda una tradición relojera en el mundo de los divers.
Allá por el año 1952 salió a la venta la primera versión de este magnífico aparato, llamado "fifty fathoms", en inglés "cincuenta brazas", que era la profundidad a la que se podía sumergir. No parece mucho, cuando hoy día hay relojes que garantizan estanqueidad hasta los 4000 metros -menuda imbecilidad, pero ahí están-, pero entonces era una aventura tecnológica bucear en esos ambientes tenebroso cercanos a los cien metros -una braza es más o menos 1'8 metros-.
La máquina fue todo un logro y un éxito, y algunos ejércitos lo tomaron como modelo de referencia para sus cuerpos especiales submarinistas. No en vano era muy fiable, resistente, y no se inundaba con facilidad.
Sólo un año después, en 1953, Rolex hizo lo propio con su Submariner, pero claro, el daño ya estaba hecho.
Blancpain y Rolex han seguido haciendo sus respectivos FF y Submariners hasta hoy día, en variadas capacidades acuáticas, y de precios, todo hay que decirlo, aunque ninguno es barato ni abordable por gente de clase media, a mi parecer.
Por ello, y con buena vista, Seiko ha realizado una creación que ha sido acogida entre el público aficionado, sobre todo españoles e ingleses, como un homenaje a Blancpain y su FF, y que aunque se denomina Seiko SNZH57K1, ha sido bautizado extraoficialmente como Seiko Fifty Five Fathoms, haciendo referencia a su sumergibilidad de 100 metros, coincidente con la antigua medida de 55 brazas.
El chisme viene con brazalete de buena calidad, pero para hacer honor al Blancpain y darle la estética adecuada es necesario cambiarlo por una correa de color oscuro. Yo le he colocado una de cuero negro, en color mate, que le ha quedado bastante bien, creo.
Tiene un diámetro de caja de 41 milímetros, excluyendo la corona, y un grosor de 12'5 mm. El fondo, como se puede apreciar en la foto, es roscado y presenta una ventana para observar la maquinaria, un calibre propio -como todos los Seiko, es manufactura- llamado 7s36, de 23 rubíes, de probada fiabilidad y dureza. Tendré que dejar pasar un tiempo prudencial para verificar su puntualidad cronográfica, pero no suele ser maleja, no.
El bisel gira en sentido contrahorario, tiene 120 clicks como es común en los divers Seiko de los últimos años. Tanto los índices como números del bisel como las agujas son dorados, en claro constraste con el negro del insert del bisel y del dial. En un principio, esta combinación puede parecer un poco hortera, pero les aseguro que visto en vivo le da una cierta elegancia, y pareciera que es el reloj ideal de Gotham.
El cristal es de hardlex, de tipo mineral endurecido, y tiene forma ligeramente abombada, que lo hace más bonito y le dan ese toque retro que todo el reloj destila.
El lumen de las agujas es bastante generoso, y los diales horarios presentan un pequeño punto cada uno, que le hace perfectamente legible en la oscuridad nocturna. Seiko es famosa por la calidad y cantidad de su lumen, como lo atestigua algún reloj que tengo con más de treinta y cinco años.
En definitiva, es un clásico moderno, muy elegante, de los que da pena ponerse para bañarse o hacer el burro, no porque no aguante sino por negarse a estropear la belleza que otorga.
Es, para muchos aficionados, el summum, el cénit, lo máximo en relojes de buceo. No es barato, y es heredero de toda una tradición relojera en el mundo de los divers.
Allá por el año 1952 salió a la venta la primera versión de este magnífico aparato, llamado "fifty fathoms", en inglés "cincuenta brazas", que era la profundidad a la que se podía sumergir. No parece mucho, cuando hoy día hay relojes que garantizan estanqueidad hasta los 4000 metros -menuda imbecilidad, pero ahí están-, pero entonces era una aventura tecnológica bucear en esos ambientes tenebroso cercanos a los cien metros -una braza es más o menos 1'8 metros-.
La máquina fue todo un logro y un éxito, y algunos ejércitos lo tomaron como modelo de referencia para sus cuerpos especiales submarinistas. No en vano era muy fiable, resistente, y no se inundaba con facilidad.
Sólo un año después, en 1953, Rolex hizo lo propio con su Submariner, pero claro, el daño ya estaba hecho.
Blancpain y Rolex han seguido haciendo sus respectivos FF y Submariners hasta hoy día, en variadas capacidades acuáticas, y de precios, todo hay que decirlo, aunque ninguno es barato ni abordable por gente de clase media, a mi parecer.
Por ello, y con buena vista, Seiko ha realizado una creación que ha sido acogida entre el público aficionado, sobre todo españoles e ingleses, como un homenaje a Blancpain y su FF, y que aunque se denomina Seiko SNZH57K1, ha sido bautizado extraoficialmente como Seiko Fifty Five Fathoms, haciendo referencia a su sumergibilidad de 100 metros, coincidente con la antigua medida de 55 brazas.
El chisme viene con brazalete de buena calidad, pero para hacer honor al Blancpain y darle la estética adecuada es necesario cambiarlo por una correa de color oscuro. Yo le he colocado una de cuero negro, en color mate, que le ha quedado bastante bien, creo.
Tiene un diámetro de caja de 41 milímetros, excluyendo la corona, y un grosor de 12'5 mm. El fondo, como se puede apreciar en la foto, es roscado y presenta una ventana para observar la maquinaria, un calibre propio -como todos los Seiko, es manufactura- llamado 7s36, de 23 rubíes, de probada fiabilidad y dureza. Tendré que dejar pasar un tiempo prudencial para verificar su puntualidad cronográfica, pero no suele ser maleja, no.
El bisel gira en sentido contrahorario, tiene 120 clicks como es común en los divers Seiko de los últimos años. Tanto los índices como números del bisel como las agujas son dorados, en claro constraste con el negro del insert del bisel y del dial. En un principio, esta combinación puede parecer un poco hortera, pero les aseguro que visto en vivo le da una cierta elegancia, y pareciera que es el reloj ideal de Gotham.
El cristal es de hardlex, de tipo mineral endurecido, y tiene forma ligeramente abombada, que lo hace más bonito y le dan ese toque retro que todo el reloj destila.
El lumen de las agujas es bastante generoso, y los diales horarios presentan un pequeño punto cada uno, que le hace perfectamente legible en la oscuridad nocturna. Seiko es famosa por la calidad y cantidad de su lumen, como lo atestigua algún reloj que tengo con más de treinta y cinco años.
En definitiva, es un clásico moderno, muy elegante, de los que da pena ponerse para bañarse o hacer el burro, no porque no aguante sino por negarse a estropear la belleza que otorga.
jueves, 25 de agosto de 2011
apnea diving
He soltado alguna lágrima. Cosas de la edad.
