martes, 25 de noviembre de 2025
Orwell
En 1937, George Orwell recibió una bala en el cuello durante la Guerra Civil Española -en una trinchera en Los Monegros-. El francotirador había apuntado con precisión —pero el proyectil rozó su arteria por apenas unos milímetros. Tendido en el suelo, ahogándose, Orwell creyó que había llegado su última hora.
No moriría por la gloria, ni por su país, sino por la verdad.
Aquel momento lo marcó para siempre.
Había ido a España a luchar contra el fascismo, pero en el frente descubrió otro enemigo igual de peligroso: la mentira.
Vio a hombres traicionarse en nombre de la justicia, y a la prensa torcer los hechos hasta borrar toda huella de realidad.
Aquella herida la llevó toda la vida —una fina cicatriz en la piel, una herida profunda en el alma.
De esa herida nacieron sus obras más grandes.
En Rebelión en la granja, mostró cómo las revoluciones pueden corromperse hasta convertirse en tiranía.
En 1984, lanzó al mundo una advertencia terrible: la verdad puede ser destruida, reescrita, sustituida por el discurso del poder.
Pero el genio de Orwell no nació en los salones intelectuales.
Echó raíces en la miseria y la lucidez.
Lavó pisos en París, compartió la vida de los mineros del norte de Inglaterra, vivió entre los olvidados para comprender la realidad de los más pobres.
Para él, escribir no era una profesión —era un acto moral: “En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario.”
Cuando escribió 1984, enfermo de tuberculosis en una isla helada de Escocia, lo hacía entre accesos de tos, negándose a descansar.
Quería entregar una última verdad antes de que su voz se apagara.
Y cuando finalmente se extinguió, no dejó solo novelas.
Dejó un espejo.
Un espejo que, todavía hoy, refleja con demasiada precisión nuestro mundo.
George Orwell no solo escribió sobre la opresión.
La vivió.
La superó.
Y con la cicatriz en el cuello y el fuego en sus palabras, nos dejó una advertencia —para que nunca podamos decir que no lo sabíamos.
Fuentes: Homenaje a Cataluña (1938), En busca de la verdad — BBC, Britannica, The Guardian.
lunes, 17 de noviembre de 2025
En soledad, disfrutando del verde que va llegando
viernes, 14 de noviembre de 2025
Sequoyah
No sabía leer ni escribir.
Así que inventó todo un sistema de escritura.
A comienzos del siglo XIX, en la Nación Cherokee, un orfebre llamado Sequoyah observaba a los colonos blancos con sus “hojas que hablan”: aquellos papeles cubiertos de signos misteriosos capaces de enviar mensajes a distancia y conservar el conocimiento a través del tiempo.
Los cherokees, en cambio, no tenían escritura.
Su historia, sus leyes, sus leyendas existían solo en la memoria, transmitidas de boca en boca, de generación en generación.
Y Sequoyah comprendió algo esencial: el saber de su pueblo era frágil.
La muerte de una generación podía borrar siglos de sabiduría.
Entonces decidió actuar.
Sus amigos lo tomaron por loco.
Su esposa, exasperada por su obsesión, incluso habría quemado sus primeros trabajos.
Los demás se burlaban: ¿cómo un hombre analfabeto podría crear un sistema de escritura?
Ni siquiera los lingüistas formados lograban semejante hazaña.
Pero Sequoyah tenía algo que ningún erudito poseía:
conocía íntimamente su lengua, desde dentro.
Durante doce años trabajó.
Primero intentó asignar un símbolo a cada palabra —demasiadas para recordarlas.
Luego probó con pictogramas —demasiado complicados, demasiado limitados.
Cualquiera habría abandonado.
Él persistió.
Y un día tuvo una revelación.
En lugar de crear signos para las palabras o las ideas, crearía signos para los sonidos.
Descompuso la lengua cherokee en sus sílabas fundamentales e inventó un carácter para cada una.
Ochenta y cinco símbolos.
Eso fue todo lo que necesitó.
Ochenta y cinco signos para representar todos los sonidos de la lengua cherokee.
En 1821, Sequoyah presentó su silabario a los jefes cherokees.
Ellos se mostraron escépticos.
Entonces hizo una demostración:
escribió los mensajes que le dictaron, y su hija —que había aprendido el sistema— los leyó en voz alta desde otra habitación, sin haber oído las palabras originales.
Los jefes quedaron asombrados.
El sistema funcionaba.
Lo que siguió fue extraordinario.
En pocos meses, miles de cherokees aprendieron a leer y escribir en su propia lengua.
La tasa de alfabetización se disparó.
