Esta mañana, aunque llovía, he ido a nadar con mi limitador. Es una sensación rara cuando, después de aparcar el coche en la misma puerta del gim -grandiosa suerte-, comenzaba a chispear y yo, con el bañador playero puesto.
Aún me resisto a equiparme con el Speedo de rigor que otros nadadores llevan con total indeferencia, como he podido comprobar in situ. Pero es que siempre ha habido clases y estilos, qué le vamos a hacer.
Hoy nadé un 25% más que el último día que visité la piscina, y noto que mi cuerpo ha acogido el esfuerzo muy bien.
Cuando llegué a casa hice un sencillo ejercicio yóguico, de una nueva modalidad de yoga que en adelante, y después de breve conversación con mi gurú Carlos -al que me he encontrado en la puerta del gimnasio-, llamaré "Yoga Minimalista", muy adecuado en mi situación física paupérrima: sentado en el borde de la cama, he colocado la espalda totalmente recta, he cerrado los ojos, y he practicado un poco de meditación, comenzando con inspiraciones y expiraciones profundas por la nariz, y luego concentrándome a ratos en mantener la postura. Simplemente eso. Eso es yoga. Es suficiente con eso para recargar las pilas y resetear un poco la mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente, quédese a gusto, pero si firma como anónimo nadie lo verá.