¿Cuál es el límite del ser humano? ¿Qué cosa no podemos hacer?
¿Cuál es el límite del ser humano? ¿Qué cosa no podemos hacer?
miércoles, 24 de agosto de 2011
Mc Askill
Del arte sobre una bici de trial. A ratos funambulista, a veces rayano en lo irreal... su nivel técnico y valor lo sitúan a un nivel tan elevado que no parece real. Así de claro.
reborn: de vuelta
El lunes abandoné mi residencia de verano. Sí, he decidido que en adelante visitaré el lugar que me vio crecer durante al menos un mes durante la estación estival, como Papa que corre a Castellgandolfo en busca de clima más fresco.
Llegué a mi querida Huelva después de un largo viaje que duró prácticamente el doble de lo normal por los múltiples atascos que sufre la megasaturada ronda de circunvalación SE-30, y el tráfico intenso durante todo el transcurso de la A-49, algo ilógico por ser la fecha y la hora a la que se hizo el traslado.
Sea como fuere, durante el viaje falleció Pim-Pim, el gorrión que cayó del nido un par de días antes y que hemos intentado sacar adelante sin éxito -a los hechos me remito-. La causa era que el pobre era un polluelo de un par de días a lo sumo, con graves dificultades para comer, tenía los ojos cerrados, y estaba tan debilitado que ni siquiera piaba.
A pesar de mis convicciones ecologistas -de lo que quizá hable en el futuro mediato- lo recogí ante la insistencia de mis hijitos para que vieran el milagro de la vida y, si se terciaba, el de la muerte. Lo han visto de cerca, y el mayor hasta ha llorado emocionado por la insignificante pérdida.
En Huelva me he reencontrado con amigos de mi círculo habitual, lo cual me ha reconfortado. También he podido recoger alguna pieza para mis hobbys, así como he hablado con mi querida prima Menchu quien me ha puesto al día de los asuntos laborales.
Hoy mismo he ido al centro de saludo para recoger los partes de baja que tenía atrasados, y he tenido una corta pero agradable charla con mi médica de cabecera, doña Gloria, quien me ha visto bastante recuperado.
Mi vecina, la esposa del piloto, ha parido su cuarta hija -toooooma-, sospecho que algún otro vecino se ha separado/divorciado, hace menos calor que en Dos Hermanas y Sevilla... en fin, las cosas propias de las reentradas postvacacionales, aunque técnicamente lo mío no sean vacaciones.
Y para que no se me quejen, les cuelgo aquí y ahora, aunque nada tenga que ver con todo lo expuesto anteriormente, esta toma positivada en blanco y negro de la primera dama francesa, captada hace años:
De nada.
Llegué a mi querida Huelva después de un largo viaje que duró prácticamente el doble de lo normal por los múltiples atascos que sufre la megasaturada ronda de circunvalación SE-30, y el tráfico intenso durante todo el transcurso de la A-49, algo ilógico por ser la fecha y la hora a la que se hizo el traslado.
Sea como fuere, durante el viaje falleció Pim-Pim, el gorrión que cayó del nido un par de días antes y que hemos intentado sacar adelante sin éxito -a los hechos me remito-. La causa era que el pobre era un polluelo de un par de días a lo sumo, con graves dificultades para comer, tenía los ojos cerrados, y estaba tan debilitado que ni siquiera piaba.
A pesar de mis convicciones ecologistas -de lo que quizá hable en el futuro mediato- lo recogí ante la insistencia de mis hijitos para que vieran el milagro de la vida y, si se terciaba, el de la muerte. Lo han visto de cerca, y el mayor hasta ha llorado emocionado por la insignificante pérdida.
En Huelva me he reencontrado con amigos de mi círculo habitual, lo cual me ha reconfortado. También he podido recoger alguna pieza para mis hobbys, así como he hablado con mi querida prima Menchu quien me ha puesto al día de los asuntos laborales.
Hoy mismo he ido al centro de saludo para recoger los partes de baja que tenía atrasados, y he tenido una corta pero agradable charla con mi médica de cabecera, doña Gloria, quien me ha visto bastante recuperado.
Mi vecina, la esposa del piloto, ha parido su cuarta hija -toooooma-, sospecho que algún otro vecino se ha separado/divorciado, hace menos calor que en Dos Hermanas y Sevilla... en fin, las cosas propias de las reentradas postvacacionales, aunque técnicamente lo mío no sean vacaciones.
Y para que no se me quejen, les cuelgo aquí y ahora, aunque nada tenga que ver con todo lo expuesto anteriormente, esta toma positivada en blanco y negro de la primera dama francesa, captada hace años:
De nada.
martes, 23 de agosto de 2011
Watch talk
Bueno, bueno, bueeeeeno. Hoy les hablaré de uno de mis relojes favoritos. Este ejemplar me ha acompañado en innumerables sesiones playeras, windsurferas, bodiboarderas, y bodysurfers. En cambio, no ha catado piscina apenas.
Se le supone una sumergibilidad de 200 metros, lo cual nunca comprobaré más que nada por un terror ancestral a la oscuridad, el frío, a lo desconocido, y a que haría falta escafandra o equipo de respiración autónomo análogo.
Se trata de un Swatch Irony Scuba 200 Hydrospace de 1998. Me lo regaló mi limitador, con gran acierto, ya que me encantó desde el primer momento: huía de la estética plasticosa, débil, enclenque, de los Swatch al uso, y tenía, entre sus principales características, una caja de aluminio bastante gruesa y resistente -doy fe, por los innumerables porrazos que el angelito se ha tenido que tragar-, y un cristal mineral extremadamente abombado que hace que el reloj sea aún más tocho.
La correa, eso sí, era gruesa y ancha, como buen reloj de buceo, pero la calidad de su material era el mismo que el de los otros trescientos ochenta y seis modelos de plástico barato de Swatch, por lo que adoleció del mismo problema que todos los Swatch plasticosos de variados colorines: con el tiempo tiende a perder elasticidad, se cuartea, cambia de color oscureciéndose, y termina partiéndose. Añádase que el fabricante suizo no vende repuesto para el Scuba 200...
Por ello, mi adorado suizo pasó a ocupar su sitio en el fondo a la izquierda de mi cajón relojero, y ahí ha estado varios años hasta que, oh, sí, casi no podía creerlo cuando encontré en la eBahía una correa que se adaptaba a mis necesidades, pero construida en longevo aluminio. Ayer mismo se la instalé y quedé bastante satisfecho con el resultado.