Personas que nunca habían sostenido una pluma escribían ahora cartas, llevaban registros y preservaban sus relatos.
Para 1825, la mayoría de la Nación Cherokee sabía leer y escribir, con un nivel de alfabetización superior al de muchos colonos anglófonos.
En 1828, el Cherokee Phoenix se convirtió en el primer periódico indígena de América, publicado en cherokee y en inglés gracias al silabario de Sequoyah.
Lo que había logrado rozaba el milagro.
Trabajando solo, sin educación formal, creó un sistema de escritura tan elegante e intuitivo que miles de personas lo dominaron en pocos meses.
Los lingüistas aún hoy lo consideran uno de los mayores logros intelectuales de la historia humana.
Muy pocos sistemas de escritura han sido inventados por una sola persona,
y el de Sequoyah es el único que alcanzó un éxito tan rápido y universal.
Pero lo que hace su historia aún más conmovedora es el contexto.
Lo logró durante una de las épocas más oscuras para el pueblo cherokee.
Las presiones de los colonos aumentaban.
El gobierno estadounidense exigía sus tierras.
La expulsión forzada era inminente.
En medio de esa crisis existencial, Sequoyah dio a su pueblo algo que ninguna fuerza podría arrebatarles:
el poder de preservar su lengua, su conocimiento, su identidad.
Cuando llegó la Ruta de las Lágrimas en 1838 —aquella marcha forzada en la que murieron miles de cherokees al ser expulsados de sus tierras—,
llevaron consigo el silabario de Sequoyah.
Perdieron sus tierras, sus hogares, sus seres queridos.
Pero no su lengua.
Gracias a su invento, el idioma cherokee pudo escribirse, transmitirse, enseñarse y publicarse.
Sobrevivió al exilio, a la represión cultural y a generaciones de intentos de asimilación.
Hoy, el silabario cherokee sigue vivo.
Se enseña en las escuelas, aparece en los letreros de las carreteras de la Nación Cherokee y hasta existe en formato digital, en computadoras y teléfonos.
Sí, hoy se pueden enviar mensajes de texto en cherokee gracias a un orfebre del siglo XIX que se negó a dejar morir su lengua.
Sequoyah nunca aprendió a leer ni a escribir en inglés.
No lo necesitaba.
Había creado algo mucho más valioso:
una forma para que su pueblo pudiera leerse y escribirse a sí mismo.
En un mundo que intentaba borrar la identidad cherokee,
inventó una herramienta para preservarla para siempre.
No fue solo innovación.
Fue resistencia.
Fue supervivencia.
Fue amor, hecho visible para un pueblo y su lengua.
Su nombre es Sequoyah.
Y le dio a la Nación Cherokee algo que nunca podrían quitarles:
sus propias palabras, escritas con sus propias manos,
preservadas para la eternidad.
Mejoras en el circuito permanente
viernes, 7 de noviembre de 2025
Progreso y memoria, y su influencia en nuestra relación con los animales
lunes, 3 de noviembre de 2025
viernes, 10 de octubre de 2025
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jueves, 9 de octubre de 2025
lunes, 22 de septiembre de 2025
Miura
Ciencia para despistar, leer cuesta
El "diccionario climático": ciencia de escaparate, dogma de fondo
-De la "emergencia climática" a la "descarbonización": cómo un glosario oficial convierte hipótesis en consignas políticas.
El Diccionario Climático publicado por el gobierno de Sánchez asegura acercar la ciencia a la ciudadanía. Sin embargo, introduce términos como "emergencia climática", "negacionista", "descarbonización" o "cero emisiones netas" como si fueran verdades científicas inapelables. En realidad, son categorías políticas y comunicativas, diseñadas para condicionar la percepción pública.
La ciencia climática trabaja con probabilidades, incertidumbres y escenarios, no con determinismos absolutos. Transformar esos escenarios en "emergencias" o "puntos de no retorno" no refleja el método científico, sino una estrategia de comunicación alarmista.
El término emergencia implica, en medicina o ingeniería, un riesgo inmediato y verificable que requiere acción instantánea. Sin embargo, en el clima existen proyecciones probabilísticas sobre escenarios futuros. Convertirlas en una "emergencia global permanente" no responde al rigor científico, sino a una estrategia retórica, a un acto político.
Un estudio recientemente publicado en PNASrevela que un enfoque excesivamente alarmista no siempre impulsa la acción, y muestra como discursos cargados de miedo pueden provocar desmotivación o bloqueo, no compromiso real.
