Sí, uno de esos días. Viento para aburrir, mucho sol, buena temperatura de aire y de agua (estamos ya en junio, eso se tiene que notar), y el parque de atracciones al lado de casa, en El Portil, aunque el spot idóneo se va desplazando poco a poco, año tras año, un poco más hacia Punta Umbría motivado por el crecimiento de la barra de arena, los bajos que afloran en la bajamar, y que dividen la mar en un canal que casi siempre lleva corriente (por la marea), una zona de poca profundidad, ideal para aprender o para hacer trucos de la vieja escuela, y la parte de mar abierto, en la que si las circunstancias son propicias se formarán unas buenas olas, predecibles, amigables, de diverso tamaño en función de la zona.
Los habituales nos dimos cita el lunes, y buscamos series bien formadas, cosa que no siempre ocurre. Hay que currárselo, y navegar a derecha y a izquierda de la costa, persiguiendo nuestras particulares Mavericks, que en esta ocasión hallamos entre El Matías y el Pirata: buenas montañas overhead, en las que me encontré gritando de emoción cuando las bajaba a toda velocidad. Varios kiteloops fueron necesarios para no desventar la cometa, dado el empuje de la masa de agua, puro surf. PURO SURF.
Me acerqué a la orilla, y descansé un buen rato sentado con la tabla al lado y la cometa despotenciada en el aire, disfrutando de un momento de soledad, y un silencio solo roto por el viento, que se quedó entre 20 y 25 nudos, a ratos fuerte con la 9 metros. Esos instantes de pensamientos fugaces, de reconsideraciones, de meditación, fueron maravillosos, pero me levanté y me di otro paseo a lomos de surfkite, jugando ya un poco más tranquilo, más cansado, pero sin dejar de disfrutar.
¡Qué día de gloria!
Últimamente navego menos, pero de mayor calidad. Más selectivo. Mejor.
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