Aquí una toma semilateral para que puedan apreciar el grosor del bicho:
El objeto tiene un diámetro de caja de 44 mm sin contar la corona -la cual es grande y fácil de manejar-, y un grosor de casi 17 mm, lo que es mucho, y en gran parte debido al cristal domed. El bisel es giratorio, algo obligado en un diver, pero en algún momento de su vida perdió el muelle o mecanismo que hacía "clik, clik", con lo que ahora gira un poco loco. No me causa gran estrago, porque mi capacidad de inmersión no va más allá de seis o siete metros, y por tanto no tengo que tener en cuenta tiempos de descompresión ni ná de ná. También se despegó el puntito luminoso, qué se le va a hacer.
Sí, el reloj es de cuarzo, no automático, y cuando desmonté la pila para cambiársela resulta que era de la marca Seiko. Sin comentarios.
En resumen, que esta pieza es un poco especial para mí, rara de ver entre los aficionados a los Swatch y también entre los coleccionistas de divers, que suelen tirar más para Seiko, Rolex, Omega, o marcas más desconocidas para el público general y que ahora aquí paso de enumerar.
Se le supone una sumergibilidad de 200 metros, lo cual nunca comprobaré más que nada por un terror ancestral a la oscuridad, el frío, a lo desconocido, y a que haría falta escafandra o equipo de respiración autónomo análogo.
Se trata de un Swatch Irony Scuba 200 Hydrospace de 1998. Me lo regaló mi limitador, con gran acierto, ya que me encantó desde el primer momento: huía de la estética plasticosa, débil, enclenque, de los Swatch al uso, y tenía, entre sus principales características, una caja de aluminio bastante gruesa y resistente -doy fe, por los innumerables porrazos que el angelito se ha tenido que tragar-, y un cristal mineral extremadamente abombado que hace que el reloj sea aún más tocho.
La correa, eso sí, era gruesa y ancha, como buen reloj de buceo, pero la calidad de su material era el mismo que el de los otros trescientos ochenta y seis modelos de plástico barato de Swatch, por lo que adoleció del mismo problema que todos los Swatch plasticosos de variados colorines: con el tiempo tiende a perder elasticidad, se cuartea, cambia de color oscureciéndose, y termina partiéndose. Añádase que el fabricante suizo no vende repuesto para el Scuba 200...
Por ello, mi adorado suizo pasó a ocupar su sitio en el fondo a la izquierda de mi cajón relojero, y ahí ha estado varios años hasta que, oh, sí, casi no podía creerlo cuando encontré en la eBahía una correa que se adaptaba a mis necesidades, pero construida en longevo aluminio. Ayer mismo se la instalé y quedé bastante satisfecho con el resultado.
Aquí una toma semilateral para que puedan apreciar el grosor del bicho:
El objeto tiene un diámetro de caja de 44 mm sin contar la corona -la cual es grande y fácil de manejar-, y un grosor de casi 17 mm, lo que es mucho, y en gran parte debido al cristal domed. El bisel es giratorio, algo obligado en un diver, pero en algún momento de su vida perdió el muelle o mecanismo que hacía "clik, clik", con lo que ahora gira un poco loco. No me causa gran estrago, porque mi capacidad de inmersión no va más allá de seis o siete metros, y por tanto no tengo que tener en cuenta tiempos de descompresión ni ná de ná. También se despegó el puntito luminoso, qué se le va a hacer.
Sí, el reloj es de cuarzo, no automático, y cuando desmonté la pila para cambiársela resulta que era de la marca Seiko. Sin comentarios.
En resumen, que esta pieza es un poco especial para mí, rara de ver entre los aficionados a los Swatch y también entre los coleccionistas de divers, que suelen tirar más para Seiko, Rolex, Omega, o marcas más desconocidas para el público general y que ahora aquí paso de enumerar.
Se fue
Claudio Castiglioni era un hombre de negocios. Pero antes que empresario era un enamorado del motociclismo. Su pasión le llevó a convertirse en uno de los nombres propios del deporte de las dos ruedas. No en vano dedicó parte de su fortuna a rescatar de la agonía a varias marcas italianas (como Ducati en los ochenta o MV Agusta en los noventa) para acabar lanzando al mercado algunos de los productos más míticos de ambas, como la Ducati Monster y la 916 o la MV Agusta F4. Castiglioni falleció la mañana del miércoles en Varese (Italia), su localidad natal, a los 64 años. Fue precisamente MV Agusta, compañía que adquirió en 1991 y cuyo mando cedió a su hijo el pasado año, la que anunció su muerte, ocurrida tras perder una larga lucha contra el cáncer.
Su padre, Giovanni, había fundado en 1978 Cagiva, una empresa metalúrgica que producía accesorios y pequeñas piezas de metal y que terminaría dando nombre, también, a una de las mayores constructoras de motos de los ochenta. Unos años antes de aquello, Claudio y su hermano mayor Gianfranco, fascinados por las carreras y la velocidad, empezaron a adquirir motos a un ritmo frenético hasta terminar comprando una planta de Harley-Davidson en Schiranna, junto a Varese, donde empezaron por construir las primeras motos de calle con motores de dos tiempos.
Pocos años más tarde, los Castiglioni compraron motores Ducati, se pasaron a las plantas motrices de cuatro tiempos y se lanzaron de cabeza a las grandes cilindradas. De aquel empeño nacieron las Cagiva Elephant y Mito, tremendamente popular en los noventa. Y de aquel empeño data también la vorágine de adquisiones. A mediados de los ochenta, Castiglioni ya no se conformaba con comprar motos ni hacer las suyas propias y dio el salto a recuperar fábricas al borde del colapso, por lo que compró Ducati y su planta de Bolonia en 1985.
Y no solo la sacó a flote, sino que además se empeñó en poner al día el estilo de sus máquinas. Hizo de la Ducati Monster la primera moto naked (desnuda) del mercado: el apelativo le venía de que el diseño prescindía en gran medida de los carenados, poniendo al descubierto el motor y el bastidor. Además, encargó a su ingeniero jefe, Massimo Bordi, un proyecto revolucionario. Ambos son responsables de incorporar a sus proyectos la distribución desmodrómica, con cilindros de cuatro válvulas para motores bicilíndricos, característica de todas las Ducati hasta la fecha.
El éxito en las carreras no le fue esquivo. Logró que su Cagiva se adjudicara victorias en el Campeonato del Mundo de 500cc, con pilotos como Eddie Lawson, e incluso se apuntó campeonatos del mundo de motocross. Con Ducati bajo su mando, dominó también el campeonato mundial de superbikes. Y con Husqvarna, otra de las casas italianas que adquirió, hizo lo propio en las modalidades de enduro, motocross y supermotard.