El diccionario también recurre al término negacionista, usado para descalificar a quienes cuestionan el consenso climático oficial. La Real Academia Española (RAE) define negacionismo como "Actitud que consiste en la negación de determinadas realidades y hechos históricos o naturales relevantes, especialmente el holocausto". Extender esa etiqueta a ciudadanos o científicos críticos no es un error inocente, sino una manipulación deliberada del lenguaje con fines estigmatizantes.
Desde la London School of Economics, un informe advierte que etiquetar voces divergentes con expresiones como "negacionista" o "alarmista" refuerza la polarización y debilita el diálogo constructivo, en lugar de promover una discusión racional. Otras, investigaciones recientes muestran que la repetición de estas etiquetas moldea la percepción pública y fomenta la autocensuraen el ámbito científico.
En documentos del IPCC y la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la descarbonización significa reducir las emisiones de CO₂ derivadas de los combustibles fósiles.
El glosario la eleva a proceso inevitable. Pero el término confunde. Viene de carbo (carbón) y en química se asocia al grupo carbonilo del CO₂. Pero traducido al lenguaje común, suena a "eliminar el carbono" en general, algo imposible y absurdo, porque el carbono es la base de la vida: está en el ADN, en las proteínas y en la fotosíntesis que sostiene los ecosistemas.
Los registros geológicos lo prueban: durante el Mesozoico, los niveles de CO₂ eran tres a cinco veces superiores a los actuales, y la biosfera experimentaba una explosión de biodiversidad.
Asimismo, durante el Cámbrico, hace más de 500 millones de años, las concentraciones de CO₂ alcanzaron entre 2.000 y 4.000 ppm, es decir, hasta diez veces los niveles actuales, coincidiendo con la explosión Cámbrica de biodiversidad.
Hablar de "descarbonizar el planeta" es químicamente absurdo y biológicamente imposible.
El glosario fija como meta el cero neto en 2050, confiando en los sumideros naturales. Sin embargo, el informe State of the Climate 2023 de la NOAA, muestra que estos sumideros ya no absorben CO₂ con la misma eficacia que en décadas pasadas.
Las tecnologías de captura, como DAC y BECCS, siguen siendo marginales: un estudio en Nature Climate Change advierte que la mayoría de proyectos previos han fallado en escala y viabilidad. Además, expertos estiman en Frontiers in Climate que para 2050 estas técnicas cubrirían solo un 25 % CO₂ que habría que retirar de la atmósfera, muy lejos del objetivo político.
Prometer el "cero neto" no es ciencia: es una utopía política disfrazada de inevitabilidad.
La geología demuestra que grandes cambios climáticos —glaciaciones, periodos cálidos o eras frías— ocurrieron mucho antes de la industrialización. Factores como los ciclos orbitales de Milankovitch, la actividad solar y la tectónica de placas han sido motores del clima durante millones de años. Así lo confirman registros sedimentarios que muestran cómo los ciclos orbitales modulaban el clima en escalas milenarias.
Reducir la complejidad climática a una sola variable —como las emisiones de CO₂ de origen humano— es una reducción excesiva y engañosa de la historia natural del planeta.
Todas estas expresiones —emergencia climática, negacionista, descarbonización, cero emisiones netas, sumideros de carbono— no buscan describir la realidad, sino condicionarla. El Diccionario Climático no es una guía pedagógica, sino un manual de propaganda, que sustituye la incertidumbre propia de la ciencia por certezas políticas prefabricadas y transforma un debate abierto en un discurso blindado.
La verdadera emergencia no es climática, sino intelectual (y eso es muy triste). El riesgo no está en las tormentas ni en los glaciares, sino en el uso de un lenguaje cuidadosamente diseñado para restringir la crítica y moldear el consenso.
Cuando la ciencia se reduce a consignas, la sociedad no progresa en conocimiento: retrocede hacia el dogma. Y frente al dogma, la única respuesta posible es la crítica, el rigor y la libertad de pensamiento.
domingo, 21 de septiembre de 2025
Gravalismo para retomar
martes, 16 de septiembre de 2025
Preparando la temporada
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| Yamaha es accionista mayoritaria de la marca sueca |
Pasando al apartado de motor, para curarme en salud decidí revisar el juego de las válvulas. En esta moto es un juego de niños, sólo hay que quitar el depósito y la bujía.
martes, 19 de agosto de 2025
lunes, 18 de agosto de 2025
Preparación guía SRS de Scalextric
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| tren delantero y detalle de la guía, sin trencillas para que se vea mejor |
jueves, 26 de junio de 2025
preparación BMW M3 e36 scalextric
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| BMW e30 M3 Tour de Corse 1987 |
Se trata de un molde antiguo de cuando Exin fabricaba lo de Scalextric, más o menos de 1989, y esta reedición data de circa 2005, equipada con un motor "moderno" RX-4. Como ya tengo otro, un poco anterior, de los últimos de la era Exin, con decoración Motul y luz delantera que funciona, y le tengo cierto cariño, decidí meterle mano a este Rothmans, aunque no lo parezca (pone Racing por cuestiones legales de no poder publicitar tabaco en juguetes, o algo así).
