¿Qué es una moto? O para rizar el rizo, ¿qué no lo es? Porque hay motocicletas, y hay inodoros con ruedas, wáter portátiles en los que, si te da un apretón, puedes levantar el asiento y obrar en el hueco que hay bajo el mismo.
Siempre me reí mucho con esto, y hasta llegué a criticar a los defensores del concepto... hasta que adquirí uno de estos pequeños vehículos para que mi hijo mayor se desplazara libremente a la universidad y sintiera en su cara sus primeros aires de libertad.
Siendo que actualmente el niño está cursando estudios de postgrado en Sevilla, allí que llevé la motillo, en una épica aventura que ya conté aquí en el blog anteriormente.
Y como quiera que estos años pasados el ir y venir a la Feria en coche se ha convertido en una maldita ruina, tanto por prohibiciones y cortes, como por atascos y desmadre, este año decidimos aprovechar las ventajas de las dos ruedas, como ya hiciéramos hace muchos años el limitador y yo.
Y aunque las prestaciones del pequeño motor de 125 y escasos 10'5 cv no son para tirar cohetes, cumplió con creces con las expectativas creadas a priori, lo que fue causa de gran alegría familiar.
Prueba fehaciente de los hechos relatados:
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