Randy Mamola, el hombre que dio a Cagiva su primer podio en el Mundial de 500cc, recuerda que hizo un trato con el jefe: "Si gano el Mundial, me regalas tu Ferrari Testarossa. Si hago un podio, al menos, regálame una llanta", le dijo. Mamola se subió al podio un domingo de 1988, en el circuito de Spa-Francorchamps, y obtuvo más de lo que había pedido. "Me regaló el Ferrari. Me quedé anonadado. Yo empezaba a colaborar con Riders for Health [fundación impulsada por motoristas cuyo objetivo es hacer llegar ayuda sanitaria a países en desarrollo] y él valoraba muchísimo aquel compromiso", recuerda.
Después de que Cagiva, implicada en otros proyectos industriales, tuviera que vender Ducati en 1996, Castiglioni centró sus esfuerzos en MV Agusta, empresa que devolvió a la vida y a la que dedicó sus últimos 15 años, tras venderla y recomprarla hasta en dos ocasiones. A todo le dio un toque personal. A todo se dedicó en cuerpo y alma. Por eso no resultó extraño ver en su funeral, llorando, a Giacomo Agostini, el hombre que dio ocho títulos a MV Agusta antes de la llegada de Castiglioni.
Su padre, Giovanni, había fundado en 1978 Cagiva, una empresa metalúrgica que producía accesorios y pequeñas piezas de metal y que terminaría dando nombre, también, a una de las mayores constructoras de motos de los ochenta. Unos años antes de aquello, Claudio y su hermano mayor Gianfranco, fascinados por las carreras y la velocidad, empezaron a adquirir motos a un ritmo frenético hasta terminar comprando una planta de Harley-Davidson en Schiranna, junto a Varese, donde empezaron por construir las primeras motos de calle con motores de dos tiempos.
Pocos años más tarde, los Castiglioni compraron motores Ducati, se pasaron a las plantas motrices de cuatro tiempos y se lanzaron de cabeza a las grandes cilindradas. De aquel empeño nacieron las Cagiva Elephant y Mito, tremendamente popular en los noventa. Y de aquel empeño data también la vorágine de adquisiones. A mediados de los ochenta, Castiglioni ya no se conformaba con comprar motos ni hacer las suyas propias y dio el salto a recuperar fábricas al borde del colapso, por lo que compró Ducati y su planta de Bolonia en 1985.
Y no solo la sacó a flote, sino que además se empeñó en poner al día el estilo de sus máquinas. Hizo de la Ducati Monster la primera moto naked (desnuda) del mercado: el apelativo le venía de que el diseño prescindía en gran medida de los carenados, poniendo al descubierto el motor y el bastidor. Además, encargó a su ingeniero jefe, Massimo Bordi, un proyecto revolucionario. Ambos son responsables de incorporar a sus proyectos la distribución desmodrómica, con cilindros de cuatro válvulas para motores bicilíndricos, característica de todas las Ducati hasta la fecha.
El éxito en las carreras no le fue esquivo. Logró que su Cagiva se adjudicara victorias en el Campeonato del Mundo de 500cc, con pilotos como Eddie Lawson, e incluso se apuntó campeonatos del mundo de motocross. Con Ducati bajo su mando, dominó también el campeonato mundial de superbikes. Y con Husqvarna, otra de las casas italianas que adquirió, hizo lo propio en las modalidades de enduro, motocross y supermotard.
Randy Mamola, el hombre que dio a Cagiva su primer podio en el Mundial de 500cc, recuerda que hizo un trato con el jefe: "Si gano el Mundial, me regalas tu Ferrari Testarossa. Si hago un podio, al menos, regálame una llanta", le dijo. Mamola se subió al podio un domingo de 1988, en el circuito de Spa-Francorchamps, y obtuvo más de lo que había pedido. "Me regaló el Ferrari. Me quedé anonadado. Yo empezaba a colaborar con Riders for Health [fundación impulsada por motoristas cuyo objetivo es hacer llegar ayuda sanitaria a países en desarrollo] y él valoraba muchísimo aquel compromiso", recuerda.
Después de que Cagiva, implicada en otros proyectos industriales, tuviera que vender Ducati en 1996, Castiglioni centró sus esfuerzos en MV Agusta, empresa que devolvió a la vida y a la que dedicó sus últimos 15 años, tras venderla y recomprarla hasta en dos ocasiones. A todo le dio un toque personal. A todo se dedicó en cuerpo y alma. Por eso no resultó extraño ver en su funeral, llorando, a Giacomo Agostini, el hombre que dio ocho títulos a MV Agusta antes de la llegada de Castiglioni.
martes, 16 de agosto de 2011
Desnortados
El horror. Así de sencillo. Así de claro.
Todo empezó hace más de una década, cuando Tamburini tuvo que salir por la puerta de atrás de Borgo Panigale. Sí, fue una pérdida importante, sobre todo cuando al poco tiempo pudimos ver las maravillosas F4 y Brutale que dibujó para MV Agusta, acogido por sus amigos los hermanos Castiglione. ¿Qué sería hoy de MV si no hubieran pasado sus motos por los pinceles del estudio de Pinin? ¿Ein?
No tiene sentido hacerse tal pregunta, lo que pasó, pasó, y no hay que darle más vueltas.
Lo que está claro es que al menos quedó en Ducati su más aventajado pupilo, un diseñador incomprendido, radical, poco plegado a lo convencional y lleno de montones de ideas, tan peculiares como asombrosas, tan originales como especialmente válidas y aplicables al mundo de la moto. Por supuesto, estoy hablando ahora de Pierre Terblanche, cuya mente ha parido, entre otras, las magistrales líneas de la Supermono, la 916 –sí, no todo el mérito es del maestro Massimo-, la primera Multistrada, la SS de inyección, y la gloriosa 999 –cuyos hitos deportivos no ha alcanzado a soñar siquiera la saga de las 1*98-. Dejaremos el escabroso y controvertido tema del acierto o desacierto de la 999 para otro momento, porque ahora prefiero gastar un poco de mis energías en lo último de Ducati. También Terblanche tuvo que abandonar su puesto en Italia.
Cuando vi los primeros bocetos de algo que pretendía ser llevado a la fabricación en serie, algo que parecía sacado del lamentable magazine Maxitunin, algo que una mente equilibrada, normal, formada en los esenciales principios de la estética, de lo útil, de lo bello, jamás hubiera plasmado en papel siquiera, cuando los vi en los mentideros de la red, merced a unas supuestas fotos robadas, fotos espía –MUAHAHAHA-, jamás se me pasó por la cabeza que Ducati osara fabricar eso. Parecía un mal chiste, tuve la misma impresión de acabar de despertar de una pesadilla vaga, incierta, de cuya trama ya no recordaba nada.