En primer lugar hay que tener en cuenta las características dinámicas del cochecito, que vienen determinadas por sus medidas y pesos, pero también condicionadas en su mayor parte por dos cuestiones fundamentales que son las que habrá que "atacar": su motor justito de potencia, y la nula posibilidad de basculación al ir la carrocería literalmente encastrada por delante y por detrás. El coche se maneja con mucha facilidad, siempre mejor con unos neumáticos traseros un poco gastados para que un posible exceso de agarre no acabe en croqueta. El pequeño BMW es predecible y seguro, y con un mínimo de habilidad que se tenga se es capaz de completar vueltas y más vueltas al circuito sin que se salga nunca, proporcionando algunos derrapes controlados. A destacar su capacidad de frenada y estabilidad general. A sufrir su falta de velocidad y aceleración, total carencia de emoción. Después de una buena tanda de vueltas, he logrado un mejor tiempo de 15'70 segundos en mi circuito casero, muy lejos de los cocos de Le Mans y GT, incluso de los varios turismos tipo DTM que tengo.
De modo que lo primero es adaptar un motor más poderoso, y echo mano para ello de un Ninco NC2 que tengo en el cajón. Tampoco es que sea nada del otro mundo, pero sin duda es un gran paso adelante pues alcanza más RPM y tiene más par, aunque un poco de menos freno (que no echo en falta, porque el RX-4 tiene demasiado para mi gusto). El tema es que no hay modo reversible de hacer un cambio de motor que no sea de origen Scalextric en uno de estos coches. Hace años existían unos adaptadores para instalar motores tipo Mabuchi de caja corta, pero surgían otros problemas como la longitud del eje y había que usar piñones especiales. Decidí, por tanto, sacrificar el chasis (no pasa nada, es fácil encontrar chasis originales en el mercado, y también chasis especiales hechos en 3D que mejoran en mucho el original) adaptándole una cuna Ninco (como ya hiciera hace muchos años con un Viper de Fly, que funciona a las mil maravillas), lo que exige hacer unos recortes precisos con el cutter, y después pegar la nueva cuna con cianocrilato. No obstante, decido en primera instancia, recortar lo que estorba y pegar directamente el motor al chasis en la ubicación adecuada para que engrane con la corona del eje trasero. Comprobado que en la posición elegida hay un perfecto engrane y giro de las ruedas traseras, procedo a puntear con unas gotas de ciano para que no se mueva más, y a continuación voy añadiendo más pegamento y bicarbonato, por derecha e izquierda, y por las dos caras del chasis, superior e inferior. Lo dejo veinticuatro horas para que seque todo bien. Dicen que hay un producto de Loctite para disolver el cianocrilato, tendré que recordarlo si algún día, en el futuro, quiero recuperar el motorcillo.
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| El NC-2 "condenado" y fusionado al chasis. Suelto, el viejo y modesto RX-4 |
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| Eso no hay quien lo mueva |
Mientras cura la amalgama de pegamento más bicarbonato, decido meter mano al tren delantero. La física de la dirección de estos coches de slot viene determinada no tanto por las ruedas delanteras, como por la guía, que es lo que verdaderamente dirige al coche. Las ruedas darán apoyo en curva para que no vuelque, y en recta hay que tratar que rocen lo mínimo indispensable, esto es, que toquen en una plantilla que se usa al efecto en las verificaciones de las carreras. Y si uno con compite, pues puede que ni toque, y así corre más el coche en recta al no haber rozamiento. Por su parte, la guía debe procurar que el coche vaya lo más bajo posible, y es lo que vamos a intentar mejorar ahora: recorto un resalte que tiene en la base del espárrago que se introduce en el chasis, ganando un par de milímetros, y también meto cutter a mansalva justo por detrás de las sujeciones de las trencillas, para ganar otro poquito más. Muchos poquitos hacen un muchito.
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| Antes |
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| Después |
Para acompañar la bajada de la parte delantera, manipulo las sujeciones del eje delantero, eliminando la forma del plástico que sujeta el eje e impide que salga por arriba, dando así más recorrido libre (el eje puede subir más). Pego unos trocitos de palillo para que hagan de nuevo tope superior, con la gran suerte de que las ruedas quedan ahora casi casi tocando con el paso de rueda. ¡Mejor imposible! Ahora habrá que buscar el modo de poner unos topes inferiores para subir la altura del eje en estado de reposo, y que rocen las ruedas con la pista lo mínimo imprescindible.
