Grotesco. Es la primera palabra que se me vino a la mente cuando me sumergí en el contenido del programa conocido como "Pelo, Pico, Pata", emitido en la caja tonta hoy, sábado, por la mañana.
Mientras me tomaba un cafelito para entrar en la realidad que me rodeaba, encendí el tele, y emitían semejante esperpento que, no obstante, visioné durante un rato.
La dinámica del mismo es bastante sencilla: se cuentan cuatro o cinco historias sobre algún animalejo, doméstico o no, y se van alternando entre ellas, de modo que todas las historietas se resuelven coincidiendo con el final del programa. Las historietas versan sobre circunstancias curiosas que rodean la vida de los animalitos en cuestión, o de sus dueños -que a veces cuesta distinguir cuál es más animalito, en serio-.
Las de hoy eran:
1) Ismael Beiro, ganador de GH en su primera edición, nos enseña a su perra bulldog, de nombre Judith, jugando en la playa de Cádiz con una pelotita. La perra no hace ni puto caso de su dueño, quien sonrie eternamente a la cámara y cuenta estupideces y nimias anécdotas sobre lo linda que es su engendro. Se descubre que la perra es malcriada y maleducada -salta a la vista- por la madre de Ismael, una señora que, sin duda, lo hace lo mejor que puede o sabe -que no es mucho, claro está-, y que le está haciendo un gran favor a su hijo no matando a la puta perra de una vez. La perra cumple dos años -oooooohhhhh-, y le van a hacer una fiesta sorpresa: tooooooma ya!!! Eso mola, sin duda.
Para la ocasión, la madre le regala un trajecito de flamenca con sus volantes y todo, y unos aros a juego, y se lo pone a Judith... la cosa va de mal en peor. Ismael no sabe dónde meterse.
La fiesta sorpresa se lleva a cabo en un bar de barrio, con un cartel grande sobre la entrada que dice "MONTADITOS". Sin duda, yo no pisaría jamás ese sitio después de ver lo que ocurrirá allí: acuden "amigos" de Judith, como una perra impertinente y tan maleducada como Judith, de raza caniche y nombrada "Pepi". Esperen, esperen, que también viene una iguana llamada "María José" o algo así, y otros muchos bichos sucios, pestilentes y poco educados para vivir en sociedad. Hay confetti, serpentinas, incluso tarta de chocolate con velas que Ismael se emperra -nunca mejor dicho- en que su bulldog sople... es el acabose. Animales con nombre de persona, personas comportándose como animales, poca educación, gritos, carcajadas, humillaciones...
2) Una señora muy afectada llega con dos periquitos al veterinario, que observa, con horror, que los pajarillos tienen una malformación que les impide ponerse de pie: se encuentran ahí tirados, espatarrados, cada uno dentro de una caja. Decide fabricar una especie de potro que obligue a los bichos a mantener la postura correcta de sus patitas durante un mes, encarcelados entre bolitas de papel y algodón, aliméntadolos con una jeringa que les introduce hasta el mismo ano, increíble. Si al cabo del mes le quitaban los potros y no se tenían en pie, habría que "eutanasiarlos", palabro o verbo inventado sobre la marcha por el profesional médico.
No pude ver el final, no soportaría ver cómo se caían de nuevo de bruces, o de pico más bien, y le ponían en vivo y en el directo la fatal inyección...
3) En una casa de un pueblo pequeño tienen metido en un garaje, confinado, encarcelado, castigado, brutalmente recluido, a todo un león. Sí, oigan, un auténtico LEON, que, por supuesto y para más inri y escarnio y mofa, se llama, cómo no... ¡lo adivinaron!: Simba. Cuenta el dueño, un tipo con pocas luces, está claro, que lo compró en Alicante con catorce días. Yo me pregunto que dónde coño se compra un león con catorce días, cuánto costará, y lo más importante, porqué coño alguien iba a comprar una cosa así para tenerlo metido dentro de una casa. Pensaría, como los niños pequeños, que nunca iba a crecer, ¿o qué? ¿Ein? Pues te jodes, capullo, el león creció y creció, y ya no era tan juguetón ni tan gracioso, ¿verdad? Ahora pesará cerca de cuatrocientos kilos, y se alimenta vorazmente de solo, única y estrictamente carne, y no le importará que sea humana, conque tenga cuidado, buen hombre.
De modo que se ve obligado a donarlo -no le llega el sueldo para comprar carne de caballo por quintales, sin duda- a un Zoo que hay en Sevilla donde hay dos leonas cachondas con ganas de rollo. "A mí me conoce, es muy dócil y bueno, como un gatito", JUAS. Varias inyecciones para dormir a la bestia más tarde, entre cuatro o cinco hombres consiguen meterlo en una jaula fabricada exprofeso para transportar al bello animal.
Mientras, la madre del capullo, una señora de edad, derrama unas lágrimas y se abraza a su desolado hijo. No se sabe si las lágrimas son de pena o de alegría, pero apuesto lo que quieran a que es lo segundo...
4) Los lobos. En una especie de reserva tiene lugar el típico rifirrafe entre hembra alfa y macho alfa para poner las cosas en su sitio. Unos mordiscos por aquí, unos gruñidos por allá, y un lobo joven y humillado que tiene que retirarse con el rabo entre las patas y el lomo lleno de mordeduras tras un par de semanas de acoso y derribo. Lo mejor, los comentarios machistas del cuidador, guiri, por supuesto.
En fin, que el episodio no tiene desperdicio: es lamentable de principio a fin. Espero, por mi salud mental, no tener que encontrármelo de nuevo en mis mañanas de guardia.
pues con tirar los putos periquitos contra el suelo suficiente!!!
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