Más ortopédica que la Sportster, oiga. |
Hasta el nombre es horrible. La Ducati Diavel hacía furor entre montones de niñatos que inundaban los foros monomarca de expresiones como “masmola”, “pepinazo”, “te kagas”, y similares patadas al noble diccionario de la Academia.
Yo ya tenía un embrión de opinión formado en alguna parte de mi enjambre de neuronas. Esa primera impresión fue a más a medida que las fotos robadas se popularizaban. Ya estaban repartidas por toda la red, desparramando el mal gusto, el horror, por las pantallas de los aficionados a las dos ruedas. Por fin se presentó en sociedad, y las expectativas se cumplieron, sin duda.
Unos meses más tarde visité personalmente el concesionario Ducati más cercano con la intención de verla in situ, de poder contemplar en vivo la obra maldita de algún degenerado, de alguna mente depravada, pero el intento fue en vano: “no tenemos stock, la demanda es tan grande que ha desplazado incluso la fabricación de los demás modelos para poder atenderla”.
Imagínense mi desolación al comprobar, una vez más, que la mayoría frecuentemente se equivoca. ¡Agotada! ¡Lista de espera! Increíble, pero cierto.
Pero hace un par de días la vi. Ya la tenía olvidada, menos mal, y cuando más tranquilo estaba, PLAF, bofetada veraniega en todo lo alto, colleja despertadora, patada en la barriga, y así sucesivamente.
Me jodió el día, no tanto como cuando me partí la pierna, pero bastante sí. En vivo no sólo confirmó todas las sospechas, sino que el mazazo fue brutal, al confirmar todas, absolutamente todas las sospechas acumuladas durante meses en mi subconsciente. Si el Ktulú tuviera forma de motocicleta, sin duda sería una Diavel. ¿Es la moto diseñada por Edgar Allan Poe? ¿Acaso contrataron a Paul Teutul para hacer una versión quasimoda de la Monster?
Adjetivos como: incongruente, incomprensible, abultada, bulbosa, culo gordo, feorra, vacaburra, estúpida, et céterae, acuden a mi boca si alguien me pregunta mi opinión. Puedo ser más crudo, más borde, pero no serviría de nada. Por mucho que la critique no va a mejorar.
Muchos peros se pueden poner al diseño en sí, como que parece una amalgama de piezas sacadas de aquí y de allá, de algún cajón de sastre, para vaciar un stock del fondo del almacén, que se han ido colocando como en un puzle sin sentido alguno del orden, la forma, o la función. Como consecuencia tenemos una postura de conducción absurda, a medio camino entre una naked al uso y una cruiser norteamericana.
Una “macho bike”, dicen. Una “muscle bike”, “street-dragger”, y otras lindezas. Bien se puede decir que han plagiado con total descaro a Yamaha –creadora del concepto en los ochenta- y a Harley, que reventó el mercado con su V-Rod. Tanto una como otra tienen más mérito estético que la Diavel, aunque sean igualmente unos artefactos inútiles para el desplazamiento útil y seguro en busca del disfrute y la libertad.
No sé cómo cojones se ha dado el visto bueno a esa remezcla de líneas rectas mezcladas con otras curvas; superficies planas con bultos sin ton ni son; un basculante heredado para cargarse la estética de la rueda libre por la derecha con esos dos puros que en verdad son uno, acojonantemente mal colocados, rematando un conjunto de colectores peligrosamente ardientes al alcance de la mano de cualquier confiado niño que se acerque a la moto recién aparcada. Y así sucesivamente.
El colín es esencialmente feo, gordo, sobredimensionado, pegando un codazo en la cara de las últimas tendencias de afilados y ligeros elementos ornamentales. Y las luces leds en dos filas verticales, y el portamatrícula tapando la rueda trasera, y la rueda trasera de 240 de anchuraaaaa para qué, ein?
Y el motoraco de 1198, y la potencia desmedida de una moto para ciudad, y recursos como curvas de potencia, control de tracción, equipamiento de moto superdeportiva…
La lista de incongruencias, incompatibilidades, estulticias, aberraciones y cagadas varias es muy larga. El dolor es grande cuando veo lo que está haciendo una de las marcas más laureadas y famosa por sus bellas y efectivas creaciones.
¿Encontrarán el Norte? ¿O ya es demasiado tarde?
lunes, 15 de agosto de 2011
Trikonasana
La postura del triángulo, o de los tres ángulos, fue una de las primeras que aprendí. Y quizá fue prematuro.
Me explicaré: es una asana muy popular, y en cualquier sesión es fácil ver a los yoguis de turno practicándola. Pero es una de esas asanas que no es tan sencillo de hacer correctamente.
En la práctica del yoga es necesario estar presente, concentrado; tenso pero relajado. Hay que tener conciencia de lo que se está haciendo, esto es muy importante, porque si no, no servirá para nada más que cansarnos más de la cuenta, hacernos daño, y obtener nulo beneficio mental.
Trikonasana hace referencia a los tres ángulos que tienen lugar: entre las dos piernas, entre la pierna sobre la que te inclinas y la inclinación del tronco, y entre el tronco y el brazo. Hay que mantener la cadera en el mismo plano que el tronco y las piernas, y ello es, quizá, la parte más dura de este ejercicio magnífico. la pierna trasera debe mantener tensión, debe recoger peso, y debe permancer clavada, enraizada en el suelo pues de ello depende el éxito. Los brazos tienen que seguir una línea vertical. El tronco tiene que estar girado en su zona abdominal, pero no en la parte del costillar, pues eso corresponde a otro tipo de postura.
Se debe girar la cabeza buscando con la mirada el pulgar de la mano que está arriba. En los brazos debe haber tensión, pero ligereza, no debemos apretar el puño ni los dedos.
Los más elásticos o flexibles pueden apoyarse en el suelo merced a una buena apertura de piernas. Los que tengan poco equilibrio, poca flexibilidad o poca fuerza pueden apoyarse con la mano inferior en algún elemento colocado al efecto, como un ladrillo.
Respiren lenta pero concienzudamente, y no olviden hacerla hacia ambos lados.
A mí me gusta mucho, y a pesar de que llevo algún tiempo practicando, no hay una sola vez que no tenga que concentrarme seriamente para ejecutarla, sobre todo hoy día, con las limitaciones de fuerza y con lo dura que tengo la zona pélvica y los biceps braquiales.
Me explicaré: es una asana muy popular, y en cualquier sesión es fácil ver a los yoguis de turno practicándola. Pero es una de esas asanas que no es tan sencillo de hacer correctamente.