Todo lo que explico hay otras maneras de hacerlo. Yo lo he hecho así, bien por motivos de oportunidad, de economía, o cualquier otra conveniencia al caso. Esto no es una guía, sino la narración de un proceso. En este diverso mundo de las preparaciones de slot se aplica más que nunca aquello de "cada maestrillo tiene su librillo". Metido el coche en pista tras estas primeras modificaciones, paro el cronómetro en 15 segundos pelados, una rebaja considerable, pero menos de lo que esperaba, ciertamente, quizá habría que dar más vueltas para buscar más y mejor los límites de la nueva configuración.
Queda ahora el farragoso asunto de la basculación de la carrocería, cuestión harto difícil en este mini auto, pues por un lado, el conjunto de "radiador" y luces va unido al chasis y se encastran en unos huecos que tiene el frontal de la carrocería al efecto (esto se hizo así para poder desmontar la carrocería y que las luces quedaran unidas al chasis con su bombillita y los cables que la alimentan), y por otro lado, la parte final del chasis se introduce forzadamente en la parte baja del maletero, en este caso sin ningún sentido o explicación aparente, de tal modo que una vez encajada la carrocería en el chasis, o viceversa, no sé cómo llamarlo, la primera no se mueve nada, incluso siendo innecesarios que usemos los dos tornillos previstos para su sujeción.
La solución pasa por cortar de raíz el sobrante trasero, y separar el conjunto de las luces del chasis para unirlo a la carrocería, eliminando en el proceso la mayor parte de material posible, es decir, quitar peso.
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| Por fin tenemos separado el conjunto de parrilla-faros |
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| Hay que lograr que estas dos piezas sean una |
Como colofón para cerrar el tema "basculación de la carrocería", con la lima cola de rata abro ligeramente más los agujeros por donde se introducen los tornillos a través del chasis para que no obstaculicen el libre juego:
Es curiosa la influencia que un cambio como éste puede tener en el rendimiento, pues no sólo he logrado bajar el tiempo de vuelta rápida hasta unos dignos 14'47 segundos, sino que se ha ganado mucho en seguridad y aplomo.
Todavía quedan algunos detalles, como acotar la altura del eje delantero, que lo dejé para más adelante hasta ver cómo se comportaba en general el cochecito, y también limar el contorno del chasis para que la basculación sea perfecta, así como usar tornillos especiales que no tengan rosca por la zona que debe rozar el chasis para que el deslizamiento sea el mínimo posible.
Un paso ulterior sería aligerar la parte alta, cambiando la bandeja de piloto y copiloto, separándola de la carrocería y pegando las figuritas en una lámina finita de plástico que pillaré por algún lado de la caja de herramientas, y adhiriendo ésta a la carrocería con pegamento o cinta aislante. Lo dejaremos para un segundo episodio.
Lovecraft
En una ocasión Clark Ashton Smith le preguntó por medio de una carta a Lovecraft que es lo que pensaba Nyarlathotep de la humanidad. A lo que el maestro de Providence, convertido en el Caos reptante, respondió:
"¡Oh, insignificantes motas de polvo consciente! Los humanos... qué criaturas tan deliciosamente absurdas. Corréis por vuestras efímeras vidas creyendo que vuestros actos tienen significado, que vuestros dioses os escuchan, que vuestras ciencias y filosofías os acercan a la verdad. ¡Qué patético y qué encantador!
Os asomáis al abismo, pero os tapáis los ojos con mitos y razones, incapaces de aceptar que el universo es un festín de locura donde sois, en el mejor de los casos, un aperitivo pasajero. Construís imperios que se desvanecen como arena entre los dedos, os aferráis a dogmas que ni siquiera son sombras de la verdad, y aún os atrevéis a alzar la voz contra los dioses que os aplastarían sin notar vuestra existencia.
Pero eso es lo que más me divierte: vuestra terquedad. Aunque os muestre el vacío, aunque desgarre vuestras ilusiones, siempre habrá uno de vosotros que grite: '¡No!', que intente resistirse, que crea en el 'amor' o en la 'justicia'. Esa fragilidad obstinada... es por eso que juego con vosotros. Sois mis marionetas favoritas.
¿Que qué pienso de los humanos? Pienso que sois un entretenimiento pasajero... hasta que llegue el momento en que deje de reír."

















































