lunes, 10 de junio de 2024


 Hace tres semanas, la prensa económica se hacía eco de la decisión de los fabricantes alemanes de frenar la producción de vehículos eléctricos dada la escasa demanda y el alto coste de fabricación. Mercedes Benz, BMW y el grupo VW recogen velas que, ahora sabemos con toda seguridad, fueron desplegadas con demasiada celeridad y entusiasmo, empujados por las autoridades políticas enfrascadas en la cerrazón y cabezonería de la Agenda 20-30. 

Los políticos no se han enterado aún de que un cambio tan drástico debe darse de forma natural y buscada por el usuario, como una evolución del mercado basada en la oferte y la demanda, con el convencimiento de los conductores y potenciales clientes, y nunca impuesta por una autoridad lejana que nos coge a miles de kilómetros y que ni sabemos sus nombres o ideología informadora, por no hablar de sus planes de futuro y motivaciones. 

La indisponibilidad de estaciones de carga para el enorme parque móvil que deja el coche en la vía pública, los problemas de autonomía, y sobre todo el elevado precio de estos coches, nunca debieron ser ignorados por los fabricantes, en un absurdo e incomprensible ejercicio de falta de visión. Sólo cabe pensar que, tanto políticos como los consejeros delegados de las grandes compañías, viven alejados de la realidad, y sus anhelos y objetivos son muy diferentes de los ciudadanos de a pie.

Ahora se une a esta tendencia de marcha atrás el grupo Stellantis, el otro gran gigante europeo. Ya veremos cómo acaba la historia del ecofriendly… que no es tan eco, ni tampoco friendly. 

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