Aquí mi Gurú e ídeólogo en perfecta ejecución del objeto de estudio |
Trikonasana hace referencia a los tres ángulos que tienen lugar: entre las dos piernas, entre la pierna sobre la que te inclinas y la inclinación del tronco, y entre el tronco y el brazo. Hay que mantener la cadera en el mismo plano que el tronco y las piernas, y ello es, quizá, la parte más dura de este ejercicio magnífico. la pierna trasera debe mantener tensión, debe recoger peso, y debe permancer clavada, enraizada en el suelo pues de ello depende el éxito. Los brazos tienen que seguir una línea vertical. El tronco tiene que estar girado en su zona abdominal, pero no en la parte del costillar, pues eso corresponde a otro tipo de postura.
Se debe girar la cabeza buscando con la mirada el pulgar de la mano que está arriba. En los brazos debe haber tensión, pero ligereza, no debemos apretar el puño ni los dedos.
Los más elásticos o flexibles pueden apoyarse en el suelo merced a una buena apertura de piernas. Los que tengan poco equilibrio, poca flexibilidad o poca fuerza pueden apoyarse con la mano inferior en algún elemento colocado al efecto, como un ladrillo.
Respiren lenta pero concienzudamente, y no olviden hacerla hacia ambos lados.
A mí me gusta mucho, y a pesar de que llevo algún tiempo practicando, no hay una sola vez que no tenga que concentrarme seriamente para ejecutarla, sobre todo hoy día, con las limitaciones de fuerza y con lo dura que tengo la zona pélvica y los biceps braquiales.
jueves, 11 de agosto de 2011
Sociología, antropología, filosofía, todo en uno.
Un esquema que hace el colapso probable es la existencia de un conflicto entre el interés a corto plazo de las élites gobernantes y el interés a largo plazo de la sociedad en su conjunto, especialmente si las élites logran aislarse de las consecuencias de sus acciones. O sea, donde lo que es bueno a corto plazo para la élite es malo para la sociedad en su conjunto, hay un riesgo real de que la élite haga cosas que puedan derrumbar a la sociedad en el largo plazo.
Extraído de Pensamiento Sistémico. ¿Por qué colapsan las civilaciones?
Un blog que a veces tiene entradas interesantes, como ésta, en la que se explica cómo y porqué ocurrieron los colapsos de los Mayas, de Pascua -sí, sí, lo de la isla- y otros ejemplos históricos, así como las “bombas de relojería” del panorama actual…
Watch talk
Una de mis últimas adquisiciones ha sido este peluquín:
Mola. Mazo. |
El Orient CEM6500, también conocido popularmente como Orient Mako –el mako es un tipo de tiburón-, es de un tamaño ideal, no tan masivo como los divers modernos que parece que si no rondan los 44 ó 46 mm de caja no sirven para nada. Este se queda en más o menos 40 mm, lo que lo hace muy adecuado para mi muñequilla. Tiene un armis digno de dicho nombre, compuesto de eslabones macizos que le dan una sensación de calidad bastante agradecida.
Luego está el asunto del color. Yo elegí este azul, más que nada porque no tenía ningún reloj de este tono, y porque es el que más me gustó. También lo hay en negro con bisel negro, y en azul con bisel tipo Pepsi.
Por descontado, es un reloj de movimiento automático en el que, como en todos los automáticos es un placer ver discurrir el segundero, rematado en color rojo –toque sporty-. Una pena, eso sí, que no lo hagan sin fechador.
Como características más interesantes hay que relatar que tiene botón para cambio rápido del día de la semana, corona y fondo roscados, cristal mineral hardlex, y se le supone una sumergibilidad de 200 metros que, dicho sea de paso, jamás comprobaré. De momento ha aguantado perfecta unas cuantas sesiones de nado y ha descendido varias veces a dos metros sin problemas. El mecanismo tiene una reserva de marcha de unos dos días, y permita la parada del segundero para sincronizarlo a la perfección con otro reloj.
Me encantan sus manecillas con forma de espada, el diseño en general del dial –aunque hay muchos a los que no les gusta el logo de Orient-, y repito una vez más, el color.
Este relojito se ha convertido en un must have entre los aficionados a la relojería, sobre todo a los que no nos podemos gastar una millonada en una aparatejo. Es bueno, bonito y barato, aunque no lo parezca, porque una vez en la mano, observándolo detenidamente, es fácil comprobar que NADIE es capaz de ofrecer tanto por tan poco.
Budismo, mecánica, monos y héroes
He finalizado, por fin, la lectura del libro que me ha tenido entretenido los últimos días: “Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta. Una indagación sobre los valores.”
Ahora, mientras escucho The day the world went away, de Nine Inch Nails, me reafirmo en la idea inicial de que el librito es un bodrio. No sé porqué se le ensalza, si es que en verdad se ha ensalzado en los EEUU desde hace casi treinta y cinco años, ya que eso es lo que dice la publicidad sobre él.
Un tal Pirsig lo escribió en los años setenta, y la verdad es que el libro no trata ni de Budismo, ni de mecánica, ni tampoco se trata en profundidad el asunto peliagudo de los valores. Ni siquiera es una novela al uso.
Mi función ahora y aquí no es hacerles un resumen de ello, ni desbrozarles el argumento, si es que tal cosa existe en la obra. A mitad de camino entre un tratado de filosofía, a veces intrincado, a veces demasiado básico, y una novela con un road trip como eje central, no hay manera de que enganche, y lo he terminado por mis cojones. Así de claro. No se lo recomiendo a nadie, óbvienlo de sus intenciones de adquisición. No sirve para nada.
Ahora, de inmediato, paso a narrarles que he visionado tanto El origen del Planeta de los Simios como El Capitán América. Ambas cintas aún en cartelera, las considero realmente prescindibles. La primera tiene algo de mérito en cuanto a que todas las imágenes de simios son realizadas por ordenador, y son millones de fotogramas. Muy conseguido técnicamente, aunque la historia no emociona lo más mínimo. Una más que se apunta al rollo de las precuelas, que uno se va hartando ya de tanta tontería.
En cuanto al asunto del fetichismo nacionalista del CA, ¿qué decir? Un mojón en cuanto a los efectos especiales, y decir eso de una peli en el 2011 tiene tela. Por lo demás, es justo lo que uno se puede esperar a poco que conozca el Universo Marvel.
Por cierto, que entre los trailers previos a este último filme pude contemplar, horrorizado, uno de un estreno que se aproxima, The amazing Spiderman. ¿Otra versión más? Y también de otro remake de Conan, el Bárbaro, así como de una nueva visión de Los Tres Mosqueteros.
Me voy a cagar en la puta madre de alguien. ¿No habrá guiones interesantísimos, historias maravillosas que contar, que hay que rehacer lo mismo una y otra y otra vez? Es deprimente. Luego, algunos se preguntan el porqué de la caída de la industria del cine.
El origen del Planeta de los simios: suficiente alto, casi bien.El Capitán América: suficiente.
lunes, 8 de agosto de 2011
¿Otro?
limitador: ¿Te has comprado otro reloj?
yo: Es que no tenía ninguno a juego con tus nuevos zapatos...
yo: Es que no tenía ninguno a juego con tus nuevos zapatos...
domingo, 7 de agosto de 2011
Watch talk
Me decido a realizar una revista a uno de mis relojes para iniciar una serie de entradas relativas a este mundillo –si es que hay alguien a quien le interese este reloj, que no creo, la verdad-.
Este reloj no es ni el mejor ni el peor de mi escuálido conjunto de maquinitas amontonadas en un cajón de mi mesilla de noche. Pero es el que estoy utilizando estos meses de verano, y como lo llevo ahora mismo en la muñeca, le ha tocado el turno.
El elemento en cuestión es un Casio G-511D, véanlo aquí en mi peludo miembro:
No me extenderé en la descripción de sus características, que vienen siendo las normales o mínimas en casi cualquier G-Shock, o séase, hora analógica, hora digital, mes, día del mes, día de la semana, crono palante, crono patrás, hora de 25 ciudades, luz, shock resist y WR200. El mío es plateado, pero también lo he visto en el clásico negro. El cristal, cuyo material ignoro de cuál se trata, se encuentra unos dos o tres milímetros por debajo del bisel, y a su vez es protegido por esas protecciones metálicas que antaño montaban muchos Casio. Quiero decir con esto que es harto complicado dañarlo. La caja es de un material compuesto de origen plástico, que absorbe los golpes y los rayones. Por ejemplo, uno puede clavar la uña en alguna esquina, y se queda marcado, pero a los pocos segundos recupera su estado original. La tapa trasera de acero inoxidable va colocada con cuatro tornillos, y tiene la típica leyenda o símbolo de los “G”, lugar de fabricación y montaje –Japan movt cased in Thailand-, número de serie y código del modelo. Asimismo tiene cuatro grandes botones que yo nunca he accionado en el agua, por si acaso.
El armis no es muy ruidoso, se nota compacto, aunque tiene cierta holgura entre los eslabones.
El reloj, como tal, adolece de diversos fallos. Por ejemplo, los refuerzos que protegen el bisel y el cristal, ocultan parcialmente la correcta lectura si las agujas se encuentran a las doce o a las seis. Por ejemplo, le sobran un par de esferas digitales, cuya utilidad la verdad es que está bastante en entredicho. En general, el diseño es difícil de ver, más que nada por su carencia de estilo o funcionalidad. No obstante, la hora se puede ver, que es lo importante, si no con las agujas, con la pantalla digital rectangular situada a las tres. De la luminosidad en la oscuridad mejor no hablar, aunque supongo que es un detalle descuidado adrede al tener un botoncito para encender la luz en las zonas digitales.
¿Por qué lo tengo, pues? Me considero un esteta, pero a veces los amigos hacen regalos que no puedes rechazar… Y sin comerlo ni beberlo te ves usándolo más a menudo de lo que pensabas en un principio. Han sido tres años de jogging, windsurf, bici de montaña pura y dura, y últimamente mucha natación. También estuve un verano haciendo snorkel en Ibiza, bajando con asiduidad a unos seis o siete metros –a ojo de buen cubero-.
El tocho en la muñeca se lleva con bastante comodidad, y el único límite será su altura cuando lo queramos vestir con manga larga. No obstante, no creo que sea esa su función, la verdad.
Mi unidad lleva más de tres años sufriendo mucho sudor, golpes, polvo, montones de agua salada y clorada, y está como el primer día. Sólo se nota el paso del tiempo en pequeñas rayas en el armis, pero la caja está perfecta, así como el vidrio. No he tenido que cambiar la pila en todo este tiempo.
En resumen: el reloj estéticamente no hay por donde cogerlo; es práctico dependiendo de para qué lo quieras; la mayoría de sus funciones son inútiles; ¿he dicho que es feo a más no poder? Es un reloj que jamás compraría, ni para regalarlo, pero uno no puede elegir el gusto de los colegas…
Espero no haberles aburrido en demasía, y que se tomen esta review de forma más humorística que profesional. Tal ha sido mi intención, y espero que en el futuro mis aportaciones sean más interesantes.
Este reloj no es ni el mejor ni el peor de mi escuálido conjunto de maquinitas amontonadas en un cajón de mi mesilla de noche. Pero es el que estoy utilizando estos meses de verano, y como lo llevo ahora mismo en la muñeca, le ha tocado el turno.
El elemento en cuestión es un Casio G-511D, véanlo aquí en mi peludo miembro:
No me extenderé en la descripción de sus características, que vienen siendo las normales o mínimas en casi cualquier G-Shock, o séase, hora analógica, hora digital, mes, día del mes, día de la semana, crono palante, crono patrás, hora de 25 ciudades, luz, shock resist y WR200. El mío es plateado, pero también lo he visto en el clásico negro. El cristal, cuyo material ignoro de cuál se trata, se encuentra unos dos o tres milímetros por debajo del bisel, y a su vez es protegido por esas protecciones metálicas que antaño montaban muchos Casio. Quiero decir con esto que es harto complicado dañarlo. La caja es de un material compuesto de origen plástico, que absorbe los golpes y los rayones. Por ejemplo, uno puede clavar la uña en alguna esquina, y se queda marcado, pero a los pocos segundos recupera su estado original. La tapa trasera de acero inoxidable va colocada con cuatro tornillos, y tiene la típica leyenda o símbolo de los “G”, lugar de fabricación y montaje –Japan movt cased in Thailand-, número de serie y código del modelo. Asimismo tiene cuatro grandes botones que yo nunca he accionado en el agua, por si acaso.
El armis no es muy ruidoso, se nota compacto, aunque tiene cierta holgura entre los eslabones.
El reloj, como tal, adolece de diversos fallos. Por ejemplo, los refuerzos que protegen el bisel y el cristal, ocultan parcialmente la correcta lectura si las agujas se encuentran a las doce o a las seis. Por ejemplo, le sobran un par de esferas digitales, cuya utilidad la verdad es que está bastante en entredicho. En general, el diseño es difícil de ver, más que nada por su carencia de estilo o funcionalidad. No obstante, la hora se puede ver, que es lo importante, si no con las agujas, con la pantalla digital rectangular situada a las tres. De la luminosidad en la oscuridad mejor no hablar, aunque supongo que es un detalle descuidado adrede al tener un botoncito para encender la luz en las zonas digitales.
¿Por qué lo tengo, pues? Me considero un esteta, pero a veces los amigos hacen regalos que no puedes rechazar… Y sin comerlo ni beberlo te ves usándolo más a menudo de lo que pensabas en un principio. Han sido tres años de jogging, windsurf, bici de montaña pura y dura, y últimamente mucha natación. También estuve un verano haciendo snorkel en Ibiza, bajando con asiduidad a unos seis o siete metros –a ojo de buen cubero-.
El tocho en la muñeca se lleva con bastante comodidad, y el único límite será su altura cuando lo queramos vestir con manga larga. No obstante, no creo que sea esa su función, la verdad.
Mi unidad lleva más de tres años sufriendo mucho sudor, golpes, polvo, montones de agua salada y clorada, y está como el primer día. Sólo se nota el paso del tiempo en pequeñas rayas en el armis, pero la caja está perfecta, así como el vidrio. No he tenido que cambiar la pila en todo este tiempo.
En resumen: el reloj estéticamente no hay por donde cogerlo; es práctico dependiendo de para qué lo quieras; la mayoría de sus funciones son inútiles; ¿he dicho que es feo a más no poder? Es un reloj que jamás compraría, ni para regalarlo, pero uno no puede elegir el gusto de los colegas…
Espero no haberles aburrido en demasía, y que se tomen esta review de forma más humorística que profesional. Tal ha sido mi intención, y espero que en el futuro mis aportaciones sean más interesantes.
jueves, 4 de agosto de 2011
La Gran Ola
Vean esto:
Es la tapa roscada del fondo de un diver Seiko, que llevan todos los relojes de buceo que fabrican dichos japos desde los años sesenta del siglo pasado. Está inspirado en:
Se trata de una estampa japonesa realizada en 1830 por Hokusai, conocida por La Gran Ola de Kanagawa, La Gran Ola, o simplemente La Ola.
Mola, ¿ein?
Es la tapa roscada del fondo de un diver Seiko, que llevan todos los relojes de buceo que fabrican dichos japos desde los años sesenta del siglo pasado. Está inspirado en:
Se trata de una estampa japonesa realizada en 1830 por Hokusai, conocida por La Gran Ola de Kanagawa, La Gran Ola, o simplemente La Ola.
Mola, ¿ein?
Holocausto Caníbal
Después de treinta y un años, por fin la pude ver. Coincidencias, casualidades, hechos curiosos que ocurren en el momento y lugar precisos de manera espontánea, todo ello ha logrado que llegara a mis manos una copia íntegra y no censurada de este filme mítico rodado entre 1979 y 1980.
Esta especie de documental en formato película, es en realidad una película rodada hábilmente en formato de documental. No sólo su cruel y sangrienta temática es digna de reseñar, sino el método de rodaje, montaje y presentación ante el espectador. Recuerden que hablo de 1980.
Un hito en la historia del cine, no apto para mentes cerradas o remilgados y fervorosos creyentes en la bondad humana.
Más info aquí.
Uy, casi se me olvida: le adjudico, por todos los conceptos, un 87 sobre 100.
Esta especie de documental en formato película, es en realidad una película rodada hábilmente en formato de documental. No sólo su cruel y sangrienta temática es digna de reseñar, sino el método de rodaje, montaje y presentación ante el espectador. Recuerden que hablo de 1980.
Un hito en la historia del cine, no apto para mentes cerradas o remilgados y fervorosos creyentes en la bondad humana.
Más info aquí.
Uy, casi se me olvida: le adjudico, por todos los conceptos, un 87 sobre 100.
miércoles, 3 de agosto de 2011
La muletas y green lanterns
Pues sí, mis distinguidos lectores, estoy jodido. El lunes día uno de Agosto comenzó una nueva etapa en mi rehabilitación, o sea, en el camino de habilitarme para una vida normal, completa, plena y satisfactoria: dejé una de las muletas.
Ahora me tengo que desenvolver apoyando la pierna atrofiada más que nunca, forzando musculatura, tendones y articulaciones. Como consecuencia de ello, mi tobillo ha adquirido unas dimensiones que incluso asustan a primera vista, han aparecido nuevas agujetas, e incluso dolor a últimas horas de la tarde con el cansancio de todo el día bregando.
Por mi experiencia de cinco meses –joooooder, cinco meses ya!-, sé a ciencia cierta que en un par de semanas ya no me dolerá nada, ni me cansaré tanto, y entraré en lo que debería ser la recta final de la recuperación, a falta de saber, Rx mediante, si todos los focos de fractura están consolidando como es debido, porque hasta que eso no ocurra claramente, repito, CLARAMENTE, y hasta que no deje de hincharse el pie y el tobillo, y desaparezcan ciertos dolores en el gemelo como consecuencia de un nervio que debe estar siendo presionado en algún punto bajo la rodilla, hasta que eso no ocurra, mi admirado maestro del bricolaje humano no dará su visto bueno para que abandone la otra muleta, momento que espero se produzca en Noviembre. Ojalá, y bata así, nuevamente, otro plazo. Un año me dijo que iba a tardar en caminar con normalidad, y dos años para poder correr. Ya veremos.
Por lo demás, ayer tuve la visita de un cuñado, quien en un arranque de alegría y ganas de agradar, me llevó al cine a ver “Linterna Verde”. Ya se pueden imaginar los aspavientos y cimbreos de cadera y tobillo que tenía yo cuando salí de la sala al acabar la peli.
Cuando llegué a casa me dolía la pierna, me dolía el pie, me dolían la tibia y el peroné –homenaje a Olvido Gara-. Si a Vd. le gusta el mundo del cómic, pues muy bien, oiga. Si no, en caso contrario, olvídese de que alguna vez estuvo ello en la cartelera.
El filme en sí se puede ver, tiene gran cantidad de FX, como era de esperar, y tenemos el placer de ver a un superhéroe poco común, a pesar de que la historia de los green lanterns se remonta a los años cuarenta del siglo pasado. El guión es un poco extraño si uno conoce o ha leído con anterioridad la historia en papel, pues se ha simplificado todo de manera extrema, supongo que para que el vulgo populacho pueda alcanzar a comprender la trama.
Al final ha quedado simplemente en la eterna lucha –cliché cinematográfico y novelesco muy muy manido ya- entre el bien y el mal, representados aquí en sus manifestaciones más extremas, pues el mal es muy muy malo, y el bien es tan bueno que no se puede ni creer. Hay una actriz femenina cuyo nombre ni conocía, que es resultona de cara, pero tiene un cuerpazo de impresión. El actor protagonista tampoco está mal, la verdad. En fin, entretenimiento para el verano con temática diferente. Mi nota: un cinquillo, vamos a aprobarlo. Espero que el Capitán América sea más satisfactorio.
lunes, 1 de agosto de 2011
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